El Pensamiento Liberal y Socialista
Como ya vimos, la primera mitad del siglo XIX
es una etapa de intensa lucha entre las nacientes burguesías europeas contra la
nobleza (excepto de Inglaterra) por el control del poder político, residía
desde hacia mucho en manos de la burguesía. Recuérdese que el congreso de Viena
no solo rehízo el mapa europeo, sino que restauro en el gobierno de los estados
a las antiguas monarquías (la mayoría se hicieron constitucionales), sin
embargo, en el plano económico con el
desarrollo de la industria y el comercio, era
imposible retroceder a la economía feudal mercantilista.
El desarrollo económico que genero la revolución industrial creo dos nuevas clases sociales antagónicas: la burguesía y el proletariado. La burguesía justificaba su existencia y la del nuevo sistema capitalista de la Ideología Liberal que pregonaba en lo político el acceso al poder de los capitalistas en repúblicas burguesas en los económico la libertad capitalista de contratar obreros, de invertir en empresas, de poner precios según las leyes de oferta y demanda, de comerciar interna e internacionalmente, etc.
De acuerdo a la ideología liberal, el capitalismo era el máximo estadio de la humanidad y solo el era capaz de hacer circular la riqueza entre toda la población a través de la ganancia capitalista y los salarios. El estado debía dejar que la sociedad funcionara bajo la dirección de la empresa privada e intervenir o disuadir cualquier amenaza externa.
Los triunfos que los capitalistas iban teniendo en esta época en lo político, la ciencia y la industria tenían, sin embargo, un lado oscuro: la miseria creciente de la masa obrera europea. El de salarios miserables (por el gran desempleo y la ausencia de un marco legal que regulara el sistema laboral) y que los capitalistas explotaran bárbaramente a los obreros
El desarrollo económico que genero la revolución industrial creo dos nuevas clases sociales antagónicas: la burguesía y el proletariado. La burguesía justificaba su existencia y la del nuevo sistema capitalista de la Ideología Liberal que pregonaba en lo político el acceso al poder de los capitalistas en repúblicas burguesas en los económico la libertad capitalista de contratar obreros, de invertir en empresas, de poner precios según las leyes de oferta y demanda, de comerciar interna e internacionalmente, etc.
De acuerdo a la ideología liberal, el capitalismo era el máximo estadio de la humanidad y solo el era capaz de hacer circular la riqueza entre toda la población a través de la ganancia capitalista y los salarios. El estado debía dejar que la sociedad funcionara bajo la dirección de la empresa privada e intervenir o disuadir cualquier amenaza externa.
Los triunfos que los capitalistas iban teniendo en esta época en lo político, la ciencia y la industria tenían, sin embargo, un lado oscuro: la miseria creciente de la masa obrera europea. El de salarios miserables (por el gran desempleo y la ausencia de un marco legal que regulara el sistema laboral) y que los capitalistas explotaran bárbaramente a los obreros
con jornadas de trabajo de 13 y 16 horas
diarias. No existían hospitales públicos, ni educación gratuita como en la
actualidad, tampoco tenían los obreros derechos a vacaciones, ni a días festivos,
las mujeres y niños trabajan por igual, viviendo estos ejércitos obreros en
tugurios marginales y antihigiénicos (como en los actuales países
subdesarrollados).
Esta situación de bárbara explotación llevo a los obreros a rebelarse en distintos países europeos a través de huelgas y en los casos más extremos a través de huelgas y en los casos mas extremos a través de revoluciones sociales (1830, 1848) exigiendo a los capitalistas y a las monarquías humanizar la situación obrera. Estos hechos llevaron a varios pensadores europeos a proponer diversa explicaciones y soluciones.
Algunos defendieron el nuevo orden capitalista (Augusto Comte.) y otros concibieron una sociedad diferente, igualitaria y sin explotación por lo que se les llamo Socialistas. Los socialistas por su parte se clasifican en utópicos, científicos (marxistas) y democráticos o revisionistas (del marxismo).
Los Socialistas Utópicos: podemos incluir al conde francés de Saint-Simón; Francisco Fourier; el ingles Robert Owen, padre del cooperativismo. Eran todos de clase alta comparecidos de la situación obrera. Apelaron a la solidaridad de los demás
Esta situación de bárbara explotación llevo a los obreros a rebelarse en distintos países europeos a través de huelgas y en los casos más extremos a través de huelgas y en los casos mas extremos a través de revoluciones sociales (1830, 1848) exigiendo a los capitalistas y a las monarquías humanizar la situación obrera. Estos hechos llevaron a varios pensadores europeos a proponer diversa explicaciones y soluciones.
Algunos defendieron el nuevo orden capitalista (Augusto Comte.) y otros concibieron una sociedad diferente, igualitaria y sin explotación por lo que se les llamo Socialistas. Los socialistas por su parte se clasifican en utópicos, científicos (marxistas) y democráticos o revisionistas (del marxismo).
Los Socialistas Utópicos: podemos incluir al conde francés de Saint-Simón; Francisco Fourier; el ingles Robert Owen, padre del cooperativismo. Eran todos de clase alta comparecidos de la situación obrera. Apelaron a la solidaridad de los demás
capitalista con los obreros compartieron sus
ganancias con ellos de manera justa. Ellos mismos llegaron a realizar
experimentos de comunidades socialistas.
El ingenuo llamado que en sus escritos hicieron a los capitalistas para compartir sus riquezas es la causa de que se les denomine utópicos. Otras corrientes socialistas mas pragmática surgió del estudio y experiencia política en la sociedad capitalista de los alemanes Carlos Marx y Federico Engels. Se denomina a esta corriente Socialismo Científico o Marxismo. Carlos Marx
Marx propuso la necesidad que tenia la clase obrera por superar la orden capitalista basada en la propiedad privada capitalista de los medios de producción y la explotación del trabajo asalariado de la clase obrera en forma brutal.
Para Marx el sistema capitalista estaba condenado a desaparecer por la contradicción que existía entre una enorme masa de obreros explotados productores de la riqueza social y una minoría de capitalistas que se apropiaban de esa riqueza social y una minoría de capitalistas que se apropiaban de esa riqueza amparados en su propiedad de los medios de los medios de producción y la protección de un estado y policía- ejercito controlados igualmente por la clase burguesa.
La destrucción de ese orden no seria responsabilidad de la burguesía, si no de la clase obrera que era el sector a quien dicho orden afectaba.
La revolución social el medio a través de la cual se distribuía el orden capitalista desplazando a los burgueses del gobierno y socializar los medios de producción. Es decir que productores, dueños de las tierras, fabricas y de mas de medios de producción instaurando de esa forma una sociedad mas justa y democrática.
Los estudios que hizo Marx sobre la sociedad capitalista se encuentran en una variedad de obras de las cuales la mas importantes es El capital, en cuyas mas de 3 mil paginas (inconclusa por su muerte en 1883), se analizan las principales debilidades y contradicciones del capitalismo en siglo XIX.
El socialismo Marxista, sin embargo no tuvo gran acogida entre las masas obreras e intelectuales de la Europa de ese siglo. Más aceptación tuvieron los ensayos de Eduardo Bernstein (también alemán) quien a través del llamado socialismo democrático, critico a Marx pues opinaba que la situación europea a necesitándose una revolución violenta para humanizar la vida de los obreros y que mas bien, dentro del mismo sistema, sin destruirlo, podían darse esos cambios pues ya estaban legalizados los partidos políticos obreros para acceder al poder.
Guillermo Varela Osorio: “Historia de la Cultura” Edición Lic. Atilio Varela Baca, Imprenta Douglas, Enero 2008.
El ingenuo llamado que en sus escritos hicieron a los capitalistas para compartir sus riquezas es la causa de que se les denomine utópicos. Otras corrientes socialistas mas pragmática surgió del estudio y experiencia política en la sociedad capitalista de los alemanes Carlos Marx y Federico Engels. Se denomina a esta corriente Socialismo Científico o Marxismo. Carlos Marx
Marx propuso la necesidad que tenia la clase obrera por superar la orden capitalista basada en la propiedad privada capitalista de los medios de producción y la explotación del trabajo asalariado de la clase obrera en forma brutal.
