Ilustración
La Ilustración fue una época histórica y un movimiento cultural e
intelectual europeo –especialmente en Francia
e Inglaterra–que
se desarrolló desde fines del siglo XVII
hasta el inicio de la Revolución francesa,
aunque en algunos países se prolongó durante los primeros años del siglo XIX.
Fue denominado así por su declarada finalidad de disipar las tinieblas de la
humanidad mediante las luces de la razón. El siglo XVIII es conocido,
por este motivo, como el Siglo de las
Luces.
Los pensadores de la
Ilustración sostenían que la razón humana podía combatir la ignorancia, la
superstición y la tiranía, y construir un mundo mejor. La Ilustración tuvo una
gran influencia en aspectos económicos, políticos y sociales de la época. La
expresión estética de este movimiento intelectual se denominará Neoclasicismo.1
La Ilustración (Lumières,
en francés; Enlightenment, en inglés; Illuminismo, en italiano; Aufklärung,
en alemán),2
en frase de uno de sus más importantes representantes, D'Alembert,
«lo discutió, analizó y agitó todo, desde las ciencias profanas a los
fundamentos de la revelación, desde la metafísica a las materias del gusto,
desde la música hasta la moral, desde las disputas escolásticas de los teólogos
hasta los objetos del comercio, desde los derechos de los príncipes a los de
los pueblos, desde la ley natural hasta las leyes arbitrarias de las naciones,
en una palabra, desde las cuestiones que más nos atañen a las que nos interesan
más débilmente». Esto mismo nos indica que, más que el contenido mismo de sus
doctrinas, lo original del movimiento fue la forma de pensamiento y valoración.
Según el teórico marxista
Lucien
Goldmann, la Ilustración puede ser definida como «una etapa
histórica de la evolución global del pensamiento burgués». Como tal, insertaría
su filiación doctrinal en el Renacimiento
y, especialmente, en las corrientes
racionalistas y empiristas
del s. XVII (de Descartes,
a Locke,
pasando por Bacon,
Bayle,
Galileo,
Grotius,
Hobbes,
Leibniz,
Newton,
Spinoza,
o los libertinos), y basa su posibilidad sociológica de desarrollo en
las revoluciones políticas neerlandesa e inglesa, en el empuje de la burguesía
y en las transformaciones económicas en gestación, apoyadas en una coyuntura en
alza, que desembocarán en la revolución francesa.
Ubicación del movimiento
Retrato de cuerpo entero de Jovellanos, pintado por Francisco de Goya y Lucientes
en 1798,
considerado uno de los más emblemáticos personajes de la Ilustración española.
Este intelectual español accedió al cargo de ministro y emprendió reformas que
no llegaron a consolidarse. En el fondo se aprecia una estatua de Minerva,
diosa de la sabiduría, que parece estar "bendiciéndole".
Desde Gran
Bretaña, donde algunos de los rasgos esenciales del
movimiento se dieron antes que en otro lugar, la Ilustración se asentó en Francia,
donde la anglofilia fue difundida por Voltaire,
y produjo aquí su cuerpo ideológico, el enciclopedismo, y sus más
representativas personalidades (Montesquieu,
Diderot,
Rousseau,
Buffon, etc); también dio sus frutos,
en ocasiones más o menos autónomamente, pero en la mayoría de casos
dependientes de Gran Bretaña y, sobre todo, de Francia, en otras zonas europeas
(Países
Bajos, la península
italiana y la ibérica,
el conglomerado
germánico, Polonia,
Rusia,
Suecia,
etc.) o en sus colonias
americanas; frutos condicionados por el grado de desarrollo
ideológico y sociopolítico adquirido en el momento de lanzamiento de la nueva
ideología y por el proceso interno seguido a lo largo de su desenvolvimiento.
La Ilustración en España
En España, la Ilustración
coincidió con los reinados de Fernando
VI y Carlos III. Si bien la decadencia
profunda en que se encontraba el país en el punto de partida obstaculizó una
posterior eclosión, el auge dinámico de algunas de sus zonas geográficas
(especialmente Cataluña)
a lo largo del período y la actuación coadyuvante (aunque tímida) desde el
poder político facilitaron la aparición de un nutrido y valioso grupo de
ilustrados (Cabarrús, Cadalso,
Campomanes, Capmany, Cavanilles,
Feijoo, Hervás y Panduro,
Jovellanos,
Mutis, etc.)3
condicionado, no obstante, por el arraigo y la preponderancia del pensamiento
teológico tradicional. La creación de las Reales Academias
de la Lengua, de la Historia,
de la Medicina
o del Real Gabinete de Historia Natural
(actual Museo
Nacional de Ciencias Naturales), fueron algunos de los
logros de la Ilustración española.
