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jueves, 17 de octubre de 2013

II. Unidad . La Prehistoria



LOS ORIGENES DE LA HUMANIDAD 

La especie humana solo es una más entre las existentes en la Tierra, y al igual que todas las formas de vida conocidas está sujeta a las leyes de la evolución. Esto implica que el hombre apareció en algún momento del pasado como resultado de progresivos cambios adaptivos que generan nuevas líneas evolutivas y abocan a la desaparición a otras. La cuestión sobre  la antigüedad de nuestra estirpe y su origen no tiene una respuesta sencilla. Lo que sabemos del proceso de hominización que nos ha llevado hasta ser lo que somos, está basado en un largo y tortuoso sendero de descubrimientos e hipótesis esparcidas en el tiempo. La ciencia que estudia esto es la paleontología, sin embargo, en las últimas décadas nuevas disciplinas como la genética, entre otras, se han mostrado muy útiles en el rastreo del origen de la humanidad.
Se estima que la rama evolutiva que lleva al hombre actual, se separó de los chimpancés hace entre 5 y 7 millones de años. Entre este momento y hace unos 4 millones de años apareció la capacidad de desplazarse erguido, hecho fundamental en el proceso de hominización. Los primeros homínidos bípedos que con seguridad tenían una locomoción erguida son los Australopitecos (Australopithecus), esta especie apareció y próspero con gran éxito en la sabanas arboladas del este del continente africano hace 4 millones de años, y de algunos especímenes se han conservado esqueletos en muy buen estado. Desapareció hace 2,5 millones de años, quizás se debió a la desertificación de la sabana, no obstante, este género se radio en al menos 5 especies diferentes esparcidas desde Etiopía y el Chad hasta Sudáfrica. La presión medioambiental, originó dos grandes grupos de Australopitecos, los vegetarianos especializados en productos duros de escaso valor nutritivo, y los carnívoros, que derivó en los primeros individuos del género Homo.
Los primeros representantes del género Homo fueron el Homo rudolfensis que vivió de 2,4 a 1,9 millones de años, con un volumen craneal de 750 cm³, y Homo habilis que apareció hace 2,5 millones de años y se extinguió hace 1,4. El habilis dio paso al Homo ergaster, que con una capacidad craneal de unos 880 cm³ y una antigüedad de 2 a 1 millón de años, fue el primer antepasado del hombre que abandonó África. Fuera de este continente evoluciono hacia el Homo erectus en extremo oriente, y Homo antecesor en Europa. Es curioso el hecho de que la tecnología desarrollada para tallar la piedra por el Homo ergaster, fue superior a la utilizada por sus descendientes asiáticos y europeos. Para explicar esto, se especula que su desarrollo quizás se dio con posterioridad a las migraciones.
Con un origen algo confuso, mas adelante  en Europa apareció el Homo heidelbergensis, que vivió desde hace 500.000 hasta 250.000 años, y que parece ser en antecesor de los Neandertales (Homo neanderthalensis). En África se dio paralelamente el Homo rhodesiensis que dio lugar al Hombre de Cro-Magnon u Homo sapiens actual.
Todo indica que el hombre anatómicamente moderno, tiene su origen en una población preexistente de humanos de hace unos 200.000 años localizada en África Oriental en el río Omo. Esta conclusión viene avalada por los análisis genéticos de ADN mitocondrial, así como por los registros paleontológicos. Los fósiles pertenecientes a esta población se conocen como los Hombres de Kibish, y son considerados los más antiguos restos de Homo sapiens. Se corresponden con una población al parecer de pocos individuos, en comparación con los humanos arcaicos esparcidos por el Mundo Antiguo. El éxito evolutivo de este pequeño grupo, fue tal, que desplazó  al resto en toda la Tierra. Los últimos humanos no pertenecientes al género Homo sapiens fueron los Neandertales, se extinguieron hace 29.000 años en la actual Andalucía. Fue por tanto, la última especie del género Homo que coexistió en el tiempo y el espacio con el hombre moderno, causa probable de su extinción.


Introducción a nuestros orígenes

La necesidad de conocer es un rasgo definitorio de la humanidad, el ser humano necesita saber qué pasó en el pasado, cuáles son sus orígenes, entender el presente e intuir lo que nos deparará el futuro. Pero conocer con exactitud cuáles son nuestros antepasados y cómo era su forma de vida es una tarea muy difícil, o más bien imposible, debido a la escasez de recursos arqueológicos y de otros indicios que podrían ayudar a deducir cómo era la vida de nuestros ancestros. Es por esta razón que no se saben, ni se llegarán a saber a ciencia cierta, múltiples de las cuestiones que realmente intrigan al ser humano actual acerca de su procedencia.
Tradicionalmente, la teoría darwinista, se parte de la premisa que toda la evolución de la humanidad se ha dado de manera progresiva y ascendente, es decir, cada nuevo paso era mejor que el anterior y en la cúspide de esta evolución se sitúa al ser humano actual. Se basa en la lucha por la vida, en que los seres peor adaptados serán los que se extinguirán. En contra de esta postura surge la teoría de la contingencia, defendida por, entre otros, Richard Leakey. Éste sitúa el azar en el proceso de la evolución, la extinción de una especie determinada no depende sólo de su adaptación al medio en el que vive sino de lo afortunados que sean. De esta manera la evolución se vuelve completamente imprevisible.
Parece evidente que el ser humano está emparentado con los primates, ambos pertenecemos a los antropomorfos, pero ¿cuáles han sido los diferentes pasos que se han dado en la evolución antes de llegar a considerarse humanos? Hace unos 24 millones de años aparece en África el primer antropomorfo con el nombre de Procónsul junto al cual vivieron otras especies de antropomorfos, pero hace unos 5 millones de años se produjo una escisión del linaje humano. A partir del primer ancestro que se separa de las demás especies antropomorfas se desarrolla la familia homínida.
Árbol genealógico humano
En el 1924 el paleontólogo Raymond Dart encuentra en Suráfrica un simio antepasado del hombre, consistía en una cara y parte del cráneo fosilizados de un joven que bautizó con el nombre científico de Australopithecus africanus, pero que es más conocido como “niño de Taung”. Se dató de hace 3 millones de años. Este individuo era bípedo, por eso tenía que ser un homínido, y presentaba una mezcla de características de simio y de humano con la mandíbula inferior y los premolares grandes pero no enormes.
Más tarde se encontraron otros individuos con las mismas características de Australopithecus africanus pero con una mandíbula inferior y premolares de grandes proporciones. Así, se dijo que se trataba de dos clases de simio bípedo, esta segunda especie recibió el nombre de Australpithecus robustus. Lo que propuso Dart fue un árbol muy sencillo en forma de Y: africanus como especie ancestral y dos líneas descendientes, robustus a un lado y Homo en el otro.
Más tarde, en julio de 1960, la familia Leakey descubrió el primer Homo documentado llamado Homo habilis que data de 1'9-1'6 m.a. De esta especie destaca el crecimiento espectacular de la masa cerebral. Así, habilis proporcionaba evidencia tangible de la segunda bifurcación del modelo en Y.
Posteriormente se descubrieron unos fósiles, de entre los cuales destaca el famoso esqueleto parcial de Lucy y la llamada Primera Familia, pertenecientes a una especie primitiva de Homo y a una, o tal vez dos, especies de Australopithecus. Esta especie se denominó Australopithecus afarensis. En el 1973 Don Johanson y Tim White propusieron que afarensis era el tronco que llevaba por un lado a africanus y a robustus y por el otro a Homo habilis, a erectus y a sapiens.
En el 1984 el equipo de Richard Leakey descubrió un individuo perteneciente al Homo erectus al que llamaron Turkana Boy. Éste sufre unas grandes transformaciones anatómicas, presenta una anatomía muy similar a la nuestra, tenía una gran altura y sufre un enorme crecimiento de la capacidad craneal.
Después de todos estos descubrimientos Richard Leakey propuso un árbol genealógico que constaba de una sola especie no conocida que funcionaba de tronco. Luego el árbol se ramificó con dos ramas principales, la especie Australopithecus y la Homo. Luego, ya más cerca del presente, la rama Australopithecus quedó cercenada cuando la especie australopitecina se extinguió. Finalmente, sólo sobrevivió una rama en la punta del árbol: el Homo sapiens.