Para Marx el sistema capitalista estaba condenado a desaparecer por la contradicción que existía entre una enorme masa de obreros explotados productores de la riqueza social y una minoría de capitalistas que se apropiaban de esa riqueza social y una minoría de capitalistas que se apropiaban de esa riqueza amparados en su propiedad de los medios de los medios de producción y la protección de un estado y policía- ejercito controlados igualmente por la clase burguesa.
La destrucción de ese orden no seria responsabilidad de la burguesía, si no de la clase obrera que era el sector a quien dicho orden afectaba.
La revolución social el medio a través de la cual se distribuía el orden capitalista desplazando a los burgueses del gobierno y socializar los medios de producción. Es decir que productores, dueños de las tierras, fabricas y de mas de medios de producción instaurando de esa forma una sociedad mas justa y democrática.
Los estudios que hizo Marx sobre la sociedad capitalista se encuentran en una variedad de obras de las cuales la mas importantes es El capital, en cuyas mas de 3 mil paginas (inconclusa por su muerte en 1883), se analizan las principales debilidades y contradicciones del capitalismo en siglo XIX.
El socialismo Marxista, sin embargo no tuvo gran acogida entre las masas obreras e intelectuales de la Europa de ese siglo. Más aceptación tuvieron los ensayos de Eduardo Bernstein (también alemán) quien a través del llamado socialismo democrático, critico a Marx pues opinaba que la situación europea a necesitándose una revolución violenta para humanizar la vida de los obreros y que mas bien, dentro del mismo sistema, sin destruirlo, podían darse esos cambios pues ya estaban legalizados los partidos políticos obreros para acceder al poder.
Guillermo Varela Osorio: “Historia de la Cultura” Edición Lic. Atilio Varela Baca, Imprenta Douglas, Enero 2008.
LIBERALISMO Y SOCIALISMO
En el siglo XVIII surgieron nuevas formas de pensar la vida social. Esas reflexiones influyeron de manera decisiva en las formas de concebir y realizar la actividad política y, en consecuencia, modificaron las relaciones entre el poder político y la sociedad a lo largo del siglo XIX.
Entre esas nuevas formas de pensar cabe destacar el liberalismo, una concepción de la sociedad que privilegia la libertad del individuo frente al Estado y la sociedad. Considera que para ser plenamente libre, el individuo debe gozar y disponer libremente de sus bienes, por lo tanto, consagra a la propiedad privada como un derecho fundamental y un principio que debe garantizar el sistema político y económico. El liberalismo considera a la sociedad como una asociación de individuos libres y, al Estado, como la entidad que debe garantizar el ejercicio de esa libertad individual. Por ello, proclamó algunos principios básicos, como la libertad de cultos y la de expresión, la libertad de comerciar y la de asociarse, la libertad de enseñar y la de aprender. Todos ellos, característicos de un nuevo orden social, el capitalismo. Los principios liberales se convirtieron en herramientas importantes para organizar la mayor parte de los regímenes políticos contemporáneos.
Pero el liberalismo empezó a ser cuestionado a raíz de las transformaciones sociales y económicas que se producían a medida que se expandía la sociedad capitalista. Un nuevo conjunto de ideas y creencias políticas, el socialismo, empezó a tomar vigor, a partir de 1848, en buena parte de los países europeos. Si el liberalismo hizo hincapié en la libertad, el socialismo lo hizo sobre la igualdad de los individuos, en un sentido diferente a la igualdad ante la ley que postulaban los liberales.
Las ideas y creencias socialistas fueron las banderas que enarbolaron los trabajadores en casi todo el mundo, y así consiguieron leyes sociales, condiciones materiales de vida mejores que las del siglo XIX. También el socialismo tuvo su expresión en los partidos que llevaron su nombre y que buscaron instalar, desde los gobiernos democráticos, discusiones que permitieran obtener leyes favorables para los obreros.
LIBERALISMO POLÍTICO Y ECONÓMICO
En el siglo XVIII surgieron nuevas formas de pensar la vida social. Esas reflexiones influyeron de manera decisiva en las formas de concebir y realizar la actividad política y, en consecuencia, modificaron las relaciones entre el poder político y la sociedad a lo largo del siglo XIX.
Entre esas nuevas formas de pensar cabe destacar el liberalismo, una concepción de la sociedad que privilegia la libertad del individuo frente al Estado y la sociedad. Considera que para ser plenamente libre, el individuo debe gozar y disponer libremente de sus bienes, por lo tanto, consagra a la propiedad privada como un derecho fundamental y un principio que debe garantizar el sistema político y económico. El liberalismo considera a la sociedad como una asociación de individuos libres y, al Estado, como la entidad que debe garantizar el ejercicio de esa libertad individual. Por ello, proclamó algunos principios básicos, como la libertad de cultos y la de expresión, la libertad de comerciar y la de asociarse, la libertad de enseñar y la de aprender. Todos ellos, característicos de un nuevo orden social, el capitalismo. Los principios liberales se convirtieron en herramientas importantes para organizar la mayor parte de los regímenes políticos contemporáneos.
Pero el liberalismo empezó a ser cuestionado a raíz de las transformaciones sociales y económicas que se producían a medida que se expandía la sociedad capitalista. Un nuevo conjunto de ideas y creencias políticas, el socialismo, empezó a tomar vigor, a partir de 1848, en buena parte de los países europeos. Si el liberalismo hizo hincapié en la libertad, el socialismo lo hizo sobre la igualdad de los individuos, en un sentido diferente a la igualdad ante la ley que postulaban los liberales.
Las ideas y creencias socialistas fueron las banderas que enarbolaron los trabajadores en casi todo el mundo, y así consiguieron leyes sociales, condiciones materiales de vida mejores que las del siglo XIX. También el socialismo tuvo su expresión en los partidos que llevaron su nombre y que buscaron instalar, desde los gobiernos democráticos, discusiones que permitieran obtener leyes favorables para los obreros.
LIBERALISMO POLÍTICO Y ECONÓMICO
Las revoluciones burguesas en Europa, al destruir el Antiguo Régimen, dieron lugar a un nuevo tipo de Estado que los historiadores denominaron Estado liberal, y la ideología que sustentaba estos regímenes burgueses es lo que se ha dado en llamar liberalismo: liberalismo político y económico.
Liberalismo político significaba respeto a las libertades ciudadanas e individuales(libertad de expresión, de asociación, de reunión); existencia de una Constitución inviolable que determinase los derechos y deberes de ciudadanos y gobernante, separación de poderes -legislativo, ejecutivo y judicial- para evitar cualquier tiranía; y derecho al voto, bien como sufragio universa, aunque en este último caso más que de liberalismo político habría que hablar de democracia.
Junto a este liberalismo político, el Estado burgués del siglo XIX estaba también asentado en el liberalismo económico: un conjunto de teorías y de prácticas al servicio de la alta burguesía dominante y que, en gran medida, eran consecuencia de la Revolución Industrial. Desde el punto de vista de la práctica, el liberalismo económico significó la no intervención del Estado en las cuestiones sociales, financieras y empresariales. A nivel técnico supuso, además, un intento de explicar racionalmente y justificar el fenómeno de la industrialización y sus más inmediatas consecuencias : el gran capitalismo y la miseria de la clase trabajadora.
La alta burguesía europea, cada día más poderosa y rica, con el poder político ya firmemente asido, veía con inquietud cómo alrededor de las ciudades industriales iba surgiendo una masa proletaria, también cada día más espantosamente pobre. Necesitaba, por tanto, una doctrina que explicase este hecho como inevitable y, en consecuencia, sirviese para tranquilizar su propia inquietud. Tal doctrina la encontró en dos pensadores ingleses. Adam Smith (1723-1790) y Thomas R. Malthus (1766-1834), que pasaron así a se los pilares ideológicos del liberalismo económico.
