LA EDAD ANTIGUA La Edad Antigua es la época histórica que coincide con el surgimiento y desarrollo de las primeras civilizaciones.
El concepto más tradicional de historia
antigua presta atención a la invención de la escritura, que convencionalmente la historiografía
ha considerado el hito que permite marcar el final de la Prehistoria
y el comienzo de la Historia, dada la primacía que otorga a las fuentes
escritas frente a la cultura
material, que estudia con su propio método
la arqueología.
Otras orientaciones procuran atender al sistema
social o el nivel técnico. Recientemente, los estudios
de genética de poblaciones basados en
distintas técnicas de análisis comparativo de ADN y los estudios de antropología lingüística están llegando a
reconstruir de un modo cada vez más preciso las migraciones
antiguas y su herencia en las poblaciones actuales.1
Sea cual fuere el criterio empleado, coincide que en tiempo y lugar unos
y otros procesos cristalizaron en el inicio de la vida urbana (ciudades muy
superiores en tamaño y diferentes en función a las aldeas neolíticas),
la aparición del poder político (palacios,
reyes),
de las religiones
organizadas (templos, sacerdotes), una compleja estratificación social, esfuerzos
colectivos de gran envergadura que exigen prestaciones de trabajo obligatorio e impuestos,
y el comercio
de larga distancia (todo lo que se ha venido en llamar «revolución urbana»);2
nivel de desarrollo social que por primera vez se alcanzó en la Sumeria
del IV milenio a. C., espacio
propicio para la constitución de las primeras ciudades-estado
competitivas a partir del sustrato neolítico que llevaba ya cuatro milenios
desarrollándose en el «Creciente fértil».3
A partir de ellas, y de sucesivos contactos (tanto pacíficos como invasiones)
de pueblos vecinos (culturas sedentario-agrícolas o nómada-ganaderas
que se nombran tradicionalmente con términos de validez cuestionada, más
propios de familias lingüísticas que de razas humanas:
semitas,
camitas,
indoeuropeos,
etc.), se fueron conformando los primeros estados de gran
extensión territorial, hasta alcanzar el tamaño de imperios
multinacionales.
Procesos similares tuvieron lugar en diversos momentos según el área
geográfica (sucesivamente Mesopotamia, el valle del
Nilo, el subcontinente indio, China, la cuenca del Mediterráneo, la América precolombina y el resto de Europa, Asia y África);
en algunas zonas especialmente aisladas, algunos pueblos cazadores-recolectores actuales aún no habrían
abandonado la prehistoria mientras que otros entraron violentamente en la edad moderna
o contemporánea de la mano de las colonizaciones
del siglo XVI
al XIX.
Los pueblos cronológicamente contemporáneos a la Historia escrita del Mediterráneo Oriental pueden ser objeto de
la Protohistoria,
pues las fuentes escritas por romanos,
griegos,
fenicios,
hebreos
o egipcios,
además de las fuentes arqueológicas, permiten hacerlo.
Tableta
de arcilla sumeria con escritura cuneiforme de finales del III milenio
a. C. La innovación de la escritura es de tal magnitud para el
desarrollo de la civilización que se identifica con la historia misma.
La Antigüedad clásica se localiza en el momento de
plenitud de la civilización grecorromana (siglo V a. C.
al II d. C.)
o en sentido amplio, en toda su duración (siglo VIII a. C.
al V d. C.).
Se caracterizó por la definición de innovadores conceptos sociopolíticos: los
de ciudadanía
y de libertad
personal, no para todos, sino para una minoría sostenida por el trabajo esclavo; a diferencia de los imperios fluviales del antiguo
Egipto, Babilonia, India o China,
para los que se definió la imprecisa categoría de «modo de producción asiático»,
caracterizadas por la existencia de un poder omnímodo en la cúspide del imperio
y el pago de tributos
por las comunidades campesinas sujetas a él, pero de condición social libre (pues
aunque exista la esclavitud, no representa la fuerza de
trabajo principal).