Bipedismo

Uno de los factores fundamentales que lleva a diferenciarnos como familia dentro de los primates es nuestro método de locomoción, el Bipedismo. La mutación evolutiva de la marcha cuadrúpeda a la bípeda necesitó de una amplia remodelación de la arquitectura ósea y muscular del simio y en general de las proporciones de la mitad inferior del cuerpo. El Bipedismo va asociado a la ventaja de la liberación de las manos en la tarea del desplazamiento, pero se han desarrollado dos tendencias al respecto.
Lovejoy defiende que, aunque la liberación de las manos se relacionó con la caza y con la capacidad de realizar herramientas, ésta constituye verdaderamente la causa del bipedismo. No surgió para desplazarse mejor porqué el Bipedismo es una forma inferior de desplazamiento, así que tuvo que desarrollarse para llevar cosas. Para el anatomista existen dos elementos claramente ventajosos a la hora de liberar las manos, el hecho de poder transportar dos crías a la vez y el hecho de poder transportar comida de un lado a otro.
Otro de los argumentos que aporta es el cambio fundamental que sufren los primeros homínidos, tienen un ciclo reproductivo intermedio. Lovejoy divide a los seres vivos en dos grandes grupos, los que tienen un ciclo reproductivo lento, como los primates, debido a que tienen un número reducido de crías para poderlas cuidar mejor de manera que el desarrollo de la especie es muy lento, y los que tienen un ciclo reproductivo rápido, como los peces, que tienen un gran número de crías pero no se dedican a cuidarlas y por tanto un gran número de ellas mueren.
Así, entre estos dos tipos de reproducción se sitúan los primeros homínidos, ya que las hembras tenían más crías, cosa que hacía más difícil para las hembras homínidas la tarea de buscar alimentos, por ello era imprescindible la colaboración de los machos que necesitaban las manos para transportar alimentos. Lovejoy afirma que a cambio de esta ayuda las hembras daban una compensación sexual a los machos, es decir, hay una pérdida del celo, las hembras son receptivas constantemente. Esto presupone que existe la monogamia.
Frente a esta cuestión se presenta un inconveniente, y es que había dimorfismo sexual que siempre va asociado a la competición entre los machos por el acceso a las hembras y a algún tipo de poliginia, con un macho controlando el acceso sexual a varias hembras, es decir, no había monogamia.
La otra tendencia, defendida por Rodman y McHenry, plantea la liberación de las manos como consecuencia del Bipedismo. Éstos afirman que no se puede comparar la marcha bípeda humana con el desplazamiento cuadrúpedo de los cuadrúpedos convencionales ya que es evidente que los humanos evolucionaron a partir de simios y no de un cuadrúpedo convencional.
Así, comparan la locomoción cuádruple de los primates en términos de gasto de energía. En los medios arbolados la forma de los primates es ventajosa pero en lugares donde no hay árboles el Bipedismo es más ventajoso. Consideran que ahí está el éxito de esa familia homínida ya que en África se estaba produciendo una deforestación y se considera que el Bipedismo es lo que ayudó a sobrevivir a los homínidos y es la clave para que la nueva familia se expanda con éxito. Junto al menor consumo energético también dicen que con la posición erguida tienen una mayor visión y tienen una mayor protección al Sol.
Richard Leakey se posiciona a favor de esta segunda tendencia que plantea la liberación de las manos sólo como una consecuencia del Bipedismo y no como causa.

Obtención de alimentos

Con respecto a la obtención de alimentos de los humanos antiguos se han desarrollado tres teorías distintas. La primera es la del “hombre cazador” (“Man the hunter”) que está defendido por Fisher y Morris. La premisa fundamental de la que se parte es que la caza es la responsable de la locomoción bípeda, de la construcción de utensilios, de la capacidad de lenguaje, del aumento del cerebro y de la creación de la familia nuclear.
Parten de la premisa que los humanos son animales fundamentalmente carnívoros y se relaciona con el tema de la agresividad humana. Se considera que para poder cazar se necesita fuerza física y agresividad y que los hombres son los únicos que tienen estas cualidades básicas, se asume que la diferencia de sexo es biológica. Así, defienden que desde los orígenes hay una división sexual del trabajo.
Desarrollan la teoría que las mujeres y las crías dependen de los machos para buscar la comida y como solución aparece la familia nuclear. También se basan en el contrato sexual, sexo a cambio de alimentos, lo cual exige una pérdida del celo de las hembras.
Este modelo se destruye a raíz de los estudios antropológicos y endográficos que demuestran que la principal fuente de alimentación eran los vegetales, los cuales eran recolectados por mujeres. Se demostró que la carne era un simple complemento de la dieta.
Glynn Isaac plantea el modelo mixto, es decir, que las mujeres recolectan vegetales y los hombres cazan y después se intercambian los alimentos en un campamento base donde se reúnen. Leakey se posiciona a favor de este modelo, a pesar que presenta unos cuantos problemas. Se ha demostrado que en aquella época no había caza sino carroñeo, además, los campamentos base no existían porqué se supone que los árboles siguen constituyendo su principal refugio. Asimismo, no conocen el fuego y por tanto un campamento constituye un foco de atención para los depredadores de la zona. Obtienen el alimento en el lugar donde lo encuentran.
El último modelo es el recolector. Richard Leakey se basa en el comportamiento de los mandriles por la semejanza del medio en el que viven para compararlo con la especie humana. La organización social de un grupo de mandriles se caracteriza por formar bandas jerárquicas en las que existe un macho dominante y otros que son muy agresivos y compiten por mantener relaciones sexuales con las hembras. Los machos se caracterizan por la protección del grupo. Así, Leakey dice que este es el mismo comportamiento de los primeros homínidos debido al gran dimorfismo sexual.
Modelos evolutivos
Tradicionalmente hay una concepción de la evolución humana gradualmente ascendente el modelo multirregional que propone que todos los humanos modernos somos la evolución de los diferentes erectus que se instalaron en cada zona y el origen común se sitúa en África hace más de 1 m.a.
Leakey afirma que es una visión errónea, ya que rompe las leyes básicas de la biología ya que la evolución en una zona geográfica diferente no puede dar el mismo resultado final, es imposible que los cambios en diferentes zonas den lugar a una única especie. La función del biólogo consiste en intentar descubrir las pautas en el marco de cualquier historia evolutiva concreta. Para solucionar este problema los que defienden este modelo dicen que durante unos periodos existieron cruzamientos entre las diferentes especies que dieron lugar a rasgos comunes, pero los datos en los que se basan son los fósiles, no existe ninguna evidencia biológica.
El modelo multirregional contiene la idea de la inevitabilidad de la historia humana, un impulso evolutivo que, una vez establecido, llevaba irrevocablemente a la humanidad que hoy conocemos. De esta manera se planteaba la idea de la predestinación del género humano, la convicción de que el proceso ya estaba escrito.
El modelo alternativo, por el que se decanta Richard Leakey, es el de la Arca de Noé. Defiende que Homo sapiens sapiens se originó como un único acontecimiento en una población geográfica aislada y desde allí se expandió hacia otras zonas. Se basa en los estudios de biología molecular del ADN mitocondrial humano. Las mitocondrias son unas células humanas que reúnen unas particularidades y sólo se transmiten a través de la madre. En esa transmisión las mitocondrias sufren mutaciones que se van acumulando en cada una de las transmisiones y quedan acumuladas en el ADN. Cuanto mayor sea el parecido en el ADN mayor será el parecido del parentesco evolutivo.
De esta manera se puede establecer un árbol de evolución de mujeres que nos lleva a la base del origen. Como resultado del estudio se descubrió que todas las poblaciones tenían un ADN muy parecido y que, por tanto, tenían que tener un origen común. La variabilidad de ADN mitocondrial de los africanos era el más variado, lo que quiere decir que nuestro origen está en África.