Smith pensaba que todo el sistema económico debía estr basado en la ley de la oferta y la demanda. Para que un país prosperase, los gobiernos debían abstenerse de intervenir en el funcionamiento de esa ley ; los precios y los salarios se fijarían por sí solos, sin necesidad de intervención alguna del Estado. Y ello, entendía, no podía ser de otro modo, por cuanto si se dejaba una absoluta libertad económica, cada hombre , al actuar buscando su propio beneficio, provocaba el enriquecimiento de la sociedad.
Malthus partía del supuesto de que , mientras el aumento creciente de población seguía una proporción geométrica, la generación de riquezas y alimentos sólo crecía aritméticamente. Resultaba por ello inevitable que, de no ponerse remedio, el mundo se hundiría en la pobreza. Ese remedio no podía ser otro que el control de natalidad en los obreros, y que estos quedasen abandonados a su suerte, para que así su número disminuyese.
En resumen, tanto Malthus como Smith lo que estaban pidiendo era la inhibición de los gobernantes en cuestiones sociales y económica. Y eso fue lo que ocurrió: el Estado burgués europeo del siglo XIX se limitó a garantizar el orden público en el interior de sus fronteras, renunciando a cualquier tipo de política social, de justicia redistributiva y de intervención de la economía. Nada mejor para los grandes capitalistas, que quedaron con las manos libres para enriquecerse al máximo. La riqueza se convirtió en una virtud, los clérigos, desde el púlpito, presentaban la pobreza como una consecuencia del vicio y el pecado, con lo cual estaban justificando de hecho su existencia.
Frente a este Estado liberal y en esta sociedad burguesa, el proletariado se encontró indefenso. Por ello, su lucha por la vida y por los derechos que se les negaban tenía que convertirse necesariamente en una lucha contra el liberalismo económico y la burguesía capitalista.
EL SURGIMIENTO DE LAS ORGANIZACIONES OBRERAS
Las malas condiciones de trabajo generaron críticas y actitudes reformistas. En los inicios de la Revolución Industrial sólo hubo una reacción por parte de los obreros, que pensaron que las máquinas eran las culpables de su situación y organizaron motines para destruirlas. Percibían a las maquinarias como competidoras, que por una parte quitaban puestos de trabajo para los obreros y por otra prolongaban la jornada laboral. Con el correr de los años los obreros atribuyeron otras causas a sus problemas y se organizaron sindicatos y asociaciones en procura de mejores condiciones laborales y de vida.Los primeros sindicatos surgieron en Inglaterra, el país pionero dela Revolución Industrial. En un principio, eran agrupaciones ilegales, ya que por una antigua tradición estaba prohibida la asociación de trabajadores. Posteriormente, lograron que se les concediera la legalidad. Los trabajadores ingleses organizados en las Trade Unions (Organizaciones sindicales de Inglaterra) reclamaban la participación política y reivindicaciones laborales, , reducción de la jornada e incrementos salariales.
Durante la primera mitad del siglo XIX, en Inglaterra se desató el movimiento carlista, iniciado en 1836 cuando la Asociación del Trabajo, publicó la Carta del Pueblo. Su propuesta política fundamental era el establecimiento del sufragio universal y el derecho de la clase obrera de acceder al Parlamento. El movimiento se manifestaba además con mitines, conferencias y huelgas organizadas por los trabajadores. Aunque estas manifestaciones fueron reprimidas, se lograron algunos de los reclamos: el gobierno dispuso la reducción de la jornada laboral a 10 horas.
Los adelantos del movimiento obrero en Inglaterra durante la primera mitad del siglo XIX brindaron a los trabajadores europeos un modelo para su accionar , especialmente en Francia y en Alemania.
En 1864 tuvo lugar un acontecimiento relevante para el movimiento obrero europeo: la fundación de la Asociación Internacional de los Trabajadores, cuya primera reunión se realizó en Londres. El movimiento estaba integrado inicialmente por obreros de Inglaterra y de Francia y por algunos exiliados de otras regiones de Europa (polacos, alemanes, italianos, suizos) que residían en Londres. La actividad de la Asociación creció paulatinamente y alcanzó a tener filiales en otros países. En Francia, la ciudad de París se convirtió en el centro más activo de la Asociación. La Primera Internacional se mantuvo hasta 1876. A fines del siglo XIX se organizó la Segunda Asociación Internacional de los trabajadores.
LAS CORRIENTES POLÍTICAS DEL MOVIMIENTO OBRERO
Los primeros pensadores que criticaron las injusticias de la sociedad burguesa y reivindicaron los derechos de los trabajadores se pueden rastrear en la Revolución Francesa. Ya por entonces, el planteo era que la sociedad no debía garantizar solamente la igualdad de oportunidades sino también la igualdad de resultados, es decir que no sólo debía haber igualdad política y jurídica sino también igualdad económica.
La Revolución Industrial por su parte, modificó las relaciones sociales con la consolidación de la burguesía( los empresarios) y el proletariado (los asalariados) generando una gran explotación de los primeros sobre los segundos. En esta época de importantes modificaciones económicas y sociales, surgieron pensadores que idearon nuevos sistemas para superar los problemas que presentaba el capitalismo o para reemplazarlo por sistemas diferentes. En 1832 la prensa francesa publicó por primera vez la palabra socialismo, los partidarios del socialismo eran los que ponían el acento en el aspecto comunitario delas relaciones humanas frente a quienes exaltaban los principios individuales. En general abogaban por la abolición de las clases sociales, de la propiedad privada y de la pobreza. La historia del pensamiento socialista se entrecruza con la historia del movimiento obrero por ser una ideología que aspiraba a representar en gran parte los intereses de los trabajadores.
No obstante, el movimiento socialista englobaba a personas con opiniones diferentes, tanto en cuestiones políticas como económicas. Durante el siglo XIX estas tendencias divergentes estuvieron representadas fundamentalmente por tres tipos de socialismo: utópico, marxista o científico y anarquista.
EL SOCIALISMO UTÓPICO: FOURIER, SAINT- SIMON Y OWEN
Los seguidores de los pensadores franceses Saint- Simon y Fourier y el del inglés Roberto Owen fueron quienes recibieron primero el nombre de socialistas, porque la cuestión social era fundamental en su pensamiento. Coincidían en proponer la cooperación entre los seres humanos para obtener los medios de subsistencia, en lugar de lograrla mediante la competencia defendida por el liberalismo. Eran partidarios de la organización económica para lograr el bienestar pues desconfiaban de las leyes naturales del mercado.
Se presentaban como defensores de los derechos de los trabajadores pero no creían que necesariamente el proletariado y la burguesía tendrían que enfrentarse para llevar a cabo sus respectivos proyectos. Estos pensadores socialistas recibieron el nombre de utópicos porque presentaban al socialismo como una aspiración para lograr la mejor sociedad posible pero sin especificar los métodos para concretarla. En cierto modo esta calificación encerraba una crítica por parte de quienes consideraban sus teorías como positivas pero irrealizables.
En esos años también surgieron conspiradores que organizaban revueltas y motines para protestar por las condiciones de vida de los trabajadores.
EL SOCIALISMO CIENTÍFICO: MARX Y ENGELS
Los sucesos del 48 marcaron la aparición del movimiento obrero. Aunque en muchos casos se trataba de artesanos y jornaleros, su presencia diferenciada se hizo sentir por primera vez en estos acontecimientos. Fue este un momento de gran renovación de ideas y de dirigentes y los protagonistas fundamentales del movimiento obrero de las décadas posteriores tuvieron su bautismo de fuego en las barricadas de la Revolución del 48. Muchos trabajadores e intelectuales se reunían en grupos en los que a menudo participaban activistas de diferentes países. Entre esos grupos se encontraba la Liga de los Justos, que había tenido su origen en Alemania y en la que militaban dos jóvenes intelectuales alemanes: Karl Marx y Friedrich Engels. En 1848 la Liga cambió su nombre por el de Liga de los Comunistas encargando a Marx y Engels la redacción de un programa político que se llamó Manifiesto Comunista. Puede considerarse que este fue el texto fundacional del pensamiento socialista moderno, que para diferenciarse del anterior, comenzó a llamarse "socialismo científico". Posteriormente , Marx encararía una tarea de análisis crítico de la sociedad capitalista en su obra principal El Capital.
