EUROPA ENTRE 1648 Y 1789
Historicamente se conoce como una de
las etapas en la que se divide tradicionalmente la
historia, extendiéndose desde la toma de Constantinopla
por los turcos en el año 1453 hasta el inicio de la
Revolución Francesa en el año 1789. Otros historiadores
fijan como fecha de inicio el descubrimiento de América
en1492, o el inicio de la Reforma Protestante en 1517.
En este periodo destacan la
invención de la imprenta, los grandes descubrimientos
geográficos como el descubrimiento de América, el
Renacimiento, la Reforma Protestante, la Contrarreforma
Política etc.
Conforme transcurrían los años,
las ciudades fueron creciendo, y es así como durante el
período medieval, ya en el siglo XV, Europa presentaba
un gran desarrollo urbano.
También con el crecimiento de las
ciudades se produjo un cambio en el sistema económico:
la economía feudal dio paso a los primeros indicios del
sistema capitalista.
Obviamente el desarrollo comercial
del Mediterráneo y el crecimiento de la actividad
industrial fueron aprovechados por la burguesía, la
clase social que estaba creciendo junto con las
ciudades.
Respectivamente toda esta
actividad condujo a la necesidad de buscar nuevas
tierras donde conseguir las materias primas, necesarias
para fabricar los productos. Además, significó la
apertura de nuevos mercados donde venderlos.
Durante esta época, el comercio
mediterráneo estaba bloqueado por los turcos, y todos
los progresos logrados con las técnicas de navegación,
impulsaron a los hombres del siglo XV a las
exploraciones de ultramar.
España y Portugal
Desde principios del siglo XV,
Portugal exploró las costas africanas para buscar una
ruta hacia India, pero sólo en 1487 Bartolomé Díaz
descubrió el cabo de Buena Esperanza, y en 1498 la
expedición de Vasco de Gama llegó a la ciudad de
Calicut. Estos hitos van a consolidar la presencia
portuguesa en el Océano Indico y van a transformar a
Lisboa en centro de comercio de las especies.
España, por su parte, obtuvo un
gran éxito cuando la primera expedición de Cristóbal
Colón descubrió América. Este triunfo se debió al
esfuerzo personal de Colón, y al apoyo oficial de los
Reyes Católicos. La idea de Colón era llegar a las
costas orientales de Asia, pero estaba equivocado en el
cálculo de la distancia que separaba a Europa de estas
tierras, razón por la cual pensó que era India el
territorio al que había llegado, cuando realmente era
América.
El día 3 de agosto de 1492, Colón
partió del puerto de Palos con tres carabelas: la Pinta,
la Niña y la Santa María. Realizó una escala en las
islas Canarias para aprovisionarse de agua y alimentos,
y después de mucho navegar llegó, el día 12 de octubre,
a la isla de Guanahani, que bautizó como San Salvador.
Nuevas tierras a la vista
Desde el descubrimiento de América
en 1492, hasta la primera vuelta al mundo en 1522, los
conocimientos geográficos sobre la Tierra avanzaron
muchísimo.
- Cerca del año 1500 se descubrió
el golfo del Darien, la costa de Venezue-la, las
Antillas y las costas de Brasil.
- En el año 1500, con la
expedición portuguesa de Pedro Alvares Cabral al Brasil,
se consideró este territorio como propiedad de la corona
de Portugal.
- En 1513, Vasco Núñez de Balboa
descubrió el Mar del Sur, Oceáno Pacífico, confirmándose
que América era un nuevo continente.
- Entre los años 1519 - 1522 se
realiza la primera vuelta al mundo, realizada por
Hernando de Magallanes, y que finaliza Sebastián Elcano,
debido a la muerte del primero. Con este viaje se
confirma la redondez de la Tierra y se descubre el paso
que une el Océano Atlántico y el Pacífico en América del
Sur, llamado, posteriormente, Estrecho de Magallanes.
EXPANSIÓN EUROPEA
El
comercio tuvo mucho que ver con los orígenes de la Era
de las Exploraciones. Se
trataba de encontrar una ruta marítima
para llegar a Asia y traer a Europa occidental las
especias de Oriente, que hasta ese
momento llegaban por tierra, en caravanas que tenían
que cruzar los territorios de los
países árabes y turcos, y cuyo comercio en Europa era
prácticamente un monopolio de los
mercaderes italianos, fundamentalmente venecianos
y
genoveses.
Los comienzos de la
expansión europea: genoveses y portugueses
Los europeos no podían
llegar a oriente directamente. Pero a lo largo del S.XV
y S.XVI.
Europa hizo una gran cantidad de descubrimientos geográficos, estos iban a significar un cambio en la historia Europea. Los descubrimientos se producen por los siguientes motivos:
Europa hizo una gran cantidad de descubrimientos geográficos, estos iban a significar un cambio en la historia Europea. Los descubrimientos se producen por los siguientes motivos:
Los
avances técnicos, mejoras en los sistemas de
construcción de los barcos.
Carabela era un nuevo barco más rápido,
con más capacidad de carga, con un
mejor sistema de velas, y junto a las
mejoras de orientación como la brújula
permitían ahorrar tiempo de navegación.
El
conocimiento por parte de Europa de la existencia de
pueblos con gran
cantidad de riquezas, tenían
conocimiento de las riquezas, pero los únicos que
están al alcance de estas so los
venecianos por sus buenas relaciones con los
musulmanes.
Por
las posibilidades de llegar a oriente, ya que por tierra
son muy difíciles por
el control de los musulmanes de la
posibilidad de acceso directo. La única
posibilidad es encontrar una nueva ruta
marítima que necesariamente tiene que
bordear
África.
Otro motivo fue la
religión, querían evangelizar nuevos pueblos.
Descubrimientos
Españoles.
Sin tener tanta
tradición marinera como Portugal, España superó a su
rival convirtiéndose en la más importante nación
descubridora.
Cristóbal Colón.
Descubrimiento
Colón
consiguió tres carabelas: la Santa María, la Niña y la
Pinta, llevando a bordo a 90
marineros. El 3 de agosto de 1492 salió
de Puerto de Palos navegando hacia el oeste.
El 12 de octubre llegaron a una de las
islas Lucayas a la que llamaron "San Salvador".
Al principio el almirante llamó
"indios" a los nativos de la región ya que creyó que
había
llegado a las Indias Orientales.
Durante los tres meses siguientes descubrió nuevas
islas. Luego regresó a España
llevando a bordo a varios indígenas y
productos desconocidos. Los Reyes lo colmaron
de honores. Seis meses después, partió
Colón en un segundo viaje. Llegado a Santo
Domingo fundó Isabela, la primera
población en el nuevo Mundo. Murió en Valladolid,
en
1506, sin saber que había descubierto un nuevo
continente.
