Imperialismo
Imperialismo es la doctrina política que justifica la dominación de un pueblo o Estado sobre otros; habitualmente
mediante distintos tipos de colonización (de poblamiento, de
explotación económica, de presencia militar estratégica) o por la subordinación
cultural (aculturación). Los términos
"imperialismo" y colonialismo, muy relacionados, no son sinónimos.
Los Imperios han existido a lo largo de
toda la historia, desde su mismo comienzo en la Edad Antigua, pero el uso del término
"imperialismo" suele limitarse a la calificación de la expansión europea que se inicia con la era de los descubrimientos (siglo XV) y se prolonga
durante toda la Edad Moderna y Edad Contemporánea hasta el proceso de descolonización tras la Segunda Guerra Mundial.
Más específicamente, la expresión Era del Imperialismo, utilizada
por la historiografía, denomina al periodo que va
de 1871 a 1919, en que se produjo una verdadera carrera para construir imperios coloniales, principalmente con el
llamado reparto de África. A ese periodo se refieren
dos de los textos más importantes que fijaron el concepto: Imperialism, a study, de Hobson, y El
imperialismo, fase superior del capitalismo, de Lenin.
La perspectiva marxista entiende el imperialismo no esencialmente como
una forma de dominación política, sino como un mecanismo de división
internacional del capital y el trabajo, por el que la propiedad del capital, la
gestión, el trabajo de mayor cualificación y la mayor parte del consumo se
concentran en los países "centrales"; mientras que en los países
"periféricos", que aportan el trabajo de menor cualificación y los
recursos naturales, sufren un intercambio desigual que conduce a la explotación
y el empobrecimiento. En politología también se emplea la nomenclatura
"norte-sur" para esta forma de relación.
Diferentes acepciones del
término
El imperialismo se puede entender como la doctrina que sostiene el
dominio de unas naciones sobre otras. Existen imperialismos desde que han
existido imperios desde la antigüedad, pero hay una tendencia actual a limitar
como "imperialismo" al proceso de expansión económica que tuvo lugar
en Europa a mediados del siglo XIX, sobre todo a partir de 1870, y este fue conocido como imperialismo
librecambista. Durante este periodo, muchos países europeos, especialmente Gran Bretaña, se extendieron, primero de
forma no oficial y más tarde anexaron territorios y formando colonias en África, Asia y el Pacífico. Esta expansión fue
consecuencia de la búsqueda fuera de Europa de mercados y materias primas para la revolución industrial y se dio hasta el comienzo de
la Primera Guerra Mundial, en 1914 y permanecieron sus vestigios hasta la descolonización, en los años 70.
A partir de finales del siglo
XIX el
imperialismo se caracterizó sobre todo por la dominación económica impuesta por
las potencias sobre naciones inferiores a éstas, ya que la dominación política
cada vez fue más puesta en duda. A comienzos del siglo XX y durante la segunda postguerra, en los países
subdesarrollados surgieron movimientos nacionalistas que muchas veces acabaron
la colonización de otras potencias sobre
ellos. En ese sentido se debe decir que en la actualidad la prepotencia de los
países más poderosos se verifica más en el terreno económico que en el
político, aunque un análisis exhaustivo de la evolución política del sur
muestra la dependencia del norte también en lo político.
No obstante, en los albores de la Segunda Guerra Mundial, se comienza a usar la
denominación de "imperialismo" para referirse a dos nuevas potencias,
más tarde enfrentadas en la Guerra Fría; son la Unión Soviética y Estados Unidos. En este sentido, una famosa
cita del líder político inglés Winston Churchill, acerca de los vencedores en
el conflicto armado, dice: "La historia la escriben los vencedores";
no obstante, surgirían diversas corrientes de opinión y movimientos sociales de
distinto signo político o ideológico que mantendrían posiciones críticas o
abiertamente contrarias a la visión predominante.
A finales del siglo pasado y comienzos de este (XXI) se imponen las
posiciones norteamericanas; la preponderancia económica de los EEUU, conlleva
además un predominio cultural, encabezado por industrias del entretenimiento
como la cinematográfica y la musical. Este dominio económico-cultural, unido a
la publicidad y en el consumo, se ha valorado por algunos sectores ideológicos
como un tipo de colonialismo cultural (ver Pierre Bourdieu y Loïc Wacquant, Las
razones del imperialismo), mientras que en el campo político, se ha
calificado como imperialista la política exterior de Estados Unidos, Europa
Occidental y Japón principalmente, y su intervencionismo en diversos conflictos
.
Causas
La crisis 1873 provocó el descenso de los
precios, y con ello el proteccionismo, es decir, la protección de los productos
propios de cada país prohibiendo la entrada de artículos extranjeros o
gravándolos con impuestos. Esto dio lugar a la necesidad de encontrar nuevos mercados
que no estuvieran controlados por dicho sistema. Por otra parte, potencias
capitalistas europeas como Inglaterra, Países Bajos y Francia necesitan dar salida a su
excedente de capital y lo hacen invirtiéndolo en países de otros continentes
estableciendo préstamos, implantando ferrocarriles, instalando puertos, etc.
Además estos países necesitan buscar materias primas para sus industrias ya
que, empiezan a agotarse o a escasear en Europa. La Segunda Revolución
Industrial, por otra parte, necesita de nuevas materias primas de las que
Europa no dispone o escasean, como plata, petróleo, caucho, oro, cobre, etc.
las causas económicas fueron el fruto de la expansión del capital industrial y
se vieron obligados a buscar territorios nuevos donde pudieran invertir el
exceso de capitales acumulados, estos capitales encontraron una productiva
salida en forma de créditos otorgados a la minoría de los indígenas.
Demográficas
En Europa, entre 1850 y 1914, se produjo un gran aumento demográfico, llegando
incluso a duplicarse su población, por lo que en algunos países empezaban a
escasear los recursos. Gran parte de la población, unos 40 millones de
europeos, no tenía otra salida que marcharse a las colonias de su respectivo
país ya que no contaban con trabajo, ni con alimentos suficientes para
abastecerse todos y cambiaron su residencia en busca de riquezas y mejores
condiciones de vida.
Darwinismo social
Adoptado por los imperialistas, sobre todo en Inglaterra, para excusar sus
actuaciones. Tras conocer las teorías de Darwin sobre la evolución de las especies por selección
natural, sostenían que, al igual que las distintas especies o razas, las
sociedades más avanzadas tenían derecho a imponerse y a seguir creciendo aunque
fuera a costa de las más inferiores o retrasadas.
Científicas
Existía un fuerte interés por descubrir y analizar nuevas especies de
animales y plantas, conocer nuevos territorios y realizar investigaciones de
todo tipo. Esto hace que muchos científicos deseen progresar, lanzándose a la
aventura consiguiendo a cambio grandes avances en campos como la biología y la botánica.
Técnico-políticas
Algunos políticos quieren hacer olvidar rápidamente sus derrotas
consiguiendo nuevos territorios. La navegación también fue un factor importante
ya que los barcos de vapor, ahora capaces de llegar
mucho más lejos, necesitan disponer de puntos costeros por todo el mundo para
poder reponer las existencias de carbón, por lo que cuando el establecimiento
de estos pasó a manos del estado, en lugar de limitarse a dicho punto, este
intentó controlar cada vez más territorio. Allí donde se tenga un predominio
político se tendrá el predominio de los productos, un predominio económico.
Militares y geoestratégicas
El periodo entre 1871 y 1914 fue de paz entre las principales potencias
europeas, la denominada Bella Época (Belle Époque). La disponibilidad de un
creciente potencial demográfico para el alistamiento se puede emplear en
territorios extraeuropeos, siguiendo o precediendo a la expansión colonial
económica de las empresas y a la emigración.
Las razones geoestratégicas eran resultado de la
competencia por el dominio de rutas navales (escalas necesarias para el
repostaje de los buques) y de espacios continentales clave, como la denominada área pivote del Asia Central o el imperio continuo en África (la continuidad
territorial entre las bases navales en mares opuestos).
Consecuencias
Demográficas
En general, la población sufrió un incremento al disminuir la
mortalidad, por la introducción de la medicina moderna occidental y mantenerse
una alta natalidad. Ello se tradujo en un desequilibrio entre población y
recursos, que aún hoy día persiste. No obstante, en algunas zonas, la población
autóctona sufrió una drástica reducción (especialmente durante la primera fase
del imperialismo), como consecuencia de la introducción de enfermedades
desconocidas (viruela, gripe, etc). En otros lugares, la población
indígena fue simplemente reemplazada por colonos extranjeros
Económicas
La explotación económica de los territorios adquiridos hizo necesario el
establecimiento de unas mínimas condiciones para su desarrollo. Se crearon infraestructuras
destinadas a dar salida a las materias primas y agrícolas que iban destinadas a
la metrópolis. Las colonias se convirtieron en abastecedoras de lo necesario
para el funcionamiento de las industrias metropolitanas, mientras éstas
colocaban sus productos manufacturados en los dominios. La economía
tradicional, basada en una agricultura autosuficiente y de policultivo, fue
sustituida por otra de exportación, en régimen de monocultivo, que provocó, en
gran medida, la desaparición de las formas ancestrales de producir y la
extensión de cultivos
Las consecuencias sociales se manifestaron en la instalación de una
burguesía de comerciantes y funcionarios procedentes de la metrópolis que
ocuparon los niveles altos y medios de la estructura colonial. En algunos
casos, se asimilaron determinados grupos autóctonos dentro de la cúspide
social. Se trataba de las antiguas élites dirigentes y de miembros de
determinados cuerpos del ejército o la función pública colonial. En ambos casos
su asimilación fue acompañada de una profunda occidentalización. Cuando, a raíz
del proceso de descolonización, comienzan a surgir estados a partir de lo que
fueron colonias, esos grupos sociales ocuparán una posición relevante en la
administración y el gobierno de los nuevos países.
Políticas
Los territorios dominados sufrieron un mayor o menor grado de
dependencia respecto a la metrópoli, en función del tipo de organización
administrativa que les fue impuesto. Sin embargo, esta dependencia no estuvo
exenta de conflictos, que fueron el germen de un anti imperialismo
protagonizado generalmente por las clases medias nativas occidentalizadas, que
reclamaban la toma en consideración de las tradiciones autóctonas. Ello se
canalizó a través de las premisas del juego democrático que las metrópolis
defendían para sí mismas pero que negaban a sus colonias: libertad, igualdad,
soberanía nacional,etc.
Culturales
El imperialismo condujo a la pérdida de identidad y de valores
tradicionales de las poblaciones indígenas y a la implantación de las pautas de
conducta, educación y mentalidad de los colonizadores. Asimismo, supuso la
adopción de las lenguas de los dominadores (especialmente el inglés, el francés
y el español). Ello arrastró a una fuerte aculturación. La religión cristiana
(católica, anglicana, protestante, etc) desplazó a los credos preexistentes en
muchas zonas de África o bien se fusionó con esas creencias, conformando
doctrinas de carácter sincrético.
Ecológicas
La introducción de nuevas formas de explotación agrícola e inéditas especies vegetales
y animales provocaron la modificación o destrucción de los ecosistemas
naturales. Así, por ejemplo, el bisonte fue casi exterminado en las praderas
americanas; el conejo se convirtió en una auténtica plaga tras su introducción
en Australia, donde carecía de depredadores naturales; las grandes selvas
tropicales fueron objeto de deforestación causada por la sobreexplotación
maderera y la introducción de los monocultivos de plantación; los ríos fueron
contaminados con residuos procedentes de los sistemas de extracción de metales
preciosos.
Justificación
Económica
Las naciones dominan a otras para expandir su economía, obtener materia
prima, mano de obra, o para dar salida a los excedentes de capital.
Política
Los estados tienden a expandirse por ambición de poder, prestigio,
seguridad y ventajas diplomáticas respecto a otros estados para la economía
mundial de hoy en día.
Ideológica
Los países se ven impulsados a expandir su influencia para a su vez
expandir sus valores políticos, culturales y religiosos, a su vez los países
son beneficiados con paz, seguridad y prosperidad.
Religiosa
Los países con estándares religiosos solían expandir su influencia por
países cercanos a este para así propagar su religión. Es un sistema de la
actividad humana compuesto por creencias y prácticas acerca de lo considerado
como divino o sagrado, tanto personales como colectivas, de tipo existencial,
moral y espiritual. Se habla de «religiones» para hacer referencia a formas
específicas de manifestación del fenómeno religioso, compartidas por los
diferentes grupos humanos. Hay religiones que están organizadas de formas más o
menos rígidas, mientras que otras carecen de estructura formal y están
integradas en las tradiciones culturales de la sociedad o etnia en la que se
practican.
