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miércoles, 16 de octubre de 2013

EDAD ANTIGUA



 LA EDAD ANTIGUA
La Edad Antigua es la época histórica que coincide con el surgimiento y desarrollo de las primeras civilizaciones.

El concepto más tradicional de historia antigua presta atención a la invención de la escritura, que convencionalmente la historiografía ha considerado el hito que permite marcar el final de la Prehistoria y el comienzo de la Historia, dada la primacía que otorga a las fuentes escritas frente a la cultura material, que estudia con su propio método la arqueología. Otras orientaciones procuran atender al sistema social o el nivel técnico. Recientemente, los estudios de genética de poblaciones basados en distintas técnicas de análisis comparativo de ADN y los estudios de antropología lingüística están llegando a reconstruir de un modo cada vez más preciso las migraciones antiguas y su herencia en las poblaciones actuales.1

Sea cual fuere el criterio empleado, coincide que en tiempo y lugar unos y otros procesos cristalizaron en el inicio de la vida urbana (ciudades muy superiores en tamaño y diferentes en función a las aldeas neolíticas), la aparición del poder político (palacios, reyes), de las religiones organizadas (templos, sacerdotes), una compleja estratificación social, esfuerzos colectivos de gran envergadura que exigen prestaciones de trabajo obligatorio e impuestos, y el comercio de larga distancia (todo lo que se ha venido en llamar «revolución urbana»);2 nivel de desarrollo social que por primera vez se alcanzó en la Sumeria del IV milenio a. C., espacio propicio para la constitución de las primeras ciudades-estado competitivas a partir del sustrato neolítico que llevaba ya cuatro milenios desarrollándose en el «Creciente fértil».3 A partir de ellas, y de sucesivos contactos (tanto pacíficos como invasiones) de pueblos vecinos (culturas sedentario-agrícolas o nómada-ganaderas que se nombran tradicionalmente con términos de validez cuestionada, más propios de familias lingüísticas que de razas humanas: semitas, camitas, indoeuropeos, etc.), se fueron conformando los primeros estados de gran extensión territorial, hasta alcanzar el tamaño de imperios multinacionales.
Procesos similares tuvieron lugar en diversos momentos según el área geográfica (sucesivamente Mesopotamia, el valle del Nilo, el subcontinente indio, China, la cuenca del Mediterráneo, la América precolombina y el resto de Europa, Asia y África); en algunas zonas especialmente aisladas, algunos pueblos cazadores-recolectores actuales aún no habrían abandonado la prehistoria mientras que otros entraron violentamente en la edad moderna o contemporánea de la mano de las colonizaciones del siglo XVI al XIX.
Los pueblos cronológicamente contemporáneos a la Historia escrita del Mediterráneo Oriental pueden ser objeto de la Protohistoria, pues las fuentes escritas por romanos, griegos, fenicios, hebreos o egipcios, además de las fuentes arqueológicas, permiten hacerlo.

Tableta de arcilla sumeria con escritura cuneiforme de finales del III milenio a. C. La innovación de la escritura es de tal magnitud para el desarrollo de la civilización que se identifica con la historia misma.
La Antigüedad clásica se localiza en el momento de plenitud de la civilización grecorromana (siglo V a. C. al II d. C.) o en sentido amplio, en toda su duración (siglo VIII a. C. al V d. C.). Se caracterizó por la definición de innovadores conceptos sociopolíticos: los de ciudadanía y de libertad personal, no para todos, sino para una minoría sostenida por el trabajo esclavo; a diferencia de los imperios fluviales del antiguo Egipto, Babilonia, India o China, para los que se definió la imprecisa categoría de «modo de producción asiático», caracterizadas por la existencia de un poder omnímodo en la cúspide del imperio y el pago de tributos por las comunidades campesinas sujetas a él, pero de condición social libre (pues aunque exista la esclavitud, no representa la fuerza de trabajo principal).
El final de la Edad Antigua en la civilización occidental coincide con la caída del Imperio romano de Occidente (en el año 476; el Imperio romano de Oriente sobrevivió toda la Edad Media hasta 1453 como Imperio bizantino), aunque tal discontinuidad no se observa en otras civilizaciones. Por tanto, las divisiones posteriores (Edad Media y Edad Moderna) pueden considerarse válidos solo para aquella; mientras que la mayor parte de Asia y África, y con mucha más claridad América, son objeto en su historia de una periodización propia.
Algunos autores culturalistas hacen llegar la Antigüedad tardía europea hasta los siglos VI y VII, mientras que, la escuela «mutacionista» francesa la extiende hasta algún momento entre los siglos IX y XI. Distintas interpretaciones de la historia ponen el acento en cuestiones económicas (transición del modo de producción esclavista al modo de producción feudal, desde la crisis del siglo III); políticas (desaparición del imperio e instalación de los reinos germánicos desde el siglo V); o ideológicas, religiosas (sustitución del paganismo politeísta por los monoteísmos teocéntricos: el cristianismo siglo IV y posteriormente el islam siglo VII), filosóficas (filosofía antigua por la medieval) y artísticas (evolución desde el arte antiguo clásico hacia el arte medieval paleocristiano y prerrománico).