La Partición del Mar
Oceánico
La
supuesta llegada de colón a las Indias disgustó a
Portugal. Al llegar Colón a Lisboa
tuvo que hacer frente a los reclamos de
Juan II. Cuando las protestas portuguesas
llegaron a España, el monarca Fernando
había hecho legitimar el descubrimiento.
A las pocas semanas del regreso de
Colón, el Pontífice Alejandro VI expedía las Bulas
de
Donación concediendo a los Reyes Católicos las
tierras descubiertas.
El
Pontífice estableció también un límite en las
actividades marítimas entre España y
Portugal, una línea imaginaria trazada
de polo a polo delimitaría la zona de exploración
para cada país. Al este del Meridiano
sería portuguesa y el resto Española.
Esta separación no satisfizo a
Portugal, por lo que España y este país llegaron a un
acuerdo y firmaron el Tratado De
Tordesillas. Este tratado estableció la calma pero
perjudicó a España ya que en esta nueva
delimitación, Portugal obtenía gran parte de
América
del Sur, quien fue acrecentando hasta apoderarse del
actual Brasil.
No
debemos creer que las personas que llegaron a América,
eran intelectuales
humanistas deseosos de comprender y
aprender la extensión real de la superficie
terrestre y nuevas culturas, sino que
eran hombres prácticos y aventureros, que
aprovecharon los avances científicos
que esa corriente ideológica había producido, para
hallar nuevas rutas que los condujeran
por otros caminos más seguros a tierras que
creían conocer.
América: Nuevo
Continente.
Además
de los viajes de Colón, se realizaron varias
expediciones hacia las nuevas
tierras. El primero en afirmar que
América era un nuevo continente fue Américo
Vespucio. Las cartas y mapas que
Américo había enviado a los Médicis, fueron
publicadas como "Tierras de América".
Pronto se confirmó, en 1513 un capitán español
atravesó América Central y comprobó que
América era un nuevo continente y que
faltaba
mucho para llegar a las Indias
.
.
América y el Viejo
Mundo
El
mundo se enriqueció con el descubrimiento definitivo de
la Tierra y el contacto con
las nuevas razas humanas. También se
conocieron numerosos productos como alimentos
o
medicinas.
España, gracias a las riquezas extraídas de América, se
convirtió en la principal nación
europea. Aunque también la perjudicaron
ya que la llevó a descuidar el trabajo del
campo y
sus industrias.
La
economía mundial se renovó: las grandes cantidades de
oro y plata llevadas a los
comercios favorecieron el desarrollo
del gran comercio que enriqueció a muchas
ciudades y empobreció a otras. El
centro económico se trasladó a los puertos del
Atlántico. Se modificaron las rutas mercantiles. El
desarrollo económico produjo un
cambio social: la clase media, la de
los comerciantes y pequeñas industrias, se vio
favorecida; pero los antiguos señores
feudales vieron arruinados sus intereses.
El alza de los precios perjudicó al
pueblo. Por lo cual, tiempo después, se produjeron
levantamientos populares.
3. Habitantes
Americanos
Cuando
los españoles llegaron a América, el continente se
hallaba habitado por
numerosos grupos indígenas: Había
indígenas organizados en Estados, como los
Aztecas, en México, los Mayas en
Yucatán y los Incas en Perú. Pero junto a ellos
vagaban otros grupos nómades, como
nuestros indios chaqueños y fueguinos.
Esta diversidad de culturas señala que
los indígenas americanos estaban integrados por
distintos elementos raciales. Continúa
siendo una incógnita de la Historia.
Florentino Ameghino, sabio
ítalo-argentino, afirmó que los indígenas americanos
eran autóctonos, es decir,
originarios de nuestro Continente. Según sus
investigaciones, la cuna de la
humanidad, se hallaría en las pampas argentinas. Esta
teoría ha sido desechada.
El
antropólogo Alex Hrdlicka sostuvo que la cuna de la
humanidad se hallaba en
Siberia, y que algunos aborígenes
pasaron por el Estrecho de Bering, hacia América.
La teoría más aceptable es la de Paul
Rivet que afirma que los aborígenes americanos
llegaron al continente en cuatro
corrientes migratorias, dos desde Asia, a través de
Alaska, y otras dos desde Australia y
Oceanía a través del Océano Pacífico.
Los primeros en llegar fueron los
Fueguinos y Patagones, quienes penetraron al
continente desde Asia. Desplazados por
las siguientes oleadas, que se fueron
desplazando hacia el sur, hasta legar a
los Andes Australes y Tierra del Fuego, donde los
encontró Magallanes.
Luego
llegaron indios Pampéanos, venidos de Asia, se
extendieron por las llanuras
americanas. Los "Pieles Rojas" se
establecieron en las llanuras del Misisipi y Misurí.
Los araucanos, Tehuelches y Querandíes,
ocuparon las pampas argentinas, mientras que
los
Tobas, Abipones y Matacos se establecieron en el Chaco.
Consecuencias...
El impacto que el descubrimiento
de América significó para el mundo fue grande: las
consecuencias demográficas, económicas y culturales se
dejaron sentir inmediatamente:
- Demográficas: la emigración o
traslado de población europea hacia las colonias
americanas, la mezcla entre la raza nativa y la europea
(mestizaje racial), el tráfico de esclavos negros y el
intercambio continental de epidemias que hizo disminuir
la población indígena americana.
-Económicas: se desplazó la
actividad económica desde el Mediterráneo hacia el
Atlántico. El hallazgo de numerosos yacimientos de
metales preciosos en América, fomentó la tendencia al
atesoramiento de oro. El intercambio de productos entre
los dos continentes provocó que en América se conocieran
el trigo, el café, la caña de azúcar y el olivo, Europa
recibió de América el cultivo del maíz, el cacao y la
papa.
-Culturales: los pueblos europeos
trajeron a América su forma de pensar, valores, idioma,
religión, arte y sentido del derecho, entre otros
aspectos.
Formación del Estado Moderno
El período conocido como Época
Moderna significó para Europa importantes cambios en su
ordenamiento político. El fenómeno más destacado fue el
surgimiento del Estado Moderno: un territorio con
fronteras determinadas, un gobierno común y un
sentimiento de identificación cultural y nacional de sus
habitantes.
Los reyes fueron quienes iniciaron
este proceso a lo largo de los siglos XIV y XV.
Interesados en concentrar el poder en su persona,
debieron negociar con los señores feudales, quienes
cedieron sus derechos individuales sobre sus feudos, a
cambio de una serie de privilegios. Los que no
estuvieron dispuestos a transar, fueron sometidos a
través de violentas guerras. Para éstas, los reyes
contaron con el apoyo de los burgueses, a quienes les
intersaba dejar de depender del señor feudal. De este
modo, el concepto feudal de lealtad fue reemplazado por
los de autoridad y obediencia, propios de un Estado con
poder centralizado.
En el siglo XVII, el poder
político de los monarcas se fortaleció hasta eliminar
cualquier representatividad, dando lugar a las
monarquías absolutas.