Violencia humana

En el Próximo Oriente durante 40.000 años coexistieron los neanderthales con los humanos modernos. La cuestión es cómo explicar este periodo tan insólito de cuatro milenios de coexistencia. Una posibilidad es que la coexistencia fuera más ilusoria que real. El clima durante este periodo de la historia de la Tierra (el Pleistoceno superior) fue inestable, plagado de glaciaciones. En algunas épocas se experimentó un clima templado y en otras un clima más cambiante.
Los neanderthales eran individuos acostumbrados al frío y, por el contrario, los humanos modernos estaban más acostumbrados a los climas templados. Así, con los distintos cambios climáticos se fueron sucediendo una serie de migraciones de las dos especies, así que realmente no convivían.
Con la creación de una nueva tecnología que ayudó a adaptarse al frío y un desarrollo de la capacidad cognitiva los humanos modernos empezaron a desplazar a los neanderthales hasta provocar su extinción.
Entonces se plantea la pregunta del método de sustitución de una población, si se produjo mediante la competencia o la violencia. La guerra hunde sus raíces en la necesidad de posesión territorial cuando las poblaciones se han hecho agrícolas y necesariamente sedentarias. Así, Leakey opina que la violencia no es una característica innata del género humano.
A pesar de todo esto, la ausencia de indicios de violencia intergrupal antes de la revolución agrícola no prueba, evidentemente, que nuestros antepasados cazadores-recolectores de hace más de 10.000 años no fueran tan violentos e inclinados al genocidio. La ausencia de evidencia no puede considerarse evidencia de la ausencia.

Los humanos no evolucionaron en la Tierra de forma natural. Durante millones de años lo que evolucionó naturalmente fueron las distintas especies de monos que la ciencia considera nuestros ancestros. Pero a partir de varios centenares de miles de años, grupos alienígenas avanzados empezaron modificando a aquellos monos primitivos para que fueran más inteligentes y diestros, a fin de poder utilizarlos en trabajos como esclavos.
A partir de ese momento, estas especies más adelantadas fueron prosperando más y más, pareciéndose cada vez menos a los monos, y cada vez más a los propios alienígenas. Otros grupos alienígenas realizaron sus propias modificaciones, crearon sus propios tipos de humanos exclusivos, insertando genes procedentes de varias razas alienas diferentes.
Esto condujo a una gran diversificación de las especies humanos, diferencias en el color de la piel, tipos de cabello y otros rasgos menos obvios. Que los aliens modificaran genéticamente a la humanidad significa tan solo que crearon nuestros cuerpos, no nuestras almas. El alma es al cuerpo lo que el conductor a su coche. Cuando una empresa fabricante de coches lanza un nuevo modelo, el conductor puede adaptarse al nuevo modelo.
La gente de hoy en día conduce modelos que lucen muy diferente a los que la gente conducía hace aproximadamente un siglo. Lo mismo ocurre con los cuerpos que nuestras almas utilizan hoy en día, en relación a los que ocupaban en los albores de la humanidad. Las distintas razas de gente que vemos hoy se originaron de diferentes grupos alienígenas, que los fabricaron para adaptarse a distintos medios y propósitos.
De hecho, los blancos con cabellos y ojos muy claros no estaban pensados para vivir en la Tierra, sino que fueron creados para existir en planetas más lejanos, en los que la luz diurna era más amortiguada. Una teoría sugiere que existía un planeta entre Marte y Júpiter que fue destruido hace mucho tiempo, obligando a sus habitantes de piel clara a evacuar al planeta próximo más compatible, la Tierra. La aparición de gente blanca en la historia humana ocurrió tan rápidamente que la evolución natural no puede explicarlo.
Dado que no es su planeta natural, sufren mayores problemas de salud, tales como sensibilidad a la luz, acné, y quemaduras solares, que las otras razas más adaptadas a las condiciones de la Tierra. El punto importante es que los humanos existen por toda la galaxia, variando principalmente en su apariencia exterior y en sus habilidades congénitas, según qué grupo alienígena lo hizo.
Mientras que algunas almas humanas se originaron sólo hace poco, procedentes del reino animal, otras son mucho más viejas que incluso la creación de las especies humanas. Estas almas antiguas existieron una vez en un estado más elevado y menos físico, pero escogieron descender en cuerpos humanos más densos, a fin de adelantar con la estimulante experiencia.
El precio fue olvidar quiénes eran realmente, vivir en condiciones primitivas y violentas durante miles de vidas, ser utilizados como esclavos, y proveer energía del alma a los grupos alienígenas negativos que habían creado aquellos cuerpos físicos. Pero hoy en día hemos llegado al punto en que estas almas antiguas pueden finalmente tener la oportunidad de recuperar sus antiguas identidades y poderes, esta vez con todo el conocimiento adicional y la fortaleza que han obtenido, por ser humanos durante tanto tiempo.
Lo que más han ganado ha sido en sabiduría y discernimiento, la habilidad de pensar y distinguir la diferencia entre la verdad y el engaño, algo que no eran capaces de hacer antes de entrar en una forma humana, porque eran aislados e ingenuos como niños inocentes y sobre protegidos.
Esta es una interpretación de la historia de Adán y Eva: dos personas inocentes (almas antiguas pero ingenuas) a las que la “serpiente” (los aliens reptiloides) tentaron para que comieran del Árbol del Conocimiento (la oportunidad de aprender a discernir) y que fueron por tanto arrojados del paraíso (la existencia etérica superior) al desierto (la existencia física).
Cuando la civilización empezó de nuevo
Lo que hoy en día se acepta como la historia de la civilización humana apenas se remonta más allá de diez mil años atrás, empezando con las escrituras grabadas en las tabletas de arcilla por las antiguas culturas de Oriente Medio, conocidas como los Sumerios y más tarde los Babilonios.
Con anterioridad a esos tiempos no se dispone de otros grandes registros escritos, por lo que se supone que antes de esos diez mil años los humanos eran cazadores y recolectores primitivos, hasta que finalmente se aposentaron en pueblos y ciudades, aprendiendo a cultivar y domesticar animales.
Esta versión de la historia, enseñada en las escuelas, es trágica y peligrosamente incompleta.
Miles de años antes incluso de que aparecieran los Sumerios florecía una avanzada civilización denominada de los Atlantes. Abarcaba varios continentes y poseía una tecnología incluso más sofisticada que la nuestra actual. ¿Cómo se las compuso esta avanzada civilización para llegar a ser poco más que primitivos cazadores y recolectores, que posteriormente desarrollaron las antiguas culturas que conocemos?
Atlantis se vino abajo al ser devastada por un desastre global. La leyenda dice que el continente de Atlantis fue barrido por una inundación, hundiéndose bajo los océanos como castigo por haberse corrompido y maleado. Las cumbres de las montañas se convirtieron en islas rodeadas de agua, hacia las que se refugiaron con sus barcos los supervivientes de la inundación. Estos supervivientes utilizaron entonces el conocimiento, y la tecnología que habían rescatado, para construir asentamientos y empezar de nuevo la raza humana. Pero su conocimiento y tecnología fue paulatinamente perdiéndose a través de generaciones de turbulento crecimiento y migración.
Diferentes regiones se convirtieron en el hogar de diferentes grupos de supervivientes, que permanecieron aislados unos de otros, algunos degenerando rápidamente, y otros desarrollándose de forma rápida hacia niveles más avanzados para acabar sucumbiendo a la guerra, la inanición o la enfermedad.
Se desarrolló una división entre la minoría sofisticada de supervivientes, que conservaban su elevado conocimiento y tecnología, y la mayoría que se degradó en culturas primitivas. Los sofisticados se escondieron viviendo en bases subterráneas, cuevas, montañas remotas, y fortalezas imponentes. La mayoría para ganar el tiempo suficiente para trabajar con cualquier grupo alienígena, deseoso de ayudarlos a concebir y llevar a cabo un plan a largo plazo para reconstruir la civilización humana.
Cuando estuvieron preparados, se aventuraron en el exterior, y enseñaron a las masas primitivas cómo cultivar la tierra y domesticar animales, siendo a menudo percibidos como dioses benevolentes por los primitivos. El resto es historia.
Tras la caída de Atlantis, los supervivientes más avanzados, que se convirtieron en arquitectos de la nueva civilización, acordaron que era necesario reconstruir las cosas desde abajo, para borrar la memoria de aquel cataclismo y encubrir los que se fueran produciendo, a fin de que finalmente la humanidad se desarrollara una vez más en un escenario avanzado, aunque estable y controlable.
A partir de entonces, la Tierra ha sufrido varios desastres, que van desde una antigua guerra nuclear, hasta el bombardeo por objetos procedentes del espacio exterior. Sin embargo, todo esto nos ha sido ocultado, a excepción de las pocas migajas de verdad preservadas en mitos y textos religiosos. Por ejemplo, la Tierra fue alcanzada hacia el 535 A.C. por una lluvia de fragmentos incandescentes de cometas, que sumergieron a Europa en una Edad Oscura. Sin embargo, también esto fue encubierto, y lo que hoy se nos enseña es que la Edad Oscura empezó cuando el Imperio Romano fue invadido por las hordas bárbaras, omitiendo mencionar que si los bárbaros pudieron hacerlo fue porque el Imperio se hallaba debilitado por el caos de los incendios.
El punto está en que lo que se nos enseña sobre la historia es intencionadamente incompleto, y parcialmente falso, para que, manipulando nuestra percepción del pasado, los controladores puedan manipular nuestra creación del futuro hacia uno en el que conserven e incrementen su poder.
Desde luego, la ciencia moderna no reconoce este gran cuadro de la historia porque, según su punto de vista, no existe evidencia suficiente para mantenerlo. O más bien, su versión aceptada de la historia está construida a partir de falsas suposiciones, basadas en evidencias incompletas, que han llegado a estar tan profundamente arraigadas en las mentes de los arqueólogos que cuando descubren algo que no encaja con su versión de la historia, o bien lo mantienen oculto, y destruyen las evidencias, o salen al paso con una excusa para explicarlo como si fuera cualquier otra cosa.
Lo hacen así para evitar perder sus puestos trabajos, además de ser tildados de locos o de impostores si osan proponer una idea, juzgada imposible por otros arqueólogos y científicos de mente cerrada.
Esta ignorancia no es un accidente; más bien es el resultado intencionado de un “alto” sistema educativo que anima la supresión de la verdad. Las universidades y organizaciones científicas reciben subvenciones sólo para investigar aquello que sirve al Sistema de Control negativo (“Sistema de Control”) que impregna nuestro mundo.
Mientras la gente crea que la humanidad ha progresado continuamente desde los primitivos cavernícolas, hasta la moderna civilización tecnológica, sin reveses cataclísmicos, continuará sintiéndose segura para el futuro, y depositará su confianza y esfuerzo en sus actuales estilos de vida, porque el futuro vendrá para recompensarles.
Pero si descubriera que hace doce mil años, una civilización avanzada fue repentinamente barrida, y que lo mismo podría sucederle a nuestra civilización en cualquier momento, su fe en el futuro se debilitaría. En lugar de sacrificarse a sí mismos por las promesas económicas de la granja de energía, para que un día puedan recoger sus fondos de pensiones y disfrutarlos, podrían cambiar sus prioridades y hacer lo que les hace felices ahora en lugar de más adelante.