Las civilizaciones de la Antigüedad son agrupadas geográficamente por la historiografía y la arqueología en zonas en que distintos pueblos y culturas estuvieron especialmente vinculados entre sí; aunque las áreas de influencia de cada una de ellas llegaron en muchas ocasiones a interpenetrarse e ir mucho más lejos, formando imperios de dimensiones multicontinentales (el Imperio persa, el de Alejandro Magno y el Imperio romano), talasocracias (‘gobierno de los mares’) o rutas comerciales y de intercambio de productos e ideas a larga distancia; aunque siempre limitadas por el relativo aislamiento entre ellas (obstáculos de los desiertos y océanos), que llega a ser radical en algunos casos (entre el Viejo Mundo y el Nuevo Mundo). La navegación antigua, especialmente la naturaleza y extensión de las expediciones que necesariamente tuvieron que realizar las culturas primitivas de Polinesia (al menos hasta la Isla de Pascua), es un asunto aún polémico. En algunas ocasiones se ha recurrido a la arqueología experimental para probar la posibilidad de contactos con América desde el Pacífico. Otros conceptos de aplicación discutida son la prioridad del difusionismo o del desarrollo endógeno para determinados fenómenos culturales (agricultura, metalurgia, escritura, alfabeto, moneda, etc.) y la aplicación del evolucionismo en contextos arqueológicos y antropológicos. Pueblos, culturas y civilizaciones en la Edad Antigua

Próximo Oriente antiguo

Mesopotamia antigua


La desembocadura del Tigris y el Éufrates (los dos ríos pótamos en medio meso de los cuales se desarrolló este espacio de civilización) en la Baja Mesopotamia dio origen a la acumulación de depósitos aluviales en la zona de marismas que va ganando paulatinamente terreno al mar frente a la costa en retroceso del Golfo Pérsico (actualmente a más de cien kilómetros del lugar que ocupaba en el IV milenio a. C., y con los dos ríos confluyentes Shatt al-Arab). La zona fue propicia (con la condición de mantener una gran capacidad de organización social para el trabajo colectivo en la construcción de obras hidráulicas como canalizaciones, regadío y drenajes) para el desarrollo de las ciudades-estado sumerias (Ur, Uruk, Eridú, Lagash). Estas, en competencia entre sí y con los pueblos nómadas de estepas y desiertos circundantes (los del sur y oeste englobados por la historiografía en el amplio concepto étnico de semitas y los del este en la zona irania donde se fue formando la civilización elamita), así como con los núcleos que se fueron formando más al norte (Babilonia) y más al norte aún en la Alta Mesopotamia (Nínive); fueron desarrollando las características constitutivas de la civilización (sociedad compleja) y el estado (superestructura político-ideológica): templo, clase sacerdotal y religión organizada, frontera, guerra territorial, ejército, propaganda, impuestos, burocracia, monarquía, construcciones como murallas y zigurats; y el rasgo que marca el inicio de la historia: el registro de la memoria en la escritura.
La dinámica del crecimiento territorial llevó a la formación de imperios, que en su pretensión de monopolizar el poder, se describían a sí mismos como un continuo espacial «entre el mar pequeño y el mar grande» (el golfo Pérsico y el Mediterráneo), en enumeraciones más o menos fiables de pueblos anexionados, destruidos, dispersados, rechazados, sometidos, tributarios, o simplemente socios comerciales, aliados o contactos diplomáticos.
Cordilleras, mesetas, estepas y desiertos caracterizan un difícil medio físico entre el Tigris al oeste, el Golfo Pérsico al sur, el Indo al este y los Montes Elburz, el Mar Negro y el río Oxus al norte. No obstante, también son la vía terrestre que conecta el Próximo Oriente con el Asia Central y el Asia Meridional (más difícilmente, siendo más usada la conexión marítima); y a través de esas zonas, en última instancia, con el Extremo Oriente. La extensa región persa o irania cumpliría un papel clave en la teoría indoeuropea, de debatida validez, que suponía la existencia de un grupo ancestral de pueblos de las estepas portadores de rasgos comunes (lingüísticos, étnicos, culturales e incluso de estructura de pensamiento), esencialmente ganaderos (otorgaban un gran valor a vacas, caballos y perros), de estructura social patriarcal, jerarquizada y triádica (visible incluso en su panteón de dioses7 ), que protagonizaron una gigantesca expansión que incluiría la conquista de India por los arios; la de Europa por los predecesores de griegos, latinos, celtas, germanos y eslavos; y la de Mesopotamia