La monarquía constituyó un estado
moderno sobre la base de una dirección fuerte, contando
con los medios para sostenerla. Con esto, el rey
consiguió la resignación de la sociedad, a cambio de un
cierto orden y progreso.
Uno de los más claros ejemplos del
absolutismo fue Francia. Durante el siglo XVII, este
país se convirtió en la mayor potencia europea, después
de consolidar sus fronteras, gracias a innumerables
guerras con los países vecinos. El rey Luis XIV
(1643-1715) fue la mejor personificación de la imagen
del monarca absoluto. A él se atribuye la frase: "El
Estado soy yo".
El Renacimiento...
Se conoce como Renacimiento al
gran movimiento de renovación que se produjo en Europa
durante los siglos XV y XVI. Este movimiento hizo que se
replantearan muchas de las ideas que perduraron durante
el mundo medieval. Se extendió la actitud crítica, la
observación de la naturaleza, la experimentación
científica y se alcanzaron notables avances técnicos,
así como una extraordinaria expansión de las artes.
Italia fue el lugar donde surgió
el proceso renacentista. Sin embargo, el Renacimiento se
convirtió en un fenómeno europeo que potenció y difundió
las grandes conquistas de la cultura clásica, como la
forma de pensar, el idioma y el arte del mundo
greco-romano.
En lo que se refiere al arte,
muchos son los artistas que destacaron en este período,
sobre todo pintores y escultores: Botticelli, Miguel
Angel, Rafael, Durero, El Greco. Pero fue Leonardo da
Vinci quien con mayor fuerza representó el espíritu
renacentista. En él se mezclan la curiosidad científica
y la inclinación al arte. Leonardo diseñó máquinas muy
ingeniosas para su época, como lo muestran sus bocetos
de helicópteros. Realizó estudios de anatomía, y se
consagró como pintor.
El aspecto intelectual del
Renacimiento se conoció con el nombre de Humanismo. Éste
contenía el conjunto de ideas que desarrollaron los
escritores de esa época. Durante este período, se
reafirma el valor del hombre y se lo considera como el
protagonista de la historia, exaltándose la idea del
individualismo. Una de las características de este
movimiento, fue el estudio de la Antigüedad Clásica,
especialmente de los idiomas griego y latín. Entre los
grandes humanistas destacan Erasmo de Rotterdam
(1469-1536), que influyó en casi todos los pensadores y
políticos de su época. Por otro lado, gracias a la
invención de la imprenta, fue posible la difusión amplia
y rápida de las nuevas ideas e inventos.
Durante el Renacimiento se inició
la ciencia moderna, que se basó en la observación y la
experimentación. A los grandes avances en el
conocimiento de la geografía y la cartografía,
proyecciones de Mercator, le siguieron los de la
medicina, descubrimiento de la circulación de la sangre
por Miguel Servet. Pero fue Copérnico quien hizo uno de
los más grandes descubrimientos, la teoría
heliocéntrica: según la cual el Sol y no la Tierra, era
el centro del universo.
Globo terráqueo elaborado por
Martín Behaim, en 1492, considerado el más antiguo. En
él figuran todos los conocimientos geográficos antes del
Descubrimiento de América.
La Crisis Religiosa
Los vientos de modernidad no sólo
trajeron cambios a nivel político y económico. La crisis
que sufrió la Iglesia Católica en el siglo XVI fue uno
de los acontecimientos relevantes del período, que
posteriormente se llamó Reforma.
Este proceso dividió a la Iglesia
entre católicos y protestantes. Las razones que explican
la división del catolicismo son numerosas.
En el aspecto político, el
desarrollo del sentimiento nacional y soberano hizo que
los Estados se rebelaran contra la autoridad del Papa.
El motivo era la profunda crisis moral que afectaba a la
Iglesia: venta de indulgencias, la simonía (compraventa
de situaciones de orden espiritual o religioso), el
incumplimiento de los votos sacerdotales, los abusos de
poder, etcétera.
En el ámbito económico, las
extensas tierras que estaban en poder de la Iglesia y
los impuestos que cobraba en cada rincón de Europa,
fueron motivos suficientes para que los Estados
nacientes buscaran desligarse de estas obligaciones
tributarias, y pretendieran anexar al territorio
nacional los dominios eclesiásticos.
Quien inició el proceso de ruptura
definitiva con la Iglesia Católica fue el monje alemán
Martín Lutero (1483-1546). Muy molesto por la venta de
indulgencias en Wittemberg, pueblo donde enseñaba en una
Universidad, Lutero redactó 95 razones, las 95 tesis,
con las que acusó a la Iglesia de corrupta. El Papa León
X lo excomulgó, pues Lutero se negó a arrepentirse de
sus acusaciones.
Los príncipes alemanes apoyaron al
monje, puesto que en la lucha del sacerdote, vieron la
posibilidad de desligarse del dominio de la Iglesia.
Rápidamente, los seguidores de Lutero aumentaron, y
surgió la nueva doctrina.
El luteranismo eliminó algunos
sacramentos, negó la adoración a los santos, suprimió el
latín como idioma oficial de la Iglesia Católica y
desconoció la autoridad del Papa como máximo
representante de Dios en la Tierra.
En otros países, las ideas
protestantes se difundieron rápidamente; en Suiza, Juan
Calvino dio origen al Calvinismo; y en Inglaterra, el
rey Enrique VIII se separó de la Iglesia Católica y
formuló una nueva religión, el Anglicanismo.
Después de este duro golpe, la
Iglesia Católica determinó hacer una profunda revisión
interna. Para ello, convocó a un Concilio en la ciudad
de Trento, el que se inició en 1545. Tras esta reunión,
que duró varios años, la Iglesia definió su doctrina:
- Validez de la autoridad del Papa,
- El celibato eclesiástico,
- La devoción a los santos,
- Ratificó la validez de los sacramentos, etcétera.
A este movimiento católico se le
llamó Contrarreforma.
Como consecuencia de la división
de la fe, estallaron guerras en todo el continente. Las
llamadas Guerras de Religión se extendieron por más de
cuarenta años, enfrentándose católicos y protestantes
con una violencia, que sólo se justificaba por el afán
de poder político, y por la defensa cerrada de la fe de
cada uno de los bandos.
Concilio de Trento
El tremendo revuelo que habían
provocado las acciones de Lutero, Calvino, los
Anglicanos y los Presbiterianos, motivó una reacción de
la Iglesia Católica, que tomó una serie de iniciativas
con el propósito de combatir la Reforma.
La principal de ellas consistió en
la convocatoria de un concilio ecuménico que con muchos
altibajos se realizó en la ciudad italiana de Trento.