La Ilustración en Hispanoamérica
En los ámbitos de la política
y la economía, las reformas impulsadas por el despotismo ilustrado a finales
del reinado de Fernando
VI y durante el de su sucesor Carlos III tenían por objeto reafirmar
el dominio efectivo del gobierno de Madrid
sobre la sociedad colonial y contener o frenar el ascenso de las elites
criollas.
Las autoridades españolas
procedían a una explotación más sistemática y profunda de las colonias. Procuraban,
además, fortalecer y aumentar la marina de guerra y establecer unidades del
ejército regular español en las diversas regiones de América.
En la Nueva
España (México),
en el ámbito de los colegios de la Compañía de Jesús,
vemos surgir un importante grupo de científicos y filósofos ilustrados,
encabezados por José Rafael Campoy
(1723-1777), que defienden una clara separación entre la filosofía y las
ciencias naturales, una mayor especialización en el estudio científico y una
simplificación en el método de la enseñanza filosófica, evitando las sutilezas
silogísticas, así como la sumisión incondicional a las autoridades. En este
grupo de pensadores que trabaja principalmente en la Ciudad
de México, Tepotzotlán,
Guadalajara y Valladolid (Morelia),
destacan el historiador Francisco Javier Clavijero
(1731-1787), que emplea un método histórico sistemático y sorprendentemente
moderno; el filósofo Andrés de
Guevara y Basoazábal (1748-1801), que se basa en
Bacon, Descartes y los sensistas para plantear la necesidad de una filosofía
moderna, justificar el método inductivo y experimental, y denunciar el abuso
del método deductivo; y principalmente Juan Benito Díaz de Gamarra y Dávalos
(1745-1783), crítico de la escolástica y defensor de la ciencia y de la
modernidad, cuyo eclecticismo ilustrado está principalmente regido por los
valores del buen sentido, la racionalidad, la tolerancia y la utilidad para el
hombre.
En el sur del continente, el
pensamiento ilustrado tuvo un primer gran empuje en la Real Audiencia de Quito
mediante la llamada Escuela de la Concordia,
fundada en la ciudad de Quito
por el Dr. Eugenio
Espejo en 1791, y a la cual pertenecían nobles de la
élite criolla y profesionales mestizos. Los pensamientos y debates surgidos en
la Escuela de la Concordia plantaron las primeras semillas de nacionalismo e
independencia de Sudamérica,
ya que de a partir de varios sucesos ocurridos con sus diferentes miembros, la
ilustración se propagaría hacia el resto de territorios de los virreinatos de Nueva Granada
y Perú.
Contexto histórico
El término Ilustración se
refiere específicamente a un movimiento intelectual histórico. Existen
precedentes de la Ilustración en Inglaterra
y Escocia
a finales del siglo
XVII, pero el movimiento se considera originalmente
francés. La Ilustración tuvo también una expresión estética, denominada Neoclasicismo.
Desde Francia,
donde madura, se extendió por toda Europa
y América
y renovó especialmente las ciencias, la filosofía,la política y la sociedad;
sus aportes han sido más discutidos en el terreno de las Artes
y la Literatura.
Siglo XVII: la era de la Razón
Según muchos historiadores,
los límites de la Ilustración han alcanzado la mayor parte del siglo XVII,
aunque otros prefieren llamar a esta época la Era de la Razón. Ambos períodos
se encuentran en cualquier caso, unidos y emparentados, e incluso es igualmente
aceptable hablar de ambos períodos como de uno solo.
A lo largo del siglo XVI
y siglo XVII,
Europa se encontraba envuelta en guerras de religión.
Cuando la situación política se estabilizó tras la Paz de
Westfalia (acuerdo entre católicos y protestantes, 1648) y
el final de la guerra civil en Inglaterra, existía un ambiente de agitación que
tendía a centrar las nociones de fe y misticismo
en las revelaciones "divinas", captadas de forma individual como la
fuente principal de conocimiento y sabiduría (Iluminismo).
En lugar de esto, la Era de la Razón trató entonces de establecer una filosofía
basada en el axioma y el absolutismo como bases para el conocimiento y la
estabilidad.
Este objetivo de la Era de
la Razón, que estaba construido sobre axiomas, alcanzó su madurez con la Ética de Baruch
Spinoza, que exponía una visión panteísta
del universo donde Dios
y la Naturaleza
eran uno. Esta idea se convirtió en el fundamento para la Ilustración, desde Isaac
Newton hasta Thomas
Jefferson.