El
imperialismo
es la dominación política
de un Estado
sobre varios otros para establecer una hegemonía política, económica, cultural,
por lo que la expansión de Europa
en ultramar produjo nuevas rivalidades entre las grandes potencias y difundió
la idea de que el equilibrio
de poder
había de considerarse como una cuestión mundial y no solamente limitada a
Europa. La civilización europea, con sus ideas de competencia
económica, energía, eficacia
práctica, explotación, patriotismo, poder y nacionalismo,
cayó sobre Asia
y África.
Pero con ello llevó también, quizá involuntariamente, otra serie de ideas que
había heredado de la Revolución
Francesa y de sus precursores del siglo S.XVIII.
El
siguiente trabajo
explica como durante el transcurso de los siglos, el imperialismo se ha ido
acentuando día a día en el mundo desde el imperio de Asoka en la India
hasta el presente siglo, viéndose los países de Europa en contacto con culturas
primitivas y exóticas, y éstas ejercieron a su vez un profundo efecto sobre la
sensibilidad europea. A principios
del siglo xx, el arte
de África, por ejemplo, contribuyó a la revolución pictórica europea iniciada
por Pablo Picasso
hacia 1907. Al mismo tiempo,
la ciencia
de la antropología
se desarrolló rápidamente cuando la colonización convirtió la observación
de sociedades
poco conocidas en algo, a la vez, practicables y de creciente importancia para
gobiernos y administradores.
La
expansión imperialista ha recibido diferentes explicaciones; y quizá ninguna
sea capaz, por sí sola, de dar cuenta de desarrollos que variaran
convenientemente según las distintas partes del mundo. La explicación más
completa es la que atribuye el movimiento
imperialista a presiones económicas. Este punto de vista fue expuesto por el inglés
J. A. Hobson y algunos pensadores socialistas de Alemania
y Austria; pero adquirió su forma más popular e influyente en un panfleto
escrito por Lenin en 1916: El imperialismo, fase superior del capitalismo.
Según Lenin, con el desarrollo
industrial de Europa y la progresiva concentración del capital
debida a la creación de trusts y cariéis y al papel cada vez más importante de
los bancos
en la financiación de todo tipo de empresas
industriales y comerciales, a los financieros les resultaba cada vez más
difícil invertir su dinero
de modo provechoso.
El
mercado
europeo estaba saturado y, en consecuencia, era esencial hallar nuevos campos
de inversión
en ultramar. Esta necesidad, según Lenin,
forzó a las potencias europeas a repartirse el mundo en
una pugna por conquistar nuevos mercados
industriales y nuevas zonas en las que invertir. El resultado fue una
agudización de la rivalidad entre las potencias que hacía inevitable la guerra.
Los grupos de
presión económica —ya fuesen financieros en busca de nuevos campos
de inversión, o comerciantes que buscaban nuevas salidas para sus mercancías y
nuevas fuentes
de materias primas— desempeñaron un papel considerable a la hora de persuadir a
los gobiernos de Europa para que se embarcaran en la expansión colonial.
Hubo,
con todo, otros móviles, además de los económicos, que contribuyeron al
movimiento imperialista.
El
impulso de realizar descubrimientos científicos y de explorar territorios
desconocidos ayudó a abrir África. El deseo de los misioneros cristianos
convertir a los paganos les llevó a establecer centros de influencia europea en
partes remotas del mundo y una vez comenzado el movimiento imperialista, éste
fue capaz de generar generó su propio impulso a través del mundo.
El
imperialismo es la dominación política de un Estado sobre varios otros para establecer
una hegemonía política, económica, cultural, muchos ejemplos existen en el
transcurso de los siglos: el imperio de Asoka en la India, que se extendió
desde Afganistán
hasta Indonesia; Hasta el siglo XIX, Asoka era simplemente un nombre más
en las geneologías inventadas de los reyes indios del periodo budista, varios
eruditos europeos de la época también tradujeron relatos budistas de la literatura
india. Estos relatos mostraban las doctrinas budistas, así como las historias y
biografías
legendarias de la doctrina. En estas fuentes budistas procedentes
de Ceilán, Tíbet y China
presentes en relatos como el Divia avadana, el Ashoka avadana,
el Majá vamsha y otros, aparecía la figura de un gran rey Asoka. A
causa de la existencia de varias historias de este tipo consideradas de poco
rigor histórico, ya que se creían procedentes de la cultura
popular, se tomó a la figura de Asoka como legendaria y no se le dio
credibilidad. (Ver anexo 1)
La
historia
habitualmente lo describía como a un príncipe cruel que asesinó a sus hermanos
para ascender al trono, pero que tras su sangrienta conquista
de Kalinga (en la costa este de la India, actualmente en el estado
de Orissa), Asoka se convirtió en un budista pacifista, y
contribuyó a la difusión del budismo,
reinando desde ese momento de una manera justa y pacífica. H. G. Wells, (1989)
La historia del mundo nos explica:
Tal
fue Ashoka, el más grande de los reyes. Él fue de lejos un avanzado a su época.
No dejó ni un príncipe ni una organización
de hombres para continuar su trabajo, y a un siglo de su muerte
los grandes días de su reino se habían convertido en un recuerdo glorioso en
una India descompuesta y decadente.
La
interpretación
que se hizo en un primer momento es precisamente la que H. G. Wells muestra
en este fragmento: que Asoka había sido un avanzado a su tiempo y un gran
devoto del budismo, y por eso habían fracasado sus sucesores. Se aceptó la
historia que se empieza con Asoka descrito como un guerrero sanguinario, ya que
muchas fuentes budistas lo describen así. Según el Ashoka avadana, Ashoka
construyó una prisión donde se dedicaba a torturar a los presos. En el mismo texto
se nos cuenta cómo intentó torturar a un monje budista que parecía inmune al
sufrimiento. Asoka, impresionado, se convirtió al budismo, destruyó la prisión
y se propuso construir 84.000 stupas budistas por todo el imperio.
Otras
fuentes afirman que fue después de las devastadoras consecuencias de su guerra
en Kalinga, durante el octavo año de su reinado, se sintió tan culpable que
estó lo llevó a convertirse al budismo, influido según las fuentes por su
esposa o concubina Deví. Desde ese momento se dedicó a propagar la política del
dhamma budista por su imperio y envió misioneros a lugares lejanos, tales como
la isla de Ceilán, convertida por su hija Sanghamita y su hijo (o hermano)
Mahinda, citados solamente en las crónicas cingalesas, e ignorados en las
inscripciones indias que no mencionan más que a tres de sus hijos: Tuara,
Kunala y Yalauka. Desde entonces, defendió una política pacífica emitiendo una
serie de edictos dirigidos al pueblo. Un reinado que conoció una política
oficial de a-jimsá ("no violencia"),
llegando a construir hospitales para animales
y restaurar las carreteras principales de la India, convirtiéndose también
Asoka probablemente en el gran difusor del vegetarianismo
en el país.
Así
pues, los estudios de los siglos XIX y primera mitad del XX y otros posteriores
basándose en estas fuentes, describen su conversón al budismo como una «iluminación».
Pasó de ser Chanda Asoka (Ashoka el Cruel) a ser Dhamma Asoka (Ashoka el
Piadoso). El monarca que amplió la capital, Pataliputra (la actual Patna), hizo
construir un palacio al estilo persa y convocó el Tercer Concilio Budista (233
a. C. o 243 a. C.).
Ashoka,
históricamente, fue un ferviente propagandista del budismo, pero no
necesariamente por motivos píos. Hay toda una linea de historiadores, como la
especialista Romila Thapar o Edward D'Cruz que consideran el dhamma de Ashoka
como una religión
para ser utilizada como símbolo de una nueva unidad imperial y una fuerza
cohesionadora para unir los variados y heterogéneos elementos de un imperio. O
sea, que Ashoka utilizó el budismo para la consolidación política y económica
de su gobierno.
Y es que los edictos de Ashoka y los textos budistas no terminan de coincidir
con la imagen
proyectada.
El
budismo permitía a Ashoka una nueva política
social bien definida, acorde al mismo tiempo con los intereses de la
sociedad
de la época, ya que la población
no se oponía a las nuevas ideas budistas y las nuevas clases comerciales
(interesadas en las nuevas tendencias) le apoyarían, beneficiando a Ashoka ya
que no tuvo el apoyo de los ortodoxos al inicio de su reinado. Así, el budismo
dejó de estar perseguido.Tras el reino «iluminado» de Asoka, la reforma del
imperio Maurya fue aprovechada por los invasores, y pronto cayó en declive y se
fragmentó en multitud de principados. Hasta la colonización británica (cerca de
2000 años más tarde), nunca una parte tan grande de un subcontinente estuvo
unida bajo un mismo gobierno.
Otro
ejemplo importante dentro del imperialismo, fue el imperio
romano sobre el Mediterráneo y Europa central; en el que los
clásicos dieron el nombre de «bárbaros» a todos los extranjeros de las regiones
fronterizas con el Imperio romano, y con los que lucharon, si bien se
limita la consideración a los que, ocupando en Europa las regiones al
Norte del imperio, invadieron éste, apoderándose de su parte occidental. Estos
pueblos formaban cuatro grupos:
1- El
de cultura turco-mongola: como los ávaros y hunos.
2- 2-
El de cultura eslava: como los vendas, en lo que hoy es Polonia.
3- 3-
El de cultura irania: los sármatas, entre el Danubio y
el Tisza, y los alanos, a orillas del mar Negro.
4- 4-
El de cultura germánica: como los godos, francos, vándalos, burgundios y
otros.
Durante
la decadencia del Imperio romano, fueron muchos los pueblos bárbaros
(extranjeros) que, aprovechando las disidencias internas, se aproximaron a sus
fronteras y se establecieron en ellas, presionando en forma permanente para
entrar. Los bárbaros lograron penetrar lentamente entre los siglos I y IV, y
establecerse en el interior, hasta que, finalmente, empujados por otros
pueblos, lo hicieron en forma violenta. Los germanos eran indoeuropeos, como los
griegos y latinos. En ellos las aficiones guerreras se muestran en grado sumo,
al par que el trabajo
se considera como menos digno.
Había
hombres privilegiados, nobles y plebeyos, existiendo también
la esclavitud.
La patria potestad tenía un concepto
bastante análogo, en lo absoluto, al de los romanos. Aunque lo general era
la monogamia, la poligamia aparece admitida entre los nobles.
Entre los pueblos germanos invasores encontramos a los godos, divididos
en visigodos en Occidente y los ostrogodos en Oriente.
Los francos, los suevos, los burgundios, los anglos,
los sajones y los jutos, los vándalos, los frisones,
los alanos (iranios) y los alamanes constituían el resto de
los pueblos.
Salvo
estos casos aislados, la mayoría eran respetuosos de la cultura romana, y
fusionaron las costumbres romanas con las propias. La aristocracia germana
comenzó a utilizar como su idioma el latín, que luego ¨-modificado-
dio lugar a las lenguas
romances. La religión, que hubiera podido ser un elemento conflictivo en la
relación de los invasores con los pueblos autóctonos, se transformó en un
factor de unidad, al aceptar la mayoría de los reyes bárbaros la religión
católica.
Los
visigodos abandonaron el arrianismo, religión cristiana no reconocida por
la Iglesia
Católica, para aceptar esta última en el siglo VI, en Hispania, bajo el
reinado de Recaredo. Los francos rechazaron el paganismo a fines del
siglo V, durante el reinado Clodoveo I. Así la Iglesia Católica,
lejos de debilitarse, cobró un inmenso poder. La sociedad Se adoptó la ley
escrita, según la modalidad romana, ya que ellos se regían por el derecho
consuetudinario (costumbres). Los germanos aceptaron el sistema
de la personalidad
de la ley, por la cual cada uno debía ser juzgado por sus propias leyes.
Los romanos, carecían de normas,
ya que Roma
ya no existía, y por eso, tuvieron que redactarse las que los regirían en lo
sucesivo.