El final de la Edad Antigua en la civilización occidental coincide con la
caída del Imperio romano de Occidente (en el año 476; el Imperio romano de Oriente sobrevivió toda
la Edad Media
hasta 1453
como Imperio bizantino), aunque tal discontinuidad no
se observa en otras civilizaciones. Por tanto, las divisiones posteriores (Edad
Media y Edad Moderna)
pueden considerarse válidos solo para aquella; mientras que la mayor parte de Asia y África,
y con mucha más claridad América, son objeto en su historia de una periodización
propia.
Algunos autores culturalistas hacen llegar la Antigüedad tardía europea hasta los siglos VI
y VII,
mientras que, la escuela «mutacionista» francesa la extiende hasta algún
momento entre los siglos IX y XI. Distintas interpretaciones de la historia ponen el acento
en cuestiones económicas (transición del modo de producción esclavista al modo de producción feudal, desde la crisis del siglo III); políticas
(desaparición del imperio e instalación de los reinos germánicos desde el siglo V);
o ideológicas, religiosas (sustitución del paganismo
politeísta por los monoteísmos teocéntricos:
el cristianismo
―siglo IV― y posteriormente el islam ―siglo VII―), filosóficas (filosofía antigua por la medieval) y artísticas (evolución desde el arte antiguo
―clásico― hacia el arte medieval
―paleocristiano y prerrománico―).
Las civilizaciones de la Antigüedad son agrupadas geográficamente por la historiografía y la arqueología en zonas en que distintos pueblos y culturas estuvieron especialmente vinculados entre sí; aunque las áreas de influencia de cada una de ellas llegaron en muchas ocasiones a interpenetrarse e ir mucho más lejos, formando imperios de dimensiones multicontinentales (el Imperio persa, el de Alejandro Magno y el Imperio romano), talasocracias (‘gobierno de los mares’) o rutas comerciales y de intercambio de productos e ideas a larga distancia; aunque siempre limitadas por el relativo aislamiento entre ellas (obstáculos de los desiertos y océanos), que llega a ser radical en algunos casos (entre el Viejo Mundo y el Nuevo Mundo). La navegación antigua, especialmente la naturaleza y extensión de las expediciones que necesariamente tuvieron que realizar las culturas primitivas de Polinesia (al menos hasta la Isla de Pascua), es un asunto aún polémico. En algunas ocasiones se ha recurrido a la arqueología experimental para probar la posibilidad de contactos con América desde el Pacífico. Otros conceptos de aplicación discutida son la prioridad del difusionismo o del desarrollo endógeno para determinados fenómenos culturales (agricultura, metalurgia, escritura, alfabeto, moneda, etc.) y la aplicación del evolucionismo en contextos arqueológicos y antropológicos. Pueblos, culturas y civilizaciones en la Edad Antigua
Próximo Oriente antiguo
Mesopotamia antigua
La
desembocadura del Tigris
y el Éufrates
(los dos ríos ―pótamos― en medio ―meso― de los cuales se desarrolló
este espacio de civilización) en la Baja
Mesopotamia dio origen a la acumulación de depósitos aluviales en la
zona de marismas
que va ganando paulatinamente terreno al mar frente a la costa en retroceso del
Golfo Pérsico
(actualmente a más de cien kilómetros del lugar que ocupaba en el
IV milenio a. C., y con los dos ríos confluyentes ―Shatt al-Arab―). La zona fue propicia (con la
condición de mantener una gran capacidad de organización social para el trabajo
colectivo en la construcción de obras hidráulicas como canalizaciones, regadío
y drenajes) para el desarrollo de las ciudades-estado
sumerias
(Ur, Uruk, Eridú,
Lagash).
Estas, en competencia entre sí y con los pueblos nómadas de estepas y desiertos
circundantes (los del sur y oeste englobados por la historiografía en el amplio
concepto étnico de semitas y los del este en la zona irania donde se fue formando
la civilización elamita),
así como con los núcleos que se fueron formando más al norte (Babilonia) y más al norte aún en la Alta
Mesopotamia (Nínive); fueron desarrollando las características
constitutivas de la civilización (sociedad compleja) y el estado
(superestructura político-ideológica): templo, clase
sacerdotal y religión organizada, frontera,
guerra
territorial, ejército, propaganda, impuestos, burocracia, monarquía,
construcciones como murallas y zigurats; y el rasgo que marca el inicio de la historia: el
registro de la memoria en la escritura.