Entre los puntos de partida fundamentales se encuentran el materialismo histórico. Según esta teoría, la historia y la evolución de la humanidad están determinadas por el juego de las fuerzas económicas. En este sentido, cada etapa del proceso productivo, cada modo de producción (esclavista, feudal o capitalista) entrará en colisión con las nuevas relaciones surgidas de su propio interior generándose cambios de sistemas. Marx sostuvo que le capitalismo era uno de los tantos "modos de producción" que los hombres habían creado a lo largo de la historia, como resultado de las relaciones sociales que establecían entre sí. Esta idea era revolucionaria porque permitía pensar la historia como una sucesión "progresiva" de formaciones sociales que cambiaban constantemente. La teoría marxista de la historia planteaba que la sociedad capitalista se derrumbaría de manera inevitable. Marx argumentaba que la burguesía, para poder seguir acumulando capitales, aunque no se lo propusiera, la burguesía ayudaba a crear una clase social de desposeídos (el proletariado industrial), que se transformaría en la fuerza social que destruiría el capitalismo. Según Marx y Engels, las distintas sociedades existentes a lo largo de la historia siempre se han caracterizado por la presencia de grupos humanos (las clases sociales) enfrentados entre sí. El capitalismo, con todo el avance que significó en cuanto a la destrucción de los privilegios feudales y el impulso que dio el progreso tecnológico y científico, instauró una forma de sociedad caracterizada por la lucha entre los burgueses y los trabajadores( a quienes Marx y Engels también llamaban proletarios). Según la teoría de estos pensadores, la riqueza de la sociedad capitalista es un producto del trabajo humano y los capitalistas o burgueses, que son los dueños de las fábricas, las máquinas y la tierra, explotan a los trabajadores al no retribuirles el total de su trabajo sino sólo una parte de él, el salario. La diferencia entre lo que los capitalistas pagan y el valor del trabajo realizado es lo que Marx y Engels llamaron plusvalía que es tomada como propia por los capitalistas y constituye el origen de la riqueza. Para ellos la lucha de clases entre la burguesía y el proletariado llevaría al triunfo del segundo, y tras ese triunfo sobrevendría una sociedad en la que el poder sería ejercido por los trabajadores, que eliminarían las desigualdades económicas existentes entre los hombres. La lucha de clases era para Marx el "motor de la historia".
El socialismo científico o marxismo se convertiría en una de las corrientes fundamentales del movimiento obrero, tanto del siglo XIX como del siglo XX. Fue la fuente de inspiración para la revolución rusa de 1917 que fundó el comunismo moderno, logrando también gran aceptación en Alemania y en menor medida en Francia, donde se enfrentó con los ideales anarquistas.
EL ANARQUISMO
Los anarquistas proponían un modelo social basado en la libertad, que tendría como principal característica la total igualdad de los hombres. En la anarquía o sociedad libertaria se suprimiría el concepto de autoridad de unos hombres sobre otros. El libre acuerdo fundamentaría la nueva relación social. Para alcanzar esta nueva sociedad consideraban necesario el cumplimiento de una serie de postulados políticos, económicos, sociales y morales. Entre ellos: la abolición del Estado y de todo poder que proclame leyes, la anulación dela propiedad privada, la organización de la vida social por obra de libres asociaciones o federaciones de productores y consumidores. Esta concepción del anarquismo parece estar relacionada con los orígenes de su ideología : el fervor por el logro de la " sociedad de productores libres" podría representar la defensa de los artesanos frente a la concentración impuesta por la industrialización . Por eso en un principio las ideas anarquistas tuvieron mayor éxito en los países como Francia, España o Italia, donde el industrialismo no se había desarrollado completamente. Las ideas del anarquista José Proudhon(1809-1865), defensor de los pequeños productores, tuvieron muchos seguidores entre las asociaciones de artesanos franceses, especialmente en Paris. En esta línea de pensamiento se destacó también el ruso Miguel Bakunin quien postulaba que los trabajadores debían abstenerse de participar en las luchas políticas parlamentarias y mediante la adopción de "métodos de acción directa" 8huelgas, levantamientos armados, etc.) debían prepararse para llevar a cabo la "Revolución Social" (la eliminación brusca de la sociedad burguesa y la instauración de la sociedad sin clases ni derecho de propiedad)
. Liberalismo y socialismo en Rafael María Baralt. Johan Méndez Reyes
Liberalismo
y socialismo en Rafael María Baralt
En la primera mitad del siglo XIX el pensamiento
filosófico desarrollado en Venezuela asumió una forma específica de
incorporación y recepción innovadora de sus fuentes europeas, especialmente del
liberalismo, conservadurismo, socialismo utópico, anarquismo, romanticismo e
inclusive del positivismo. La obra de Rafael María Baralt (1810-1860), se
inscribe en esta tendencia, a pesar que se evidencie su gran afinidad con el
liberalismo, no fue sólo un apasionado defensor y justificador del liberalismo
político, sino que se “aventuró a seguirlo en sus conexiones
con las doctrinas más radicales de la época, topándose en algunos momentos con
el marxismo.”2
Si bien es cierto que “Baralt, no llegó a ser
marxista ni comunista propiamente dicho, no obstante ya circulaba en 1848 el Manifiesto
Comunista de Marx y Engels, no trascendió de un liberalismo avanzado que
incursionó en debates entre el socialismo, desde los planteamientos de Proudhon
hasta los del historiador francés Guizot”3
El acercamiento que tiene Baralt, en relación al
socialismo, se puede considerar como ligero y sutil, convirtiéndose en un
analista político –como dice Pulgar- pero con entera autonomía intelectual,
desde convicciones cristianas y arriesgando posiciones en un medio de los más
atrasados de Europa que era España.4
Para Augusto Mijares, Baralt puede ser considerado
un socialista burgués, debido a su interpretación de la historia al considerar
que “… la revolución –afirma Baralt- hecha por el estado llano remachó las
cadenas del proletariado, apreciación que separa agresivamente las dos clases…”5
Mientras que para Ramón Díaz Sánchez, Rafael María
Baralt, puede ser considerado como un liberal progresista “o lo que es lo
mismo, hombre de izquierda…”6
El presente trabajo no pretende demostrar que
Rafael María Baralt, fue un socialista o que desarrolló una continuidad teórica
con el socialismo utópico. Por el contrario, asumimos que el pensamiento de
este intelectual venezolano se mueve dentro de la doctrina del liberalismo y de
la clase burguesa, pero que se preocupó por revisar algunos postulados del
socialismo, hasta el punto de compararlo con los fundamentos liberales,
desarrollando una interesante disputa entre la postura socialista y la liberal.
Convirtiendo en uno de los iniciadores de este debate en Venezuela. Situar la
obra de Rafael María Baralt desde su interés de clase burguesa7, no debe ser sinónimo de un
determinismo para evaluar su obra, sino que por el contrario, es una lógica que
permite comprender los modos y las condiciones reales de posibilidad de su pensamiento
en la historia venezolana.
En este sentido, se analizará, desde una
metodología hermenéutica, las reflexiones que este pensador venezolano
desarrolla en relación al liberalismo y al socialismo, haciendo uso de la
sistematización y la interpretación de su obra, así como de otros materiales
bibliográficos consultados, especialmente se trabajará con su obra Programas
políticos.8 En
este
texto, Baralt plantea los postulados de la democracia, liberalismo, socialismo,
entre otros temas políticos, también estudia a pensadores de la talla de Guizot, Proudhon, Tocqueville, entre otros autores
europeos, que
recogen su preocupación por la situación política, social y cultural en la se
encontraban la sociedad americana y europea.
Liberalismo
En el pensamiento político de Rafael María Baralt,
es indispensable tomar en cuenta su concepto de democracia9 y su postura crítica a la
“idolatría de la democracia”10, en él, además de resaltar los
valores de la democracia liberal, destaca algunas experiencias negativas de
tipo socialista11, a pesar de reconocer que la
democracia puede estar íntimamente asociada al socialismo.