Teodorico,
rey de los ostrogodos, redactó la primera colección de leyes, en el año 500,
conocida como el Edicto de Teodorico, para godos y romanos, siendo una
excepción al referido principio de personalidad de las leyes. Estaba compuesta
de 154 artículos basados en resúmenes de fuentes romanas. Después de
los siglos dorados del Imperio romano (periodo denominado Pax
Romana, siglos I al II), comenzó un deterioro en las instituciones
del Imperio, particularmente la del propio Emperador. Fue así como tras las
malas administraciones de la Dinastía de los Severos, en particular la
de Heliogábalo, y tras la muerte
del último de ellos, Alejandro Severo, el Imperio cayó en un estado de
ingobernabilidad al cual se le denomina crisis
del siglo III.
Entre
el 238 y el 285 pasaron 19 emperadores, los cuales incapaces de tomar las
riendas del gobierno y actuar de manera concorde con el Senado terminaron por
situar a Roma en una verdadera crisis institucional. Durante este mismo período
comenzó la llamada invasión pacífica, en la cual varias tribus bárbaras se
situaron, en un principio, en los limes del Imperio debido a la falta
de disciplina
por parte del ejército, además de la ingobernabilidad producida en el poder
central, incapaz de actuar en contra de esta situación. Por otro lado, las guerras
civiles arruinaron al Imperio, el desorden interno no sólo acabó con la industria
y el comercio,
sino que debilitó a tal punto las defensas de las fronteras imperiales, que
privadas de la vigilancia de antaño, se convirtieron en puertas francas por
donde penetraron las tribus bárbaras.
Tras
una breve «estabilización» del Imperio, en manos de algunos emperadores fuertes
como Diocleciano, Constantino I el Grande y Teodosio I, el
Imperio se dividió definitivamente a la muerte de este último, dejándole
a Flavio Honorio el sector de Occidente, con capital en Roma, y
a Arcadio el sector Oriental, con capital en Constantinopla.
el
imperio inca en el centro del continente americano; El imperio Inca, fue un
gran imperio y una cultura avanzada en el continente americano, antes de su
descubrimiento por parte de los europeos. En líneas generales, el Imperio se
extendía desde el norte del Ecuador
a la parte central de Chile y desde los Andes hasta la costa. Los Incas
fueron una tribu Peruana, que se cree, hablaba el Quechua y mitológicamente
hablando ellos procedían del Sur y fueron depositados en la llamada Cuenca de
Cuzco, en donde quedaron primitivamente confinados. Aparentemente los Incas
extendieron su dominio
por tribus vecinas alrededor del año 1100 AC. Sin embargo, el Imperio Inca
alcanzó su máximo esplendor en el siglo XV.
A
pesar de toda su grandeza el Imperio Incaico escasamente existió más de un
siglo. Con anterioridad al año 1430 los Incas gobernaron solo el Valle del
Cuzco. Ellos habían entablado una guerra con los Chankas por algún
tiempo, pero finalmente los derrotaron en una gran victoria en 1430. Esto marcó
el comienzo de una gran expansión militar. El Imperio Incaico conquistó e
incorporó la mayoría de las culturas en el área que se extendía desde el sur de
Colombia
hasta el centro de Chile. Los Incas impusieron su modo de vida sobre las gentes
que conquistaron. Para el tiempo que los españoles llegaron la mayoría del área
de los Andes, había sido totalmente controlado bajo las leyes de los Incas.
Los
Incas desarrollaron una economía
basada en una intensiva construcción
de hileras de terrazas en las montañas, en las que consiguieron una maestría en
el arte hidráulico y de irrigación de las aguas. Su civilización se congregó
tanto en centros urbanos como en redes de caminos, lo que
hoy en día se pueden denominar carreteras. Tuvieron una administración
eficiente, y consiguieron la maestría en artes como en el refinamiento de metales
trabajados, arquitectura
eficaz y sobria, una artesanía singular en las telas y su posterior acabado,
una extraordinaria mano de obra en la alfarería, y en fin, en otras diversas
artes. La conquista Española significó el fin del Imperio Inca en 1532.
Como
dato anecdótico y curioso, pero digno de tener en cuenta, el imperio de los
incas, contaba con cierto tipo de organización policial, sus miembros se
llamaban tucuyricu, (el que todo lo ve). Los tucuyricus, velaban por
el orden y el cumplimiento de las leyes del soberano; estaban apoyados por
los michues, que actuaban como consejeros, inspectores y pesquisidores.
(Ver anexo 2).
Otro
imperio que sirve de ejemplo para el desarrollo del imperialismo fue; el
imperio de Carlomagno en Europa; el cual nace e en los albores del siglo VIII,
el merovingio Regnum Francorum se encontraba en plena decadencia, dividido en
tres partes (Austrasia, Neustria y Borgoña) y gobernado, de facto, por los
mayordomos de palacio. Uno de ellos, Pipino, de Austrasia, destronó a
Childerico III (743-751) y se coronó rey en Soissons, por aclamación popular.
Pipino, hijo de Carlos Martel, buscó la base jurídica para ello en la figura
del Papa Zacarías, obligado por las circunstancias a buscar un aliado fuerte
frente al empuje de los lombardos en la península italiana. Con él nacía, así,
una nueva dinastía que trataría de fortalecer su poder con el apoyo papal. A cambio,
se iba a erigir en la protectora de la Iglesia romana.
En
el plano político y militar, Pipino obtuvo importantes victorias contra los musulmanes
y consiguió sofocar una sublevación en Aquitania, a la vez que creó los Estados
Pontificios. A su muerte, en 768, dividió su reino entre sus dos hijos, Carlos
y Carlomán
¿Quién
fue Carlomagno?
La
muerte en 771 de este último permitió que Carlos, el futuro Carlomagno
(771-814), reunificara nuevamente el reino, que constaba ya de Neustria,
Austrasia, Aquitania, Borgoña y Provenza, y comenzara una larga campaña de
expansión de sus fronteras. Para ello, emprendió sucesivas campañas militares:
sometió a los lombardos y se nombró en 774 "Rex Francorum et
Longobardorum", acabó en 796 con el reino de los ávaros, cristianizó tras
treinta años de luchas a los sajones y frisones, pero se vio frenado por los
musulmanes al otro lado de los Pirineos en su intento por llegar hasta el Ebro.
(Ver anexo 3)
Los
sucesores de Carlomagno
A
Carlomagno le sucedió su hijo Luis el Piadoso o en latín Ludovico Pio (814-840)
que era ya rey de Aquitania y había conquistado Barcelona en 801, estableciendo
el límite de la Marca
Hispánica. Sin embargo, como emperador hizo bien poco por la expansión del
Imperio; entusiasta de la cultura y profundamente religioso, entregó a la
Iglesia el tesoro acumulado por su padre.
El
movimiento artístico siguió floreciente gracias a algunos importantes centros
culturales como Metz, Tours o Reims. Sin embargo, a finales de su reinado se
encontró con el levantamiento de sus hijos mayores, Lotario, Pipino y Luis,
entre quienes había repartido el Imperio y que se opusieron a la posterior
inclusión de Carlos, el menor. Tras la muerte de Pipino, por el Tratado de
Verdún (843) quedaba dividido finalmente entre los tres restantes: Lotario I
recibió las tierras centrales (Lotaringia), Luis el Germánico la parte oriental
y Carlos el Calvo se quedaba con el reino de los francos occidentales.
La
disgregación del Imperio se vio acentuada en 855, con la muerte de Lotario,
quien repartió el reino de Lotaringia entre sus hijos Carlos I, Lotario II y
Luis II. No obstante, los dos primeros duraron poco, con lo que Luis II pasaba
a ser el nuevo heredero del reino de su padre en 869, a lo que se oponían sus
tíos Luis el Germánico y Carlos el Calvo. Este último se hizo coronar
rápidamente rey de la Lotaringia, pero al final se vio obligado a aceptar su
división entre ambos por el Tratado de Meersen.
Durante
estos últimos años, los restos del Imperio Carolingio se encontraron con un
nuevo peligro, las incursiones vikingas que comenzaron a asolar sus tierras,
pero en el campo cultural se alcanzó un nuevo florecimiento de las artes,
impulsadas por el mecenazgo imperial, fundamentalmente de Carlos el Calvo.
Decadencia
del Imperio Carolingio
Tras
los nietos de Carlomagno, sus sucesores ya no fueron capaces de conservar la
estabilidad imperial, y poco a poco se fue perdiendo la unidad política que se
había conseguido con el mantenimiento
de un férreo control
en manos del emperador. Las nuevas presiones externas obligaron a Carlos a
reconocer, mediante la capitular de Quierzy la posibilidad de que los grandes
funcionarios carolingios pudieran transmitir sus derechos territoriales a
sus hijos, de forma que iban a aparecer grandes principados de tipo hereditario
que marcarían el nacimiento del feudalismo.
Pese
a todo, los sucesores de la dinastía carolingia consiguieron mantenerse hasta
el siglo X: en el bloque oriental, a la muerte de Luis el Niño en 911 fue
elegido rey Conrado de Franconia y, tras él, Enrique I, fundador de la dinastía
otoniana; mientras, en Occidente llegaron hasta 987, año en que fueron sustituidos
por los Capetos.
Otro
imperio fue El de España
tras la conquista La Conquista de América
considerado uno de los más importantes por ser el proceso
histórico por el que se impuso el dominio europeo en el Nuevo Mundo después
edel contcto entreEuropa y América en 1942.
Este
proceso comprende la exploración,
la invasión y ocupación europea de territorios ya habitados
por los indígenas la conquista permitió el establecimiento de
regímenes coloniales en América, así como el atropellamiento, abusos
y arbitrariedades por parte de los españoles hacia a los indígenas. A los
europeos, la conquista les permitió asegurar bienes
materiales
que tuvieron un papel fundamental en la acumulación originaria que
fue la base del desarrollo del capitalismo en los siglos siguientes, principalmente
en los Países Bajos, Gran Bretaña y Francia.
La Conquista de América fue un proceso permanente, dado que algunas sociedades
indígenas opusieron una gran resistencia
o bien, nunca fueron sujetas a los europeos.
España fue
la potencia
europea que llegó a conquistar la mayor parte de América. En parte, esto se
debió a que el descubrimiento del nuevo continente para los europeos fue
realizado con el apoyo de la Corona de Castilla y la
de Aragón. Cristóbal Colón dio parte del hallazgo a Juan II
de Portugal en 1493, al volver de su primera expedición. Esto generó una
serie de negociaciones entre España y Portugal que se resolvieron mediante
la intervención del papa Alejandro VI, que por una bula declaró
legítima la posesión española de todas las tierras encontradas más allá de cien
leguas al oeste de las islas Azores
Con
una ligera modificación posterior, esta bula repartió en el papel el continente
entre España y Portugal, sin embargo otras potencias europeas se sumaron a la
conquista y colonización en América. Entre ellas se encuentran Francia, Gran
Bretaña, los Países Bajos, Rusia y Dinamarca.
También se formaron pequeñas colonias escandinavas en la costa oriental de lo
que actualmente son los Estados Unidos. Los pueblos americanos presentaron
resistencia a la ocupación de los europeos, sin embargo, se hallaban en
desventaja. La tecnología
bélica de los recién llegados era más avanzada y mortífera que la tecnología
indígena.
Los
europeos conocían la fundición, la pólvora y contaban con caballos y
vehículos de guerra. Los americanos contaban con una tecnología lítica y
carecían de animales de carga, pero eran superiores en número y en conocimiento
del terreno. Las enfermedades
que los europeos llevaron a América para las cuales los indígenas carecían de
defensas cobraron miles de vidas y fueron un factor que pesó en contra de las
sociedades americanas, que en medio de la guerra también enfrentaron el
desastre epidemiológico. La historia de la Conquista de América ha sido
relatada principalmente desde el punto de vista de los europeos. Salvo en el
caso de los mesoamericanos, los pueblos indígenas desconocían la escritura,
de modo que los registros
de los hechos desde la perspectiva indígena consisten principalmente en relatos
recuperados algunos años después por los propios europeos. Se cuenta con ellos
en los casos de Nueva España, el Perú y Yucatán. . (ver anexo 4)
Los
gobiernos coloniales, organizaron las economías de las sociedades americanas
bajo su dominio dentro de un sistema de comercio mundial, con el fin de
que proveyeran metales preciosos y materias primas a las economías de Europa,
hasta conformar el mercantilismo,
como política para el desarrollo de las naciones europeas. Sin embargo, el
proceso de gestión
se llevó a cabo por un mecanismo de concesiones privadas que, debido a su independencia
no terminaba de agradar a Felipe II, que terminó cortando las cabezas a todos
los conquistadores españoles, excepto a Hernán Cortés, que renunció al poder y
a la autoridad
retornando a España a vivir del dinero que consiguió.
