Cambios En El Pensamiento Religioso: La
Reforma Protestante
Difusión
de la Reforma Protestante hacia 1560. En color rosa pálido los territorios con
predominio luterano (norte, centro y este de Alemania, y países
escandinavos y bálticos); en rosa más intenso, anglicano (Islas
Británicas); en amarillo, calvinista (Suiza y abundantes núcleos dispersos en Francia,
Países Bajos -sobre todo al norte, Holanda-, Escocia y Europa Centro-Oriental).
Los católicos en azul (Europa Meridional, sur y oeste de
Alemania, Países Bajos del sur -Flandes, la actual Bélgica-, Irlanda, núcleos
en Gran Bretaña, Polonia y amplias zonas de Europa Centro-Oriental); y en verde
los ortodoxos (su zona
tradicional en los Balcanes, Rumanía y Rusia).
Se conoce como Reforma protestante, o simplemente la Reforma, al movimiento religioso cristiano,
iniciado en Alemania en el siglo XVI, que
llevó a un cisma de la Iglesia católica para dar
origen a varias iglesias y organizaciones agrupadas bajo la denominación de protestantismo.
La Reforma tuvo su origen en las críticas y
propuestas con las que diversos religiosos, pensadores y políticos europeos buscaron provocar un cambio profundo y
generalizado en los usos y costumbres de la Iglesia católica,
especialmente con respecto a las pretensiones papales de
dominio sobre toda la cristiandad. El movimiento recibirá
posteriormente el nombre de Reforma
Protestante, por su intención inicial de reformar el catolicismo con el fin de revitalizar el cristianismo
primitivo, y la importancia que tuvo la Protesta de Espira,
presentada por los príncipes cristianos alemanes en 1529 contra un edicto del
Emperador Carlos V tendiente a anular la tolerancia religiosa que
había sido legalmente concedida los principados alemanes.
Este movimiento hundía sus raíces en elementos de
la tradición católica medieval, como el
movimiento de la Devoción moderna en Alemania y los Países Bajos, que era
una piedad laica antieclesiástica y centrada en Cristo. Además,
la segunda generación del humanismo la siguió en gran medida. Comenzó con la
predicación del sacerdote católico agustino Martín Lutero, que
revisó las doctrinas medievales según el criterio de su conformidad a las Sagradas Escrituras. En
particular, rechazó el complejo sistema sacramental de la Iglesia católica
medieval, que permitía y justificaba prácticas como la "venta de indulgencias",
según Lutero, un verdadero secuestro del Evangelio, el cual
debía ser predicado libremente, y no vendido.
La Reforma protestante dependió del apoyo político
de algunos príncipes y monarcas para poder formar iglesias cristianas de ámbito
estatal (posteriormente iglesias nacionales). Los grandes exponentes de la
Reforma Protestante fueron Martín Lutero y Juan Calvino.
El protestantismo ha
llegado a constituir la tercera gran rama del cristianismo, con un grupo de
fieles que actualmente supera los quinientos millones y que se expande
rápidamente en América Latina, Asia y África.
Mapa del
Imperio con la división en circunscripciones de 1512.
En el siglo XV se produjo una gran crisis en la Iglesia Católica en
Europa Occidental debido a los numerosos problemas de corrupción eclesiástica y
falta de piedad religiosa. La gota que colmó el vaso fue la venta de
indulgencias para financiar la construcción de la Basílica
de San Pedro en Roma, que provocó finalmente que la cristiandad
occidental se dividiese en dos, una liderada por la Iglesia
Católica Romana, que tras el Concilio de Trento se
reivindicó a sí misma como la única heredera válida de la cristiandad
occidental expulsando cualquier disidencia y sujetándose a la autoridad del
Papa, y otra mitad que fundó varias comunidades eclesiales propias,
generalmente de carácter nacional para, en su mayoría, rechazar la herencia
cristiana medieval y buscar la restauración de un cristianismo primitivo
idealizado. Esto dio lugar a que Europa quedara dividida entre una serie de países que
reconocían al Papa, como supremo y único jefe de la Iglesia Católica,
y los países que rechazaban la autoridad de Roma y que recibieron el nombre de protestantes. Dicha
división provocó una serie de guerras religiosas en Europa.