Anatolia y Armenia antiguas

La península de Anatolia, vía terrestre entre Asia y Europa, de la que la separa el estrecho del Bósforo y las numerosas islas del Egeo, con las que siempre mantuvo un continuo cultural (del que son muestra los aqueos y troyanos del mito homérico), estuvo en el corazón de las innovaciones de la Revolución Neolítica y la Revolución Urbana, desarrollando estados poderosos que entraron en relación y competencia con los mesopotámicos e incluso con Egipto. Hacia el norte, la costa del Mar Negro (el Ponto para griegos y romanos), acogía mitos como el del vellocino de oro que se hallaba en la Cólquide. La cordillera del Cáucaso la pone en contacto con las lejanas llanuras eurasiáticas.
.

Levante mediterráneo antiguo

La zona costera más oriental del Mediterráneo, por su ubicación entre África y Asia y sus favorables condiciones físicas, actuó como un «pasillo» entre el mar y el desierto, muy compartimentado, aunque con valles fluviales de dirección norte-sur (los del Jordán y el Orontes), que posibilitó las comunicaciones terrestres entre África, Asia y Europa. Ese papel se había cumplido desde el Paleolítico y el Neolítico (Jericó), y se acentuó con las primeras civilizaciones. Los grandes imperios de Egipto, Mesopotamia y Anatolia tuvieron en esta zona su zona de contacto geoestratégico. El contexto crítico de finales del II milenio a. C. permitió que se desarrollaran potentes civilizaciones locales de fuerte personalidad e influencia en el desarrollo histórico posterior (rasgos como el alfabeto o el monoteísmo), con una proyección muy superior a su extensión geográfica o población.
.

Siria, Jordania y Arabia antiguas


Entre el Tigris y la cordillera del Líbano comienza una vasta zona desértica que se extiende hacia el sur hasta la península Arábiga. Supone un obstáculo insalvable para el desarrollo de la agricultura más allá de pequeñas zonas de oasis muy dispersos, excepto en la zona del Yemen (Arabia Felix ‘Arabia feliz’). Las actividades económicas que se desarrollaron y permitieron la formación de una peculiar civilización fueron, por tanto, la ganadería nómada y las lucrativas rutas caravaneras del comercio a larga distancia que conectaban todas las partes del mundo antiguo a través de los puertos del Mar Rojo, el golfo de Adén y el golfo Pérsico (abiertos al océano Índico navegación hasta la India e Indonesia, al este de África -donde la relación con Eritrea y Etiopía fue muy estrecha- y a la costa oriental de Egipto Berenice), y ciudades del interior como Alepo, Damasco, Apamea, Petra o Palmira (que conectaban con el Levante mediterráneo).

Valle del Nilo antiguo




«Egipto es un don del Nilo» (Heródoto), pues pocas civilizaciones tuvieron una relación tan determinante con un río. Su crecida anual permite la fertilidad y altísima densidad de población de una estrecha franja que recorre el despoblado desierto norteafricano («desertizado» en el periodo postglacial) desde las cataratas del sur hasta el delta del norte. La dualidad entre el Alto Egipto y el Bajo Egipto forjó, sobre una sociedad campesina extraordinariamente estable y vinculada por el trabajo colectivo en las obras hidráulicas, unas instituciones y una cultura caracterizadas por la sacralización de la figura del faraón, la fortaleza de los templos, una eficaz burocracia y una compleja religión del más allá. Dentro de una gran continuidad a lo largo de milenios (que a veces se ha interpretado como homogeneidad o incluso estereotipación, con escasísimas excepciones el periodo de Amarna), se mantuvo una repetida dialéctica entre la unidad y la disgregación en el devenir cíclico de las fases de la historia egipcia, con periodos de esplendor y de crisis.


Amenofis IV realizó una reforma religiosa tendente al monoteísmo de Atón, redenominándose Ajenatón; sus cambios implicaron incluso una alteración de las convenciones de representación artística, en lo que se ha denominado «estilo de Tell el Amarna» (mediados del siglo XIV a. C.).

La apertura del sarcófago de Tutankamón por Howard Carter en 1923, uno de los momentos más espectaculares de la arqueología. Era una tumba intacta, y precisamente la del faraón cuyo breve reinado (1336-1327 a. C.) significó la vuelta a la ortodoxia tradicional de la religión egipcia tras el paréntesis herético de Ajenatón.

Ramsés II, el más activo de los faraones del Imperio nuevo, en un relieve de Abu Simbel. La expansión exterior llevó hasta el norte de Palestina, enfrentándose con los hititas en la famosa batalla de Qadesh (1274), cuyo incierto resultado permitió presentarla como una victoria por ambas partes, obligó al mantenimiento de un precoz concepto de «equilibrio internacional» con sofisticadas negociaciones diplomáticas, y suscitó un interesante programa justificativo en textos y monumentos artísticos que la convierten en la primera batalla de la historia militar con suficiente información como para ser objeto de un estudio detallado.