Las ideas del siglo XIX de la historia de Europa
son tributarias de los conceptos políticos ilustrados. Ideas inspiradora de la
revolución de independentista de las colonias americanas (1776) primero, y la
Revolución francesa (1789) después, propiciaron el constitucionalismo liberal
decimonónico, a través del cual van a influir en todas las corrientes políticas
de la época. Estructurándose en una amplia Zona de transición entre lo que se
llamó el Antiguo Régimen y el Estado liberal; entre una sociedad estamental y
una clasita, donde la guerra y la revolución son, simultáneamente, fenómenos
vividos por los pueblos europeos y latinoamericanos posteriormente.
En tal sentido, el planteamiento de la democracia
de Rafael María Baralt, se inserta en esta discusión contextual. Para él, la
democracia, es entendida como aquella que propone establecer como máxima, la
felicidad de todo los hombres, como derecho esencial para la buena vida, este
derecho, señala Baralt, depende, “…según las facultades que han recibido de la
naturaleza, y según también el mérito de sus obras; de donde se deduce que la
sociedad, teatro donde el hombre busca y alcanza esa felicidad, lejos de poner
embarazos al desarrollo de sus facultades y a la adquisición de los medios que
tiene que emplear para obtenerla, debe facilitar y promover su desenvolvimiento
y aumento.”12 Por ello, la democracia es una idea
natural, humana, providencial y divina, que se desenvuelve en la
historia procurando la igualdad de condiciones y el bienestar de las
clases sociales.
Baralt, claramente influenciado por el liberalismo
del siglo XIX, considera que la democracia propuesta por Montesquieu, Adam
Smith, Tocqueville, entre otros, no propone en absoluto la expropiación de
bienes, como si lo hace el comunismo y el socialismo. La democracia, que
defiende Baralt, por el contrario, es la que se fundamenta en el respeto de la
propiedad privada, en la acumulación de riqueza y en los valores del
individualismo, en tal sentido, afirma que:
La
democracia no proclama ni sostiene la expropiación de bienes. Su principio
fundamental económico es la desvinculación: y esta es una ley en Francia, así
como en otras muchas naciones civilizadas. Respecto a la propiedad: nada más
justo, porque sin ella no hay trabajo, sin trabajo no hay producción, sin
producción no hay riqueza, ni alimentos, y sin éstos no hay sociedad.”
Por ello, Baralt, ante esa situación se plantea,
¿Qué debe hacerse para conservar la propiedad e impedir la injusta repartición
de los bienes que ella produce?
La
democracia indica como solución de este problema: La distribución igual de la
herencia entre los hijos o herederos, El aumento de capital, y por consiguiente
del trabajo por medio de la reforma de impuesto, de la reforma de la
administración y de la economía en el presupuesto, La creación de un vasto
sistema de concesión de trabajo, como parte del sistema de beneficencia
pública, La asociación del capital y del trabajo, del empresario y obrero y La
unión intima del sentimiento moral, del sentimiento religioso y del sentimiento
de la libertad, por medio de la fraternidad cristiana.
Baralt, entiende por democracia, aquella forma de
gobierno que se reduce al liberalismo, y considera que “… nuestro objeto no es
defender el socialismo, sino justificar la democracia: cosas entre sí muy
diversas, y que Guizot no ha debido confundir en un sola.”
La democracia, según Baralt, es aquella que se debe
incorporar a las leyes históricas, por tanto, a pesar, de profesar la igualdad
entre los hombres, ésta se hace imposible por el devenir histórico de la
civilización, por ello dirá:
La
esclavitud pasa a ser servidumbre; la servidumbre se transforma, queda
convertida en gremios industriales, y nace el estado llano; los gremios
industriales desaparecen, el estado llano comienza el laborioso trabajo de su
emancipación, y el proletariado toma su triste puesto en el mundo; el estado
llano combate la nobleza de raza, triunfa de ella y es libre; el proletariado
siente remachar sus cadenas. ¿Pretenderá acaso Guizot que, llegada a este
punto, se detenga la humanidad condenando para siempre a la clase más numerosa
de la sociedad al ilotismo en que actualmente se encuentra? Santa es la
libertad y la adoramos, pero la queremos para todos, no para algunos.16
Sostiene Baralt, que nada tiene que ver la
democracia con los excesos cometidos por el absolutismo en su combate a muerte
contra ella; por el liberalismo ecléctico que no ha sabido comprenderla; por
sus falsos apóstoles, que la han amancillado y vendido;
por la
natural inexperiencia de sus primeros adeptos, que no ha podido ni sabido darle
dirección; por los delirios de reformadores exagerados y violentos que, adrede
o por ignorancia, confunde con ella sus doctrinas; y finalmente, por las leyes
invariables que gobiernan los negocios humanos y según las cuales nada muere
sin dolor, ni nada se funda sin trabajo.”
Esa
democracia, la única verdadera, es compatible con el vario orden social de las
diversas naciones civilizadas; se llama, y es, hija del cristianismo, proclama
y afirma la libertad, el poder fuerte y completo como garantía del uno y de la
otra, fortalece todos los intereses legítimos, protege todos los derechos,
cumple todos los deberes y es amiga de todas las clases: enemiga tan solo de la
arbitrariedad y de la tiranía.”18
En
efecto, este intelectual venezolano, despliega, los elementos que él considera
esenciales entre estas dos corrientes, en ese sentido, señala que: “Dos poderes
se disputan el gobierno del mundo y se anatematizan con el furor que pudieran
hacerlo dos cultos enemigos: la economía política o la “tradición”; y el
socialismo o la “utopía”. ¿Qué es la economía política? ¿Qué es el
socialismo?”.19
La economía política es –siguiendo a Baralt- la
historia natural de las costumbres, tradiciones prácticas y rutinas más
aparentes y más universales acreditadas en la sociedad tocante a la producción
y a la distribución de la riqueza. “Bajo este concepto se considera y llama
“ciencia”, legítima en “hecho” y en “derecho”, y declara que “lo que es” debe
ser””. El liberalismo, siguiendo a Tocqueville, lo considera como la máxima
expresión de lo humano, el arte de ser libre es una búsqueda permanente de la
plena felicidad, pero para alcanzarla, reconoce que la libertad es un proceso
duro, ella “nace de ordinario en medio de las tempestades, se establece
penosamente en lo más recio de las discordancias civiles y sólo cuando ya vieja
hace patentes sus altos beneficios”. La libertad, para Baralt, es un derecho, al igual
que la igualdad, ella asiste al hombre de ser causa de sus propias acciones y
de dirigir su actividad de la manera más conforme a los fines de su existencia.
Baralt, la subdivide en libertad de obrar (externa), y libertad de pensar
(interna). Primera: libertad de estado, de domicilio y de industria; segunda:
libertad de creencia, de arte y de filosofía. Mientras que la igualdad, es la
participación por derecho a todas las ventajas de la vida social, y se divide
en necesaria y condicional. Por la primera todo individuo debe poseer en la
sociedad los medios de mantener su dignidad moral y su existencia física. Su
propiedad, su seguridad, su libertad, la posición de sus facultades y
disposiciones naturales deben estar en perfecto nivel de derecho con las de
cualquier otro miembro de la sociedad. Por el derecho condicional el individuo
debe poseer en la sociedad tan solo las ventajas adecuadas al producto de sus
facultades y disposiciones, y como la sociedad no tiene nivel para el talento,
la virtud, el saber, ni la riqueza, se sigue que las ventajas de situación y de
jerarquía, los goces, los honores, los empleos que aquellas cualidades
proporcionan, deber ser, como ellas mismas, desiguales, porque estos bienes no
se adquieren por derecho de persona, sino título de capacidad.
Por otra parte, Baralt, plantea la necesidad de
elaborar una nueva teoría de la libertad, donde el hombre, sea considerado, no
como fin, sino como medio de cumplir su destino, ser inteligente, “…y de aquí
parten para establecer una filiación entre el deber y el derecho más análoga a
la institución social y más en armonía con el desenvolvimiento legítimo del
individuo y de la especie.”