La Ilustración estaba influida
en muchos sentidos por las ideas de Blaise
Pascal, Gottfried
Leibniz, Galileo
Galilei y otros filósofos del período anterior. El
pensamiento europeo atravesaba por una ola de cambios, ejemplificados por la
filosofía natural de Sir
Isaac Newton, un matemático y físico brillante. Las ideas de
Newton, que combinaban su habilidad de fusionar las pruebas axiomáticas con las
observaciones físicas en sistemas coherentes de predicciones verificables,
proporcionaron el sentido de la mayor parte de lo que sobrevendría en el siglo
posterior tras la publicación de sus Philosophiae Naturalis Principia
Mathematica. Pero Newton no estaba solo en su revolución sistemática
pensadora, sino que era simplemente el más famoso y visible de sus ejemplos.
Las ideas de leyes uniformes para los fenómenos naturales se reflejaron en una
mayor sistematización de una variedad de estudios.
Si el período anterior fue la
era del razonamiento sobre los principios básicos, la Ilustración se dedicó a
buscar la mente de Dios mediante el estudio de la creación y por la deducción
de las verdades básicas del mundo. Esta visión de algún modo puede haber
llegado hasta nuestros días, en los que la creencia de los individuos en las
verdades es más provisional, pero en aquel momento, la verdad era una noción
poderosa, que contenía las nociones básicas sobre la fuente de la legitimidad
de las cosas.
Siglo XVIII: el inicio de las revoluciones
Portada de Elementos de la filosofía de Newton (1738), que Voltaire y Émilie du Châtelet publicaron con gran éxito. En ella, explicaron de forma sencilla los principios básicos de los descubrimientos de Newton en matemáticas, astronomía y óptica, haciendo accesible la nueva física para el público francés.
El siglo XVIII constituye, en
general, una época de progreso de los conocimientos racionales y de
perfeccionamiento de las técnicas de la ciencia. Fue un período de
enriquecimiento que potenció a la nueva burguesía, si bien se mantuvieron los
derechos tradicionales de los órdenes privilegiados dentro del sistema
monárquico absolutista. Sin embargo, la historia del siglo XVIII consta de dos
etapas diferenciadas: la primera supone una continuidad del Antiguo
Régimen (hasta la década de 1770), y la segunda, de
cambios profundos, culmina con la Revolución Estadounidense, la Revolución
francesa y Revolución industrial
en Inglaterra.
Esta corriente abogaba por la razón
como la forma de establecer un sistema autoritario ético. Entre 1751
y 1765
se publica en Francia
la primera Enciclopedia,
de Denis
Diderot y Jean Le Rond D'Alembert,
que pretendía recoger el pensamiento ilustrado. Querían educar a la sociedad,
porque una sociedad culta que piensa por sí misma era la mejor manera de
asegurar el fin del Antiguo
Régimen (el absolutismo
y las dictaduras
se basan en la ignorancia del pueblo para dominarlo). En su redacción
colaboraron otros pensadores ilustrados como Montesquieu,
Rousseau
y Voltaire.
Los líderes intelectuales de
este movimiento se consideraban a sí mismos como la élite de la sociedad, cuyo
principal propósito era liderar al mundo hacia el progreso, sacándolo del largo
periodo de tradiciones, superstición, irracionalidad y tiranía (periodo que
ellos creían iniciado durante la llamada Edad
Oscura). Este movimiento trajo consigo el marco
intelectual en el que se producirían las revoluciones Guerra de
la Independencia de los Estados Unidos
y Revolución francesa,
así como el auge del capitalismo
y el nacimiento del socialismo.
En la música estaba acompañado por el movimiento barroco
y en las artes por el movimiento neoclásico.
Kant
en su madurez.
Otro destacado movimiento
filosófico del siglo
XVIII, íntimamente relacionado con la Ilustración, se
caracterizaba por centrar su interés en la fe y la piedad. Sus partidarios
trataban de usar el racionalismo como vía para demostrar la existencia de un
ser supremo. En este periodo, la fe y la piedad eran parte integral en la
exploración de la filosofía natural y la ética, además de las teorías políticas
del momento. Sin embargo, prominentes filósofos ilustrados como Voltaire
y Jean-Jacques Rousseau
cuestionaron y criticaron la misma existencia de instituciones como la Iglesia
y el Estado.
El siglo
XVIII vio también el continuo auge de las ideas
empíricas en la filosofía,
ideas que eran aplicadas a la política económica,
al gobierno
y a ciencias como la física,
la química
y la biología.