También conduciría a plantearse preguntas tales como:
  • ¿qué tecnología utilizaban los antiguos, y cómo funciona?
  • ¿por qué se ha escondido la verdad durante tanto tiempo?
  • ¿cuánto tiempo tenemos antes de que la Tierra sufra otro cataclismo?
Incluso el conocimiento de cómo construyeron los antiguos las pirámides, o propulsaban sus artefactos voladores, podría conducir a pavorosas consecuencias si empezásemos a utilizar esas tecnologías, en lugar de seguir pagando a las empresas eléctricas o petrolíferas por su energía, o a la industria aeronáutica por sus viajes.
Por encima de todo, significaría el debilitamiento del Sistema de Control.
Por eso es que la verdad ha sido fuertemente suprimida, para mantener las cosas estables y predecibles.

Origen del hombre

Ilustración comparativa de los esqueletos de varios primates entre los que se encuentra el hombre actual: gibón, orangután, chimpancé, gorila y homo sapiens-. La famosa ilustración fue publicada por primera vez en el libro de Thomas Henry Huxley Evidence as to Man's Place in Nature de 1863. Huxley es conocido como el Bulldog de Darwin por su defensa de la teoría de la evolución de Charles Darwin
El origen del hombre, referido al origen o comienzo de la especie humana, remite a dos perspectivas muy distintas. La visión científica sitúa la especie humana como una más en la evolución biológica de los organismos vivos de la Tierra. La visión mítica y religiosa, la antropogonía, concibe, en general, el origen del hombre como un acto de voluntad de uno o varios dioses.

El origen del hombre desde el punto de vista científico

El origen del hombre, desde el punto de vista científico, interesa a múltiples disciplinas: biología, biología evolutiva, genética, antropología física, paleontología, estratigrafía, geocronología, arqueología, antropogenía y lingüística.

El lamarckismo o herencia de los caracteres adquiridos

Aunque superada científicamente, la teoría del naturalista francés Jean-Baptiste Lamarck, conocida como lamarckismo, fue la primera teoría de la evolución biológica. Es expuesta en su libro de 1809 Philosophie zoologique y se conoce también como teoría de la herencia de los caracteres adquiridos. Quedará refutada cuando a principios del siglo XX la formulación de la barrera Weismann muestra la imposibilidad de transferencia de información entre la línea somática y la germinal: los caracteres desarrollados por el individuo durante su vida no se transmiten genéticamente.

Teoría de la evolución por selección natural de Darwin

La visión científica del origen del hombre tiene su mayor hito en la obra del naturalista inglés Charles Darwin que sitúa a la especie humana actual (homo sapiens) dentro de la evolución biológica de la selección natural y la selección sexual.

El origen del hombre

El origen del hombre de 1871 (en inglés The Descent of Man, and Selection in Relation to Sex) es el segundo libro sobre la teoría de la evolución de Darwin[1] Después de su libro de 1859, El origen de las especies escribirá El origen del hombre, donde aplica la teoría de la evolución de la selección natural a la evolución humana haciendo especial hincapié en la importancia de la selección sexual. Además el libro aborda muchos otros aspectos sobre psicología evolutiva, ética evolutiva, diferencias entre las distintas razas de seres humanos así como el papel dominante de la mujer en la elección de compañeros de apareamiento.[2] Al final del libro nos indica cual es la principal conclusión en relación al origen del hombre:
La principal conclusión a la que aquí se ha llegado, y que actualmente apoyan muchos naturalistas que son bien competentes para formar un juicio sensato, es que el hombre desciende de alguna forma altamente menos organizada. Los fundamentos sobre los que reposa esta conclusión nunca se estremecerán, porque la estrecha semejanza entre el hombre y los animales inferiores en el desarrollo embrionario, así como en innumerables puntos de estructura y constitución, tanto de importancia grande como nimia (los rudimentos que conserva y las reversiones anómalas a las que ocasionalmente es propenso) son hechos incontestables.[3]

Síntesis evolutiva moderna

La síntesis evolutiva moderna, teoría sintética o neodarwinismo pretende la integración de la teoría de la evolución de las especies por selección natural de Charles Darwin, la teoría genética de Gregor Mendel como base de la herencia biológica, la mutación genética aleatoria como fuente de variación y la genética de poblaciones matemática. Las figuras importantes en el desarrollo de la síntesis moderna incluyen a Thomas Hunt Morgan, R. A. Fisher, Theodosius Dobzhansky, J.B.S. Haldane, Sewall Wright, William Donald Hamilton, Cyril Darlington, Julián Huxley, Ernst Mayr, George Gaylord Simpson y G. Ledyard Stebbins.