Podemos sintetizar, el planteamiento liberal, de
este pensador venezolano, en los siguientes aspectos: la libertad individual
empieza donde acaba la igualdad necesaria; la libertad no es fin, no es objeto,
ni para la sociedad ni para el individuo, es un medio, una facultad de obrar para
alcanzar un fin, que es la realización de todas las ideas y sentimientos
legítimos, dentro de los límites de una ley suprema, que es la moral; como
medio o facultad, debe estar subordinada a la igualdad necesaria que es el
objeto principal de la asociación; la legislación de un país debe ser, como la
sociedad misma, progresiva
Baralt, destaca, que con ese planteamiento, la
economía política tienda al individualismo y sus afirmaciones exclusivas; puede
muy bien ser parte, y parte muy principal y constituyente, de la ciencia, a la
cual vendrían a servir los hechos que describe y analiza como sirven en una
vasta triangulación topográfica las bases de antemano dispuestas, las medidas
de toda especie y los piquetes. Bajo este punto de vista el progreso de la humanidad,
que se efectúa procediendo de los simple a lo compuesto, vendría a ser
enteramente conforme con la marcha de las ciencias, y los fenómenos
discordantes y aun frecuentemente subversivos que forman la base y el objeto de
la economía política, deberían ser considerados como otras tantas hipótesis
particulares sucesivamente realizadas por la humanidad en servicio de una
hipótesis superior, cuya demostración comprobada resolvería todas las
dificultadas y satisfaría las pretensiones legítimas del socialismo, sin anular
por eso las principios económicos. Por ello, la economía social es una aspiración
generosa a mejor estado en lo futuro, que el conocimiento perfecto de la
realidad presente, además de reconocer, también, que los elementos de estudio
tan precioso se hallan todos en la economía política. Pocos defensores
encuentran lo presente; pero no es menos universal el disgusto que inspiran las
quimeras y las invenciones extravagantes o atrevidas. “Así que todo el mundo
reconoce ya hoy que la verdad sólo puede hallarse en una fórmula que concibe
estos dos términos: conservación y movimiento…”
Socialismo
Se puede evidenciar en Rafael María Baralt, desde una perspectiva burguesa, su preocupación por el proletariado, e inclusive por la lucha de clase, es ese sentido dirá:
visto de
cerca el mundo actual, bajo la forma que le ha dado el gobierno representativo,
semeja un vasto campo donde un mismo pueblo se halla dividido en dos pueblos
diferentes: uno que posee todos los instrumentos del trabajo, tierra, casas,
capitales, derechos, facultades, inteligencia, fuerza, voluntad: otro que nada
posee, por que de nada puede hacer uso a su albedrío y cuyas son, como
necesidades inseparables de su existencia, la sujeción, la fatiga, la
servidumbre, el hambre, en paz, en guerra. Este segundo pueblo mantiene al
primero; para él trabaja, y por él sufre: pero, en descuento, por él vive
gobernado de padres a hijos con el equitativo imperio que le dan la propiedad y
la herencia de las condiciones y los títulos sociales… los dos pueblos de que
acabamos de hablar pueden ser por consiguiente clasificados de otro modo:
pueblo que hereda la ociosidad; y pueblo de quien es patrimonio el trabajo:
pueblo señor y pueblo siervo.
En este sentido, cuestiona a Guizot, por pretender plantear una estrecha relación entre socialismo y democracia, al respecto señala: “…nuestro desacuerdo fundamental con Guizot consiste en la pretensión que tiene de confundir adrede el socialismo con la democracia. ¡Pretensión tanto más ridícula cuanto que Guizot es demócrata, como es democrático el gobierno representativo cuya historia ha trazado él mismo!”
Mas no es cierto que los socialistas, los
comunistas, ni los montañeses funden en el principio de la democracia pura la
legitimidad de su sistema; como no es cierto que el socialismo ni la
democracia, sea una misma cosa.
Baralt, reconoce que siempre han existido, la lucha
de las ideas, de las pasiones y de los intereses, porque hay dos tendencias
igualmente legítimas en su principio e igualmente saludables en sus efectos;
tendencias naturales, indestructibles, si bien opuestas entre sí, que se
disputan el dominio de la sociedad: una es la tendencia a la producción de la
desigualdad; otra es la tendencia a la conservación o al restablecimiento de la
igualdad de los individuos y siguiendo a Cousin, afirma que: “…Dios, sin
embrago, ha dispuesto que en esa lucha eterna entre el bien y el mal triunfe
siempre la civilización; porque la civilización jamás será vencida”33. Planteamiento un tanto
maniqueísta34, a la que llega Baralt, ante esta
situación de explotación, miseria y desigualdades que viven los pueblos. A esto
Marx, llamó la lucha de clases: entre burgueses y proletariados en El
Manifiesto del Partido Comunista. Rafael María Baralt, a pesar de reconocer que el comunismo y el socialismo tengan algunas nociones elementales democráticas, sus pretensiones exageradas e ideas erróneas acerca del gobierno y de la sociedad, acerca de la política y de la economía pública; lo hacen ser no democráticos, como no lo es la monarquía, democrática también, porque estos sistemas políticos:
no han
ensayado la descentralización administrativa, ni la confederación de intereses
provinciales, ni un sistema electoral fundado sobre ideas federativas de esa
especie, ni el establecimiento de cuerpos colegisladores que guarden relación
con ellas, ni la libertad ilimitada, ni la emancipación de la Iglesia, no otros
grandes y fundamentales principios que forman la esencia de la democracia y que
son hoy axiomas con que brillante experiencia de la Unión Americana ha
enriquecido la ciencia política.
Mientras que el socialismo, siguiendo las ideas
anarquistas de Proudhon -a quien considera Baralt su más
hábil interprete, y el único hombre de la escuela que en más alto grado posee
el espíritu y la índole revolucionaria-, plantea que hay anomalía en la
constitución pasada y presente de la sociedad; pretende y prueba que el orden
de cosas introducido por la civilización es contradictorio e ineficaz, y que
engendra la opresión, la miseria y el crimen. Partiendo de aquí hace esfuerzos
por refundir las costumbres y las instituciones; asegura que la economía
política es una hipótesis falsa, inventada en provecho del menor contra el
mayor número de los vivientes; y aplicando al caso el apotegma “a fructibus
cognoscetis”, acaba de demostrar la impotencia y vanidad de la economía
política con poner de manifiesto el cuadro de las calamidades humanas, cuya
responsabilidad le atribuye. El socialismo afirma, pues, que lo que “debe ser”
no existe.”
De aquí traza una línea de demarcación, Baralt, a
la par que visible, hondamente delineada entre la una y la otra escuela.
Aquélla –la economía política- se inclina a legitimar y santificar el egoísmo;
ésta –el socialismo-, a exaltar el sentimiento de la comunidad; los partidarios
de la primera son optimistas en orden a los hechos consumados; los de la
segunda, tocante a los hechos que deben realizarse.3 Tratando de solucionar, estas tensiones entre una
escuela y otra, Baralt incorporar un tercer sistema, que llama ciencia social,
y esta es entendida como:
la razón,
entretanto, haciendo uso del raciocinio justificado por la experiencia, nos
dice que la ciencia social es el conocimiento especulativo y sistemático… de lo
que “es” en todo su vida, en el conjunto de sus manifestaciones sucesivas; y también
que debe abrazar el orden completo de la humanidad, no sólo en tal o cual
período de su duración… sino en todos sus principios y en la integridad
absoluta de su existencia… porque así, y no de otro modo, podremos formar una
idea de la realidad viviente y progresiva de la ciencia.”