En
1495, los reyes católicos prohibieron la esclavitud de los nativos,
pero Inglaterra
y otras potencias impusieron sistemas
de trabajo servil para los indígenas,14 y un extendido
régimen esclavista (propio de las civilizaciones americanas,
asiáticas, europeas y africanas), que se alimentó del secuestro
de personas enÁfrica y su traslado forzoso a América. Sin
embargo, en 1548, el papa Paulo III confirmó el derecho a tener
esclavos, incluso por los miembros de la iglesia, aunque también afirmó
que: los «indigenas»,
no lo eran y tenían derecho a ser libres, y a liberarse. De hecho, tanto
los papas como los reyes de España, se oponían a reducir a los nativos a la
esclavitud. (ver anexo 5)
No
obstante, hubo otras instituciones que proveyeron la mano de obra nativa
necesitada por los colonos; yanaconazgo y encomienda, aunque los
abusos practicados hicieron mella en algunas conciencias cristianas dando lugar
a la importación
de esclavos negros de África, en las colonias de España, se estableció un
sistema de castas que imponía un rol social, luego de la
Conquista de América, algunas de las constituciones de las naciones que se
independizaron abolieron la esclavitud, siguiendo el ejemplo de Estados
Unidos y Francia, otras constituciones como la
de Argentina promovían la ocupación de europeos en los territorios
poblados por indígenas. En otros países americanos, como el Reino de Brasil
y Estados Unidos, la esclavitud continuó hasta la segunda mitad del siglo XIX.
Culturalmente,
la conquista de América impuso las características de la civilización
europea, imponiendo el uso de lenguas europeas, principalmente del idioma,
el inglés, el portugués y el francés, extendiendo
la escritura y la economía mercantil,
convirtiendo a la población al cristianismo
(en el sector ibérico ese proceso se produjo a través de lo que se denominó evangelización,
derivada de la misión
de salvación de los indígenas que el papa Alejandro VI impuso a
las monarquías ibéricas ) muchas veces con variadas formas
de sincretismo en las que persisten las religiones precolombinas y
africanas, y la erradicación del canibalismo.
Otro
de los aspectos de la colonización trata los sacrificios humanos en
las culturas americanas que los practicaban, como por ejemplo
los chichimecas, quienes también solían imponer a sus conquistados un
sistema similar al feudal.18 Las culturas europeas y americanas adoptaron
mutuamente los adelantos técnicos desarrollados por cada una, durante miles de
años de desarrollo de sus respectivas civilizaciones y culturas.
La
conquista europea se realizó a partir de enclaves urbanos y no penetró o fue
rechazada, en amplias áreas del continente que no poseían el grado de
civilización de Aztecas
o Incas así, varios pueblos originarios mantuvieron el dominio sobre vastos
territorios hasta finales del siglo XVIII o del siglo XIX,
cuando sufrieron una nueva ola de conquista por parte de los estados americanos
independizados: la patagonia,
la llanura pampeana, el gran chaco, el mato grosso, la región amazónica, la
región amazónica, la región del darien, las grandes llanuras del oeste
Norteamericano y Alaska entre otras, permanecieron bajo el dominio de naciones
como
los Mapuche, Het, Ranquel, Wichí, Qom Algonquina, Hopi, Comanche, Inuit y
muchos otros.
Algunos
pueblos indígenas, llamados en el siglo XIX salvajes por los gobiernos
nacionales de algunos países como Argentina, Brasil, Estados Unidos, Uruguay,
Chile, y también llamados indios por algunas personas en algunos
países Argentina o Brasil padecieron acciones
de guerra por parte de esos estados nacionales independientes de América y sus
fuerzas armadas a lo largo del siglo XIX y XX, lo que ha sido denunciado
como genocidio, en tanto sus gobiernos lo han considerado como "acción
civilizatoria" o "pacificadora". En la Conquista de América,
algunos estados independientes americanos, como Argentina, Chile y Estados
Unidos, también llevaron adelante acciones tendientes a ocupar territorios de
indígenas en variados estadios de desarrollo; algunos estudiosos sostienen que
en dichas acciones estos países llevaron adelante políticas
de limpieza étnica y de genocidio, pero otros lo niegan.
Fotografía
de la Masacre de Wounded Knee
En
la Conquista, en el siglo XIX y siglo XX, algunos estados
americanos, como Argentina, Chile y Estados Unidos, también
realizaron acciones de exploración, apropiación y conquista que
implicaron la ocupación del territorio de algunos
pueblos indígenas de desigual desarrollo cultural. También en
el siglo XX, otras naciones americanas impulsaron políticas racistas
contra indígenas, afroamericanos y sus descendientes como reflejo de la
doctrina racista biológica pseudocientífica europea. Algunas personas y
estudiosos sostienen que en dichas acciones estos países llevaron adelante
políticas de limpieza étnica y de genocidio, pero otras
personas y estudiosos lo niegan.
Si
bien es clara la fecha de inicio de la Conquista de América (1492), la fecha de
finalización es menos clara. En el caso español,
en la década del 70 del siglo XVI un decreto del
rey Felipe II prohibió los actos de conquista, denominándose a partir
de entonces los actos llevados adelante por los españoles con la
palabra pacificación. Más allá de las cuestiones terminológicas se puede
decir que la Conquista Europea de América terminó con el proceso generalizado
de emancipación iniciado por la independencia
estadounidense en 1776 y creación de naciones independientes y
soberanas en América que se extendió a lo largo de los siglos XIX y XX. La
última nación
en independizarse de una potencia europea fue Belice en 1981,
restando aún algunos pocos enclaves coloniales. (Ver anexo 6)
Pese
a ello los procesos
de conquista de pueblos originarios continuaron en los países ya
independizados de Europa. Ejemplos de ello son la llamada c por parte de
los Estados Unidos, y las denominadas Conquista del
Desierto y Pacificación de la
Araucanía en Argentina y Chile, mediante las cuales se
conquistaron las tierras y se sometió al pueblo Mapuche. Incluso hacia
finales del siglo XX en países como Colombia, Venezuela,
Brasil y Perú se registraban casos de colonos blancos
que desposeían a los pueblos aborígenes de sus territorios de manera violenta o
por medio de negocios
no claros.
Entre
las consecuencias a resaltar sobre la Conquista de América están:
Desaparición
de los sistemas políticos y organizativos de los pueblos amerindios.
Pérdida
definitiva de su soberanía.
Desaparición
de numerosas lenguas autóctonas y casi extinción de otras. Las lenguas indo
americanas pasaron a un segundo plano y se impusieron definitivamente los
idiomas europeos.
Destrucción
de las obras culturales de los pueblos originarios (textos, obras de arte, religiones,
templos, ciudades, obras artesanales, monumentos, caminos, memoria,
etc.).
Inferiorización
y desprecio por las culturas originarias.
Inferiorización
y desconocimiento de la naturaleza
humana de los pueblos originarios al ser reducidos a la categoría de
"encomendados" sometidos a colonizadores europeos, en el caso de la
conquista española. En el caso de otras experiencias coloniales también fueron
en muchos casos desconocidos como seres humanos con los mismos derechos que los
europeos.
La esclavitud:
aunque algunos pueblos aborígenes practicaban la esclavitud, los
conquistadores establecieron la misma de manera generalizada. Para ello fueron
secuestradas alrededor de 15 a 60 millones de personas en África de
la cuales solo unas 10 millones llegaron con vida a América para ser reducidos
a la condición de esclavos.
Muchas
culturas del Nuevo Mundo se conservaron y aumentaron la población aunque
también muchas culturas indígenas desaparecieron debido en ocasiones a
enfermedades que eran llevadas por los europeos y que eran desconocidas para
ellos, y en otras a las conquistas europeas.
La
Conquista de América abrió nuevas vías de comunicación
y transporte,
sobre todo marítimas entre Europa y América, así como entre distintos puntos de
Europa y de América entre sí. Ello llevó a la creación de decenas de puertos
oceánicos y fluviales en el continente americano. El trazado de esas vías
estuvo influido en gran medida por razones mercantiles, relacionadas con los
bienes que los colonizadores extraían en América para ser llevados a Europa,
principalmente oro,
plata y alimentos,
así como la exportación
de manufacturas desde Europa y esclavos desde África hacia América.
El
colapso demográfico tras la llegada de los Europeos
Durante
la conquista de América se produjo un colapso demográfico de la población
indígena. Las razones del mismo se encuentran en debate,
distinguiéndose las corrientes que lo atribuyen a un efecto no deseado de
enfermedades epidémicas traídas por los colonizadores europeos, de aquellas que
sostienen que se trató de un genocidio, como se explico anteriormente,
originado en el trato dado a los indígenas, de estos actos da fe
la Federación Pijao en Colombia. (Ver anexo8).
Para
algunos autores el factor decisivo en la derrota de las civilizaciones americanas
fue la introducción
de enfermedades e infecciones inexistentes en América hasta ese momento, para
las que los pueblos originarios carecían de defensas biológicas adecuadas. El
investigador estadounidense H. F. Dobyns ha calculado que un 95% de la
población total de América murió en los primeros 130 años después de la llegada
de Colón. Por su parte, Cook y Borak, de la Universidad
de Berkeley, establecieron luego de décadas de investigación,
que la población en México
disminuyó de 25,2 millones en 1518 a 700 mil personas en 1623, menos del 3% de
la población original. En 1492 España y Portugal juntos no superaban los 10
millones de personas.
Este
estudio de Cook y Borak, no obstante, ha recibido críticas, algunas de las
cuales tienden a contradecir lo que se afirma en él, el colapso demográfico de
la población original de América fue, según algunos autores, la causa esencial
de su derrota militar como ocurrió a
los Ambiguesen Colombia. Steven Katz ha dicho al respecto:
el de la Francia de Napoleón,
El 9 de noviembre de 1799 (18 Brumario según el calendario republicano), un
joven general, Napoleón
Bonaparte, protagonizó un golpe de
estado en Francia y accedió al poder, clausurando definitivamente la
Revolución Francesa e iniciando el Consulado.
En
los inicios del Consulado, Napoleón compartió el poder con otros dos cónsules
(triunvirato), pero en 1802 se declaró cónsul único y vitalicio. El Consulado
se dotó de una nueva Constitución
que establecía un ejecutivo fuerte, limitaba el sufragio
a los más ricos y anulaba la Declaración de Derechos. En esos años, Napoleón
acabó con las protestas populares y reprimió el jacobinismo y las tendencias
democráticas. También integró a los realistas en el régimen con medidas como el
retorno de los emigrados y el restablecimiento del culto católico a través de
un Concordato. Napoleón fue progresivamente acumulando el poder en sus manos
hasta que en 1804 se hizo coronar emperador.
Una
vez establecido un férreo control sobre el orden público, Napoleón abordó la
creación de nuevas instituciones y una serie de reformas que consolidasen los
principios de 1791. En primer lugar, elaboró un Código Civil (1804),
un Código de
Comercio (1807) y un Código
Penal (1810) que sancionaban la igualdad
ante la ley, el derecho de
propiedad, la libertad
individual, de conciencia
y de trabajo, y el libre acceso a los cargos públicos. En segundo lugar,
realizó una centralización
administrativa, mediante prefectos, representantes del jefe del estado en los
departamentos que se encargaban de aplicar las disposiciones del gobierno.
Finalmente, desarrolló la enseñanza
pública y la uniformización lingüística.
La
acción exterior fue el otro gran componente de la etapa napoleónica. Tras su
coronación como emperador y la estabilización en el interior, Napoleón
emprendió una política de conquistas y consiguió dominar Europa desde el río
Elba hasta la Península Ibérica. Pretendía crear un imperio con el centro en
Francia e implantar las instituciones revolucionarias en los territorios
ocupados, quebrando así los regímenes absolutistas. Su condición de invasor, el
uso de la fuerza y la explotación económica de los territorios conquistados
generaron fuertes resistencias,
no sólo por parte del absolutismo
sino también de liberales que oponían un sentimiento nacionalista al ocupante.