El origen del hombre desde el mito y la religión

Las distintas culturas y civilizaciones han ofrecido diversos relatos de carácter mítico y religioso sobre la creación y el origen del hombre. Se denomina antropogonía al relato de carácter mítico y religioso sobre su origen, su creación o surgimiento y por extensión de la humanidad y su cultura.[cita requerida]

Ciencia, mito y religión

Para algunos autores, el punto de vista científico sobre el origen del hombre no es incompatible con la explicación religiosa ya que afectarían a campos del saber distintos. Así, para los defensores de la preeminencia del punto de vista religioso, afirmar que el ser humano tiene un origen divino no necesariamente equivale a afirmar que no existan aspectos biológicos, argumentando que la biología es una ciencia y, como tal, no pretende ni puede discernir sobre aspectos metafísicos.[cita requerida]
Para otros autores el origen del hombre tiene una exclusiva explicación científica incompatible con una explicación religiosa que estaría, según ellos, en el campo del mito, la antropología y, específicamente de la antropología de la religión.[cita requerida]
Los budistas modernos como el Dalái Lama tratan de no entrar en conflicto entre el budismo y la ciencia y consideran que son maneras complementarias de entender el mundo que nos rodea.[cita requerida]

II. Unidad . La Prehistoria



LOS ORIGENES DE LA HUMANIDAD 

La especie humana solo es una más entre las existentes en la Tierra, y al igual que todas las formas de vida conocidas está sujeta a las leyes de la evolución. Esto implica que el hombre apareció en algún momento del pasado como resultado de progresivos cambios adaptivos que generan nuevas líneas evolutivas y abocan a la desaparición a otras. La cuestión sobre  la antigüedad de nuestra estirpe y su origen no tiene una respuesta sencilla. Lo que sabemos del proceso de hominización que nos ha llevado hasta ser lo que somos, está basado en un largo y tortuoso sendero de descubrimientos e hipótesis esparcidas en el tiempo. La ciencia que estudia esto es la paleontología, sin embargo, en las últimas décadas nuevas disciplinas como la genética, entre otras, se han mostrado muy útiles en el rastreo del origen de la humanidad.
Se estima que la rama evolutiva que lleva al hombre actual, se separó de los chimpancés hace entre 5 y 7 millones de años. Entre este momento y hace unos 4 millones de años apareció la capacidad de desplazarse erguido, hecho fundamental en el proceso de hominización. Los primeros homínidos bípedos que con seguridad tenían una locomoción erguida son los Australopitecos (Australopithecus), esta especie apareció y próspero con gran éxito en la sabanas arboladas del este del continente africano hace 4 millones de años, y de algunos especímenes se han conservado esqueletos en muy buen estado. Desapareció hace 2,5 millones de años, quizás se debió a la desertificación de la sabana, no obstante, este género se radio en al menos 5 especies diferentes esparcidas desde Etiopía y el Chad hasta Sudáfrica. La presión medioambiental, originó dos grandes grupos de Australopitecos, los vegetarianos especializados en productos duros de escaso valor nutritivo, y los carnívoros, que derivó en los primeros individuos del género Homo.
Los primeros representantes del género Homo fueron el Homo rudolfensis que vivió de 2,4 a 1,9 millones de años, con un volumen craneal de 750 cm³, y Homo habilis que apareció hace 2,5 millones de años y se extinguió hace 1,4. El habilis dio paso al Homo ergaster, que con una capacidad craneal de unos 880 cm³ y una antigüedad de 2 a 1 millón de años, fue el primer antepasado del hombre que abandonó África. Fuera de este continente evoluciono hacia el Homo erectus en extremo oriente, y Homo antecesor en Europa. Es curioso el hecho de que la tecnología desarrollada para tallar la piedra por el Homo ergaster, fue superior a la utilizada por sus descendientes asiáticos y europeos. Para explicar esto, se especula que su desarrollo quizás se dio con posterioridad a las migraciones.
Con un origen algo confuso, mas adelante  en Europa apareció el Homo heidelbergensis, que vivió desde hace 500.000 hasta 250.000 años, y que parece ser en antecesor de los Neandertales (Homo neanderthalensis). En África se dio paralelamente el Homo rhodesiensis que dio lugar al Hombre de Cro-Magnon u Homo sapiens actual.
Todo indica que el hombre anatómicamente moderno, tiene su origen en una población preexistente de humanos de hace unos 200.000 años localizada en África Oriental en el río Omo. Esta conclusión viene avalada por los análisis genéticos de ADN mitocondrial, así como por los registros paleontológicos. Los fósiles pertenecientes a esta población se conocen como los Hombres de Kibish, y son considerados los más antiguos restos de Homo sapiens. Se corresponden con una población al parecer de pocos individuos, en comparación con los humanos arcaicos esparcidos por el Mundo Antiguo. El éxito evolutivo de este pequeño grupo, fue tal, que desplazó  al resto en toda la Tierra. Los últimos humanos no pertenecientes al género Homo sapiens fueron los Neandertales, se extinguieron hace 29.000 años en la actual Andalucía. Fue por tanto, la última especie del género Homo que coexistió en el tiempo y el espacio con el hombre moderno, causa probable de su extinción.


Introducción a nuestros orígenes

La necesidad de conocer es un rasgo definitorio de la humanidad, el ser humano necesita saber qué pasó en el pasado, cuáles son sus orígenes, entender el presente e intuir lo que nos deparará el futuro. Pero conocer con exactitud cuáles son nuestros antepasados y cómo era su forma de vida es una tarea muy difícil, o más bien imposible, debido a la escasez de recursos arqueológicos y de otros indicios que podrían ayudar a deducir cómo era la vida de nuestros ancestros. Es por esta razón que no se saben, ni se llegarán a saber a ciencia cierta, múltiples de las cuestiones que realmente intrigan al ser humano actual acerca de su procedencia.
Tradicionalmente, la teoría darwinista, se parte de la premisa que toda la evolución de la humanidad se ha dado de manera progresiva y ascendente, es decir, cada nuevo paso era mejor que el anterior y en la cúspide de esta evolución se sitúa al ser humano actual. Se basa en la lucha por la vida, en que los seres peor adaptados serán los que se extinguirán. En contra de esta postura surge la teoría de la contingencia, defendida por, entre otros, Richard Leakey. Éste sitúa el azar en el proceso de la evolución, la extinción de una especie determinada no depende sólo de su adaptación al medio en el que vive sino de lo afortunados que sean. De esta manera la evolución se vuelve completamente imprevisible.
Parece evidente que el ser humano está emparentado con los primates, ambos pertenecemos a los antropomorfos, pero ¿cuáles han sido los diferentes pasos que se han dado en la evolución antes de llegar a considerarse humanos? Hace unos 24 millones de años aparece en África el primer antropomorfo con el nombre de Procónsul junto al cual vivieron otras especies de antropomorfos, pero hace unos 5 millones de años se produjo una escisión del linaje humano. A partir del primer ancestro que se separa de las demás especies antropomorfas se desarrolla la familia homínida.
Árbol genealógico humano
En el 1924 el paleontólogo Raymond Dart encuentra en Suráfrica un simio antepasado del hombre, consistía en una cara y parte del cráneo fosilizados de un joven que bautizó con el nombre científico de Australopithecus africanus, pero que es más conocido como “niño de Taung”. Se dató de hace 3 millones de años. Este individuo era bípedo, por eso tenía que ser un homínido, y presentaba una mezcla de características de simio y de humano con la mandíbula inferior y los premolares grandes pero no enormes.
Más tarde se encontraron otros individuos con las mismas características de Australopithecus africanus pero con una mandíbula inferior y premolares de grandes proporciones. Así, se dijo que se trataba de dos clases de simio bípedo, esta segunda especie recibió el nombre de Australpithecus robustus. Lo que propuso Dart fue un árbol muy sencillo en forma de Y: africanus como especie ancestral y dos líneas descendientes, robustus a un lado y Homo en el otro.
Más tarde, en julio de 1960, la familia Leakey descubrió el primer Homo documentado llamado Homo habilis que data de 1'9-1'6 m.a. De esta especie destaca el crecimiento espectacular de la masa cerebral. Así, habilis proporcionaba evidencia tangible de la segunda bifurcación del modelo en Y.
Posteriormente se descubrieron unos fósiles, de entre los cuales destaca el famoso esqueleto parcial de Lucy y la llamada Primera Familia, pertenecientes a una especie primitiva de Homo y a una, o tal vez dos, especies de Australopithecus. Esta especie se denominó Australopithecus afarensis. En el 1973 Don Johanson y Tim White propusieron que afarensis era el tronco que llevaba por un lado a africanus y a robustus y por el otro a Homo habilis, a erectus y a sapiens.
En el 1984 el equipo de Richard Leakey descubrió un individuo perteneciente al Homo erectus al que llamaron Turkana Boy. Éste sufre unas grandes transformaciones anatómicas, presenta una anatomía muy similar a la nuestra, tenía una gran altura y sufre un enorme crecimiento de la capacidad craneal.
Después de todos estos descubrimientos Richard Leakey propuso un árbol genealógico que constaba de una sola especie no conocida que funcionaba de tronco. Luego el árbol se ramificó con dos ramas principales, la especie Australopithecus y la Homo. Luego, ya más cerca del presente, la rama Australopithecus quedó cercenada cuando la especie australopitecina se extinguió. Finalmente, sólo sobrevivió una rama en la punta del árbol: el Homo sapiens.