El renacer del Humanismo
A fines de la Edad Media
se desarrolló lentamente un movimiento que retornaba
a los antiguos conocimientos y artes clásicos de Roma y
Grecia. Esta corriente, originada en Italia, que abarcó
la mayor parte de Europa y que tuvo grandes genios que
la representaron fiel y magníficamente en sus obras, se
llamó Renacimiento, y su principal fundamento
filosófico fue el Humanismo, al focalizar al
hombre en el centro de todas las cosas. Esta tendencia,
extendida en los siglos XV y XVI,
significó un cambio en todos los aspectos de la vida de
la sociedad europea y fue la puerta de entrada a la
Edad Moderna.
¿Por qué surgió el Renacimiento?
No hay que dejarse engañar por la
palabra renacimiento, en el sentido de que antes de ese
período las artes estaban poco desarrolladas o que no
existían, y que después se produjo una repentina
resurrección. La Edad Media había tenido su arte
original, el arte ojival en la arquitectura. Del
siglo XIII al XIV se construyeron grandes monumentos,
como las catedrales francesas, que Europa entera imitó y
que el Renacimiento no tuvo bastante poder para hacerlas
mejores aún. Ese grado de perfección al que habían
llegado las artes, principalmente en los siglos XIV y XV,
motivaron a describir esos siglos como los
precursores del Renacimiento.
El Renacimiento es el
renacimiento de la antigüedad clásica, el regreso a
las tradiciones griegas y romanas. Las obras de la época
grecorromana eran desconocidas hasta entonces y abrieron
a los artistas nuevas fuentes de inspiración. Otro
factor que se sumó a crear este caldo de cultivo para el
Renacimiento, fue la invención de la imprenta,
que permitió la difusión rápida y casi universal de sus
ideas y conocimientos.
Los últimos elementos decisivos en
la gestación y apogeo de este movimiento fueron el
desarrollo general de la riqueza en ciudades
claves en la gestación del Renacimiento (que en esa
época eran verdaderos estados aparte), como Florencia
y Venecia, y la protección y los estímulos
dados en todos los países a las artes por poderosos
personajes llamados mecenas, que frecuentemente
eran los mismos jefes de los Estados o los príncipes,
papas y reyes.
También se produjo un cambio en
las ideas. En la Edad Media, los hombres habían
pensado más en el cielo que en la Tierra. Sometidos a la
doctrina de la Iglesia católica, habían aceptado el
lugar que el nacimiento y la tradición les habían
impuesto en la sociedad.
Pero en el Renacimiento se
entregaron a los goces de este mundo, se apropiaron del
derecho a expresar sus ideas personales sobre la vida y
la verdad, y lucharon por el poder y la gloria. Surgió
un fuerte individualismo y nació un nuevo concepto de la
libertad.
El fin justifica los medios | |
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La divulgación de la Biblia
La otra causa del
movimiento de la Reforma fue la difusión de la Biblia,
que puso los Evangelios, fuente misma de la doctrina
cristiana, al alcance de todos. Entre 1457 y 1518 se
habían publicado más de cuatrocientas ediciones de este
libro.
Era la palabra misma de Cristo
enviada a los cristianos. Pero esta palabra hablaba de
la renuncia a los bienes de este mundo, de la pobreza y
la humildad; ella hacía aparecer más escandaloso aún el
orgullo y el lujo de los príncipes eclesiásticos; ella
debía hacer aún más vivo el deseo de una reforma que,
según el lenguaje de aquel tiempo, condujera a la
Iglesia a su simplicidad primitiva.
El conocimiento de los Evangelios
tuvo en algunos otra consecuencia, la más grave de
todas. Para comprenderla es preciso recordar que la
organización de la Iglesia católica y sus dogmas, es
decir, el conjunto de las creencias profesadas por sus
fieles, reposan ante todo sobre los Evangelios, y
después sobre las tradiciones, las interpretaciones y
las decisiones de los papas y de los concilios. Algunos
en el siglo XVI pensaron que, puesto que se tenía en los
Evangelios la palabra del mismo Dios, era preciso
atenerse a ella: las tradiciones y las interpretaciones,
solo obras de los hombres, no tenían a sus ojos valor
algunos. Por lo menos, las interpretaciones de los papas
y de los concilios no tenían ya más valor que el que
pudiera tener la interpretación de un fiel cualquiera, y
cada uno podía interpretar la Escritura Santa según su
conciencia. Esta fue la teoría de Martín Lutero y
después de Juan Calvino, y esta fue la teoría que
provocó la ruptura de la unidad cristiana.
Los precursores de la Reforma
Tal como el Renacimiento,
la Reforma tuvo sus precursores. La gran revolución del
siglo XVI no fue un hecho nuevo y sin precedentes; fue
la conclusión o el término de una larga historia.
Los escándalos del Gran Cisma
en el siglo XIV habían turbado profundamente a las
almas piadosas. Durante cincuenta años, desde 1378 a
1417, Europa se había encontrado dividida y disputada
entre dos papas, y en ciertos momentos existieron hasta
tres. Entonces aparecieron reformadores como Juan
Wyclif (1324-1384) en Inglaterra, y Juan Hus
(1369-1415) en Bohemia (actual República Checa). Ambos
querían lo que quisieron los reformadores del siglo XVI,
o sea, conducir la Iglesia a su simplicidad primitiva y
atenerse estrechamente a la palabra de Dios tal como
estaba escrita en los Evangelios. Pero los discípulos de
Wyclif, los “sacerdotes pobres” o lolardos,
fueron exterminados, y Juan Hus, muerto en una hoguera,
no tuvo partidarios -los husitas- más que en
Bohemia. A Wyclif no se le ahorró una afrenta póstuma:
por orden del concilio de Constanza, treinta y un años
después de muerto sus restos fueron exhumados (sacados
de la tumba) y tirados a un arroyo, a la vez que eran
entregados a las llamas todos sus escritos.
En el seno de la misma Iglesia
hubo, a principios del siglo XV, un poderoso movimiento
de reforma dirigido por doctores de la Universidad de
París, que era entonces la mayor escuela de teología del
mundo. La impotencia en que se encontraba el papado les
inspiró la idea de subordinarlo a la autoridad de los
Concilios, es decir, de transformar la Iglesia, de
monarquía absoluta, en una especie de monarquía
constitucional; los concilios debían forzar en seguida a
los papas a reformar los abusos. Esta es la doctrina que
los doctores parisienses ensayaron hacer triunfar en los
concilios ecuménicos; el concilio de Constanza
(1414-1417) y el concilio de Basilea (1431-1443); pero
no consiguieron su objetivo. Los papas consiguieron
desembarazarse de los concilios, permanecer dueños de la
Iglesia y no hacer ninguna reforma. Pero esta larga
crisis había debilitado su autoridad, hecho vacilar la
Iglesia y la cristiandad, y por esta razón preparado el
camino para la revolución del siglo XVI.