La
dinámica del crecimiento territorial llevó a la formación de imperios, que en
su pretensión de monopolizar el poder, se describían a sí mismos como un
continuo espacial «entre el mar pequeño y el mar grande» (el golfo Pérsico y el
Mediterráneo), en enumeraciones más o menos fiables de pueblos anexionados,
destruidos, dispersados, rechazados, sometidos, tributarios, o simplemente
socios comerciales, aliados o contactos diplomáticos.
Cordilleras,
mesetas, estepas y desiertos caracterizan un difícil medio físico entre el Tigris al
oeste, el Golfo Pérsico al sur, el Indo al este y los Montes Elburz,
el Mar Negro
y el río Oxus
al norte. No obstante, también son la vía terrestre que conecta el Próximo
Oriente con el Asia Central y el Asia Meridional (más difícilmente, siendo más
usada la conexión marítima); y a través de esas zonas, en última instancia, con
el Extremo Oriente. La extensa región persa o irania cumpliría un papel clave
en la teoría indoeuropea, de debatida validez,
que suponía la existencia de un grupo ancestral de pueblos de las estepas
portadores de rasgos comunes (lingüísticos, étnicos, culturales e incluso de
estructura de pensamiento), esencialmente ganaderos (otorgaban un gran valor a
vacas, caballos y perros), de estructura social patriarcal, jerarquizada y triádica
(visible incluso en su panteón de dioses7
), que protagonizaron una gigantesca expansión que incluiría la conquista de
India por los arios;
la de Europa por los predecesores de griegos, latinos,
celtas,
germanos y eslavos;
y la de Mesopotamia
Anatolia y Armenia antiguas
La
península de Anatolia, vía terrestre entre
Asia y Europa, de la que la separa el estrecho del Bósforo y las numerosas islas del
Egeo, con las que siempre mantuvo un continuo cultural (del que son
muestra los aqueos y troyanos del mito homérico),
estuvo en el corazón de las innovaciones de la Revolución Neolítica y la
Revolución Urbana, desarrollando estados poderosos que entraron en relación y
competencia con los mesopotámicos e incluso con Egipto. Hacia el norte, la
costa del Mar Negro (el Ponto para griegos y romanos), acogía mitos como el del vellocino de
oro que se hallaba en la Cólquide.
La cordillera del Cáucaso la pone en contacto con las lejanas llanuras
eurasiáticas.
.
Levante mediterráneo antiguo
La
zona costera más oriental del Mediterráneo, por su ubicación entre África y
Asia y sus favorables condiciones físicas, actuó como un «pasillo» entre el mar
y el desierto, muy compartimentado, aunque con valles fluviales de dirección
norte-sur (los del Jordán y el Orontes),
que posibilitó las comunicaciones terrestres entre África, Asia y Europa. Ese
papel se había cumplido desde el Paleolítico y el Neolítico (Jericó), y se acentuó con las primeras
civilizaciones. Los grandes imperios de Egipto, Mesopotamia y Anatolia tuvieron
en esta zona su zona de contacto geoestratégico. El contexto crítico de finales
del II milenio a. C. permitió que se
desarrollaran potentes civilizaciones locales de fuerte personalidad e
influencia en el desarrollo histórico posterior (rasgos como el alfabeto
o el monoteísmo),
con una proyección muy superior a su extensión geográfica o población.
.
Siria, Jordania y Arabia antiguas
Entre
el Tigris
y la cordillera del Líbano comienza una vasta
zona desértica que se extiende hacia el sur hasta la península Arábiga. Supone un obstáculo
insalvable para el desarrollo de la agricultura más allá de pequeñas zonas de
oasis muy dispersos, excepto en la zona del Yemen (Arabia Felix
―‘Arabia feliz’―). Las actividades económicas
que se desarrollaron y permitieron la formación de una peculiar civilización
fueron, por tanto, la ganadería nómada y las lucrativas rutas caravaneras del
comercio a larga distancia que conectaban todas las partes del mundo antiguo a
través de los puertos del Mar Rojo, el golfo de Adén
y el golfo Pérsico (abiertos al océano Índico ―navegación hasta la India e Indonesia―, al este de África -donde la
relación con Eritrea
y Etiopía
fue muy estrecha- y a la costa oriental de Egipto ―Berenice―), y ciudades del interior como Alepo, Damasco,
Apamea,
Petra
o Palmira
(que conectaban con el Levante mediterráneo).