Bipedismo

Uno de los factores fundamentales que lleva a diferenciarnos como familia dentro de los primates es nuestro método de locomoción, el Bipedismo. La mutación evolutiva de la marcha cuadrúpeda a la bípeda necesitó de una amplia remodelación de la arquitectura ósea y muscular del simio y en general de las proporciones de la mitad inferior del cuerpo. El Bipedismo va asociado a la ventaja de la liberación de las manos en la tarea del desplazamiento, pero se han desarrollado dos tendencias al respecto.
Lovejoy defiende que, aunque la liberación de las manos se relacionó con la caza y con la capacidad de realizar herramientas, ésta constituye verdaderamente la causa del bipedismo. No surgió para desplazarse mejor porqué el Bipedismo es una forma inferior de desplazamiento, así que tuvo que desarrollarse para llevar cosas. Para el anatomista existen dos elementos claramente ventajosos a la hora de liberar las manos, el hecho de poder transportar dos crías a la vez y el hecho de poder transportar comida de un lado a otro.
Otro de los argumentos que aporta es el cambio fundamental que sufren los primeros homínidos, tienen un ciclo reproductivo intermedio. Lovejoy divide a los seres vivos en dos grandes grupos, los que tienen un ciclo reproductivo lento, como los primates, debido a que tienen un número reducido de crías para poderlas cuidar mejor de manera que el desarrollo de la especie es muy lento, y los que tienen un ciclo reproductivo rápido, como los peces, que tienen un gran número de crías pero no se dedican a cuidarlas y por tanto un gran número de ellas mueren.
Así, entre estos dos tipos de reproducción se sitúan los primeros homínidos, ya que las hembras tenían más crías, cosa que hacía más difícil para las hembras homínidas la tarea de buscar alimentos, por ello era imprescindible la colaboración de los machos que necesitaban las manos para transportar alimentos. Lovejoy afirma que a cambio de esta ayuda las hembras daban una compensación sexual a los machos, es decir, hay una pérdida del celo, las hembras son receptivas constantemente. Esto presupone que existe la monogamia.
Frente a esta cuestión se presenta un inconveniente, y es que había dimorfismo sexual que siempre va asociado a la competición entre los machos por el acceso a las hembras y a algún tipo de poliginia, con un macho controlando el acceso sexual a varias hembras, es decir, no había monogamia.
La otra tendencia, defendida por Rodman y McHenry, plantea la liberación de las manos como consecuencia del Bipedismo. Éstos afirman que no se puede comparar la marcha bípeda humana con el desplazamiento cuadrúpedo de los cuadrúpedos convencionales ya que es evidente que los humanos evolucionaron a partir de simios y no de un cuadrúpedo convencional.
Así, comparan la locomoción cuádruple de los primates en términos de gasto de energía. En los medios arbolados la forma de los primates es ventajosa pero en lugares donde no hay árboles el Bipedismo es más ventajoso. Consideran que ahí está el éxito de esa familia homínida ya que en África se estaba produciendo una deforestación y se considera que el Bipedismo es lo que ayudó a sobrevivir a los homínidos y es la clave para que la nueva familia se expanda con éxito. Junto al menor consumo energético también dicen que con la posición erguida tienen una mayor visión y tienen una mayor protección al Sol.
Richard Leakey se posiciona a favor de esta segunda tendencia que plantea la liberación de las manos sólo como una consecuencia del Bipedismo y no como causa.

Obtención de alimentos

Con respecto a la obtención de alimentos de los humanos antiguos se han desarrollado tres teorías distintas. La primera es la del “hombre cazador” (“Man the hunter”) que está defendido por Fisher y Morris. La premisa fundamental de la que se parte es que la caza es la responsable de la locomoción bípeda, de la construcción de utensilios, de la capacidad de lenguaje, del aumento del cerebro y de la creación de la familia nuclear.
Parten de la premisa que los humanos son animales fundamentalmente carnívoros y se relaciona con el tema de la agresividad humana. Se considera que para poder cazar se necesita fuerza física y agresividad y que los hombres son los únicos que tienen estas cualidades básicas, se asume que la diferencia de sexo es biológica. Así, defienden que desde los orígenes hay una división sexual del trabajo.
Desarrollan la teoría que las mujeres y las crías dependen de los machos para buscar la comida y como solución aparece la familia nuclear. También se basan en el contrato sexual, sexo a cambio de alimentos, lo cual exige una pérdida del celo de las hembras.
Este modelo se destruye a raíz de los estudios antropológicos y endográficos que demuestran que la principal fuente de alimentación eran los vegetales, los cuales eran recolectados por mujeres. Se demostró que la carne era un simple complemento de la dieta.
Glynn Isaac plantea el modelo mixto, es decir, que las mujeres recolectan vegetales y los hombres cazan y después se intercambian los alimentos en un campamento base donde se reúnen. Leakey se posiciona a favor de este modelo, a pesar que presenta unos cuantos problemas. Se ha demostrado que en aquella época no había caza sino carroñeo, además, los campamentos base no existían porqué se supone que los árboles siguen constituyendo su principal refugio. Asimismo, no conocen el fuego y por tanto un campamento constituye un foco de atención para los depredadores de la zona. Obtienen el alimento en el lugar donde lo encuentran.
El último modelo es el recolector. Richard Leakey se basa en el comportamiento de los mandriles por la semejanza del medio en el que viven para compararlo con la especie humana. La organización social de un grupo de mandriles se caracteriza por formar bandas jerárquicas en las que existe un macho dominante y otros que son muy agresivos y compiten por mantener relaciones sexuales con las hembras. Los machos se caracterizan por la protección del grupo. Así, Leakey dice que este es el mismo comportamiento de los primeros homínidos debido al gran dimorfismo sexual.
Modelos evolutivos
Tradicionalmente hay una concepción de la evolución humana gradualmente ascendente el modelo multirregional que propone que todos los humanos modernos somos la evolución de los diferentes erectus que se instalaron en cada zona y el origen común se sitúa en África hace más de 1 m.a.
Leakey afirma que es una visión errónea, ya que rompe las leyes básicas de la biología ya que la evolución en una zona geográfica diferente no puede dar el mismo resultado final, es imposible que los cambios en diferentes zonas den lugar a una única especie. La función del biólogo consiste en intentar descubrir las pautas en el marco de cualquier historia evolutiva concreta. Para solucionar este problema los que defienden este modelo dicen que durante unos periodos existieron cruzamientos entre las diferentes especies que dieron lugar a rasgos comunes, pero los datos en los que se basan son los fósiles, no existe ninguna evidencia biológica.
El modelo multirregional contiene la idea de la inevitabilidad de la historia humana, un impulso evolutivo que, una vez establecido, llevaba irrevocablemente a la humanidad que hoy conocemos. De esta manera se planteaba la idea de la predestinación del género humano, la convicción de que el proceso ya estaba escrito.
El modelo alternativo, por el que se decanta Richard Leakey, es el de la Arca de Noé. Defiende que Homo sapiens sapiens se originó como un único acontecimiento en una población geográfica aislada y desde allí se expandió hacia otras zonas. Se basa en los estudios de biología molecular del ADN mitocondrial humano. Las mitocondrias son unas células humanas que reúnen unas particularidades y sólo se transmiten a través de la madre. En esa transmisión las mitocondrias sufren mutaciones que se van acumulando en cada una de las transmisiones y quedan acumuladas en el ADN. Cuanto mayor sea el parecido en el ADN mayor será el parecido del parentesco evolutivo.
De esta manera se puede establecer un árbol de evolución de mujeres que nos lleva a la base del origen. Como resultado del estudio se descubrió que todas las poblaciones tenían un ADN muy parecido y que, por tanto, tenían que tener un origen común. La variabilidad de ADN mitocondrial de los africanos era el más variado, lo que quiere decir que nuestro origen está en África.