El
dominio francés sobre Europa alcanzó su cénit en 1812. A partir de ese momento,
el fracaso en Rusia, las dificultades en España y la formación de una gran
coalición europea (1813) provocaron el declive de Napoleón. La ocupación de
París por las fuerzas coaligadas, en 1814, comportó la destitución de Bonaparte
y el restablecimiento de los Borbones, en la persona
de Luis XVIII. Napoleón fue confinado en la isla de Elba, pero el
descontento popular tras la restauración del absolutismo favoreció su efímero
retorno ("Cien días"). Fue definitivamente derrotado por las
potencias coaligadas en la batalla de Waterloo (1815) y confinado en
la isla de Santa Elena.
A
partir de principios
del siglo XIX, la función
económica se vuelve predominante porque corresponde a la lógica
misma del capitalismo,
que busca el control
de las materias primas y de los mercados.
Sin embargo, su carácter
nacional es todavía central en este período, y es Gran Bretaña el prototipo de
este tipo de imperialismo.
Las conquistas coloniales de Africa;
La presencia colonial de Alemania
en Africa no fue tan intensa como la de sus rivales Inglaterra
y Francia,
debido al colapso que sufrió el imperio teutón con la derrota en la Primera
Guerra Mundial (1914-1918). En la Conferencia
de Berlín, celebrada de 1884 a 1885, Inglaterra, Francia, Alemania y Bélgica
discutieron sobre los territorios en que querían imponer su dominio
colonial y se repartieron el continente. Como suele ocurrir en las conquistas
de rapiñas, muy pronto las potencias coloniales entraron en contradicciones.
Afloraron las ambiciones por apoderarse de territorios que quedaron en poder
de metrópolis rivales. La conflagración mundial en que Alemania salió
derrotada, hizo que perdiera sus colonias africanas. Su presencia se extendió a
la actual Tanzania, Camerún, Togo, Namibia y Witulandia, este último un pequeño
enclave en el Africa oriental que posteriormente Inglaterra incorporó al
territorio de Kenya en particular fueron características de la partición del
sur entre zonas de influencia y explotación. Después de la Segunda Guerra
Mundial es EEUU quien toma el liderazgo
del imperialismo, con una cierta competencia
con los dos otros polos de la triada: Europa
y Japón.
El análisis
del fenómeno ha tenido su desarrollo.
Ya
Carlos Marx
señaló en El Capital
la tendencia a la concentración del capitalismo, lo que implica necesariamente
su tendencia a adquirir un carácter internacional. En su obra de 1904 El
imperialismo, J.A. Hobson estableció la diferencia entre el capitalismo de
libre intercambio, que caracterizó el siglo XIX, con bases predominante
nacionales, y el capitalismo de monopolio,
que se desarrolló después con exigencias de dominación internacional. R.
Hilferding, en 1910, insistió sobre el carácter creciente del capital
financiero y sobre la importancia del Estado
para apoyar el desarrollo capitalista. Rosa Luxemburgo estudió el expansionismo
y la agresividad de los grandes poderes, desembocando en el militarismo, todo
ello en función de la lógica de la acumulación del capital. Evidentemente, es
Lenín quien publicó el libro
más conocido al respecto: El imperialismo, fase superior del capitalismo (ver
anexo 8)
Ensayo
de vulgarización, en 1917. Explicó el imperialismo como el resultado de la fase
monopolista del capitalismo: más y más concentración y cárteles para apropiarse
de los recursos
del mundo; exportación
de capitales y no solamente de mercancías; parasitismo de las burguesías;
explotación de las naciones oprimidas... Insistió sobre la vinculación entre el
sistema
económico predominante y los problemas
políticos del tiempo,
en particular la guerra.
Hoy día, imperialismo significa la articulación de todas las partes del mundo
en un sistema mundial único, caracterizado por las desigualdades de desarrollo,
desigualdades no en función de lo que algunos llaman un "retraso" de
ciertas naciones frente al dinamismo de otras, sino como exigencia de la lógica
misma de la acumulación del capital (el intercambio desigual).
Es
lo que Samir Amín, un economista egipcio, llama el "imperialismo
colectivo", constituido por las grandes empresas
transnacionales, muchas veces con capital de varias partes del mundo. Frente a
la tendencia -típica del sistema capitalista- de una degradación de la tasa de
ganancia (que Marx
ya había señalado), la salida es encontrar siempre nuevas fronteras de
acumulación del capital. Durante mucho tiempo eso significó conquistar
territorios. Hoy es diferente y por eso el capital no se opuso a la
descolonización. Hoy el papel del capital financiero es predominante. La
extracción del sobreproducto se hace por medios
financieros (pago del servicio
de la deuda, tasa de intereses, paraísos fiscales, entre otros) o jurídicos
(reglas de la
Organización Mundial del Comercio,
programas
de ajuste estructural, establecimiento de "zonas de libre
comercio", como el ALCA).
Nunca
antes, aun durante el tiempo más duro de la colonización, las metrópolis del
norte extrajeron tantas riquezas de sus periferias del sur como hoy día. Sin
embargo el capital debe apoyarse sobre el Estado
para garantizar su estabilidad, asegurar el respeto
de la propiedad
y de las ganancias, crear condiciones favorables a la acumulación, como la
exención de impuestos,
el establecimiento de infraestructuras, la formación de la mano de obra, la
reducción de su precio,
etc. Eso se verifica en particular en períodos de crisis,
donde se favorece el dirigismo político, hasta las dictaduras, y la
militarización (buen medio de corregir las crisis de consumo
y de sobreproducción, sin hablar de la función muy positiva de la fabricación
de armas,
manera de hacer pasar fondos públicos a manos privadas). Frente a la
internacionalización de los procesos
económicos, las grandes instituciones
financieras hoy día un papel similar, al servicio del proyecto
neoliberal.
Hoy
es EEUU quien, como única superpotencia mundial, asume este papel a escala
internacional, siendo la "globalización",
precisamente, la fase superior del desarrollo del imperialismo. EEUU no
solamente arbitra la mayoría de las empresas transnacionales, sino que domina
políticamente las instituciones financieras internacionales (derecho de veto
con 17% de los votos), se niega a aprobar la mayoría de los tratados
internacionales (Kioto a propósito del clima,
el Tribunal Penal Internacional, las minas antipersonales, el trabajo
de los niños,
la prohibición de armas químicas y biológicas, etc.) y tiene bases militares en
121 países del mundo.
La
guerra en Irak
es un producto
directo del imperialismo. El control de los recursos
naturales, petróleo
y gas
(Medio Oriente, Asia
central, Africa del Este, Bolivia),
minerales
(Africa Central), biodiversidad
(América
Central, Amazonia), agua
y oxígeno,
es una necesidad para la producción
capitalista. Las luchas contra el terrorismo,
el narcotráfico,
el despotismo... sirven de pretexto (útil) para justificar las empresas
imperialistas. Pero hay más todavía en la fase actual de la construcción
del imperio estadounidense. El documento del PNAC (Proyecto para un Nuevo Siglo
Americano, es muy explícito a este respecto. Publicado en 1997 y completado en
2000, este plan
sale de la constatación de que EEUU es la única potencia
mundial y que por eso tiene el deber moral
de establecer "una hegemonía benévola" sobre el mundo, sólo EEUU
puede determinar quiénes son los buenos y los malos, no puede permitir que
ninguna otra nación,
aun regional, sea una potencia rival a lo que debe aumentar su armamento y su presupuesto
militar, desarrollar una nueva generación de armas nucleares, hacer de las
Fuerzas Aéreas una fuerza
de primer disparo en el mundo. Para establecer la "Pax Americana"
debe construir bases sólidas e indiscutibles, lo que va exigir, según el
documento, un largo proceso,
a menos que ocurra un evento catastrófico y catalizador comparable al ataque de
Pearl Harbor.
Ocurrido
el El 7 de diciembre de 1941 cuando la aviación japonesa atacó la base naval de
Pearl Harbor por sorpresa en Hawaii, donde se concentraba la flota de guerra
norteamericana del Pacífico. A cargo de la base norteamericana en Pearl Harbor
estaba el almirante Kimmel, jefe de la Flota del Pacífico. El bando
norteamericano menospreció la capacidad japonesa, ya que, a pesar de haber
indicios de un posible ataque, los americanos pensaban que esta operación
requeriría los portaaviones japoneses, lo que no haría posible que el ataque
fuera de forma simultánea.
La
Batalla de Pearl Harbor
La
flota japonesa constaba de tres portaaviones, dos acorazados, dos cruceros
pesados, uno ligero, dieciséis destructores y tres submarinos. El 25 de
noviembre el almirante Yamamoto da la orden de iniciar el ataque. El silencio
de la navegación es clave para el éxito
de la operativa. Si se cruzaban con un barco de origen americano, inglés
u holandés deberían hundirlo, si era de otra nacionalidad,
deberían capturarlo. No utilizaron la radio
para conseguir el silencio, mientras que otros barcos japoneses aumentaron sus
mensajes para desviar la atención
del enemigo.
El
día 6 de diciembre, en Washington se interceptaba y descifraba un mensaje
japonés por el que se daban instrucciones al embajador para que el día 7
comunicara oficialmente la ruptura de negociaciones. El contenido del mensaje
fue conocido por el almirante Stark, jefe de operaciones
navales, a las 9,15 horas. Treinta y cinco minutos más tarde pasó al secretario
de Estado. 0La primera oleada contaba con 183 aparatos para atacar las bases
aéreas norteamericanas en la isla de Oahu, la base de hidroaviones de Kanehoe
y, la isla Ford, donde se encontraba la base de la Flota. La segunda oleada
estaba compuesta por 213 aparatos.
EL
IMPERIALISMO, TAMBIÉN LLAMADO LA FASE SUPERIOR DEL CAPITALISMO, VISTO DESDE LA
PERSPECTIVA DE LENIN
El
imperialismo, fase superior del capitalismo es un libro escrito por Vladímir
Lenin en 1916. En él, Lenin explica que la época del capitalismo de librecambio
toca su fin. Acompañado por múltiples datos
y estadísticas
de la época, describe cómo en los países más adelantados (fundamentalmente Gran
Bretaña, Alemania y los EEUU de entonces), la concentración de capital ha dado
lugar a grandes monopolios que acaparan sectores enteros de la producción.
Esta parte es continuación de las tesis
de Marx en cuanto a las leyes
de concentración de capital.
Los
capitalistas han dejado de ser competidores anónimos dentro de un mercado
desconocido y la libre competencia se ha trasformado en su contrario. La
competencia en la nueva época del capitalismo, se da ahora en unas condiciones
nuevas en las que sólo los grandes monopolios pueden competir entre sí. El
estado ha dejado de ser propiedad de toda la burguesía para pasar a estar
controlado sólo por los sectores monopolistas de la burguesía. El estado sirve
ahora sólo a los capitalistas dueños de grandes monopolios. De tal manera Lenin
desarrolla el punto de vista de Marx más allá de lo que aquél pudiera haber
hecho, dado que el fenómeno de los monopolios se da en el siglo XX y no en el
XIX.
Lenin
expresa en esta obra los rasgos fundamentales de la época del imperialismo.
El
imperialismo se caracteriza por los siguientes rasgos fundamentales:
El
elevado desarrollo de la producción capitalista se ha concentrado en unos pocos
grandes monopolios y este fenómeno puede observarse (entonces y hoy en día) en
todos los países. Unas pocas empresas controlan cada sector (telefonía,
trasportes, etc) frente a los rasgos iniciales del capitalismo (donde en cada
sector competían muchos pequeños productores).
El
nuevo papel de los bancos
y la fusión
de éstos con el capital industrial llevan a la formación del capital financiero
y al poder de la oligarquía financiera. Los bancos ya no son pequeños
prestamistas. Los volúmenes de capital en liza son tan grandes que su actividad
se vuelve imprescindible para la producción. Aún más, la información
y la capacidad de incidencia que tienen los bancos los convierten en un centro
decisivo (y decisorio) para la economía
de cada país.
La
exportación de capital adquiere una gran importancia respecto a la exportación
de mercancías, característica de la fase precedente. Esto facilita la
penetración y el expolio de las grandes potencias contra los países menos
desarrollados.
La
formación de asociaciones de capitalistas internacionales que se reparten el
mundo, y la terminación del reparto territorial del mundo entre las potencias
capitalistas más importantes. En la época del librecambio, en el siglo XIX, las
burguesías de los distintos países buscaban nuevos países para obtener más
materias primas y nuevos mercados donde colocar sus mercancías. Dicho proceso
ha terminado. El mundo se ha repartido territorialmente de forma completa y
concreta. Esto obliga a cualquier potencia a desplazar o someter a otros países
(o a otras potencias) si pretende obtener más materias primas o ampliar su
mercado. Y si no lo hace las que sí lo hagan se acabarán haciendo más
poderosas.