Valle del Nilo antiguo
La Esfinge
y las Pirámides de Guiza (en el antiguo
Egipto, III milenio a. C.).
«Egipto
es un don del Nilo»
(Heródoto),
pues pocas civilizaciones tuvieron una relación tan determinante con un río. Su
crecida anual permite la fertilidad y altísima densidad de población de una
estrecha franja que recorre el despoblado desierto norteafricano («desertizado»
en el periodo postglacial) desde las cataratas del sur hasta el delta
del norte. La dualidad entre el Alto Egipto
y el Bajo Egipto
forjó, sobre una sociedad campesina extraordinariamente estable y vinculada por
el trabajo colectivo en las obras hidráulicas, unas instituciones y una cultura
caracterizadas por la sacralización de la figura del faraón,
la fortaleza de los templos, una eficaz burocracia y una compleja religión del más allá.
Dentro de una gran continuidad a lo largo de milenios (que a veces se ha interpretado
como homogeneidad o incluso estereotipación, con escasísimas excepciones ―el periodo de Amarna―), se mantuvo una repetida
dialéctica entre la unidad y la disgregación en el devenir cíclico de las fases
de la historia egipcia, con periodos de esplendor y de crisis.
Amenofis IV realizó una reforma religiosa
tendente al monoteísmo de Atón, redenominándose Ajenatón;
sus cambios implicaron incluso una alteración de las convenciones de
representación artística, en lo que se ha denominado «estilo de Tell el
Amarna» (mediados del siglo
XIV a. C.).
La apertura del sarcófago
de Tutankamón
por Howard Carter
en 1923, uno de los momentos más espectaculares de la arqueología. Era una
tumba intacta, y precisamente la del faraón cuyo breve reinado (1336-1327 a. C.)
significó la vuelta a la ortodoxia tradicional de la religión egipcia tras el paréntesis herético de
Ajenatón.
Ramsés II, el más activo de los faraones del Imperio nuevo,
en un relieve de Abu Simbel. La expansión exterior llevó hasta
el norte de Palestina, enfrentándose con los hititas
en la famosa batalla de Qadesh (1274),
cuyo incierto resultado permitió presentarla como una victoria por ambas
partes, obligó al mantenimiento de un precoz concepto de «equilibrio
internacional» con sofisticadas negociaciones diplomáticas, y suscitó un
interesante programa justificativo en textos y monumentos artísticos que la
convierten en la primera batalla de la historia
militar con suficiente información como para ser objeto de un
estudio detallado.
Pirámides de Gebel Barkal,
en el reino de Napata
(o de los «faraones negros» o khusitas),
fuertemente influenciado por la cultura egipcia. Actual Sudán.
Mediterráneo y Europa antiguos
Grecia antigua
El Partenón,
Atenas,
siglo
V a. C. Es el edificio más representativo de la cultura
helena, su construcción fue ordenada por el político griego Pericles, costó
aproximadamente treinta millones de dracmas, lo equivalente a una cifra
astronómica de dinero, aún para los estándares modernos. Consiste en una obra
maestra de arte y arquitectura, como también de ingeniería: su estructura
resistente; los recursos de la perspectiva y su decoración, utilizados (as) en
su estética, lo hacen merecedor de tal título.
Artículo principal: Antigua
Grecia.
Hélade
es el concepto geográfico y cultural que abarcaba en la Antigüedad clásica el
territorio habitado por los griegos o helenos, más amplio que la
actual Grecia,
y que comprendería el territorio continental europeo que va desde el Peloponeso
al sur hasta una difusa separación con Macedonia, Tracia y Epiro al norte; además de
las islas del mar Egeo
y del Mar Jónico
y la costa occidental de la actual Turquía
(Jonia)
hasta el Helesponto.