En este sentido, Baralt, se pregunta: ¿Quién puede
dirimir la contienda de estos doctores rivales? Sólo esa misma ciencia social,
a la que, como juez competente, apelan ambos; pero es el mal que cada uno de
ellos cree y afirma hallarse solo y exclusivamente en posesión de sus verdades. Para este intelectual venezolano, ambas teorías se
calumnian y ambas se hacen reos de infidencia a la razón, cuando por una parte
los economistas, decorando con el pomposo nombre de ciencia sus retales y
andrajos de teorías, se niegan a todo progreso ulterior; y cuando, por otra,
rechazan la tradición los socialistas, y aspiran a reconstruir la sociedad
sobre bases extravagantes o quiméricas. El socialismo nada puede sin una
crítica profunda y un desenvolvimiento incesante de la economía política, pero
ésta, a su vez, no es más que un impertinente centón cuando se empeña en
patrocinar como ciertos y firmes todos los hechos recogidos y ordenados por
Adam Smith, por J. B. Say y por sus sucesores. Ante esta situación compleja, Rafael María Baralt, desde la perspectiva de la dialéctica hegeliana, propone que la sociedad debe ser entendida como una marcha que lleva consigo elementos contradictorios y cuyas teorías pudieran existir como antagónicas, por ello, afirma:
Esta
marcha de la inteligencia es idéntica y paralela a la de la sociedad; y así,
cuando una institución social da nacimiento e imprime desarrollo a la tendencia
antisocial que se le opone, semejante discordancia en los hechos produce una
institución más compleja en la cual encuentran sitio propio y completa
satisfacción las dos tendencias contrarias; si bien sólo en aquel grado y
medida que permite el estado de ilustración que alcanza la humanidad por el
tiempo en que la conciliación se verifica.
Y más adelante:
Los
hechos sociales son, pues, otras tantas tesis y antítesis que buscan la armonía
de una síntesis; éste consiste, no en un término medio, en un eclecticismo
arbitrario, impalpable, imposible, sino en un tercer principio, en una ley
superior que, sin excluir los contrarios, los ponga de acuerdo absorbiéndolos,
por decirlo así, a uno y otro en una fórmula compleja y absoluta.
A pesar de no considerar al socialismo como un sistema democrático, Baralt, reconoce una serie de características, que a nuestro juicio, confirman el carácter democrático que representa el socialismo como sistema político alternativo al liberalismo, en tal sentido, destaca:
Las
discusiones que ciertas escuelas socialistas han suscitado en orden a la
comunidad de trabajo y de bienes, y tocante a la intervención del Estado en el
comercio y en la industria, el número mayor y casi la totalidad de sus hombres
de luces y valía admite y confiesa estar de acuerdo en sostener como principios
eternos suyos la familia, la herencia, la libertad individual, la libertad del
trabajo y la afirmación del ser supremo. Estos principios, como axiomas
sociales; la soberanía del pueblo, el voto, o como ahora se dice, sufragio
universal, y la unidad del poder público, como axiomas políticos, forman la
base de la escuela socialista, y el punto de partida de su sistema práctico de
gobierno; por más que algunos espíritus especulativos y controversistas hayan
arrojado a la arena del público debate las ardientes cuestiones que tan mala suerte
y no pocos sinsabores han acarreado a sus adeptos, justificando hasta cierto
punto el ostracismo que, en el sentir de muchos le coloca fuera de la comunión
del género humano.
El socialismo es la “protesta” contra las
instituciones viciadas de elementos individualistas, burgueses, explotadora,
clasista y mercantilista. Para Baralt, los grandes reformadores de la humanidad
han sido socialistas, y señala que la misma religión cristiana, más que ninguna
otra fue utópica y socialista en su principio.
Para
Baralt, al referirse al utopismo de estos dos planteamientos –del liberalismo y
del socialismo-, señala que proviene de su naturaleza misma “una que lo quiere
todo para el individuo y por el individuo, que puede decirse “economismo”: otra
que lo quiere todo para la sociedad y por la sociedad, y que se llama
comunismo”.
En este marco de ideas, Baralt, avanzando cada vez
más por el camino de la crítica “neutral”; afirma que el socialismo no tiene
valor sino como protesta para abolir la utopía oficial; y que, una vez obtenida
semejante abolición, conviene detenerse a fin de dejar a la libertad el cuidado
y el derecho de avanzar al paso que le señalen sus propias leyes, el estado de
la sociedad y el espíritu de los tiempo.
El socialismo señala que todo sistema económico
tiene por fundamento la hipótesis, ficción, utopía, o como quiera llamársele,
de la “productividad” del capital; la mitad de los productos sociales pasa, con
los nombres de “renta, arriendo, alquiler, intereses, beneficio, agiotaje” y
otros, de las manos de los trabajadores a los capitalistas, hacendado y
propietarios los cuales, como dice J. B. Say, producen con su instrumento
propio y su resultado natural y preciso la desigualdad de condiciones y de bienes;
la división de la sociedad en dos clases enemigas: entre quienes tienen el
exceso de los productos y la servidumbre de la clase más numerosa de la
sociedad, que se constituyen en miseria. El socialismo del siglo XIX, siguiendo a Baralt,
tiene como característica, la asociación fraternal de los particulares y la
intervención tutelar del Estado, inspirada en la esencia de lo verdaderamente
humano, su búsqueda del bien y la felicidad.
Para Rafael María Baralt, nunca será demasiado, ni
aun suficiente, cuanto se diga para protestar contra estas dos funestas
tendencias de los ánimos; el liberalismo, que adormece a la sociedad en el
regazo de un optimismo engañador cuyo término es la inmovilidad rodeada de
peligros: el socialismo, que presume hacer retrogradar la sociedad y capitular
la revolución y el espíritu humano.
conclusión.
La
libertad, que propone el sentido burgués, es el reconocimiento del hombre como
sujeto de derecho definido por la propiedad, la retórica de la libertad
disfraza las relaciones de dominación real que existen en la sociedad burguesa.
En nombre de la libertad se amplían las desigualdades sociales, los ricos
incrementan su riqueza, en tanto aumenta el número de personas que viven por
debajo de los índice de la pobreza, que no tienen cubierta sus necesidades
básicas. Por ende, la libertad porta un contenido clasista y político.
En el socialismo se aspira a que el individuo se
desarrolle y que sus intereses fundamentales armonicen con los de la sociedad.
Donde el proceso de individuación tenga sus bases en la colectividad y no en la
propiedad privada. Para nosotros, la libertad condiciona a la justicia, a la
vez la justicia condiciona la libertad, en el sentido de que no puede haber
libertad sin justicia e igualdad de posibilidades.El socialismo utópico, planteó la reivindicación de
la igualdad humana, la fraternidad universal, el desarrollo libre de la
individualidad, la creencia en el progreso, la idea de la perfectibilidad de la
humanidad, todo estaba, de una u otra forma, en el pensamiento de la generación
pos independentista.
El
pensamiento político de Rafael María Baralt, se inscribe en esta discusión de
vieja data, sus reflexiones representan una importante contribución al
pensamiento filosófico latinoamericano. Su obra, sigue siendo una referencia
obligatoria, para todo aquél que esté interesado en conocer nuestro pasado y
reconstruir la historia de las ideas en Venezuela.
A pesar, de estar influenciado por los socialistas
utópicos y los anarquistas, el socialismo con el que Baralt se identificó fue
el de los cambios graduales o un socialismo reformista. Apostando a la
construcción de una sociedad más justa sin la mediación de la fuerza o
estallido social, no se mostró partidario de la lucha de clases, aunque
consideraba de vital importancia la igualdad de derechos entre éstas, esto lo
aleja del marxismo y del socialismo científico, y lo acerca más a los liberales
progresistas. Su pensamiento no dejó de ser liberal. Desde ahí
buscó dar respuestas a los problemas que caracterizaban a las sociedades
americanas y europeas, especialmente reflexionó sobre los problemas políticos y
sociales. Sus reflexiones sobre política, y las ideas que
desarrolla entre el liberalismo y el socialismo, lo hacen ser uno de los
precursores de estas corrientes en Venezuela, creador de una nueva
interpretación de la historia venezolana, enraizado en el acontecer de nuestra
cultura desde los intereses de la clase burguesa. Es eso lo que se comprende de
sus obras, se capta el sentido de su elaboración teórica en el conjunto de
circunstancias sociales e intelectuales del momento en que se gestaron. Por
ello, sus argumentos representan una nueva posibilidad política para la clase
que él representa y hay que entenderlo desde el contexto histórico-político de
la época.La obra de Rafael María Baralt, está por ser
reinterpretada, pocos estudiosos consideran su legado, hoy cuando la humanidad
se debate entre la vida y la muerte, entre la guerra y la paz, entre la
contaminación ambiental y la armonía de la naturaleza, entre el neoliberalismo
y las alternativas a ese modelo, se hace necesario analizar los postulados
políticos de nuestros más insignes intelectuales.