En la historia nada es casual,
un hecho es la consecuencia inevitable de otros que lo precedieron. La Revolución francesa,
si bien tuvo otras causas, no hubiera sido posible sin la presencia del
iluminismo que, poniendo luz sobre el oscurantismo de la Edad Media,
época en que se impedía pensar libremente, se alejó de los dogmas religiosos
para explicar el mundo y sus acontecimientos, para hacerlos a la luz de la
razón.
El iluminismo tampoco hubiera existido
de no haberlo precedido un debilitamiento del poder de la Iglesia a causa de la
reforma protestante,
que dividió al mundo cristiano; y del humanismo,
movimiento filosófico que centró en el hombre el objeto de las preocupaciones
terrenales, quitando a la religión ese privilegio y desechando el teocentrismo.
Contexto social, difusión y pensamiento
Ya se ha dicho que,
socialmente, la Ilustración se halla inscrita en el ámbito de la burguesía
ascendente, pero sus animadores no fueron ni todas las capas burguesas, ni
solamente éstas. Por un lado, tuvo sus adversarios en determinados sectores de
la alta burguesía comercial (como, por ejemplo, el dedicado al tráfico
negrero), y, por otra parte, ciertos elementos del bajo
clero o de la nobleza cortesana (caso del Conde de
Aranda en España,
o de los Argenson en Francia),
e incluso el propio aparato estatal de despotismo ilustrado
(Federico II, Catalina II, José II),
la apoyaron, aunque, en este último caso, en sus manifestaciones más tímidas y,
muchas veces, como simple arma de política internacional.
Los medios de que se valió el
movimiento para su difusión fueron múltiples (entre otros, las sociedades
secretas, como la masonería),
pero, en primer lugar, hay que señalar las sociedades de pensamiento,
específicas de la época, como los Amigos del
país en España, o conocidas ya antes, pero potenciadas
ahora, como las academias
y los salones
(éstos en muchas ocasiones, regidos por «femmes de lettres»). Otros vehículos
de enorme importancia fueron la prensa periódica y la internacionalización de
las ediciones. Por otra parte, la independencia económica del profesional de
las letras, antes sujeto al mecenazgo, dio mayor autonomía a su pensamiento.
Aunque existieron diversas
tendencias entre los ilustrados (que, a veces, dieron lugar a largas polémicas
entre ellos —por ejemplo, en torno a problemas de la propiedad, que enfrentó a fisiócratas
y utópicos—
y a enemistades duraderas, como la de Diderot-Rousseau),
reconocieron también una línea maestra común, que los hizo solidarios en su
lucha. Su arma es la razón,
desprovista de contenido preestablecido y convertida en un seguro instrumente
de búsqueda, cuyo poder no consiste en poseer, sino en adquirir (libido
sciendi). Con ella luchan contra la superstición
las formas religiosas tradicionales y reveladas (llegando al deísmo
o al ateísmo),
al argumento de autoridad
y las estructuras políticas y sociales anquilosadas, intentando eliminar
cualquier elemento de misterio, extrañeza o milagro; es, por lo tanto, una
ideología antropocéntrica –Pope
diría que «el estudio propio del género humano es el hombre»–, llena de un
optimismo activo frente al futuro, porque cree en el progreso conseguido a
través de la razón, en la posibilidad de instaurar la felicidad en la tierra y
de mejorar a los hombres, de por sí buenos (Rousseau). En este sentido es un
movimiento entusiasta, basado no en un frío racionalismo, sino convencido de
que la sensibilidad, como aptitud para la emoción, es una potenciadora de la
razón, si viene guiada por la experiencia: «a medida que el espíritu adquiere
más luces, el corazón adquiere más sensibilidad», se lee en L'Encyclopédie
(artículo “foible”). Al mismo tiempo, la Ilustración, forma de pensamiento de
una economía de intercambio basada en el contrato comercial, tiene como rasgos
distintivos el individualismo,
el igualitarismo
formal, el universalismo
iusnaturalista,
la tolerancia y el postulado de la libertad.
Característica
En la segunda mitad del siglo
XVIII, pese a que más del 70% de los europeos eran analfabetos, la
intelectualidad y los grupos sociales más relevantes descubrieron el papel que
podría desempeñar la razón, íntimamente unida a las leyes sencillas y
naturales, en la transformación y mejora de todos los aspectos de la vida
humana.