La Reforma Protestante se
inició en Alemania y se explica en gran parte por las condiciones
económicas y sociales que tenía el Sacro
Imperio Romano Germánico. Numerosas ciudades eran muy ricas gracias al comercio, además los burgueses eran
partidarios del humanismo y de reformar la corrupción de la Iglesia
Católica. Pero el grupo más importante en Alemania era la alta
nobleza; los grandes nobles eran casi independientes y
señores de numerosas tierras y vasallos campesinos, siempre estaban conspirando contra la autoridad
del emperador germánico, que apenas tenía poder sobre ellos. Pero junto a la
alta nobleza existía una pequeña
nobleza formada por los nobles más pobres y los segundones
de las grandes casas nobiliarias. A principios del siglo XV, esta pequeña
nobleza estaba completamente arruinada y para recuperar sus ingresos, los
pequeños nobles buscaban una oportunidad para apoderarse de los bienes y las
improductivas tierras de la Iglesia Católica. La pequeña nobleza aprovechó las
ideas de los humanistas, que criticaban las excesivas riquezas, pompas y boatos
de la Iglesia Católica, para proclamar que ella no tenía necesidad de
propiedades e intentar apropiarse de sus cuantiosas riquezas. Por esta razón,
la pequeña nobleza será la primera en apoyar y aprovechar las convulsiones
reformadoras.
Además, existía la figura del Emperador del Sacro Imperio, uno de
los poderes universales forjados
en mutua competencia durante la Edad Media (el otro era el Papa), cuyo poder efectivo dependía de su capacidad de
hacerse obedecer en cada uno de los territorios, prácticamente independientes,
y antes de eso de ser elegido por los príncipes electores, unos
laicos y otros eclesiásticos. También disponía de unas funciones de dimensión
religiosa indudable, que le permitía incluso convocar Dietas con contenido organizativo e incluso doctrinal,
como Carlos I de España hizo de
hecho durante todo el proceso de la Reforma Protestante. Para algunos autores,
la postura recelosa de los pueblos germánicos desde la alta Edad Media (Concilio
de Frankfurt, 794, frente al Concilio de Nicea II, 787) se
había expresado también en esas luchas entre pontificado e imperio,1 de una
forma incluso protonacionalista, en la
que Roma era vista como
« … el
último de los imperios paganos de la profecía y la representación del reino
terrenal, en tanto que la monarquía franca –por ejemplo- poseía la superior
dignidad de rector y guía del pueblo de Dios».
El fundador de la Reforma Protestante fue el monje
católico agustino alemán Martín Lutero, quien
ingresa en 1507 en la orden religiosa de los
agustinos.
En el convento católico, Lutero prosiguió sus
estudios y se convirtió en un experto en la Biblia y en los autores cristianos
medievales; llegó a ser un doctor universitario y se le contrató para dar
clases en la nueva universidad de Wittenberg, que
entonces era la capital del ducado de
Sajonia. A partir de la revitalización que vivió el Sacro
Imperio Romano Germánico desde que Otón I el Grande se
convirtiera en emperador germánico en el 962, los papas y emperadores se vieron
involucrados en una continua contienda por la supremacía en los asuntos
temporales y terrenales.
Este conflicto concluyó, a grandes rasgos, con la
victoria del Papado, pero creó profundos antagonismos entre Roma y el Imperio
Germánico, que aumentaron durante los siglos XIV y XV. La animosidad provocada
por los impuestos papales y por la sumisión a los delegados pontificios se
extendió a otras zonas de Europa. En Inglaterra, el principio del movimiento
para lograr una independencia absoluta de la jurisdicción papal empezó con la
promulgación de los estatutos de Mortmain (1279), Provisors (1351) y Praemunire
(1393), que redujeron, en gran medida, el poder de la Iglesia Católica en el
control del gobierno civil sobre las tierras, en el nombramiento de cargos
eclesiásticos y en el ejercicio de la autoridad judicial.
En este tiempo estalló un gran escándalo en
Alemania a causa de la cuestión de las indulgencias
(documento que exime al alma del paso por el purgatorio). Muchos
consideraron esta práctica como un abuso escandaloso y la culminación de una
serie de prácticas anticristianas fomentadas por el clero católico, pero será
Lutero el primero que expondrá públicamente su opinión contraria a la venta de
indulgencias y a toda la doctrina que la sustentaba.