Pirámides de Gebel Barkal, en el reino de Napata (o de los «faraones negros» o khusitas), fuertemente influenciado por la cultura egipcia. Actual Sudán.

Mediterráneo y Europa antiguos


Grecia antigua

El Partenón, Atenas, siglo V a. C. Es el edificio más representativo de la cultura helena, su construcción fue ordenada por el político griego Pericles, costó aproximadamente treinta millones de dracmas, lo equivalente a una cifra astronómica de dinero, aún para los estándares modernos. Consiste en una obra maestra de arte y arquitectura, como también de ingeniería: su estructura resistente; los recursos de la perspectiva y su decoración, utilizados (as) en su estética, lo hacen merecedor de tal título.
Artículo principal: Antigua Grecia.
Hélade es el concepto geográfico y cultural que abarcaba en la Antigüedad clásica el territorio habitado por los griegos o helenos, más amplio que la actual Grecia, y que comprendería el territorio continental europeo que va desde el Peloponeso al sur hasta una difusa separación con Macedonia, Tracia y Epiro al norte; además de las islas del mar Egeo y del Mar Jónico y la costa occidental de la actual Turquía (Jonia) hasta el Helesponto. También se asimilaban al concepto de Hélade las colonias griegas establecidas por todo el Mediterráneo; y también podían entenderse próximos a él los extensos territorios de las monarquías helenísticas de Egipto y el Próximo Oriente, que en mayor o menor medida habían sido helenizados.

La Edad Antigua es un período histórico comprendido dentro de la llamada Historia, que comienza luego de la Prehistoria, por la invención de la escritura (año 3000 antes de Cristo), y finaliza con la caída del Imperio Romano de Occidente (año 476 después de Cristo), siendo sucedida por la Edad Media. Cabe enfatizar en este breve resumen, que la escritura es desarrollada por primera vez gracias a la civilización mesopotámica; y el Imperio Romano cae a manos de los bárbaros (nombre que le atribuían los romanos a los pueblos extranjeros).
Entre las civilizaciones que se destacan en la Edad Antigua se halla la civilización hebrea, que cobra vital importancia religiosa, pues da origen a la primer religión monoteísta, lo que implica la veneración de un único Dios. La civilización egipcia adquiere relevancia por sus monumentales pirámides, que servían de sepulcro a los faraones; además, brindaban culto a los muertos, y poseían tres tipos de escritura: jeroglífica, hierática, y demótica. Otra trascendente civilización es la fenicia, organizada en ciudades-estado, en donde floreció la navegación y el comercio; esta civilización creó el alfabeto fenicio.
Dentro de este período se hallan dos Estados que hasta el día de hoy se oyen nombrar con frecuencia y naturalidad, debido a la fuerte huella que han dejado en la historia humana. Grecia, con su cuna democrática en la polis de Atenas; y Roma, cuyo Imperio se expande por Europa y el Norte de África, conquistando una innumerable cantidad de pueblos, y se convierte al cristianismo (antes Roma poseía una religión politeísta, de muchos dioses), que adquirirá en la Edad Media un poder colosal, concentrado en la Iglesia.
Es la Edad Antigua sede de posiciones sociales jerárquicas, esclavitud, y actividades primarias y de comercio; siempre refiriéndonos al mundo Europeo, pues éste todavía no entra en contacto con las civilizaciones americanas, de las que desconoce hasta la existencia.



La Edad Antigua es una epoca historica que coincide con el surgimiento y desarrollo de las Primeras Civilizaciones (Egipto , Grecia, Roma, etc), tambien conocidas como Civilizaciones Antiguas. De acuerdo con la historiografia, el inicio de este periodo esta marcada por el surgimiento de la escritura (alrededor del año 4000 a.c.), que representa tambien el fin de la Prehistoria. De acuerdo con este sistema de periodizacion historica la Edad Antigua se extiende el surgimiento de la escritura, hasta la Caida o derrumbe del Imperio Romano de Occidente, por las invasiones barbaras del siglo V. Habria tenido una duracion de 5500 años este periodo historico.

Principales características históricas de la Edad Antigua:

- Surgimiento y desarrollo de la vida urbana
- Poderes politicos centralizados en manos de reyes
- Sociedades marcadas por la estratificacion social
- Desarrollo de las religiones organizadas ( en su mayoria politeistas)
- Militarismo y ocurrencias de continuas guerras entre pueblos.
- Desarrollo y fortalecimeinto del comercio
- Desarrollo del sistema de cobranza de impuestos y obligaciones sociales.
- Creacion de sistemas juridicos (Leyes)
- Desarrollo cultural y artistico.