Para entender correctamente el
fenómeno de la Ilustración hay que recurrir a sus fuentes de inspiración
fundamentales: la filosofía de Descartes
-basada en la duda metódica para admitir sólo las verdades claras y evidentes-
y la revolución científica de Newton, apoyada en unas sencillas leyes generales
de tipo físico. Los ilustrados pensaban que estas leyes podían ser descubiertas
por el método cartesiano y aplicadas universalmente al gobierno y a las
sociedades humanas. Por ello, la élite de esta época sentía enormes deseos de
aprender y de enseñar lo aprendido, siendo fundamental la labor desarrollada
por Diderot
y D'Alembert
cuando publicaron la Encyclopédie
raisonée des Sciences et des Arts entre 1751
y 1765,
completada en 1764 con el Dictionnaire philosophique,
de Voltaire.
Como característica común hay
que señalar una extraordinaria fe en el progreso y en las posibilidades de los
hombres y mujeres, para dominar y transformar el mundo. Los ilustrados
exaltaron la capacidad de la razón para descubrir las leyes naturales y la
tomaron como guía en sus análisis e investigaciones científicas. Defendían la
posesión de una serie de derechos naturales inviolables, así como la libertad
frente al abuso de poder del absolutismo y la rigidez de la sociedad estamental
del Antiguo Régimen. Criticó la intolerancia en materia de religión, las formas
religiosas tradicionales y al Dios castigador de la Biblia, y rechazó toda
creencia que no estuviera fundamentada en una concepción naturalista de la
religión. Estos planteamientos, relacionados íntimamente con las aspiraciones
de la burguesía ascendente, penetraron en otras capas sociales potenciando un
ánimo crítico hacia el sistema económico, social y político establecido, que
culminó en la Revolución francesa.
Antropocentrismo: Hay un nuevo Renacimiento
en que todo gira en torno al ser humano;
alrededor de su razón material y sensible al mundo que en torno a su espíritu
sensible hacia Dios, de forma aún más pronunciada, particularmente, que en el siglo XVI;
si bien el papel que entonces jugó Italia
lo desempeña esta vez Francia.
La fe
se traslada de Dios
al hombre:
hay confianza en lo que éste puede hacer, y se piensa en que el progreso
(surge en este siglo la palabra) humano es continuo e indefinido, (Condorcet) y los autores modernos son
mejores que los antiguos y los pueden perfeccionar. Se formula la filosofía del
optimismo
(Leibniz)
frente al pesimismo
característico de la Edad
Media y el Barroco.
La sociedad se seculariza y la noción de Dios y la religión empieza a perder,
ya definitivamente, la importancia que en todos los órdenes había tenido hasta
ahora; se desarrolla una cultura exclusivamente laica e incluso antirreligiosa
y anticlerical. Empiezan a formularse las expresiones más tolerantes de
espiritualidad: nihilismo
libertario (Casanova,
Pierre Choderlos de Laclos),
Masonería,
deísmo
(Voltaire),
agnosticismo;
incluso se formulan ya claramente las propuestas del ateísmo
(Pierre
Bayle, Baruch
Spinoza, Paul Henri Dietrich)
y el satanismo,
expuesto por algunos personajes de novelas escandalosas de la época (Marqués de
Sade, etc.). La atención a los aspectos más oscuros del
hombre constituye lo que se ha venido a llamar "la cara oscura del siglo
de las luces".
Racionalismo: Todo se reduce a la razón y
la experiencia sensible, y lo que ella no admite no puede ser creído. Durante
la Revolución francesa,
incluso se rindió culto a la «diosa Razón», que se asocia con la luz y
el progreso del espíritu humano (Condorcet). Las pasiones y sentimientos
son un mal en sí mismos. Todo lo desprovisto de armonía, todo lo desequilibrado
y asimétrico, todo lo desproporcionado y exagerado se considera monstruoso en estética.
Hipercriticismo:
Los ilustrados no asumen sin crítica la tradición
del pasado y por ello desdeñan toda superstición
y superchería, (incluyendo a menudo a la religión), considerándolos signos de
oscurantismo: es preciso depurar el pasado de todo lo que es oscuro y poco
racional. La historia se empieza a documentar con rigor; las ciencias
se vuelven empíricas y experimentales;
la sociedad misma y sus formas de gobierno comienzan a ser sometidas a la crítica
social, lo que culmina en las revoluciones al fin del
periodo.
Pragmatismo: Sólo lo útil merece hacerse;
se desarrolla la filosofía del Utilitarismo
preconizada por Jeremías
Bentham, que halla un principio ético general en la
felicidad preconizada por Epicuro,
bajo la fórmula de "la mayor felicidad para el mayor número de
gente". Las literaturas y las artes en general han de tener un fin útil,
que puede ser didáctico (enseñanza), moral (depurar de las insanas pasiones) o
social (sátira
de las malas costumbres, para corregirlas). De ahí que entren en crisis géneros
como la novela
o que se cultiven las novelas de aprendizaje y que se pongan de moda las fábulas,
las enciclopedias,
los ensayos,
las sátiras,
los informes. El teatro pretende corregir las costumbres con la comedia
y limpiar de pasiones el alma con la tragedia.