Para Lutero, la venta de indulgencias era una
estafa y un engaño a los creyentes con respecto a la salvación de sus almas. En
1517, Lutero clavó en la puerta de la iglesia de Wittenberg sus 95 tesis, en
las que atacaba la venta de indulgencias y esbozaba lo que sería su doctrina sobre la salvación solo por la fe. Este documento
es conocido como Las 95 tesis de
Wittenberg y se consideró el comienzo de la Reforma Protestante.
Las 95 tesis se difundieron rápidamente por toda
Alemania gracias a la imprenta, y Lutero se convirtió en un héroe para todos los
que deseaban una reforma de la Iglesia Católica. En algunos lugares hasta se
iniciaron asaltos a edificios y propiedades de la misma Iglesia Católica. Por
sus 95 tesis, Lutero se había convertido en el símbolo de la rebelión de
Alemania contra lo que ellos consideraban prepotencia de la Iglesia Católica.
Lutero arriesgaba además su vida, ya que podía ser declarado hereje por la jerarquía eclesiástica y ser condenado a la
hoguera.
Al principio, la Iglesia Católica no dio demasiada
importancia a las ideas de Lutero, ni a sus ataques contra la doctrina de
salvación por las obras, pero muy pronto tuvo que reaccionar ante las noticias
que llegaban de Alemania, de que gran parte de la gente estaba desafiando el
dominio de la Roma papal.
Lutero continuó atacando la venta de indulgencias y
la doctrina que sustentaba tal práctica mediante escritos que la imprenta
difundía por toda Alemania. Lutero hacía un llamamiento a la nobleza alemana
para que negase obediencia al Papa y apoyase una reforma de la Iglesia Católica
alemana; afirmaba también, de acuerdo a su interpretación de la Biblia, que
todos los cristianos eran sacerdotes sin
necesidad de ninguna ordenación especial y negaba la autoridad suprema del Papa
sobre la cristiandad universal. Lutero criticaba así mismo los numerosos sacramentos de la
Iglesia Católica, reduciéndolos a solo dos, que él pensaba eran bíblicamente
fundamentados y afirmaba también que los poderes civiles debían tener plena
autoridad política sobre la Iglesia Católica. Esto iba más allá de la doctrina
de la salvación por la fe y suponía una auténtica amenaza para la Roma papal.
Finalmente, el Papa declaró a Lutero un hereje y lo excomulgó, es
decir, lo dejó separado de la comunidad de la Iglesia Católica.
En 1521, el recién elegido emperador Carlos V de Alemania (Sacro Imperio Romano) (rey de
España como Carlos I) convocó una Dieta
(asamblea de todas las autoridades del imperio) en la ciudad de Worms e invitó
a Lutero a que asistiera a la misma para explicar su postura. Muchos
advirtieron a Lutero que se trataría de una trampa, pero Lutero estaba decidido
a acudir pese a todos los peligros. La Dieta se celebró y Lutero expuso su
doctrina ante el mismo Carlos V, pero este no quedó convencido por Lutero y, en
cambio, hizo una declaración de lealtad y fidelidad a los principios de la
Iglesia Católica. A partir de entonces, la dinastía
de los Habsburgo se convertirá en la primera defensora de la
Iglesia Católica contra los protestantes. Como los Habsburgo eran también reyes de España, la
defensa del catolicismo se
convertiría en una de las bases de la identidad española, durante siglos.
La Dieta terminó y Lutero se dispuso a regresar a
Wittenberg, pero en el camino de vuelta, fue secuestrado por agentes de Federico
III de Sajonia, que quería protegerle y que lo escondió con
nombre falso en el castillo de Wartburg. El
duque quería salvar a Lutero de posibles maniobras de la Iglesia Católica, por
lo que Lutero tuvo que quedarse en el castillo y aprovechó ese tiempo para
realizar su primera traducción al alemán de la Biblia. Mientras Lutero estaba
escondido, sus partidarios empezaron a interpretar sus doctrinas, en un sentido
que Lutero no había previsto, como producto de la doctrina de Lutero de la
interpretación libre de las Escrituras.