También se asimilaban al concepto de Hélade las colonias
griegas establecidas por todo el Mediterráneo; y también podían
entenderse próximos a él los extensos territorios de las monarquías helenísticas de Egipto y el
Próximo Oriente, que en mayor o menor medida habían sido helenizados.
La Edad Antigua es un período histórico comprendido dentro de la llamada
Historia, que comienza luego de la Prehistoria,
por la invención de la escritura (año 3000 antes de Cristo), y finaliza con la
caída del Imperio Romano de Occidente (año 476 después de Cristo), siendo
sucedida por la Edad Media. Cabe enfatizar en este breve
resumen, que la escritura es
desarrollada por primera vez gracias a la civilización
mesopotámica; y el Imperio Romano cae a manos de los bárbaros (nombre que le
atribuían los romanos a los pueblos extranjeros).
Entre las civilizaciones que se destacan en la Edad Antigua se halla la
civilización hebrea, que cobra vital importancia religiosa, pues da origen a la
primer religión monoteísta, lo que implica la veneración de un único Dios. La
civilización egipcia adquiere relevancia por sus monumentales pirámides, que
servían de sepulcro a los faraones; además, brindaban culto a los muertos, y
poseían tres tipos de escritura: jeroglífica, hierática, y demótica. Otra
trascendente civilización es la fenicia, organizada en ciudades-estado, en
donde floreció la navegación y el comercio; esta civilización creó el alfabeto
fenicio.
Dentro de este período se hallan dos Estados que hasta el día de hoy se
oyen nombrar con frecuencia y naturalidad, debido a la fuerte huella que han
dejado en la historia humana. Grecia, con su cuna democrática en la polis de
Atenas; y Roma, cuyo Imperio se expande por Europa y el Norte de África,
conquistando una innumerable cantidad de pueblos, y se convierte al cristianismo
(antes Roma poseía una religión politeísta, de muchos dioses), que adquirirá en
la Edad Media un poder colosal, concentrado en la Iglesia.
Es la Edad Antigua sede de posiciones sociales jerárquicas, esclavitud,
y actividades primarias y de comercio; siempre refiriéndonos al mundo Europeo,
pues éste todavía no entra en contacto con las civilizaciones americanas, de
las que desconoce hasta la existencia.
La Edad Antigua es una epoca historica
que coincide con el surgimiento y desarrollo de las Primeras Civilizaciones (Egipto , Grecia, Roma, etc), tambien
conocidas como Civilizaciones Antiguas.
De acuerdo con la historiografia, el inicio de este periodo esta marcada por el
surgimiento de la escritura
(alrededor del año 4000 a.c.), que representa tambien el fin de la Prehistoria.
De acuerdo con este sistema de periodizacion historica la Edad Antigua se
extiende el surgimiento de la escritura, hasta la Caida o derrumbe del
Imperio Romano de Occidente, por las invasiones barbaras del siglo V.
Habria tenido una duracion de 5500 años este periodo historico.
Principales características históricas de la Edad Antigua:
- Surgimiento y desarrollo de la vida urbana
- Poderes politicos centralizados en manos de reyes
- Sociedades marcadas por la estratificacion social
- Desarrollo de las religiones organizadas ( en su mayoria politeistas)
- Militarismo y ocurrencias de continuas guerras entre pueblos.
- Desarrollo y fortalecimeinto del comercio
- Desarrollo del sistema de cobranza de impuestos y obligaciones sociales.
- Creacion de sistemas juridicos (Leyes)
- Desarrollo cultural y artistico.
Principales características históricas de la Edad Antigua:
- Surgimiento y desarrollo de la vida urbana
- Poderes politicos centralizados en manos de reyes
- Sociedades marcadas por la estratificacion social
- Desarrollo de las religiones organizadas ( en su mayoria politeistas)
- Militarismo y ocurrencias de continuas guerras entre pueblos.
- Desarrollo y fortalecimeinto del comercio
- Desarrollo del sistema de cobranza de impuestos y obligaciones sociales.
- Creacion de sistemas juridicos (Leyes)
- Desarrollo cultural y artistico.