Imitación:
La originalidad se considera un defecto, y se estima que se pueden lograr obras
maestras «con receta», imitando lo mejor de los autores grecorromanos, que se
constituyen en modelos para la arquitectura, la escultura, la pintura y la
literatura. El academicismo
impera en el terreno artístico y sofoca toda creatividad. El buen gusto
es el criterio principal y se excluye lo imperfecto, lo feo, lo decadente, lo
supersticioso y oscuro, la violencia, la noche, las pasiones desatadas y la
muerte. El teatro
debe someterse a las reglas de las tres unidades estatuidas por Aristóteles:
unidad de acción, lugar y tiempo; es más, los franceses añaden la unidad de
estilo.
Idealismo: El buen gusto exige rechazar
lo vulgar: no se cuenta con los criterios estéticos del pueblo y la realidad
que ofrece la literatura
es mejor de lo que la realidad es, es estilizada, neoclásica. El lenguaje no
admite groserías ni insultos, no se presentan crímenes,
y todo es amable y elevado. Se excluye lo temporal y lo histórico, el cambio,
de la cosmovisión ilustrada.
Universalismo: Los ilustrados asumen una
tradición cultural cosmopolita y todo tipo de tradiciones en la horma
grecorromana que les sirve de fuente principal. Sienten interés por lo exótico,
pero no lo asumen. Todo lo francés se pone de moda y poseer la lengua
francesa se transforma en un signo de distinción: el arte y
la cultura francesa influye en Alemania,
España
y Rusia.
La filosofía ilustrada
a Ilustración se nutrirá
filosóficamente de varios movimientos y corrientes del pensamiento, empezando
por el moderno del siglo XVII. Entre ellos, cabe destacar el Antropocentrismo,
el Racionalismo
(René
Descartes, Blaise
Pascal, Nicolas Malebranche,
Baruch
Spinoza, Gottfried Wilhelm Leibniz),
el Empirismo
(Francis
Bacon, John Locke
y David Hume),
el Materialismo
(La Mettrie, D'Holbach),
el Hipercriticismo,
el Pragmatismo,
el Idealismo
(George
Berkeley e Immanuel
Kant) y el Universalismo.
En los campos de la filosofía,
metafísica,
geometría,
astronomía,
astrofísica,
geografía,
lógica,
ética,
derecho,
estética,
deontología,
religión,
ciencia,
política
cabe destacar la obra de Immanuel
Kant, que sigue teniendo sobrada vigencia, en esos
temas, hoy en día.
Todo el movimiento filosófico
tiene su expresión en el resto de los órdenes de la vida social nacional y
europea.
La política en la Ilustración
«La guerra es el arte de
destruir hombres, la política es el arte de engañarlos», frase atribuida a Jean Le Rond d'Alembert
(1717-1783).
Científico y pensador francés de la Ilustración, promotor de la Enciclopedia
junto con Diderot.
En política
surge el despotismo ilustrado
que llevará pronto, aún a su pesar, a la teoría de la separación de poderes.
Se subordina el poder religioso al civil (secularización)
y dentro del religioso aparecen las primeras señales de independencia de las
iglesias nacionales respecto al absolutismo del papa (regalismo)
y aparece el concepto de contrato
social que se hará fuerte con Rousseau
y el socialismo
utópico.
Para los ilustrados, el
destino del hombre es la epicúrea
felicidad, y la propia Constitución
de Estados
Unidos acogerá este propósito como uno de los derechos de
los ciudadanos. Hacia el final del siglo el liberalismo,
con la Revolución francesa
a partir de 1789 aunque iniciado en Gran Bretaña de forma menos traumática con
las ideas de John
Locke, Adam Smith,
Jeremías
Bentham y John
Stuart Mill, expande las conquistas sociales de la Ilustración
por Europa y Norteamérica, dándose fin al Antiguo
Régimen.
Acaba progresivamente la
sociedad estamental que se viene arrastrando desde el feudalismo
y emerge una nueva clase social, la burguesía,
que adquiere conciencia de su poder económico y su impotencia política, de
forma que conquistará el gobierno de su destino a lo largo del siglo siguiente
a través de diversas revoluciones (1820, 1830, 1848) en que va ampliando su
presencia en los órganos políticos del estado relegando a la aristocracia
a un papel subalterno.