EDAD ANTIGUA



 LA EDAD ANTIGUA
La Edad Antigua es la época histórica que coincide con el surgimiento y desarrollo de las primeras civilizaciones.

El concepto más tradicional de historia antigua presta atención a la invención de la escritura, que convencionalmente la historiografía ha considerado el hito que permite marcar el final de la Prehistoria y el comienzo de la Historia, dada la primacía que otorga a las fuentes escritas frente a la cultura material, que estudia con su propio método la arqueología. Otras orientaciones procuran atender al sistema social o el nivel técnico. Recientemente, los estudios de genética de poblaciones basados en distintas técnicas de análisis comparativo de ADN y los estudios de antropología lingüística están llegando a reconstruir de un modo cada vez más preciso las migraciones antiguas y su herencia en las poblaciones actuales.1

Sea cual fuere el criterio empleado, coincide que en tiempo y lugar unos y otros procesos cristalizaron en el inicio de la vida urbana (ciudades muy superiores en tamaño y diferentes en función a las aldeas neolíticas), la aparición del poder político (palacios, reyes), de las religiones organizadas (templos, sacerdotes), una compleja estratificación social, esfuerzos colectivos de gran envergadura que exigen prestaciones de trabajo obligatorio e impuestos, y el comercio de larga distancia (todo lo que se ha venido en llamar «revolución urbana»);2 nivel de desarrollo social que por primera vez se alcanzó en la Sumeria del IV milenio a. C., espacio propicio para la constitución de las primeras ciudades-estado competitivas a partir del sustrato neolítico que llevaba ya cuatro milenios desarrollándose en el «Creciente fértil».3 A partir de ellas, y de sucesivos contactos (tanto pacíficos como invasiones) de pueblos vecinos (culturas sedentario-agrícolas o nómada-ganaderas que se nombran tradicionalmente con términos de validez cuestionada, más propios de familias lingüísticas que de razas humanas: semitas, camitas, indoeuropeos, etc.), se fueron conformando los primeros estados de gran extensión territorial, hasta alcanzar el tamaño de imperios multinacionales.
Procesos similares tuvieron lugar en diversos momentos según el área geográfica (sucesivamente Mesopotamia, el valle del Nilo, el subcontinente indio, China, la cuenca del Mediterráneo, la América precolombina y el resto de Europa, Asia y África); en algunas zonas especialmente aisladas, algunos pueblos cazadores-recolectores actuales aún no habrían abandonado la prehistoria mientras que otros entraron violentamente en la edad moderna o contemporánea de la mano de las colonizaciones del siglo XVI al XIX.
Los pueblos cronológicamente contemporáneos a la Historia escrita del Mediterráneo Oriental pueden ser objeto de la Protohistoria, pues las fuentes escritas por romanos, griegos, fenicios, hebreos o egipcios, además de las fuentes arqueológicas, permiten hacerlo.

Tableta de arcilla sumeria con escritura cuneiforme de finales del III milenio a. C. La innovación de la escritura es de tal magnitud para el desarrollo de la civilización que se identifica con la historia misma.
La Antigüedad clásica se localiza en el momento de plenitud de la civilización grecorromana (siglo V a. C. al II d. C.) o en sentido amplio, en toda su duración (siglo VIII a. C. al V d. C.). Se caracterizó por la definición de innovadores conceptos sociopolíticos: los de ciudadanía y de libertad personal, no para todos, sino para una minoría sostenida por el trabajo esclavo; a diferencia de los imperios fluviales del antiguo Egipto, Babilonia, India o China, para los que se definió la imprecisa categoría de «modo de producción asiático», caracterizadas por la existencia de un poder omnímodo en la cúspide del imperio y el pago de tributos por las comunidades campesinas sujetas a él, pero de condición social libre (pues aunque exista la esclavitud, no representa la fuerza de trabajo principal).
El final de la Edad Antigua en la civilización occidental coincide con la caída del Imperio romano de Occidente (en el año 476; el Imperio romano de Oriente sobrevivió toda la Edad Media hasta 1453 como Imperio bizantino), aunque tal discontinuidad no se observa en otras civilizaciones. Por tanto, las divisiones posteriores (Edad Media y Edad Moderna) pueden considerarse válidos solo para aquella; mientras que la mayor parte de Asia y África, y con mucha más claridad América, son objeto en su historia de una periodización propia.
Algunos autores culturalistas hacen llegar la Antigüedad tardía europea hasta los siglos VI y VII, mientras que, la escuela «mutacionista» francesa la extiende hasta algún momento entre los siglos IX y XI. Distintas interpretaciones de la historia ponen el acento en cuestiones económicas (transición del modo de producción esclavista al modo de producción feudal, desde la crisis del siglo III); políticas (desaparición del imperio e instalación de los reinos germánicos desde el siglo V); o ideológicas, religiosas (sustitución del paganismo politeísta por los monoteísmos teocéntricos: el cristianismo siglo IV y posteriormente el islam siglo VII), filosóficas (filosofía antigua por la medieval) y artísticas (evolución desde el arte antiguo clásico hacia el arte medieval paleocristiano y prerrománico).