Violencia humana

En el Próximo Oriente durante 40.000 años coexistieron los neanderthales con los humanos modernos. La cuestión es cómo explicar este periodo tan insólito de cuatro milenios de coexistencia. Una posibilidad es que la coexistencia fuera más ilusoria que real. El clima durante este periodo de la historia de la Tierra (el Pleistoceno superior) fue inestable, plagado de glaciaciones. En algunas épocas se experimentó un clima templado y en otras un clima más cambiante.
Los neanderthales eran individuos acostumbrados al frío y, por el contrario, los humanos modernos estaban más acostumbrados a los climas templados. Así, con los distintos cambios climáticos se fueron sucediendo una serie de migraciones de las dos especies, así que realmente no convivían.
Con la creación de una nueva tecnología que ayudó a adaptarse al frío y un desarrollo de la capacidad cognitiva los humanos modernos empezaron a desplazar a los neanderthales hasta provocar su extinción.
Entonces se plantea la pregunta del método de sustitución de una población, si se produjo mediante la competencia o la violencia. La guerra hunde sus raíces en la necesidad de posesión territorial cuando las poblaciones se han hecho agrícolas y necesariamente sedentarias. Así, Leakey opina que la violencia no es una característica innata del género humano.
A pesar de todo esto, la ausencia de indicios de violencia intergrupal antes de la revolución agrícola no prueba, evidentemente, que nuestros antepasados cazadores-recolectores de hace más de 10.000 años no fueran tan violentos e inclinados al genocidio. La ausencia de evidencia no puede considerarse evidencia de la ausencia.

Los humanos no evolucionaron en la Tierra de forma natural. Durante millones de años lo que evolucionó naturalmente fueron las distintas especies de monos que la ciencia considera nuestros ancestros. Pero a partir de varios centenares de miles de años, grupos alienígenas avanzados empezaron modificando a aquellos monos primitivos para que fueran más inteligentes y diestros, a fin de poder utilizarlos en trabajos como esclavos.
A partir de ese momento, estas especies más adelantadas fueron prosperando más y más, pareciéndose cada vez menos a los monos, y cada vez más a los propios alienígenas. Otros grupos alienígenas realizaron sus propias modificaciones, crearon sus propios tipos de humanos exclusivos, insertando genes procedentes de varias razas alienas diferentes.
Esto condujo a una gran diversificación de las especies humanos, diferencias en el color de la piel, tipos de cabello y otros rasgos menos obvios. Que los aliens modificaran genéticamente a la humanidad significa tan solo que crearon nuestros cuerpos, no nuestras almas. El alma es al cuerpo lo que el conductor a su coche. Cuando una empresa fabricante de coches lanza un nuevo modelo, el conductor puede adaptarse al nuevo modelo.
La gente de hoy en día conduce modelos que lucen muy diferente a los que la gente conducía hace aproximadamente un siglo. Lo mismo ocurre con los cuerpos que nuestras almas utilizan hoy en día, en relación a los que ocupaban en los albores de la humanidad. Las distintas razas de gente que vemos hoy se originaron de diferentes grupos alienígenas, que los fabricaron para adaptarse a distintos medios y propósitos.
De hecho, los blancos con cabellos y ojos muy claros no estaban pensados para vivir en la Tierra, sino que fueron creados para existir en planetas más lejanos, en los que la luz diurna era más amortiguada. Una teoría sugiere que existía un planeta entre Marte y Júpiter que fue destruido hace mucho tiempo, obligando a sus habitantes de piel clara a evacuar al planeta próximo más compatible, la Tierra. La aparición de gente blanca en la historia humana ocurrió tan rápidamente que la evolución natural no puede explicarlo.
Dado que no es su planeta natural, sufren mayores problemas de salud, tales como sensibilidad a la luz, acné, y quemaduras solares, que las otras razas más adaptadas a las condiciones de la Tierra. El punto importante es que los humanos existen por toda la galaxia, variando principalmente en su apariencia exterior y en sus habilidades congénitas, según qué grupo alienígena lo hizo.
Mientras que algunas almas humanas se originaron sólo hace poco, procedentes del reino animal, otras son mucho más viejas que incluso la creación de las especies humanas. Estas almas antiguas existieron una vez en un estado más elevado y menos físico, pero escogieron descender en cuerpos humanos más densos, a fin de adelantar con la estimulante experiencia.
El precio fue olvidar quiénes eran realmente, vivir en condiciones primitivas y violentas durante miles de vidas, ser utilizados como esclavos, y proveer energía del alma a los grupos alienígenas negativos que habían creado aquellos cuerpos físicos. Pero hoy en día hemos llegado al punto en que estas almas antiguas pueden finalmente tener la oportunidad de recuperar sus antiguas identidades y poderes, esta vez con todo el conocimiento adicional y la fortaleza que han obtenido, por ser humanos durante tanto tiempo.
Lo que más han ganado ha sido en sabiduría y discernimiento, la habilidad de pensar y distinguir la diferencia entre la verdad y el engaño, algo que no eran capaces de hacer antes de entrar en una forma humana, porque eran aislados e ingenuos como niños inocentes y sobre protegidos.
Esta es una interpretación de la historia de Adán y Eva: dos personas inocentes (almas antiguas pero ingenuas) a las que la “serpiente” (los aliens reptiloides) tentaron para que comieran del Árbol del Conocimiento (la oportunidad de aprender a discernir) y que fueron por tanto arrojados del paraíso (la existencia etérica superior) al desierto (la existencia física).
Cuando la civilización empezó de nuevo
Lo que hoy en día se acepta como la historia de la civilización humana apenas se remonta más allá de diez mil años atrás, empezando con las escrituras grabadas en las tabletas de arcilla por las antiguas culturas de Oriente Medio, conocidas como los Sumerios y más tarde los Babilonios.
Con anterioridad a esos tiempos no se dispone de otros grandes registros escritos, por lo que se supone que antes de esos diez mil años los humanos eran cazadores y recolectores primitivos, hasta que finalmente se aposentaron en pueblos y ciudades, aprendiendo a cultivar y domesticar animales.
Esta versión de la historia, enseñada en las escuelas, es trágica y peligrosamente incompleta.
Miles de años antes incluso de que aparecieran los Sumerios florecía una avanzada civilización denominada de los Atlantes. Abarcaba varios continentes y poseía una tecnología incluso más sofisticada que la nuestra actual. ¿Cómo se las compuso esta avanzada civilización para llegar a ser poco más que primitivos cazadores y recolectores, que posteriormente desarrollaron las antiguas culturas que conocemos?
Atlantis se vino abajo al ser devastada por un desastre global. La leyenda dice que el continente de Atlantis fue barrido por una inundación, hundiéndose bajo los océanos como castigo por haberse corrompido y maleado. Las cumbres de las montañas se convirtieron en islas rodeadas de agua, hacia las que se refugiaron con sus barcos los supervivientes de la inundación. Estos supervivientes utilizaron entonces el conocimiento, y la tecnología que habían rescatado, para construir asentamientos y empezar de nuevo la raza humana. Pero su conocimiento y tecnología fue paulatinamente perdiéndose a través de generaciones de turbulento crecimiento y migración.
Diferentes regiones se convirtieron en el hogar de diferentes grupos de supervivientes, que permanecieron aislados unos de otros, algunos degenerando rápidamente, y otros desarrollándose de forma rápida hacia niveles más avanzados para acabar sucumbiendo a la guerra, la inanición o la enfermedad.
Se desarrolló una división entre la minoría sofisticada de supervivientes, que conservaban su elevado conocimiento y tecnología, y la mayoría que se degradó en culturas primitivas. Los sofisticados se escondieron viviendo en bases subterráneas, cuevas, montañas remotas, y fortalezas imponentes. La mayoría para ganar el tiempo suficiente para trabajar con cualquier grupo alienígena, deseoso de ayudarlos a concebir y llevar a cabo un plan a largo plazo para reconstruir la civilización humana.
Cuando estuvieron preparados, se aventuraron en el exterior, y enseñaron a las masas primitivas cómo cultivar la tierra y domesticar animales, siendo a menudo percibidos como dioses benevolentes por los primitivos. El resto es historia.
Tras la caída de Atlantis, los supervivientes más avanzados, que se convirtieron en arquitectos de la nueva civilización, acordaron que era necesario reconstruir las cosas desde abajo, para borrar la memoria de aquel cataclismo y encubrir los que se fueran produciendo, a fin de que finalmente la humanidad se desarrollara una vez más en un escenario avanzado, aunque estable y controlable.
A partir de entonces, la Tierra ha sufrido varios desastres, que van desde una antigua guerra nuclear, hasta el bombardeo por objetos procedentes del espacio exterior. Sin embargo, todo esto nos ha sido ocultado, a excepción de las pocas migajas de verdad preservadas en mitos y textos religiosos. Por ejemplo, la Tierra fue alcanzada hacia el 535 A.C. por una lluvia de fragmentos incandescentes de cometas, que sumergieron a Europa en una Edad Oscura. Sin embargo, también esto fue encubierto, y lo que hoy se nos enseña es que la Edad Oscura empezó cuando el Imperio Romano fue invadido por las hordas bárbaras, omitiendo mencionar que si los bárbaros pudieron hacerlo fue porque el Imperio se hallaba debilitado por el caos de los incendios.
El punto está en que lo que se nos enseña sobre la historia es intencionadamente incompleto, y parcialmente falso, para que, manipulando nuestra percepción del pasado, los controladores puedan manipular nuestra creación del futuro hacia uno en el que conserven e incrementen su poder.
Desde luego, la ciencia moderna no reconoce este gran cuadro de la historia porque, según su punto de vista, no existe evidencia suficiente para mantenerlo. O más bien, su versión aceptada de la historia está construida a partir de falsas suposiciones, basadas en evidencias incompletas, que han llegado a estar tan profundamente arraigadas en las mentes de los arqueólogos que cuando descubren algo que no encaja con su versión de la historia, o bien lo mantienen oculto, y destruyen las evidencias, o salen al paso con una excusa para explicarlo como si fuera cualquier otra cosa.
Lo hacen así para evitar perder sus puestos trabajos, además de ser tildados de locos o de impostores si osan proponer una idea, juzgada imposible por otros arqueólogos y científicos de mente cerrada.
Esta ignorancia no es un accidente; más bien es el resultado intencionado de un “alto” sistema educativo que anima la supresión de la verdad. Las universidades y organizaciones científicas reciben subvenciones sólo para investigar aquello que sirve al Sistema de Control negativo (“Sistema de Control”) que impregna nuestro mundo.
Mientras la gente crea que la humanidad ha progresado continuamente desde los primitivos cavernícolas, hasta la moderna civilización tecnológica, sin reveses cataclísmicos, continuará sintiéndose segura para el futuro, y depositará su confianza y esfuerzo en sus actuales estilos de vida, porque el futuro vendrá para recompensarles.
Pero si descubriera que hace doce mil años, una civilización avanzada fue repentinamente barrida, y que lo mismo podría sucederle a nuestra civilización en cualquier momento, su fe en el futuro se debilitaría. En lugar de sacrificarse a sí mismos por las promesas económicas de la granja de energía, para que un día puedan recoger sus fondos de pensiones y disfrutarlos, podrían cambiar sus prioridades y hacer lo que les hace felices ahora en lugar de más adelante.