El Gran Cisma | |
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Martín Lutero
Lutero nació en Sajonia
(territorio del Sacro Imperio), en 1483, el mayor de
siete hermanos, hijos de un pobre leñador, anticlerical
pero supersticioso. Cuando empezó sus estudios, tuvo que
cantar y mendigar de puerta en puerta para poder vivir,
como muchos estudiantes de su tiempo. Después, una
persona caritativa le dio una pensión en la universidad
de Erfurth (Turingia), donde estudió latín, algo de
griego y hebreo, filosofía y teología.
Tenía 22 años cuando, estando de
paseo, fue sorprendido por una tempestad, y un rayo mató
a su lado a uno de sus compañeros. Asustado, Lutero hizo
voto de hacerse fraile si escapaba. Poco después (17 de
julio de 1505) entraba en el convento de los agustinos
en la misma ciudad de Erfurth. Luego de recibir las
órdenes sacerdotales, fue destinado al monasterio de la
ciudad de Wittenberg, en cuya universidad asumió la
cátedra de teología.
El negocio de las indulgencias
En 1511 Lutero fue enviado a Roma,
quedando profundamente trastornado por el lujo de la
corte pontifical y el relajamiento del clero italiano.
Algunos años después, no teniendo el papa León X dinero
para continuar la construcción de la basílica de San
Pedro (en la que ya se habían gastado cerca de 70
millones de dólares actuales), decidió conseguirlo
haciendo vender indulgencias por toda la
cristiandad. Se llama indulgencia (o perdón) a la
facultad dada a los fieles de redimirse (librarse),
mediante una limosna, de las penitencias en que
habían incurrido por su pecados. En este caso, se podían
redimir dando dicha limosna para la construcción de la
basílica de San Pedro; el efecto de las indulgencias
podía aplicarse tanto a los vivos como a las almas de
los difuntos castigados por Dios en el purgatorio. La
predicación de las indulgencias en Alemania fue confiada
a Johann Tetzel, fraile dominico.
En 1517, Lutero se reveló contra
el abuso de las indulgencias y la manera de venderlas.
El ataque fue tanto más violento, cuanto que la
congregación de los dominicos era rival de los
agustinos. Advertido el papa, no vio en aquello más que
una simple “querella de monjes”. Lutero no renegaba de
su sumisión al papa y hacía alarde de su voluntad de
obedecerle; pero, al mismo tiempo, redoblaba sus
críticas contra la organización de la Iglesia, y, yendo
aún más lejos, atacaba también a los dogmas. Proclamaba
que el Evangelio debía ser la única ley, que para
salvarse bastaba con tener fe en Jesucristo, y que las
obras -es decir, los ayunos y mortificaciones- no
servían de nada; tampoco la mediación de la Iglesia. Por
último, no admitía más que tres sacramentos: el
bautismo, la comunión y la penitencia. Entonces el papa
le excomulgó. El día que recibió la bula
(documento papal) de excomunión, Lutero reunió a todos
los estudiantes en la plaza de la iglesia de Wittenberg,
y delante de ellos arrojó la bula en una hoguera. La
ruptura con el papa fue desde entonces definitiva (20 de
diciembre de 1520).
Condenación de Lutero
El conflicto entre Lutero y el
papado se desencadenó poco después de que Carlos I de
España fuera elegido Emperador del Sacro Imperio (1519),
asumiendo con el nombre de Carlos V. La querella
le inquietaba: primero, porque era católico ferviente;
segundo, porque toda Alemania estaba interesada en ella;
y tercero, porque antes de su elección había prometido a
los electores que no permitiría que se condenara a
ningún alemán sin ser sometido a un juicio imparcial.
Existía, entonces, el riesgo de que resultara una causa
de división en un Estado ya muy dividido, y de que
arruinara la autoridad imperial. De aquí que, “para
lavarse las manos” -según ciertos historiadores-, citara
a Lutero a comparecer ante la reunión de los
representantes del Imperio, la dieta, convocada
en la ciudad de Worms (oeste de Alemania). Lutero
acudió, protegido contra todo arresto por un
salvoconducto de Carlos V. Se le pidió que se retractase
(que renegase de sus ideas), pero se negó con firmeza,
“porque, dijo, no es bueno para el cristiano hablar
contra su conciencia”. Entonces, la dieta lo condenó
(mayo de 1521). Luego de esta sentencia, Lutero podía
ser arrestado y conducido a la hoguera en cuanto
expirara su salvoconducto. De aquí que, al dejar Worms,
algunos caballeros enviados por el elector Federico de
Sajonia -uno de sus protectores-, lo rescataran y
trasladaran en secreto al castillo de Wartburgo
(Turingia). Allí permaneció oculto como un año, tiempo
durante el cual tradujo la Biblia al alemán. Esta
versión tuvo una gran popularidad, porque, a diferencia
de las traducciones anteriores, estaba escrita en alemán
común, por lo que era clara e inteligible para todos;
fue el primer modelo del alemán moderno.
Las secularizaciones
Desde que Lutero entró en
conflicto con el papa, no cesó de buscar aliados. Había
publicado una Carta abierta a la nobleza cristiana de
la nación alemana en la que indicaba que, para
conducir a la Iglesia a su pureza primitiva, era preciso
quitarle sus riquezas, apoderarse de los bienes
eclesiásticos y secularizarlos, es decir, aplicarlos a
los usos laicos. Así esperaba obtener -y obtuvo- el
apoyo de un gran número de príncipes.
Pero este llamado también fue oído
por las clases necesitadas. En 1522 los nobles más
pobres -los caballeros- se arrojaron sobre las tierras
del arzobispo de Tréveris, siendo derrotados por la alta
nobleza. La agitación ganó enseguida a los campesinos (guerra
de los campesinos,1525-1526); pero recibió la
enfurecida condenación de Lutero, “porque -decía-
los súbditos no deben jamás sublevarse, aunque los
superiores sean malos e injustos”. El saldo de esta
guerra social fue la muerte de unos 130 mil campesinos,
cuya derrota prolongó su condición de siervos durante
casi tres siglos.
Los grandes señores hicieron con
entera libertad lo que se había impedido por la fuerza a
los caballeros y a los campesinos. Los electores de
Sajonia, de Brandenburgo y del Palatinado secularizaron
los bienes de la Iglesia enclavados en sus dominios Pero
la más célebre de las secularizaciones la llevó a efecto
Alberto de Brandenburgo, gran maestre de los Caballeros
Teutónicos u Orden Germana, fuera de Alemania: se
apoderó de los bienes de la Orden, de la que era el jefe
electo, y los transformó en un ducado hereditario, el
ducado de Prusia, primer núcleo del reino del mismo
nombre.
Los jóvenes reyes | |||||||
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La confesión de Augsburgo
Cuando Lutero salió de
Wartburgo, el número de sus partidarios había crecido
tanto que se hizo imposible ejecutar la sentencia
dictada contra él; muchos señores, y de los más
poderosos -como los electores de Sajonia y de
Brandenburgo-, habían adoptado sus doctrinas. Por otra
parte, la guerra entre Francisco I, rey de
Francia, y Carlos V, por problemas territoriales, no
dejaba a este último la libertad de obrar.