La religión en la Ilustración
En la religión
se realizan las primeras formulaciones del deísmo,
el ateísmo
y el satanismo
y se estudia la naturaleza desde el punto de vista científico, abandonando las
viejas concepciones. Para la mayoría de los filósofos, la ilustración incluía
el rechazo del cristianismo tradicional. La aparición en el seno de la
Ilustración de estas tendencias religiosas se terminó de desarrollar en la
Revolución francesa.
Se tenía una concepción
espiritual de la iglesia. La religión se convierte en un compromiso personal
con Dios, abandonando las imposiciones de esta institución, que según los
ilustrados ocupaban el lugar de Dios. La Ilustración se caracterizaba por la
pluralidad y la tolerancia. Convivirán ortodoxos, católicos y protestantes;
deístas y partidarios de la religión natural. Pero también había ateos.
La Iglesia estaba sometida al
Estado absoluto, lo cual generó conflictos en los países católicos, ya que
dependían a su vez de las decisiones del pontífice
en Roma.
Las artes y las ciencias en la Ilustración
En geografía se termina de
cartografiar todo el globo, a excepción de los círculos polares y algunas
regiones de África. En el arte
se abre paso el Neoclasicismo
tras el que surgirá como rebelión el Romanticismo
del siglo XIX.
En física,
óptica
y matemáticas,
los avances son impresionantes gracias a las contribuciones de sir Isaac
Newton y otros estudiosos. Surge la economía política
como ciencia moderna gracias a las aportaciones de los fisiócratas y sobre todo
del liberalismo de Adam
Smith y su monumental obra La riqueza de las naciones.
La Ilustración: características generales y consecuencias
resumen
Resumen
de la Ilustración, redactado para la realización del examen de P.A.U.
La Ilustración es un movimiento cultural de alcance
muy amplio. Es quizás un momento muy particular de la historia, ya que en él
ciencias, artes y humanidades parecen coordinarse, caminar en la misma
dirección. Como no podía ser de otra manera, la filosofía también fue parte
activa de esta gran transformación que viene a significar la culminación de la
modernidad, y que se convertirá en un gran símbolo de nuestra civilización, con
diversos significados que pueden ir de la esperanza a la desesperación, tal y
como comentaremos al final. Pero antes de llegar a esta valoración, conviene
perfilar las características más relevantes de la Ilustración como movimiento
cultural:
- Confianza en la razón: los ilustrados creían que la razón era la mayor capacidad del ser humano, y que sólo ella podría garantizarnos el progreso, concepto que en algunos casos terminará convirtiéndose prácticamente en un mito. Con todo, no debemos idealizar esta confianza: junto al optimismo racionalista de filósofos como Leibniz, crecerá la crítica de otros ilustrados como Voltaire. La propia filosofía kantiana suele presentarse como una filosofía de límites: precisamente uno de sus resultados es que la razón no puede conocer muchas de las preguntas que más interesan al ser humano. Y no podemos olvidar que también dentro de la Ilustración se formulan filosofías empiristas y escépticas como la de Hume. De manera que, aglutinando ideas y perspectivas cabría decir que se espera de la razón la transformación del ser humano y de la sociedad, en función de ideales de tipo ético y político, ya que en ella se fundamentan valores tan propios de la Ilustración como la libertad o la justicia.
- Progreso de la ciencia: es otro de los valores característicos del siglo XVIII. Un hecho capital será el que impulse la ciencia: la publicación, en 1687, de Philosophiae naturalis principia mathematica, la gran obra de Isaac Newton en la que se asientan los principios más importantes de la mecánica clásica. La repercusión del trabajo de Newton es difícil de describir en pocas lineas: se convirtió en el modelo de ciencia, que el resto de disciplinas trataron de imitar, aplicando su misma metodología. Pero esta obra traspasó la física: como hemos visto antes, Hume intentó ser “el Newton de la moral”, y la física será precisamente la referencia permanente del “conocimiento seguro” en la Crítica de la razón pura de Kant. A partir del siglo XVIII la ciencia se convertirá en el conocimiento más fiable del que podemos disponer, y su difusión social y cultural irá en aumento, hasta convertirse en lo que es en la actualidad: una de las señas de identidad de la civilización occidental.