LIBERALISMO V/S SOCIALISMO.
Si bien muchos saben que el liberalismo tiene sus bases en la modernidad y el
discurso humanista del hombre de esa época, también esta lo que podríamos
llamar la contraparte de esta ideología, que es el socialismo, entonces si el
liberalismo es origen de la modernidad el estado o país del siglo XIX mas
lógico en adoptar esta ideología era Inglaterra, en donde la modernidad llego
primero, en donde la revolución se formo primero y en donde según Engels el
socialismo utópico nació. En Inglaterra el capitalismo ya estaba consolidado
gracias a tempranas revoluciones, a su monarquía constitucional, al esfuerzo de
la burguesía y eso daba a que entonces el liberalismo se encontrara a flor de
piel en el siglo XIX, pero no era la única nueva corriente ideológica ( y económica)
existente, pues también estaba el socialismo, si bien esta nace o evoluciona
gracias a la revolución francesa las dos tienen cosa en común. El liberalismo
del siglo XIX en Inglaterra tienen sus influencias en los grandes pensadores
ilustrados. El socialismo que se dio en Inglaterra se denomino “socialismo
utópico”, es decir un socialismo de carácter practico, diferente al socialismo
francés. Se podría decir que uno de los factores del surgimiento del
liberalismo en Inglaterra estuvo ligado al individualismo religioso, claro pues
esto es probable, ya que el deseo de libertad y amor hacia la humanidad, es
decir de completas libertades que se fundamentan en ideas religiosas de la
Inglaterra del siglo XIX, y esto se completaba con las ideas de los liberalistas
económicos, ya que ellos pregonaban firmemente el que el estado no tuviera el
poder absoluto. En tanto el socialismo se perfilaba como una ideología nacida
de los cambios sociales, del desarrollo del capitalismo burgués pero su máxima
es y será una ideología nacida por la lucha de clases, aunque muchos digan que
no es la negación del capitalismo, pero se comporta como tal ya que no acepta
las ideas capitalistas o mercantilistas, esta ideología se fortalece en una
revolución popular, como la Revolución Francesa o la revolución de “la comuna
de Paris”, que paradójicamente la primera estuvo comandad y liderada por
burgueses, pero con la ideología de los ilustrados, y esos burgueses eran
capitalistas de la época que buscaban libertades económicas mas que reivindicar
el sentir del proletariado, y a todo esto la única y verdadera revolución fue
el de “la comuna de Paris”. Si bien el liberalismo tiene diferentes expresiones
y subgéneros dentro del mundo occidental, el liberalismo ingles apunta
netamente a las libertades económicas como prioridad, en cambio el socialismo
del siglo diecinueve, que por cierto no se conocía como socialismo utópico,
apuntaba a la insurrección de las masas, la reivindicación de la clase
trabajadora y la lucha de clases. En muchas explicaciones las ideas llamadas
socialistas, que buscaban la igualdad de condiciones para todos los hombres, no
eran nuevas para ese entonces. Su origen se remontaba al mundo de los
pensadores griegos, especialmente a la obra de Platón, y a autores del siglo XV
que plantearon teóricamente esa posibilidad como Tomas Moro en La utopía, entre
otros. Muchas de tales ideas fueron retomadas por la ilustración.
Uno de sus principales representantes fue el empresario Robert Owen, una excepción para esa época. Rico, empresario, duelo de fábricas, creía en la bondad del hombre y en el medio ambiente. Por eso se dedicó a mejorar las condiciones de vida y de trabajo de sus obreros, creó escuelas y sistemas de salubridad, disminuyó el consumo de alcohol, moderó el trabajo infantil y mantuvo salarios altos. Como socialista utópico se opuso radicalmente al individualismo, al que consideró fuente del mal social. Con su fortuna intentó hacer experimentos aún más radicales teniendo en cuenta sus éxitos iniciales: creó cooperativas, introdujo el trabajo social y fue el padre de la legislación industrial. En tanto Marx deduce la inevitabilidad de la trasformación de la sociedad capitalista en socialista única y exclusivamente de la ley económica del desarrollo de la sociedad moderna. “El socialismo es, para todos ellos, la expresión de la verdad absoluta, de la razón y de la justicia, y basta con descubrirlo para que por su propia virtud conquiste el mundo”. En esta frase de Engels el trata de demostrar parte de su concepto de socialismo, dejando invalidadas las demás ideologías. Podemos explicar que el socialismo utópico es un socialismo de ideales, mas bien soñador para mi parecer y un poco alejado de la realidad y muy diferente al ideal del liberalismo que como doctrina política deriva del racionalismo del siglo XVIII, se opone al yugo arbitrario, preconiza la búsqueda de la verdad por parte del individuo sin ningún tipo de trabas, sino mediante el diálogo y la confrontación de los pareceres, dentro de un clima de tolerancia, de libertad y de fe en el progreso y su característica fundamental es el deseo de querer resolverlo todo mediante la aplicación de unos principios que son abstractos y mediante la aplicación de los derechos de los ciudadanos y del pueblo. El socialismo en si es una ideología basada en el principio de una sociedad que se basa en la unión popular y el control de los poderes estatales, sin mencionar libertades, pero cargadamente influenciado por las clases de los trabajadores que se organizan, a eso nacen variadas formas de socialismo como el utópico. BIBLIOGRAFIA 1- Engels, Federico “DEL SOCIALISMO UTÓPICO AL SOCIALISMO CIENTÍFICO , 1ª edición, 1998 Barcelona Editorial Debarris.
Uno de sus principales representantes fue el empresario Robert Owen, una excepción para esa época. Rico, empresario, duelo de fábricas, creía en la bondad del hombre y en el medio ambiente. Por eso se dedicó a mejorar las condiciones de vida y de trabajo de sus obreros, creó escuelas y sistemas de salubridad, disminuyó el consumo de alcohol, moderó el trabajo infantil y mantuvo salarios altos. Como socialista utópico se opuso radicalmente al individualismo, al que consideró fuente del mal social. Con su fortuna intentó hacer experimentos aún más radicales teniendo en cuenta sus éxitos iniciales: creó cooperativas, introdujo el trabajo social y fue el padre de la legislación industrial. En tanto Marx deduce la inevitabilidad de la trasformación de la sociedad capitalista en socialista única y exclusivamente de la ley económica del desarrollo de la sociedad moderna. “El socialismo es, para todos ellos, la expresión de la verdad absoluta, de la razón y de la justicia, y basta con descubrirlo para que por su propia virtud conquiste el mundo”. En esta frase de Engels el trata de demostrar parte de su concepto de socialismo, dejando invalidadas las demás ideologías. Podemos explicar que el socialismo utópico es un socialismo de ideales, mas bien soñador para mi parecer y un poco alejado de la realidad y muy diferente al ideal del liberalismo que como doctrina política deriva del racionalismo del siglo XVIII, se opone al yugo arbitrario, preconiza la búsqueda de la verdad por parte del individuo sin ningún tipo de trabas, sino mediante el diálogo y la confrontación de los pareceres, dentro de un clima de tolerancia, de libertad y de fe en el progreso y su característica fundamental es el deseo de querer resolverlo todo mediante la aplicación de unos principios que son abstractos y mediante la aplicación de los derechos de los ciudadanos y del pueblo. El socialismo en si es una ideología basada en el principio de una sociedad que se basa en la unión popular y el control de los poderes estatales, sin mencionar libertades, pero cargadamente influenciado por las clases de los trabajadores que se organizan, a eso nacen variadas formas de socialismo como el utópico. BIBLIOGRAFIA 1- Engels, Federico “DEL SOCIALISMO UTÓPICO AL SOCIALISMO CIENTÍFICO , 1ª edición, 1998 Barcelona Editorial Debarris.