Pero después de firmada la Paz de
Cambrai o Paz de las Damas (negociada por la tía
del emperador y la madre de Francisco I), que puso
término al conflicto, reunió la dieta en la ciudad
alemana de Espira, donde se decidió que se toleraría la
nueva doctrina, llamada luteranismo, del nombre
de su fundador, donde quiera que estuviese ya
establecida, pero que no podría extenderse hacia otras
partes (1529).
Cinco príncipes y catorce ciudades
protestaron contra esta decisión, y de aquí el nombre de
protestantes dado desde entonces a los partidarios
de las nuevas doctrinas, separados de la Iglesia
católica.
Al año siguiente Carlos V intentó
atraer, por conciliación, a los protestantes al
catolicismo. Se reunió la dieta en la ciudad de
Augsburgo (1530) para buscar un medio de entenderse y,
aunque la tentativa fracasó, tuvo dos resultados
importantísimos.
En primer lugar, en vista de las
discusiones que se iban a producir en la dieta, los
luteranos se vieron obligados a precisar y definir mejor
su doctrina. Lutero dejó a Melanchton, el más
moderado de sus discípulos y partidario determinado de
la conciliación, el cuidado de la redacción de la
profesión de fe luterana. Esta profesión de fe, en
veintiocho artículos, es la Confesión de Augsburgo,
o sea el Credo de la primera iglesia reformada.
Por otra parte, como esta dieta
renovó las condenaciones pronunciadas en Worms contra
Lutero, sus doctrinas y sus adherentes, para defenderse
los protestantes se vieron obligados a constituirse en
un partido político, y se ligaron en la localidad de
Esmalcalda (Turingia, 1531). La formación de la liga
de Esmalcalda dividió en imperio en dos partidos:
este fue el primero de los grandes resultados políticos
de la Reforma luterana. El segundo resultado se produjo
diez y seis años después de la formación de la liga: una
guerra civil y religiosa. Ocupado otra vez en la guerra
contra Francisco I y contra los turcos, Carlos V había
tenido que dejar para más tarde la ejecución de las
sentencias pronunciadas en la dieta de Augsburgo; así es
que no atacó a los coaligados de Esmalcalda sino en
1546, cuando Lutero acababa de morir. El ejército
protestante fue destrozado en el pueblo de Mühlbergh
(1547), y los principales jefes reformados hechos
prisioneros. Pero la liga se reconstituyó, se alió con
el rey de Francia Enrique II, la lucha se reinició, y
Carlos V estuvo a punto de ser apresado en Innsbruck
(1552). Tres años más tarde el Emperador pensó en
abdicar, y antes de hacerlo trató de dar la paz
religiosa a Alemania. En 1555, en la dieta de Augsburgo,
concedió a los príncipes luteranos la libertad de
culto, reconociéndoles, además, la propiedad
definitiva de las tierras que habían secularizado, es
decir, tomado a la Iglesia. Pero las secularizaciones
quedaban prohibidas para el futuro.
La paz de Augsburgo no estableció
la libertad religiosa en Alemania. Permitió a los
príncipes luteranos, tanto como a los príncipes
católicos, imponer su religión a sus súbditos.
Juan Calvino
Mientras que una parte de
Alemania y otros Estados, como los reinos escandinavos,
adoptaban la Reforma de Lutero, una reforma más radical
se predicaba por el francés Juan Calvino, y se
aplicaba por primera vez en Suiza, en Ginebra.
Calvino había nacido en la ciudad
francesa de Noyón, en 1509. Estudió literaturas clásicas
y teología, pero no fue sacerdote. La lectura de unos
sermones de Lutero lo conquistó a las nuevas ideas
religiosas. Pero en vez de ser un seguidor cualquiera,
concibió un sistema personal de teología, dentro del
marco del protestantismo. En 1553, como Francisco I
empezase a perseguir a los reformados, huyó de París, y
se refugió en Basilea (Suiza). Allí fue donde concluyó y
publicó su célebre obra Sistema de la religión
cristiana, dedicada a Francisco I.
El rasgo más importante y
característico del calvinismo es su concepto extremado y
rígido de la predestinación. Según él, desde la
eternidad, desde antes de la creación del mundo, Dios
eligió, por su gracia y amor, a un cierto número de sus
criaturas para salvarse; nada, ni pecados repetidos, ni
esfuerzos heroicos hacia la virtud, podrían jamás
modificar esta voluntad divina. Calvino no admitía más
que dos sacramentos: el bautismo y la comunión. Suprimía
todas las ceremonias del culto, el altar, el crucifijo y
toda jerarquía entre los sacerdotes -él decía los
pastores o los ministros-, elegidos por los fieles y
encargados de decir las oraciones y de predicar.
Calvino en Ginebra
De Basilea, Calvino fue llamado a
Ginebra para enseñar allí teología. Tenía entonces
veintiséis años y un carácter autoritario, áspero e
inflexible. Trató de imponer sus creencias a los
ginebrinos y reformar tanto sus costumbres como su
culto. Los ginebrinos lo expulsaron al cabo de dos años.
Pero los partidarios de sus doctrinas obtuvieron que
fuese vuelto a llamar en 1541. Desde entonces fue el
dueño de Ginebra, y reinó allí como un tirano. Duro
consigo mismo, fue duro con los demás. Según él, era
preciso procurar la salvación de los ginebrinos aunque
estos se opusieran. Vigilaba la vida privada de cada
uno, reglamentaba la manera de vestir y de cubrirse o
adornarse la cabeza, y condenaba con multas a los que
oraban en latín, jugaban a los dados o reían en un
sermón. Enviaba a la muerte a cualquier que le combatía
o no participaba de sus creencias. El teólogo y médico
español Miguel Servet, descubridor de la
circulación de la sangre, que había publicado un libro
donde negaba la divinidad de Cristo, fue preso en
Ginebra y quemado vivo (1553).
Bajo la dirección de Calvino, Ginebra llegó a ser la Roma del protestantismo. La Academia que Calvino creó allí, fue el gran seminario de donde salieron los misioneros de la nueva religión, animados de la más ardiente fe. De Ginebra, más bien que de Alemania, fue de donde se repartió el protestantismo en Francia, y después en los Países Bajos y Escocia.
Una teocracia en acción | |
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La Reforma en Inglaterra
En Alemania y en Francia,
la Reforma fue obra de los particulares. En Inglaterra
fue decisión del soberano: la voluntad del rey
Enrique VIII (1509-1547) determinó la ruptura con el
papado.