También conduciría a plantearse preguntas tales como:
  • ¿qué tecnología utilizaban los antiguos, y cómo funciona?
  • ¿por qué se ha escondido la verdad durante tanto tiempo?
  • ¿cuánto tiempo tenemos antes de que la Tierra sufra otro cataclismo?
Incluso el conocimiento de cómo construyeron los antiguos las pirámides, o propulsaban sus artefactos voladores, podría conducir a pavorosas consecuencias si empezásemos a utilizar esas tecnologías, en lugar de seguir pagando a las empresas eléctricas o petrolíferas por su energía, o a la industria aeronáutica por sus viajes.
Por encima de todo, significaría el debilitamiento del Sistema de Control.
Por eso es que la verdad ha sido fuertemente suprimida, para mantener las cosas estables y predecibles.

Origen del hombre

Ilustración comparativa de los esqueletos de varios primates entre los que se encuentra el hombre actual: gibón, orangután, chimpancé, gorila y homo sapiens-. La famosa ilustración fue publicada por primera vez en el libro de Thomas Henry Huxley Evidence as to Man's Place in Nature de 1863. Huxley es conocido como el Bulldog de Darwin por su defensa de la teoría de la evolución de Charles Darwin
El origen del hombre, referido al origen o comienzo de la especie humana, remite a dos perspectivas muy distintas. La visión científica sitúa la especie humana como una más en la evolución biológica de los organismos vivos de la Tierra. La visión mítica y religiosa, la antropogonía, concibe, en general, el origen del hombre como un acto de voluntad de uno o varios dioses.

El origen del hombre desde el punto de vista científico

El origen del hombre, desde el punto de vista científico, interesa a múltiples disciplinas: biología, biología evolutiva, genética, antropología física, paleontología, estratigrafía, geocronología, arqueología, antropogenía y lingüística.

El lamarckismo o herencia de los caracteres adquiridos

Aunque superada científicamente, la teoría del naturalista francés Jean-Baptiste Lamarck, conocida como lamarckismo, fue la primera teoría de la evolución biológica. Es expuesta en su libro de 1809 Philosophie zoologique y se conoce también como teoría de la herencia de los caracteres adquiridos. Quedará refutada cuando a principios del siglo XX la formulación de la barrera Weismann muestra la imposibilidad de transferencia de información entre la línea somática y la germinal: los caracteres desarrollados por el individuo durante su vida no se transmiten genéticamente.

Teoría de la evolución por selección natural de Darwin

La visión científica del origen del hombre tiene su mayor hito en la obra del naturalista inglés Charles Darwin que sitúa a la especie humana actual (homo sapiens) dentro de la evolución biológica de la selección natural y la selección sexual.

El origen del hombre

El origen del hombre de 1871 (en inglés The Descent of Man, and Selection in Relation to Sex) es el segundo libro sobre la teoría de la evolución de Darwin[1] Después de su libro de 1859, El origen de las especies escribirá El origen del hombre, donde aplica la teoría de la evolución de la selección natural a la evolución humana haciendo especial hincapié en la importancia de la selección sexual. Además el libro aborda muchos otros aspectos sobre psicología evolutiva, ética evolutiva, diferencias entre las distintas razas de seres humanos así como el papel dominante de la mujer en la elección de compañeros de apareamiento.[2] Al final del libro nos indica cual es la principal conclusión en relación al origen del hombre:
La principal conclusión a la que aquí se ha llegado, y que actualmente apoyan muchos naturalistas que son bien competentes para formar un juicio sensato, es que el hombre desciende de alguna forma altamente menos organizada. Los fundamentos sobre los que reposa esta conclusión nunca se estremecerán, porque la estrecha semejanza entre el hombre y los animales inferiores en el desarrollo embrionario, así como en innumerables puntos de estructura y constitución, tanto de importancia grande como nimia (los rudimentos que conserva y las reversiones anómalas a las que ocasionalmente es propenso) son hechos incontestables.[3]

Síntesis evolutiva moderna

La síntesis evolutiva moderna, teoría sintética o neodarwinismo pretende la integración de la teoría de la evolución de las especies por selección natural de Charles Darwin, la teoría genética de Gregor Mendel como base de la herencia biológica, la mutación genética aleatoria como fuente de variación y la genética de poblaciones matemática. Las figuras importantes en el desarrollo de la síntesis moderna incluyen a Thomas Hunt Morgan, R. A. Fisher, Theodosius Dobzhansky, J.B.S. Haldane, Sewall Wright, William Donald Hamilton, Cyril Darlington, Julián Huxley, Ernst Mayr, George Gaylord Simpson y G. Ledyard Stebbins.

El origen del hombre desde el mito y la religión

Las distintas culturas y civilizaciones han ofrecido diversos relatos de carácter mítico y religioso sobre la creación y el origen del hombre. Se denomina antropogonía al relato de carácter mítico y religioso sobre su origen, su creación o surgimiento y por extensión de la humanidad y su cultura.[cita requerida]

Ciencia, mito y religión

Para algunos autores, el punto de vista científico sobre el origen del hombre no es incompatible con la explicación religiosa ya que afectarían a campos del saber distintos. Así, para los defensores de la preeminencia del punto de vista religioso, afirmar que el ser humano tiene un origen divino no necesariamente equivale a afirmar que no existan aspectos biológicos, argumentando que la biología es una ciencia y, como tal, no pretende ni puede discernir sobre aspectos metafísicos.[cita requerida]
Para otros autores el origen del hombre tiene una exclusiva explicación científica incompatible con una explicación religiosa que estaría, según ellos, en el campo del mito, la antropología y, específicamente de la antropología de la religión.[cita requerida]
Los budistas modernos como el Dalái Lama tratan de no entrar en conflicto entre el budismo y la ciencia y consideran que son maneras complementarias de entender el mundo que nos rodea.[cita requerida]