Con
todo ello se formará lo que se conoce como una cadena imperialista. Es decir,
una jerarquía entre las distintas potencias cuyos eslabones de alianza y
dependencia (o sometimiento) se establecen según la fuerza (política y militar) y
según el capital que poseen. Para poder competir y desarrollarse cada potencia
se ve sometida al papel que ocupa en dicha cadena. Dadas estas condiciones el sistema
político que prevalece es un sistema imperialista, propio de
aquellas potencias que se colocan a la cabeza para dominar al resto de países a
costa de someterlos de una u otra manera.
Hoy
día los medios del imperio son ahora enormes, militares y políticos. La manera
de afrontarlo va ser tal vez bastante diferente a como fue antes, sin embargo,
debemos ser conscientes de que él está también débil y de que puede ser
derrotado. Lo vemos en Irak, de manera inesperada para un imperio que sufre de
un pensamiento
lineal, típico del cinismo de las clases dominantes que creen que les está
permitido todo lo que les sirva a sus intereses. Pero esta debilidad provendrá
ante todo de las fuerzas de resistencia,
y éstas deben organizarse.
Que
sea en una lucha política (contra el ALCA por ejemplo) o en una lucha armada,
no depende de ellas, sino de las circunstancias en las que se encuentren y que,
evidentemente, deberán juzgar con mucho discernimiento para no servir de
pretexto fácil al imperio ni para autodestruirse. Hoy debemos construir
colectivamente a escala mundial un nuevo polo, con todos los grupos
víctimas de la acumulación del capital (del imperio), un polo capaz de
representar una fuerza real, basada en una visión humanista, ética
y espiritual del mundo, sobre un análisis en términos de intereses opuestos,
sobre compromisos de transformación profunda y no de simple acomodación -el
imperialismo no se humaniza-, y sobre estrategias
a largo y corto plazo.
La
lógica del imperialismo
El
capitalismo es por su propia naturaleza
un sistema de expasión global destinado a la acumulación a nivel mundial. Desde
sus inicios en los siglos XV y XVI se ha configurado como una economía
mundial con una división internacional de tareas establecida a
través de los gobiernos de Estados-Nación
competidores entre sí. La disección de este sistema global nos muestra
una estructura
de desigualdad descrita de varias formas: centro-periferia, metrópolis-satélites,
desarrollados-subdesarrollados, Norte-Sur; todo ello describe la enorme
distancia entre los Estados del centro y los de la periferia del sistema. Desde
el principio, los principales Estados capitalistas iniciaron un movimiento
expansivo, imperialista. Las sociedades
precapitalistas de América, África
y Asia fueron saqueadas, su población
sometida, y el producto del pillaje enviado a Europa. En donde fue posible, las
sociedades no capitalistas fueron destruídas y transformadas en colonias
dependientes. Mientras tanto, las grandes potencias se enfrentaban entre sí por
los territorios y sus despojos. Como Marx cita en "La génesis del
capitalismo industrial" (El capital, vol 1):
"El
descubrimiento de oro
y plata en América, el desarraigo, esclavitud
y sepultamiento en minas de la población indígena del continente, el inicio de
la conquista
y saqueo de India,
y la conversión de África en un espacio reservado para la captura comercial de
esclavos negros, son hechos que caracterizan el nacimiento de la era de la
producción capitalista. Estos idílicos procedimientos
fueron los momentos estelares de acumulación original. Siguiendo en sus trece,
el siguiente paso fue la guerra comercial entre las naciones europeas, tomando
todo el globo como campo de batalla. Comienza con la rebelión de los Países
Bajos frente a España,
asume dimensiones gigantescas en la lucha anti-jacobina de Inglaterra, y
continúa bajo la forma de las Guerras
del Opio contra China,
etc."
Al
final de las guerras napoleónicas, Gran Bretaña, quien lideraba la revolución
industrial, emergía como la potencia hegemónica de la economía capitalista
mundial. En este periodo, las potencias europeas se reparten el mundo,
ejerciendo un gobierno
político directo sobre sus colonias, o si esto no era posible, creando
condiciones para la subordinación de Estados periféricos
a las necesidades de los del centro, a través de tratados
no equitativos. La más importante posesión colonial de Gran Bretaña, la joya de
su imperio, era la India. Pero Gran Bretaña también ejercía un control
económico paralelo en territorios que no constituían colonias formales, como
algunas zonas de Latinoamérica.
La riqueza extraída de estos dominios coloniales afluía a las arcas de las
naciones capitalistas del centro, enriqueciéndolas y apuntalando su poder. La
hegemonía británica sobre la economía mundial decayó frente a los crecientes
desafíos de principios del siglo XX, particularmente el representado por
Alemania, y terminó colapsandose a consecuencia de la I y II guerras mundiales,
para acabar siendo reemplazada al final de la II G.M por la hegemonía
estadounidense, momento en el que EEUU alcanzó predominancia en el sistema
capitalista mundial
En
la postguerra inmediata los EEUU eran, en términos marcados por la pura fuerza
material de la que disponían, la nación más poderosa que el mundo había
conocido. Representaba aproximadamente la mitad de la producción mundial, y el
60% de su industria,
y tenía el monopolio de las armas nucleares. En lugar del antiguo patrón del
oro, los acuerdos de Bretton Woods caracterizaron al dólar estadounidense como
la principal unidad económica mundial, cosa que fue respaldada por el acuerdo
de Washington, en virtud del cual se cambiaron los dólares de los principales
bancos extranjeros por oro. Las bases militares estadounidenses dieron apoyo a
las corporaciones multinacionales de EEUU repartidas por todo el mundo,
posibilitando que éstas se hicieran con el control absoluto de algunas
economías del Tercer Mundo, aunque todo ello bajo el pretexto del llamado
"libre comercio"; el poderío militar de EEUU entraba en juego
donde fuese necesario.
Sin
embargo, en ciertos aspectos el poder de EEUU se veía constreñido. La
existencia de la Unión Soviética, que surgió de una revolución
socialista durante la primera guerra mundial, venía a decir que existía otra
superpotencia militar, que si bien no era tan poderosa como los EEUU, desde
luego podía limitar las acciones
éstos, manteniendo algunas áreas fuera de la expansión imperialista, y
ofreciendo apoyo material a las revoluciones del Tercer Mundo. Mas aún, la
verdadera amenaza al capitalismo en su conjunto y al dominio global de EEUU, no
vino de la URSS directamente, si no de las oleadas revolucionarias que a lo
largo del s. XX protagonizaron los pueblos de Latinoamérica, África y Asia,
destinadas a liberarse del colonialismo o el neocolonialismo, en especial del
papel al que habían sido relegados en la división imperialista del trabajo
y la producción. Al mismo tiempo que rodeaba a la URSS y a China con alianzas y
bases militares, EEUU intentaba impulsar contrarrevoluciones en todo el Tercer
Mundo, encontrándose así con los limites globales de su poder.
Vietnam
y los Límites
del Imperio
En
ninguna otra parte como en la guerra de
Vietnam se han visto tan definidos los límites del imperio de EEUU.
En aquella guerra los EEUU retomaron lo que había sido una guerra colonial de
Francia, bloquearon unas elecciones ocupando el país según los acuerdos de
Ginebra de 1954, y dividieron Vietnam en dos, creando un régimen títere en el
sur. En los 60, se produjo una llegada masiva de tropas de EEUU en lo que se
convirtió en la invasión y ocupación del sur de Vietnam. Incapaz de ganar una
guerra de guerrillas, a pesar de emplear dos veces más capacidad explosiva que
la empleada en toda la segunda guerra mundial, y a pesar de los millones de
vietnamitas muertos, asumiendo su incapacidad para "levantar una
nación" en Vietnam del sur, donde buscaba instalar un régimen corrupto de
creación propia, los EEUU fueron obligados por el creciente disenso de su
propia opinión
pública y por la incipiente rebelión entre el escalafón mas bajo de
sus propias filas, a retirarse de la zona, bajo el pretexto de la
"vietnamización" de la guerra.
Las
turbulencias en la balanza de
pagos de EEUU durante este periodo contribuyeron a que disminuyera
la hegemonía del dólar estadounidense como moneda global, y supuso el fin del
patrón dólar-oro. Décadas después de su retirada de Vietnam, la capacidad de
intervención militar de EEUU se vio afectada por lo que los expertos llaman el
"síndrome de Vietnam", que se basa en la falta de voluntad de la
población estadounidense para comprometerse en intervenciones militares de
cierta envergadura en el extranjero.
La
guerra en Vietnam, como otras guerras imperiales, reveló la lógica y límites
del imperio capitalista. A menudo se dice que los EEUU no tenían intereses
económicos significativos en Vietnam que justificaran una mayor intervención
allí. Niall Ferguson, profesor
de historia
económica en la Universidad
de Nueva York y miembro honorario de la Institución Hoover declara en su
reciente libro , Coloso: el precio del imperio americano que "Los
EEUU perdieron prestigio y credibilidad [en Vietnam]. Ese fue el motivo por el
que todo lo demás también se perdió". Esta óptica
intenta reforzar la idea de que ya que los EEUU no tenían nada material que
perder en Vietnam, no debería haber otra razón de su permanencia allí que la promoción
de la libertad
y la democracia.
En realidad los objetivos
de EEUU en Vietnam eran el mantenimiento
del imperialismo como sistema. En su mas amplio sentido, esto comprende
objetivos que se han agrupado tradicionalmente bajo el epígrafe de
"geopolíticos"- por los cuales se sitúan los requerimientos económicos,
políticos y militares del imperio en un contexto estratégico que toma en cuenta
los recursos geográficos, demográficos y naturales de determinadas regiones.
Tal comprensión geopolitica
de la expansión imperial y la defensa de su rumbo está, por supuesto,
completamente de acuerdo con la necesidad de una expansión lo mas grande
posible de la economía capitalista mundial.
La
guerra de Vietnam ilustra a la perfección la importancia de tales objetivos
geoestratégicos. La intervención de EEUU tenía como objetivo
el control de la costa del Pacífico, y con ello rodear y "contener" a
China, como parte integrada en una estrategia
general de dominación de los "bordes" de Eurasia: Europa Occidental,
la costa del Pacífico y el Medio Oriente. Las principales alianzas militares de
EEUU se realizaron en estos territorios, y a ellos destinaron la mayoría de sus
recursos, para establecer y mantener una presencia militar. Representaban de
hecho las fronteras del sistema imperialista, en el cual los Estados
Unidos eran el poder hegemónico, por lo que hablamos de las
fronteras ampliamente construídas por el imperio norteamericano.
Desde
este punto de vista, el enorme compromiso de los EEUU para asegurar Vietnam
como parte de su esfera imperial un compromiso mantenido por cinco sucesivos
presidentes de ambos partidos - no resultaba tan irracional, sino que formaba
parte de una estrategia global. Para la clase
dominante de EEUU, sus estrategas y sus militares, la derrota en Vietnam se
recuerda como un fracaso mayúsculo a la hora de defender sus intereses. Durante
los 70, la economía mundial entró en un estancamiento o crisis a largo plazo,
que continúa arrastrando a cada paso. En el mismo periodo la economía de EEUU
sufre un retroceso. Esta retirada parcial del escenario mundial tras Vietnam,
mientras que reducía sus intervenciones militares a pesar de los crecientes
movimientos revolucionarios en el Tercer Mundo, es a menudo interpretada, por
parte de las élites civiles y militares de EEUU, como una fuente de enfermedad
o debilidad generalizada que afectaba directamente a su propio orden mundial.
El
Retorno a la Guerra
Desde
finales de los 70 Washington ha intentado reconstruir su capacidad de
intervenir en guerras imperiales. Las guerras encubiertas en Afghanistan y
América Central fueron seguidas inmediatamenete por el ejercicio directo del
imperialismo americano en Líbano, Granada y Panamá.
Con la caida de la Unión Soviética y la desaparición de la misma dos años después,
los EEUU rápidamente ocuparon su nicho de poder, desarrollando intervenciones
militares en Oriente Medio, en el cuerno de África, en la antigua Yugoslavia...
que previamente hubieran resultado impensables. Siguiendo a los ataques de
septiembre de 2001, la invasión y expansión de EEUU en Afghanistán e Iraq,
sumada a la construcción de bases militares en la antiguas repúblicas
Soviéticas de Asia central, conforman una vasta extensión del imperio americano
en estas regiones, antes inaccesibles.