En 1533 Enrique VIII, casado desde
hacía ocho años con Catalina de Aragón, tía de Carlos V,
quiso divorciarse para volver a contraer matrimonio con
Ana Bolena, una de las damas de honor de la reina. No
habiendo querido el papa Clemente VII anular este primer
matrimonio (el papa Alejandro VI había anulado tres),
Enrique VIII hizo votar por el Parlamento el Acta de
Supremacía (1534), que proclamaba al rey “único y
supremo jefe de la Iglesia de Inglaterra”.
Enrique VIII desconocía la
autoridad papal, pero pretendía conservar la doctrina
católica; quemaba a los protestantes por heréticos y
ahorcaba a los católicos por traidores. Después de su
muerte, su reforma evolucionó de manera bastante
inusual. Dejaba tres hijos que reinaron sucesivamente y
que tuvieron una política religiosa diferente.
Inglaterra fue calvinista durante el reinado de Eduardo
VI (1547-1553), y católica en tiempos de María Tudor
(María la Sanguinaria, 1553-1558). Por último, Isabel
(1558-1603) organizó definitivamente el
anglicanismo, es decir, la Iglesia inglesa
(1562), una mezcla de catolicismo y calvinismo. Del
catolicismo, Isabel conservó el exterior, las ceremonias
del culto, la liturgia, es decir las oraciones, pero
traducidas al inglés, las vestiduras de los sacerdotes y
la jerarquía de los obispos; pero el dogma fue
calvinista y concretado a dos sacramentos: el bautismo y
la comunión. Por otra parte, Isabel no tomó para ella el
título de jefe supremo de la Iglesia, que había tenido
su padre, pero conservó el gobierno de la misma, e
impuso por medio de suplicios a los verdaderos católicos
y a los verdaderos calvinistas la adhesión a “la Iglesia
establecida por la ley”.
La contrarreforma católica
Para contrarrestar la
Reforma protestante, la Iglesia católica se reformó a sí
misma. Esta contrarreforma fue la obra del Concilio
de Trento (1545-1563).
Desde el principio de la Reforma, católicos y protestantes reclamaban un Concilio ecuménico, es decir universal, para reglamentar las cuestiones en litigio. Pero el concilio no se reunió hasta 1545, demasiado tarde para restablecer la unidad cristiana. Se disolvió en 1563, pero como sus trabajos habían sido interrumpidos por dos veces, a consecuencia de las guerras, desde 1549 a 1551, y después desde 1552 a 1560, su duración real fue solamente de ocho años.
Desde el principio de la Reforma, católicos y protestantes reclamaban un Concilio ecuménico, es decir universal, para reglamentar las cuestiones en litigio. Pero el concilio no se reunió hasta 1545, demasiado tarde para restablecer la unidad cristiana. Se disolvió en 1563, pero como sus trabajos habían sido interrumpidos por dos veces, a consecuencia de las guerras, desde 1549 a 1551, y después desde 1552 a 1560, su duración real fue solamente de ocho años.
En materia de dogma, el Concilio
de Trento rechazó todas las proposiciones protestantes.
Determinó cuál texto de la Biblia debería en adelante
tenerse por auténtico por los católicos; este es el
texto llamado de la Vulgata, traducción latina
hecha por San Jerónimo en el siglo IV. Mantenía los
siete sacramentos, que los protestantes querían reducir
a dos. Afirmó la presencia real de Cristo en la
eucaristía, negada por los calvinistas y admitida
incompletamente por los luteranos. Proclamó que las
creencias de la Iglesia reposan en las Santas
Escrituras, completadas por la tradición; que la Iglesia
de Roma era superior a las demás y que todo católico
debía obediencia espiritual al papa, sucesor de San
Pedro y vicario de Jesucristo.
En materia de disciplina, el
Concilio mantuvo también la organización tradicional de
la Iglesia, contentándose con reformar los abusos.
Conservó, para las oraciones, el empleo de la lengua
latina, considerada como universal. Se negó a admitir el
matrimonio de los sacerdotes. Prohibió la acumulación
de los beneficios, es decir la posesión por un solo
sacerdote de varios cargos eclesiásticos. Decidió que
los sacerdotes y los obispos debían residir en sus
parroquias y sus obispados, y predicar, para la
instrucción de los fieles, por lo menos una vez por
semana. Ninguno podía ser obispo si no tenía por lo
menos treinta años, ni sacerdote que fuese menor de
veinticinco. El concilio recomendó que se creasen, para
la formación de los futuros sacerdotes, escuelas
especiales; de aquí la fundación de los seminarios, que
quiere decir semilleros.
La obra del Concilio de Trento se
completó por diferentes medidas tomadas por los papas.
Establecieron una comisión encargada de hacer el
catálogo o Índice de los libros cuya lectura debía se
prohibida, porque podían poner en peligro la fe de los
fieles. Esto fue lo que se llamó Congregación del Indice.
Reorganizaron la Inquisición o Santo Oficio, encargada
especialmente de vigilar al clero y de perseguir y
castigar hasta por el fuego a los autores de doctrinas
contrarias a los dogmas católicos.
Los jesuitas
Para combatir las doctrinas
protestantes, los papas encontraron preciosos auxiliares
en las órdenes religiosas. De todas ellas, la que ocupó
principal puesto en la historia fue la Compañía de
Jesús, fundada en 1540 por el español Ignacio de
Loyola.
La compañía, creada para el combate, fue organizada como un cuerpo de ejército, regida por la más severa disciplina, gobernada por un general que disponía de una autoridad absoluta, y sometida enteramente al papa. La regla esencial es, como en un ejército, la obediencia pasiva. El que deseaba ser soldado de Jesús, o jesuita, debía renunciar a tener otra voluntad que la de sus jefes. Debe, dicen las Constituciones, “obedecer como el bastón en manos del viajero” y ser, entre las manos de sus superiores, “como un cadáver”.
La compañía, creada para el combate, fue organizada como un cuerpo de ejército, regida por la más severa disciplina, gobernada por un general que disponía de una autoridad absoluta, y sometida enteramente al papa. La regla esencial es, como en un ejército, la obediencia pasiva. El que deseaba ser soldado de Jesús, o jesuita, debía renunciar a tener otra voluntad que la de sus jefes. Debe, dicen las Constituciones, “obedecer como el bastón en manos del viajero” y ser, entre las manos de sus superiores, “como un cadáver”.
Los jesuitas obraron por la
predicación, pero sobre todo por la confesión y
educación. Supieron atraer a sus colegios a los hijos de
los nobles, y hasta a los hijos de los príncipes
soberanos. Por los jesuitas fue que Alemania del Sur, y
especialmente Baviera y Austria, fueron reconquistados
al protestantismo. El mismo éxito tuvieron en la parte
de los Países Bajos que forma hoy Bélgica.