Las civilizaciones de la Antigüedad son agrupadas geográficamente por la historiografía y la arqueología en zonas en que distintos pueblos y culturas estuvieron especialmente vinculados entre sí; aunque las áreas de influencia de cada una de ellas llegaron en muchas ocasiones a interpenetrarse e ir mucho más lejos, formando imperios de dimensiones multicontinentales (el Imperio persa, el de Alejandro Magno y el Imperio romano), talasocracias (‘gobierno de los mares’) o rutas comerciales y de intercambio de productos e ideas a larga distancia; aunque siempre limitadas por el relativo aislamiento entre ellas (obstáculos de los desiertos y océanos), que llega a ser radical en algunos casos (entre el Viejo Mundo y el Nuevo Mundo). La navegación antigua, especialmente la naturaleza y extensión de las expediciones que necesariamente tuvieron que realizar las culturas primitivas de Polinesia (al menos hasta la Isla de Pascua), es un asunto aún polémico. En algunas ocasiones se ha recurrido a la arqueología experimental para probar la posibilidad de contactos con América desde el Pacífico. Otros conceptos de aplicación discutida son la prioridad del difusionismo o del desarrollo endógeno para determinados fenómenos culturales (agricultura, metalurgia, escritura, alfabeto, moneda, etc.) y la aplicación del evolucionismo en contextos arqueológicos y antropológicos. Pueblos, culturas y civilizaciones en la Edad Antigua

Próximo Oriente antiguo

Mesopotamia antigua


La desembocadura del Tigris y el Éufrates (los dos ríos pótamos en medio meso de los cuales se desarrolló este espacio de civilización) en la Baja Mesopotamia dio origen a la acumulación de depósitos aluviales en la zona de marismas que va ganando paulatinamente terreno al mar frente a la costa en retroceso del Golfo Pérsico (actualmente a más de cien kilómetros del lugar que ocupaba en el IV milenio a. C., y con los dos ríos confluyentes Shatt al-Arab). La zona fue propicia (con la condición de mantener una gran capacidad de organización social para el trabajo colectivo en la construcción de obras hidráulicas como canalizaciones, regadío y drenajes) para el desarrollo de las ciudades-estado sumerias (Ur, Uruk, Eridú, Lagash). Estas, en competencia entre sí y con los pueblos nómadas de estepas y desiertos circundantes (los del sur y oeste englobados por la historiografía en el amplio concepto étnico de semitas y los del este en la zona irania donde se fue formando la civilización elamita), así como con los núcleos que se fueron formando más al norte (Babilonia) y más al norte aún en la Alta Mesopotamia (Nínive); fueron desarrollando las características constitutivas de la civilización (sociedad compleja) y el estado (superestructura político-ideológica): templo, clase sacerdotal y religión organizada, frontera, guerra territorial, ejército, propaganda, impuestos, burocracia, monarquía, construcciones como murallas y zigurats; y el rasgo que marca el inicio de la historia: el registro de la memoria en la escritura.
La dinámica del crecimiento territorial llevó a la formación de imperios, que en su pretensión de monopolizar el poder, se describían a sí mismos como un continuo espacial «entre el mar pequeño y el mar grande» (el golfo Pérsico y el Mediterráneo), en enumeraciones más o menos fiables de pueblos anexionados, destruidos, dispersados, rechazados, sometidos, tributarios, o simplemente socios comerciales, aliados o contactos diplomáticos.
Cordilleras, mesetas, estepas y desiertos caracterizan un difícil medio físico entre el Tigris al oeste, el Golfo Pérsico al sur, el Indo al este y los Montes Elburz, el Mar Negro y el río Oxus al norte. No obstante, también son la vía terrestre que conecta el Próximo Oriente con el Asia Central y el Asia Meridional (más difícilmente, siendo más usada la conexión marítima); y a través de esas zonas, en última instancia, con el Extremo Oriente. La extensa región persa o irania cumpliría un papel clave en la teoría indoeuropea, de debatida validez, que suponía la existencia de un grupo ancestral de pueblos de las estepas portadores de rasgos comunes (lingüísticos, étnicos, culturales e incluso de estructura de pensamiento), esencialmente ganaderos (otorgaban un gran valor a vacas, caballos y perros), de estructura social patriarcal, jerarquizada y triádica (visible incluso en su panteón de dioses7 ), que protagonizaron una gigantesca expansión que incluiría la conquista de India por los arios; la de Europa por los predecesores de griegos, latinos, celtas, germanos y eslavos; y la de Mesopotamia