Tal
expansión se ve posibilitada parcialmente por las ganancias económicas aunque
su naturaleza es transitoria- que EEUU obtuvo en los 90 frente a sus
principales competidores económicos. Esta condición dio suficiente confianza a
los halcones "antiterroristas" de la administración
de George W. Bush como para explotar el miedo provocado por los ataques del
11-S, lanzando la Estrategia de Seguridad
Nacional (ESN) en septiembre de 2002. En ella se declaraba que los EEUU harían
todo lo que estuviera en su mano para prevenir la aparición de un competidor
militar y no dudaría en iniciar una intervención bélica "preventiva"
en función de sus intereses de seguridad nacional. Esto no era otra cosa que
una declaración de guerra permanente, que dejaba claro el deseo de EEUU de
blandir su poder militar para expandir a lo grande su imperio y con ello
fotalecer su posición geopolítica.
Nunca antes en la historia del mundo moderno había lanzado nación alguna
semejante estrategia de largo alcance en pos de una dominación indefinida.
En
la consideración historica oficial sobre la guerra de Vietnam se produjo cierto
cambio,
y esto allanó el camino para las nuevas ambiciones imperiales de EEUU. Las
interpretaciones conservadoras sobre la guerra (de Vietnam, N.de T.) que
proponían líderes militares y comentaristas de derechas que al principio apenas
fueron tomadas en serio en el debate
público- pasaron a tener más influencia y ser mas relevantes al mismo tiempo
que el recuerdo de la guerra desaparecía. En el nuevo clima creado por el deseo
de hacer "permanecer en alto a América", la derrota de Vietnam fue
cada vez más relegada a la categoría clásica propagandística de
"traición", que en esta ocasión fue atribuída a la deslealtad de los
medios y a extremistas entre la población civil.
El
peso de esta reinterpretación se centra en el momento del giro de la guerra en
la ofensiva vietnamita del Tet de 1968. El Tet, se decía ahora, había sido una
vibrante victoria militar para los EEUU y las fuerzas armadas de Vietnam del
Sur, quienes diezmaron a sus atacantes del Frente de Liberación Nacional.
Ocurre que en una "traición" de primer orden, según dicen, los medios
de comunicación
y una minoría de disidentes frente a la guerra convirtieron en una derrota lo
que había sido una victoria, y esto provocó que Johnson arrojara a
toalla. En efecto: la opinión del "stablishment" adoptó el
veredicto sobre la guerra ofrecido anteriorimente por el general William
Westmoreland, comandante de las fuerzas de EEUU en Vietnam, quien escribió en
su libroInformes de un soldado (1976) que la ofensiva del Tet fue "
una aplastante derrota militar del enemigo, en cualquier término...
Desafortunadamente el enemigo consiguió en EEUU la victoria psicológica que no
pudo alcanzar en Vietnam, influyendo así sobre el presidente Johnson y sus
consejeros civiles, quienes ignoraban la máxima por la cual cuando el enemigo
te está hiriendo no se debe disminuir la presión,
si no incrementarla". Para Westmoreland, hablando de la guerra de
Indochina como un todo, "una falta de determinación para mantener el
rumbo.... demostró en Camboya, Vietnam del Sur y Laos que la alternativa a la
victoria era la derrota".
Las
referencias sobre el fracaso de EEUU para "mantener el rumbo" se
convirtieron en tema mayor en los análisis conservadores de la guerra. Esta
frase se empleó incluso en la propia guerra. Por ejemplo, el presidente Johnson
la utilizó en 1967 para comunicar su determinación de continuar la guerra. En
otra situación, Townsend Hopes, el subsecretario de la Fuerza Aérea, había
presentado al secretario de Estado Clark Clifford en 1968 una estrategia para
"mantener el rumbo en una serie de años muy dañinos", concentrándose
simplemente en el control de las areas pobladas. Pero la frase alcanzó mayor
importancia posteriormente como eslógan de los halcones para explicar la
derrota. Esto ocurrió cuando el destacado periodista Stewart Alsop subrayó en
su libro La permanencia de lo ejecutado (1973), que Winston Churchill
había declarado en su presencia : "América es un país grande y fuerte,
como un caballo de tiro que arrastra sin flaqueza ni desesperación al resto del
mundo. ¿Pero podrá mantener el rumbo?" . Los halcones de Vietnam, como el
senador Henry M. Jackson citaban el comentario de Churchill en todo momento,
insistiendo en que los EEUU habían fracasado a la hora de mantener el rumbo en
Vietnam, y que tal error no debería cometerse de nuevo.
Tanta
fuerza ha adquirido esta interpretación
militar y de derechas de la guerra de Vietnam, que ahora resulta ineludible
encontrar en la actual guerra de Iraq. Así el presidente George W. Bush
declaraba con respecto a Iraq en abril del 2004 que "Tenemos que mantener
el rumbo y mantendremos el rumbo", mientras que su oponente electoral el
senador John Kerry recordaba que los EEUU deben "mantener el rumbo"
en Iraq, añadiendo que "los americanos discrepan sobre si se debería ir o
cómo se ha ido a la guerra en Iraq. Pero resultaría ahora impensable para
nosotros retirarnos atropelladamente de allí, dejando atrás una sociedad
profundamente enfrentada y dominada por radicales"
El
camino al desastre en Iraq
Esta
insistencia en mantener el rumbo a veces se ve reducida a una mera voluntad de
parar el derramamiento de sangre.
De acuerdo con Max Boot, miembro histórico del prestigioso Consejo de
Relaciones Exteriores en suLos salvajes años de paz (un título tomado del
poema de Kipling La tarea del hombre
blanco): "Toda nación comprometida en un gobierno imperial sufrirá algún
revés. El ejército británico, en el curso de las pequeñas guerras libradas para
la reina Victoria, sufrió importantes derrotas con miles de bajas en la primera
guerra afgana (1842) y en las guerras zulúes (1879). Esto no debilitó la
determinación británica de defender y expandir el imperio; al contrario, se
abrió el apetito de venganza. Si los americanos no pueden adoptar semejante
mentalidad "ansiosa de sangre" , entonces no tienen nada que hacer
frente a la gestión
de un imperio."
Pero
la adopción
de tal mentalidad "ansiosa de sangre" algo de lo que Washington no
carece hoy día- no salvará a los EEUU en Iraq. A pesar de la tan cacareada
"victoria" en Faluya donde el nivel de destrucción desatada contra
una ciudad de un país ya ocupado, probablemente no tenga parangón en la
historia contemporánea- los planificadores de la guerra trabajan constantemente
para encontrar un modo de prevenir una derrota que no deja de parecer cada vez
más inevitable. La última diagnosis relevante sobre la guerra de Iraq la ha
lanzado Anthony H. Cordesman, experimentado consejero de seguridad nacional
para el departamento de Defensa, especializado en cuestiones de energía y
Oriente Medio, y que ya supervisara la guerra del Yom Kippur para el
departamento de Defensa en 1974. Cordesman es ahora colaborador de Alreigh A.
Burke en asuntos de estrategia para el Centro de Estudios Estratégicos e
Internacional de Washington, y analista de seguridad nacional para ABC News. En
su informe Maniobrando
en el rumbo: una estrategia para reformar la política de EEUU en Iraq y Oriente
Medio(Cuarta edición,
22 de noviembre de 2004, csis.org). Cordesman opina que los EEUU no deberían
"mantener el rumbo" si no resulta una estrategia pragmática que él
denomina "operar en el rumbo": "Los Estados Unidos se enfrentan
a demasiado odio y resentimiento por parte de los iraquíes como para intentar
mantener su postura frente a la posibilidad de un fracaso evidente, y alcanzar
ahora cualquier acuerdo satisfactorio en términos políticos aceptables por los
iraquíes implica que los EEUU deberían retirarse en gran medida de Iraq a lo
largo de los dos próximos años". Mas aún: dado el nivel de fracaso
alcanzado, la posibilidad de una derrota militar en Iraq ha de ser considerada.
" Las excepciones de los últimos éxitos militares de EEUU en Iraq"
afirma, "pueden ser los mejores resultados que consiga nunca, o podrían
ser mejorados. Los EEUU pueden ganar casi con toda seguridad cualquier batalla,
pero no está nada claro si pueden ganar la guerra política y económica".
Cordesman
cree que los EEUU sólo pueden evitar una derrota clara -y su consiguiente
pérdida de prestigio- en Iraq renunciando a sus objetivos imperialistas. Como
ya declaró en una entrevista
para el Consejo de Relaciones Exteriores a finales de Noviembre : "Nunca
dijimos a los iraquíes que no tomaríamos su petróleo,
que no les robaríamos su economía, que no estableceríamos bases militares, que
nos marcharíamos de allí cuando un gobierno electo iraquí nos lo pidiera. Nunca
dijimos que cualquier gobierno electo nos fuera a parecer adecuado." Como
describe en Mantiendo el rumbo:
Los
EEUU deberían abandonar "claramente" los siguientes objetivos:
1)
Utilizar Iraq "como una herramienta o palanca para transformar la
región";
2)
Utilizar Iraq como "una base militar de EEUU"
3)
Interferir en la "independencia
de Iraq en todo aspecto relacionado con su política, economía y sobre todo, su
petróleo"
4)
Promover una "transparencia total" en las relaciones de EEUU con la
economía iraquí.
Los
acuerdos de EEUU, insiste, deben incluir el compromiso explícito de retirarse
de la llamada Zona Verde de Bagdad, que no puede ser mantenida como un cuartel
imperial en un Iraq supuestamente independiente.Los EEUU, advierte Cordesman,
deberían limitar sus objetivos a la creación de un gobierno estable, apoyado
por una fuerza militar iraquí adecuada; aunque el nuevo régimen politico
resulte tan sólo ligeramente mejor que el de Saddam Hussein y se muestre
abiertamente opuesto a EEUU.
Si
Washington consigue un "éxito" en este aspecto, asegura, puede
considerarlo oficialmente una "victoria" y salir del país en el curso
de dos años con el mínimo daño
sobre su credibilidad como poder imperial. Sin embargo, en caso de que fracasen
en su intento de posibilitar una solución política estable o un adecuado
ejército iraquí en el periodo previsto cosa que parece estar ocurriendo- los
EEUU precisarán hacer nuevos planes ante la posibilidad de una derrota clara.
"Incluso una 'victoria' en Iraq" nos dicen, "será muy relativa,
y la derrota" que puede darse en formas innumerables, vista la manera en
que los Iraquíes se muestran fuera de control, "obligará a EEUU a reforzar
su posición en toda la región".
Para
Cordesman, resulta más importante reemplazar a las fuerzas de EEUU por
efectivos iraquíes que la consolidación de un régimen estable. "La
'iraquización' " escribe, "debe ser muy calculada, o Iraq será un
espejo del fracaso de la 'Vietnamización' en Vietnam: las victorias militares
de la Coalición serían cada vez más irrelevantes". Tras un detallado
informe sobre las fuerzas iraquíes y su entrenamiento
concluye que: "las fuerzas de seguridad y militares iraquíes ahora mismo
son muy débiles para asegurar nada, y muy probablemente esto se mantenga así
hasta bien entrado 2005... Los EEUU sólo pueden 'maniobrar en el rumbo' de
forma efectiva si acuerdan con el Gobierno Interino de Iraq que se superen los
aproximadamente 28.000 efectivos (iraquíes) en el ejército y el número global
de 40-55.000 hombres que los EEUU considera "mínimo" para el conjunto
de fuerzas militares, para militares y la Guardia Nacional".
La
verdad es que la presencia de 150.000 soldados estadounidenses en Iraq, lo cual
ha limitado seriamente el número general de efectivos disponibles de EEUU, no
ha sido suficiente, ni siquiera con el apoyo de tropas británicas, para
enderezar el país. "Los EEUU ya han asumido que pueden ganar virtualmente
cualquier confrontación militar directa, pero que no pueden dar seguridad al
país...Como en Vietnam, si el gobierno interino iraquí no puede ganar la
batalla política, las victorias en el campo militar son irrelevantes".
Considerando el caos político en Iraq y la dificultad de posibilitar una
solución política, o incluso de evitar el estallido de una guerra civil,
Cordesman cree que los EEUU necesitan concentrarse en cómo resituarse en
Oriente Medio en caso de derrota: desatar una campaña de contrainsurgencia es
una posibilidad; los EEUU no deberían permanecer en Iraq si éste se hunde en la
guerra civil.