Por donde quiera que los jesuitas
ejercieron su acción, tuvieron en vista el interés
general del catolicismo, y no el interés particular de
un soberano o de un Estado. Fueron únicamente los
soldados de Cristo; es decir, los soldados del papa, su
vicario. Según su divisa, combatieron ad majorem Dei
gloriam, “por la mayor gloria de Dios” y por la
Iglesia Universal. En esto fueron internacionalistas, lo
que despertó la desconfianza y la hostilidad de muchos
gobiernos respecto a ellos.
Redescubriendo el pasado
Italia estaba salpicada de
innumerables ruinas de los monumentos romanos,
facilitando de esa manera la existencia de los modelos
para la creación de la arquitectura renacentista. Por
otra parte, los bajorrelieves de los arcos de triunfo,
como los del arco de Tito y los de la columna de
Trajano, en Roma, permitieron a los escultores y
pintores seguir ejemplos para sus obras. Además, al
desenterrar las estatuas quedaba en evidencia el
conocimiento exacto que tenían los antiguos de las
proporciones del cuerpo humano. Lo representaban
perfecto, desnudo, sin otra preocupación que la forma y
la belleza. En la Edad Media era diferente: los
artistas, por pudor cristiano, cubrían el cuerpo con
vestidos. Interesados en traducir sentimientos y
reproducir con fidelidad lo que veían, representaban la
fealdad lo mismo que la belleza.
Los arquitectos del Renacimiento
desecharon los modelo góticos, considerados como toscos.
Así, reaparecieron las líneas rectas de los templos
griegos. El arco de medio punto romano reemplazó al
ojival. Las columnas con capiteles dórico, jónico y
corintio decoraron las estructuras sencillas de las
construcciones del Renacimiento, y la cúpula relevó a la
bóveda gótica.
En la pintura, los artistas del
Renacimiento se destacaron por su dibujo, es decir, por
el uso del trazo perfecto. Asimismo, redescubrieron las
leyes de la perspectiva, ignoradas desde la
antigüedad, gracias a lo cual pudieron representar las
figuras en una superficie plana, con la forma con que
aparecían a la vista.
Sin embargo, en este campo del
arte, no quedaban obras de la antigüedad, por lo cual
los pintores renacentistas desarrollaron extensamente su
poder creativo. Además, el invento del óleo fue muy
importante. Esta técnica consiste en el uso de colores
disueltos en aceite, que pueden ser aplicados sobre
telas o maderas, lo que provocó el surgimiento del
llamado cuadro de caballete, es decir, en tela y
fácilmente transportable. Gracias al óleo, se logró un
mayor colorido y minuciosidad, porque podía ser
trabajado con más lentitud que los frescos, que debían
pintarse más rápidamente sobre un muro cuando este
estaba todavía húmedo.
Por todo ello es que los pintores
de esa época se destacaron en varias facetas distintas.
Fueron hábiles compositores, es decir, supieron agrupar
armoniosamente las distintas figuras y elementos de sus
cuadros. Solucionaron también el problema de la
conveniente distribución de la luz y de las sombras que
se conoce con el nombre de claroscuro.
Finalmente, fueron grandes coloristas, al saber disponer
y graduar debidamente los colores.
Escritos antiguos
Sin embargo, la gran influencia de
la Antigüedad se ejerció a través de los escritos de
todo género: literarios, históricos y filosóficos,
latinos y griegos, que fueron hallados en los siglos XIV
y XV. Las obras latinas, por ejemplo Los Discursos y
las Cartas de Cicerón (político, pensador y orador
romano) y una parte de las obras de Tácito
(historiador latino), fueron descubiertas principalmente
en el siglo XIV en las bibliotecas de los conventos. En
cuanto a los autores griegos, Platón en
particular, eran ignorados en la Europa Occidental, y
recién fueron revelados en el siglo XV.
Posteriormente, después de la toma
de Constantinopla por los turcos (1453), muchos
sabios bizantinos buscaron refugio en Italia y
contribuyeron allí a desarrollar el gusto por los
estudios griegos.
Todo este material iluminó a los
artistas de la época y sirvió para dar un apoyo
fundamental a sus obras, entregando nuevas visiones del
mundo, que se ajustaban a los ideales que en ese momento
flotaban en el aire renacentista.
Aparecen los humanistas
En el siglo XIV surgió, en
oposición a la Escolástica (enseñanza filosófica
propia de la Edad Media, en la que dominaban las ideas
de Aristóteles), un nuevo movimiento intelectual, el
Humanismo. Esta corriente marcó una actitud distinta
frente al entorno, al ser humano y al saber. Los
humanistas estaban interesados profundamente en el
hombre mismo, en las posibilidades que ofrecía la
existencia terrenal y en la belleza de este mundo. Y
estaban convencidos de que los escritos de los autores
clásicos revelaban auténtica humanidad.
El italiano Francisco Petrarca
ha sido calificado como el padre del Humanismo. Él
dedicó toda su vida al estudio de los clásicos, tratando
de imitar a Cicerón y Virgilio, descubriendo las cartas
del primero, hasta entonces desconocidas. Al mismo
tiempo, escribió sonetos en lengua italiana, en los que
cantó su amor por una mujer llamada Laura de Noves. Sus
obras más conocidas son el Cancionero y Triunfos. Por
estos sonetos, Petrarca es considerado unos de los más
grandes poetas líricos de la literatura universal.
Otro humanista famoso fue Juan
Boccaccio, también italiano, autor del Decamerón,
conjunto de cuentos que retratan al ser humano con sus
vicios y virtudes y que reflejan las costumbres de la
época. En otra de sus obras, titulada De la
genealogía de los dioses, realizó uno de los
estudios más completos que se conocen sobre la mitología
grecorromana.
Uno de los personajes considerados
como el más perfecto representante del Humanismo fue
Desiderio Erasmo, o también conocido como Erasmo
de Rotterdam, por haber nacido en esa ciudad
holandesa. Fue un apasionado humanista y editó obras
clásicas como la Geografía de Ptolomeo y tradujo
al latín varios autores griegos. Escribió también el
Elogio de la locura. En ella, la más alabada de
todas sus obras, y que dedicó a su amigo, el humanista
inglés Tomás Moro, criticó las costumbres de sus
contemporáneos, las supersticiones, los prejuicios, la
ignorancia y el fanatismo en todas sus formas.
La influencia de esta tendencia en
la educación fue notable. Los humanistas ya no basaron
sus enseñanzas en la teología, sino que primero en la
literatura clásica, que llamaron letras humanas o
humanidades y por las cuales se lograría el ideal de
la educación humanista: el desarrollo completo de la
personalidad y la formación del hombre culto,
íntegramente humano.
El latín y el griego fueron
incorporados a los programas de estudios. La observación
de la naturaleza, el espíritu de análisis y de crítica
se comenzaron a practicar en la investigación
científica.
Finalmente, el Humanismo promovió
una agitación cultural que contribuyó a provocar el gran
desarrollo de las artes que estamos viendo ahora con el
nombre de Renacimiento.