Anatolia y Armenia antiguas

La península de Anatolia, vía terrestre entre Asia y Europa, de la que la separa el estrecho del Bósforo y las numerosas islas del Egeo, con las que siempre mantuvo un continuo cultural (del que son muestra los aqueos y troyanos del mito homérico), estuvo en el corazón de las innovaciones de la Revolución Neolítica y la Revolución Urbana, desarrollando estados poderosos que entraron en relación y competencia con los mesopotámicos e incluso con Egipto. Hacia el norte, la costa del Mar Negro (el Ponto para griegos y romanos), acogía mitos como el del vellocino de oro que se hallaba en la Cólquide. La cordillera del Cáucaso la pone en contacto con las lejanas llanuras eurasiáticas.
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Levante mediterráneo antiguo

La zona costera más oriental del Mediterráneo, por su ubicación entre África y Asia y sus favorables condiciones físicas, actuó como un «pasillo» entre el mar y el desierto, muy compartimentado, aunque con valles fluviales de dirección norte-sur (los del Jordán y el Orontes), que posibilitó las comunicaciones terrestres entre África, Asia y Europa. Ese papel se había cumplido desde el Paleolítico y el Neolítico (Jericó), y se acentuó con las primeras civilizaciones. Los grandes imperios de Egipto, Mesopotamia y Anatolia tuvieron en esta zona su zona de contacto geoestratégico. El contexto crítico de finales del II milenio a. C. permitió que se desarrollaran potentes civilizaciones locales de fuerte personalidad e influencia en el desarrollo histórico posterior (rasgos como el alfabeto o el monoteísmo), con una proyección muy superior a su extensión geográfica o población.
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Siria, Jordania y Arabia antiguas


Entre el Tigris y la cordillera del Líbano comienza una vasta zona desértica que se extiende hacia el sur hasta la península Arábiga. Supone un obstáculo insalvable para el desarrollo de la agricultura más allá de pequeñas zonas de oasis muy dispersos, excepto en la zona del Yemen (Arabia Felix ‘Arabia feliz’). Las actividades económicas que se desarrollaron y permitieron la formación de una peculiar civilización fueron, por tanto, la ganadería nómada y las lucrativas rutas caravaneras del comercio a larga distancia que conectaban todas las partes del mundo antiguo a través de los puertos del Mar Rojo, el golfo de Adén y el golfo Pérsico (abiertos al océano Índico navegación hasta la India e Indonesia, al este de África -donde la relación con Eritrea y Etiopía fue muy estrecha- y a la costa oriental de Egipto Berenice), y ciudades del interior como Alepo, Damasco, Apamea, Petra o Palmira (que conectaban con el Levante mediterráneo).

Valle del Nilo antiguo




«Egipto es un don del Nilo» (Heródoto), pues pocas civilizaciones tuvieron una relación tan determinante con un río. Su crecida anual permite la fertilidad y altísima densidad de población de una estrecha franja que recorre el despoblado desierto norteafricano («desertizado» en el periodo postglacial) desde las cataratas del sur hasta el delta del norte. La dualidad entre el Alto Egipto y el Bajo Egipto forjó, sobre una sociedad campesina extraordinariamente estable y vinculada por el trabajo colectivo en las obras hidráulicas, unas instituciones y una cultura caracterizadas por la sacralización de la figura del faraón, la fortaleza de los templos, una eficaz burocracia y una compleja religión del más allá. Dentro de una gran continuidad a lo largo de milenios (que a veces se ha interpretado como homogeneidad o incluso estereotipación, con escasísimas excepciones el periodo de Amarna), se mantuvo una repetida dialéctica entre la unidad y la disgregación en el devenir cíclico de las fases de la historia egipcia, con periodos de esplendor y de crisis.


Amenofis IV realizó una reforma religiosa tendente al monoteísmo de Atón, redenominándose Ajenatón; sus cambios implicaron incluso una alteración de las convenciones de representación artística, en lo que se ha denominado «estilo de Tell el Amarna» (mediados del siglo XIV a. C.).

La apertura del sarcófago de Tutankamón por Howard Carter en 1923, uno de los momentos más espectaculares de la arqueología. Era una tumba intacta, y precisamente la del faraón cuyo breve reinado (1336-1327 a. C.) significó la vuelta a la ortodoxia tradicional de la religión egipcia tras el paréntesis herético de Ajenatón.

Ramsés II, el más activo de los faraones del Imperio nuevo, en un relieve de Abu Simbel. La expansión exterior llevó hasta el norte de Palestina, enfrentándose con los hititas en la famosa batalla de Qadesh (1274), cuyo incierto resultado permitió presentarla como una victoria por ambas partes, obligó al mantenimiento de un precoz concepto de «equilibrio internacional» con sofisticadas negociaciones diplomáticas, y suscitó un interesante programa justificativo en textos y monumentos artísticos que la convierten en la primera batalla de la historia militar con suficiente información como para ser objeto de un estudio detallado.