- Transformaciones sociales y políticas: la Ilustración es también un tiempo de cambios en lo político y lo social. No hace falta decir que hay pensamiento político anterior a este periodo, pero será durante la Ilustración cuando la democracia moderna tome un impulso inusitado hasta la época. Se podría decir que la Ilustración implicó, allí donde verdaderamente se expandió en un clima de libertad, una paulatina democratización de los regímenes absolutistas. Locke es uno de los primeros ilustrados ingleses, pero le seguirían otros como el propio Kant, que habla de la Ilustración como un tiempo de libertad, lo que necesariamente nos conduce a la democracia. Y todo esto sin caer en idealizaciones: a todos nos resulta familiar el “despotismo ilustrado”, cuyo lema (Todo para el pueblo pero sin el pueblo) no parece muy compatible con la democracia. Habría que decir que durante el siglo de las luces se están poniendo las bases teóricas de una democracia que no alcanzará toda su fortaleza hasta décadas, o incluso siglos, después. Si la física de Newton es el gran símbolo de lo que podríamos llamar razón teórica, la revolución francesa, y todas sus implicaciones, desempeñará un papel similar en el ámbito de la razón práctica. Sabemos que esta revolución desembocaría en el terror jacobino y la ascensión al poder de Napoleón. No obstante, la reflexión de autores como Montesquieu terminará fructificando más adelante.
- Una encendida defensa del saber y la cultura: nos basta la definición kantiana de Ilustración para entender este aspecto: “salida del hombre de su autoculpable minoría de edad”. La Ilustración es así emancipación moral e intelectual, y el Sapere aude! (Atrévete a saber) es otra de sus divisas. Una de las ideas que vertebran toda la Ilustración es precisamente el valor de la cultura y la educación: ambas nos sacan de nuestro estado de servidumbre y nos brindan las oportunidad de ser auténticamente libres. El pensamiento crítico, otro de los grandes valores ilustrados, sólo puede ponerse en práctica con un conocimiento suficiente. La Ilustración es, por ejemplo, el tiempo del primer gran compendio del saber humano: la enciclopedia de Diderot y D'Alembert pretende albergar todo el conocimiento de su presente. La Ilustración se concibe a sí misma como un movimiento histórico de calado, y al hacerlo convierte a la historia de la humanidad en uno de los temas filosóficos centrales, que ocuparán a filósofos como Hume o el propio Kant.
Estas características apenas esbozadas se
convirtieron en las señas de identidad culturales y intelectuales de occidente
durante el siglo XVIII. No, como decíamos, de una manera dogmática, ya que
encontramos también grandes críticos a la Ilustración como Rousseau, pero sí
como ideas reguladoras que aparecen en una gran mayoría de autores. El siglo
XIX, en respuesta, criticó la Ilustración tal y como se aprecia en el romanticismo
o incluso en el marxismo. Con todo, siguió habiendo corrientes filosóficas que
pretendían salvar alguno de los rasgos de este periodo, como por ejemplo el
compromiso con la ciencia del positivismo. La gran crítica de la Ilustración
será planteada por Nietzsche, y, ya en el siglo XX, por la ascensión del
nazismo en el país que, en teoría, presumía de ser de los más ilustrados de
Europa. Pero en vez de adelantarnos, tratemos de centrarnos ahora en las ideas
de uno de los mayores ilustrados: Immanuel Kant.
Principales representantes
y obras de la
Ilustración En la Ilustración destacan importantes pensadores, filósofos y
científicos, que con sus ideas y obras inspiradas en las mismas hacen
trascender este movimiento, provocando acciones y reacciones en la gente y
dejando claro que la razón es el móvil principal de cualquier sociedad. Sus
obras se utilizan a nivel social, dando pie a importantes cambios en esa época,
en el gobierno y la sociedad. Principales representantes de la ilustración: -
John Locke (1632-1704) "Ensayo sobre el gobierno civil"; Establece la
división de poderes del Estado. - Luis Montesquieu (1713-1784) "Cartas
persas"; Critica la sociedad y al gobierno francés. - Francisco M.
Voltaire (1694-1778) "Cartas filosóficas"; Fundamento la importancia
de la razón humana y de los derechos del hombre, "La usurpación de los
Papas y otros escritos, "El toro blanco", "El clamor de la
sangre inocente". - Juan Jacobo Rousseau (1712-1778) "El contrato
social"; Establec
e la organización de un Estado democrático basado en el pueblo. - Renato descartes (1596 - 1650) "Reglas para la dirección del espiritu", "Discurso del método para dirigir bien la razón y hallar la verdad en las ciencias", "médiaciones metafísicas", "La busqueda de la verdad mediante la razón natural", "principios de filosofía", "Las pasiones del alma". - David Home (1711 - 1776) "Ensayos morales y literarios", "Ensayos politicos", "Sobre el suicidio y otros ensayos".