Varios seguidores de Lutero (pronto serían
rechazados por el propio Lutero y denominados "reformadores
radicales") comenzaron a decir que se debían destruir todas las pinturas,
estatuas e imágenes religiosas, que los
sacerdotes tenían el deber de casarse, y no sólo afirmaban que la iglesia
cristiana no debía tener propiedades, sino, según sus interpretaciones de la
Biblia, que todos los cristianos debían tener las mismas propiedades
y que, por lo tanto, se debía abolir la propiedad privada y repartir todos los
bienes entre los integrantes de la comunidad cristiana. De esta manera,
corrientes radicales que apoyaban todo esto, como el Anabaptismo, fueron
criticadas por Lutero y posteriormente combatidas por católicos y protestantes
por igual.
La alta nobleza reunió un gran ejército que derrotó
brutalmente a estos protestantes sublevados en una sola batalla. La represión
fue durísima y miles de protestantes fueron ejecutados con extrema crueldad;
entre los ejecutados se encontraba el dirigente más importante de esta reforma
radical, Thomas Müntzer.
Lutero apoyó desde un primer momento a la nobleza,
ya que pensaba que su autoridad era legítima y que su apoyo era indispensable
para el triunfo de la reforma de la iglesia cristiana. Durante estos años, Carlos
V no pudo intervenir en Alemania, pues prosiguió sus guerras contra Francia y sus campañas contra los turcos, pero en 1529
consiguió un periodo de paz con Francia que le permitió ocuparse de la
situación religiosa en Alemania.
En 1529, Carlos V convoca una Dieta en la ciudad de
Spira y en ella intenta convencer a los nobles que se
han convertido al luteranismo, para
que se sometan a la autoridad del Papa, pero los príncipes y señores luteranos
se niegan y protestan en la convocatoria de la Dieta, y a causa de esta
protesta los católicos comenzarán a llamarlos con el nombre de Protestantes.
En 1530, Carlos V convocó otra Dieta en la ciudad de Augsburgo y en ella intentó conseguir que los luteranos y
los católicos se pusieran de acuerdo para aceptar una doctrina cristiana común
que superase la división religiosa. Lutero fue invitado de nuevo a asistir,
pero se negó y envió en su lugar a su discípulo Philipp Melanchthon. Los
esfuerzos de Carlos V en la Dieta fueron inútiles, Melanchthon se negó a
cualquier acuerdo y en su lugar los protestantes redactaron la llamada Confesión
de Augsburgo, en la que exponían sistemáticamente todos los
principios de su doctrina. Los partidarios del Papa seguirían pronto su
ejemplo, redactando también su compendio doctrinal, de modo que la cristiandad
occidental se había dividido irremediablemente.
Lutero muere en 1546 mientras
Carlos V preparaba en Alemania una campaña contra la liga de Esmalcalda,
defensora del protestantismo. Carlos V presentó su campaña no como una guerra
contra los protestantes, sino como un castigo contra los nobles que se habían
rebelado contra su emperador; en su ejército había sobre todo tropas españolas,
pero también nobles protestantes que no se habían unido a la liga y que
permanecían fieles a Carlos V. El ejército de Carlos V derrotó a la liga de
Esmalcalda en 1547 en la gran batalla de Mühlberg. Parecía
que el triunfo de Carlos V era total y toda Sajonia fue
ocupada por las tropas del emperador germánico.
Carlos V se proponía ahora encontrar una solución a
la división religiosa de Alemania, pero su triunfo había asustado a todos los
nobles de Alemania, tanto a los católicos como a los protestantes, que temían
que el emperador se volviera demasiado poderoso. Todos estos nobles van a
formar posteriormente en secreto una alianza contra Carlos V anulando las
ventajas conseguidas por la victoria de Mühlberg.
En un momento en que Carlos V se encontraba en
Alemania sin tropas españolas, los nobles alemanes se rebelan contra él y el
emperador tuvo que escapar hacia Italia, mientras su poder y autoridad se derrumbaban en
Alemania.
Carlos V se vio obligado a aceptar las condiciones
de los nobles rebeldes y en 1555 firmó la paz de Augsburgo. Según
esa paz, cada príncipe alemán podía profesar la religión que quisiera sin que
el emperador lo pudiese impedir (eius regio cuius religio), sin embargo, todos
los vasallos de un noble tenían que tener la misma religión. Finalizaba así el
sueño de Carlos V de mantener la unidad religiosa en sus dominios.