Nadie
puede garantizar el éxito en Iraq; ni que Iraq se suma en la guerra civil, o se
una bajo un liderazgo, o se divida bajo criterios confesionales y étnicos...
una cosa es participar en este juego, y otra muy distinta intentar bregar con
la derrota reforzando las condiciones de fracaso o "doblando la
apuesta". Si para 2006 se hace meridianamente claro que los EEUU no pueden
ganar con su actual nivel de esfuerzo, y /o si la situación se deteriora hasta
el punto de que no exista ni gobierno interino ni fuerzas armadas irquíes que
apoyar, entonces el juego se acabará. Ya no será el momento de replegarse, si no
de correr.
Cordesman
asegura que si los Estados Unidos se vieran obligados "a correr",
tambien deberían ofrecer ciertas seguridades a los gobiernos de los
"Estados amigos del Golfo y otros aliados árabes". Esto sería para
prevenir una expansión de la Yihad islámica en Afghanistan, tras posibles
declaraciones islamistas sobre la "victoria" en Iraq. Al mismo tiempo
los EEUU deberían evitar que Irán
interviniera en Iraq. Los EEUU recibirían mas presión que nunca en relación al
problema palestino israelí.
Finalmente, se deberían planificar alternativas para afrontar la amenaza que
podría sufrir la posición estratégica de EEUU respecto al petróleo de Oriente
Medio, requiriéndose que los EEUU no se retiren de la zona, sino que aumenten
su implicación en ella en general.
En Maniobrando
en el Rumbo, se deja bien claro de que el mayor interés
de los Estados Unidos en Iraq, así como en todo Oriente Medio, es el petróleo.
Los continuados ataques de la resistencia iraquí sobre los oleoductos han
limitado el flujo de petróleo desde Iraq, dañando así uno de los principales
objetivos de EEUU, y posibilitando su fracaso general. En el caso de una
derrota clara y una retirada de EEUU de Iraq, la situación el torno
al petróleo sería aún más crítica.
Según Cordesman "Los EEUU pueden y deben encontrar sustitutos del
petróleo, pero esto llevará décadas. Mientras eso ocurre, los EEUU y la
economía global iran dependiendo cada vez más de las importaciones
de energía, particularmente de las del Golfo". De acuerdo con las
estimaciones desarrolladas en la Previsión Internacional de la Energía de 2004,
documento elaborado por la Agencia de Información sobre Energía (AIE) de los
EEUU, se espera que a finales de 2025 tan sólo los paises industrializados
incrementen en 11,5 millones de barriles diarios sus importaciones adicionales
desde la OPEC, que ya en 2001 estaban datadas en 16.1 millones, siendo el Golfo
pérsico quien facilite más de la mitad de esa cantidad. Se espera que EEUU
doble su importación
desde el Golfo. Al mismo tiempo, se espera que aumente dramáticamente la demanda
de crudo de China y otros países en crecimiento. La importancia estratégica del
petróleo para la economía mundial crecerá en proporción.
Para
poder afrontar esta demanda de producción adicional, la AIE estima que se
deberían invertir mas allá de 1,5 trillones de dólares en Oriente Medio, entre
2003 y 2030. El mayor potencial activo, destinado a largo plazo, para las inversiones
dedicadas al aumento de la producción de crudo, se dará en Iraq, ya que
numerosos analistas e instituciones (por ejemplo el Instituto Baker, el Centro
para el Estudio de la Energía Global, la Federación de Científicos Americanos)
creen que, además de sus reservas confirmadas y estimadas en 115 billones de
barriles de crudo, en el 90% del territorio inexplorado de Iraq podría haber
una reserva de 100 billones o más. (Estimaciones provinientes de otras
agencias, como el Servicio de Vigilancia Geológica de EEUU, son menos optimistas,
estimando una media de 45 millones).
De
acuerdo con Cordesman, el principal "problema práctico" que presenta
el Golfo Pérsico a la economía mundial es la enorme inversión
que se necesita para el crecimiento de la producción de crudo en Oriente Medio,
lo cual es preciso para asegurar un suministro adecuado al consumo futuro. No
sólo hay que posibilitar estas investigaciones;
también hay que protegerlas. En este aspecto, a los EEUU no les va a resultar
tan fácil dejar Iraq o abstenerse de incrementar su participación en Oriente
Medio en caso de verse obligados a abandonar el país. En relación a la mayoría
de análisis que son formulados en los círculos de la seguridad nacional de los
EEUU, el Maniobrando en el rumbo de Cordesman , a nuestro juicio,
está imbuído de un fuerte realismo.
Resulta
por ello razonable preguntarse si los poderes que gobiernan los EEUU seguirán
sus recomendaciones, comenzando por renunciar a todos los objetivos imperiales
en Iraq. Creemos que esto no va a ocurrir. La frase en boga sigue siendo
"mantener el rumbo". El 30 de marzo de 2004, James Schlesinger,
antiguo Secretario de Defensa con Nixon y Ford, y Thomas Pickering, antiguo
embajador en Rusia
y subsecretario de asuntos políticos con Clinton (ambos copresidieron la
comisión del Consejo de Relaciones Exteriores que elaboró el informe Iraq:
un año después), elaboraron un editorial conjunto en el diario Los Angeles
Times, en el que defendían que Iraq debería permanecer "por encima de la
política" y que los EEUU deberían "mantener el rumbo". Las
razones exhibidas incluían la prevención de la influencia de Irán sobre Iraq,
garantizando así "una estabilidad a largo plazo en la producción y
suministro de crudo"; el bloqueo del posible surgimiento de un nuevo poder
en Iraq, opuesto a los EEUU; y evitar la percepción
de una derrota americana, que serviría para desestabilizar el poder de EEUU y
sus intereses en Oriente Medio y a nivel global. Resumiendo, habían de ser
mantenidos a toda costa los objetivos imperiales por los que los EEUU
intervinieron en la región.
Nada
de lo podemos observar en Washington en la actualidad sugiere que esta visión
dominante vaya a ser modificada. Aunque entre la élite de la jerarquía social
está bien arraigada la certeza de que EEUU afrontará una serie de desastres si
se dedica sólo a disparar, dejar de hacerlo se percibe como una garantía de un
desastre mayor: la confesión de una derrota que disminuirá la capacidad de EEUU
para hacer nuevas guerras a su voluntad en el Tercer Mundo, y por tanto la
capacidad del empleo
de la fuerza bruta para promover sus designios imperiales. Por otra parte, aún
resta la cuestión del petróleo iraquí y su control. Así, según la óptica de la
clase dominante, incluso un fracaso a la hora de establecer un régimen político
estable y una fuerza armada para defenderlo, no significa necesariamente que
los EEUU abandonen el lugar. Thomas Friedman, columnista de opinión en el New
York Times, y cuyos puntos de vista se pueden tomar habitualmente como un buen
barómetro de la opinión del "stablishment", concluye el 18 de
noviembre de 2004 un informe sobre Iraq con esta declaración: "Sin un
entorno adecuado que facilite la elección y actividad de un nuevo liderazgo, Iraq
nunca podrá andar sin ayuda, y las tropas de EEUU siempre estarán allí".
La idea que se desprende de aquí es que la ocupación de los EEUU continuará
indefinidamente en caso de que no se consiguiera el objetivo de una situación
política estable adecuada a los EEUU. Dadas las enormes reservas petrolíferas
de Iraq, Washington podría estimar conveniente pagar no importa que coste si al
final existe una recompensa que lo justifique.
Si
esta lectura
de la determinación del liderazgo de EEUU para mantener el rumbo es correcta,
parece ser el imperialismo en Iraq va seguir recibiendo golpes, si es que éstos
no incrementan su intensidad cada vez mas. La presencia continuada de tropas de
EEUU significará que el ejército norteamericano seguirá cobrándose su cuota de
sangre (que ya ha descendido al nivel de la tortura sistemática y de la
reintroducción del napalm, prohibido por las NNUU desde 1980), y la oposición
iraquí a los "libertadores" americanos sólo podrá aumentar. Mientras,
cualquier gobierno iraquí que resulte elegido bajo estas circunstancias deberá
elegir entre oponerse a la ocupación de EEUU o perderá toda legimitidad ante la
sociedad iraquí. Puede que la invasión y ocupación de Iraq por EEUU esté
generando las condiciones para una guerra civil, encendiendo la mecha del
polvorín de Oriente Medio. Para hacernos una idea de la seriedad de esta
situación, sólo hemos de mirar como el ejército israelí arma y entrena a las
milicias kurdas, con el objetivo de lanzarlas luego, en caso de necesidad,
contra las fuerzas sunníes y chiíes de Iraq. La posesión por parte de Israel de
cientos de armas nucleares recuerda en todo momento la amenaza que supone la
"opción Sansón", en caso de que éste gobierno o su ocupación de
Palestina se sientan amenazados.
Sería
temerario aventurarnos en mayores especulaciones. Pero no hay duda que al
invadir Iraq, los EEUU han abierto las puertas del infierno, no sólo para los
iraquíes y para todo Oriente Medio, sino para su propio dominio imperialista.
Aún se han de ver las consecuencias reales del fracaso de EEUU en Iraq, y a
ello podremos asistir en los meses y años venideros.
En
resumen, el imperialismo como fenómeno económico y político contiene cinco
rasgos fundamentales:
1)
concentración de la producción y del capital, de un grado tan elevado de
desarrollo que ha creado los monopolios, los cuales, desempeñan un papel
decisivo en la vida económica del mundo
2)
fusión
del capital bancario con el industrial, creándose el capital financiero y, de
éste proceso, surge la oligarquía financiero
3)
exportación de capital, a diferencia de la exportación de mercancías, adquiere
una importancia particular
4)
formación de asociaciones internacionales monopolistas de capitalistas, las
cuales se reparten el mundo,
5)
culminación del reparto territorial del mundo entre las potencias capitalistas
más importantes.
Durante
el último cuarto del siglo XIX, la industria capitalista se ve involucrada en
una revolución técnica. Como la primera, la segunda revolución industrial
modifica esencialmente la fuente de energía para la producción y los
transportes. Al lado del carbón y del vapor, el petróleo y la electricidad
hacen ahora girar las ruedas y las maquinarias.
La
revolución industrial de fines del siglo XIX, modificó la importancia relativa
de las diferentes ramas industriales en la economía mundial. Durante un siglo,
el algodón
y el carbón habían sido los productos
más importantes. Pero ahora el acero
ocupa el primer lugar, seguido inmediatamente por la construcción mecánica
y la producción de automóviles. En ese momento, Gran Bretaña pierde
definitivamente su preponderancia industrial y su monopolio de productividad,
ya que la revolución energética favorece, sobre todo, a los Estados Unidos,
porque éste poseía abundante petróleo.
En
esta estructura económica-política de los países más poderosos, aparece Venezuela,
como fuente proveedora de energía barata. Comenzando el siglo XX, el
imperialismo, ya se había trazado como objetivo sojuzgar a la patria de Bolívar
porque tenía suficiente información acerca de las inmensas riquezas de nuestro
subsuelo, en especial, petróleo. Es así que Gran Bretaña, logísticamente
apoyada en sus posesiones coloniales de Guayana, ocupó militarmente sesenta mil
millas cuadradas de territorio venezolano, en el que subyacen invalorables
yacimientos de oro, diamantes, bauxita, etc.
No
sólo Gran Bretaña pretendía apoderarse de los recursos minerales de Venezuela,
también pugnaba los Estados Unidos. En este sentido, la Nacional Asphalt Co.,
que en 1886 había absorbido la New Cork & Bermúdez Co., pretendía
apoderarse de las minas de asfalto de Venezuela, a fin de librarse de la
competencia y dominar a su antojo la producción y mantener el precio. Al
respecto, César Zumeta le escribió al Presidente Cipriano Castro, diciéndole
"Se anuncia que la Nacional Asphalt Co., se ha transado con el dueño de La
Felicidad, que entra a formar parte del Trust y quedará sujeta a las mismas
restricciones de la Bermúdez. Tengo confirmación privada de esta noticia, y sé
además que se están negociando nuevos depósitos en esta ciudad (Trinidad). Esta
lucha no nos promete sino nuevas complicaciones cada día más llenas de
peligros, y el único medio de ponerle cese a tan grave abuso parece ser la
adopción de una medida radical que ponga a cubierto del Trust el resto de la
región bituminosa".