Pirámides de Gebel Barkal, en el reino de Napata (o de los «faraones negros» o khusitas), fuertemente influenciado por la cultura egipcia. Actual Sudán.

Mediterráneo y Europa antiguos


Grecia antigua

El Partenón, Atenas, siglo V a. C. Es el edificio más representativo de la cultura helena, su construcción fue ordenada por el político griego Pericles, costó aproximadamente treinta millones de dracmas, lo equivalente a una cifra astronómica de dinero, aún para los estándares modernos. Consiste en una obra maestra de arte y arquitectura, como también de ingeniería: su estructura resistente; los recursos de la perspectiva y su decoración, utilizados (as) en su estética, lo hacen merecedor de tal título.
Artículo principal: Antigua Grecia.
Hélade es el concepto geográfico y cultural que abarcaba en la Antigüedad clásica el territorio habitado por los griegos o helenos, más amplio que la actual Grecia, y que comprendería el territorio continental europeo que va desde el Peloponeso al sur hasta una difusa separación con Macedonia, Tracia y Epiro al norte; además de las islas del mar Egeo y del Mar Jónico y la costa occidental de la actual Turquía (Jonia) hasta el Helesponto. También se asimilaban al concepto de Hélade las colonias griegas establecidas por todo el Mediterráneo; y también podían entenderse próximos a él los extensos territorios de las monarquías helenísticas de Egipto y el Próximo Oriente, que en mayor o menor medida habían sido helenizados.

La Edad Antigua es un período histórico comprendido dentro de la llamada Historia, que comienza luego de la Prehistoria, por la invención de la escritura (año 3000 antes de Cristo), y finaliza con la caída del Imperio Romano de Occidente (año 476 después de Cristo), siendo sucedida por la Edad Media. Cabe enfatizar en este breve resumen, que la escritura es desarrollada por primera vez gracias a la civilización mesopotámica; y el Imperio Romano cae a manos de los bárbaros (nombre que le atribuían los romanos a los pueblos extranjeros).
Entre las civilizaciones que se destacan en la Edad Antigua se halla la civilización hebrea, que cobra vital importancia religiosa, pues da origen a la primer religión monoteísta, lo que implica la veneración de un único Dios. La civilización egipcia adquiere relevancia por sus monumentales pirámides, que servían de sepulcro a los faraones; además, brindaban culto a los muertos, y poseían tres tipos de escritura: jeroglífica, hierática, y demótica. Otra trascendente civilización es la fenicia, organizada en ciudades-estado, en donde floreció la navegación y el comercio; esta civilización creó el alfabeto fenicio.
Dentro de este período se hallan dos Estados que hasta el día de hoy se oyen nombrar con frecuencia y naturalidad, debido a la fuerte huella que han dejado en la historia humana. Grecia, con su cuna democrática en la polis de Atenas; y Roma, cuyo Imperio se expande por Europa y el Norte de África, conquistando una innumerable cantidad de pueblos, y se convierte al cristianismo (antes Roma poseía una religión politeísta, de muchos dioses), que adquirirá en la Edad Media un poder colosal, concentrado en la Iglesia.
Es la Edad Antigua sede de posiciones sociales jerárquicas, esclavitud, y actividades primarias y de comercio; siempre refiriéndonos al mundo Europeo, pues éste todavía no entra en contacto con las civilizaciones americanas, de las que desconoce hasta la existencia.



La Edad Antigua es una epoca historica que coincide con el surgimiento y desarrollo de las Primeras Civilizaciones (Egipto , Grecia, Roma, etc), tambien conocidas como Civilizaciones Antiguas. De acuerdo con la historiografia, el inicio de este periodo esta marcada por el surgimiento de la escritura (alrededor del año 4000 a.c.), que representa tambien el fin de la Prehistoria. De acuerdo con este sistema de periodizacion historica la Edad Antigua se extiende el surgimiento de la escritura, hasta la Caida o derrumbe del Imperio Romano de Occidente, por las invasiones barbaras del siglo V. Habria tenido una duracion de 5500 años este periodo historico.

Principales características históricas de la Edad Antigua:

- Surgimiento y desarrollo de la vida urbana
- Poderes politicos centralizados en manos de reyes
- Sociedades marcadas por la estratificacion social
- Desarrollo de las religiones organizadas ( en su mayoria politeistas)
- Militarismo y ocurrencias de continuas guerras entre pueblos.
- Desarrollo y fortalecimeinto del comercio
- Desarrollo del sistema de cobranza de impuestos y obligaciones sociales.
- Creacion de sistemas juridicos (Leyes)
- Desarrollo cultural y artistico.