CARÁCTER CIENTIFICO DE LA HISTORIA
La historia es la ciencia que tiene como objeto de estudio el pasado de la
humanidad y como método el propio de las ciencias sociales. Se denomina también
historia al periodo histórico que transcurre desde la aparición de la escritura
hasta la actualidad.
Más allá de las acepciones propias de la ciencia histórica, historia en el lenguaje usual es la narración de cualquier suceso, incluso de sucesos imaginarios y de mentiras. En medicina se utiliza el concepto de historia clínica para el registro de datos sanitarios significativos de un paciente, que se remontan hasta su nacimiento o incluso a su herencia genética.
A su vez, llamamos historia al pasado mismo, e, incluso, puede hablarse de una historia natural en que la humanidad no estaba presente (término clásico ya en desuso, que se utilizaba para referirse no sólo a la geología y la paleontología sino también a muchas otras ciencias naturales; las fronteras entre el campo al que se refiere este término y el de la prehistoria y la arqueología son imprecisas, a través de la paleo antropología).
Ese uso del término historia lo hace equivalente a cambio en el tiempo.[4] En ese sentido se contrapone al concepto de filosofía, equivalente a esencia o permanencia (lo que permite hablar de una filosofía natural en textos clásicos y en la actualidad, sobre todo en medios académicos anglosajones, como equivalente a la física). Para cualquier campo del conocimiento, se puede tener una
Más allá de las acepciones propias de la ciencia histórica, historia en el lenguaje usual es la narración de cualquier suceso, incluso de sucesos imaginarios y de mentiras. En medicina se utiliza el concepto de historia clínica para el registro de datos sanitarios significativos de un paciente, que se remontan hasta su nacimiento o incluso a su herencia genética.
A su vez, llamamos historia al pasado mismo, e, incluso, puede hablarse de una historia natural en que la humanidad no estaba presente (término clásico ya en desuso, que se utilizaba para referirse no sólo a la geología y la paleontología sino también a muchas otras ciencias naturales; las fronteras entre el campo al que se refiere este término y el de la prehistoria y la arqueología son imprecisas, a través de la paleo antropología).
Ese uso del término historia lo hace equivalente a cambio en el tiempo.[4] En ese sentido se contrapone al concepto de filosofía, equivalente a esencia o permanencia (lo que permite hablar de una filosofía natural en textos clásicos y en la actualidad, sobre todo en medios académicos anglosajones, como equivalente a la física). Para cualquier campo del conocimiento, se puede tener una
perspectiva histórica -el cambio- o bien filosófica -su esencia-. De hecho, puede hacerse eso para la historia misma (véase tiempo histórico) y para el tiempo mismo (véase Historia del Tiempo de Stephen Hawking, libro de divulgación sobre cosmología).
Historia como ciencia
Dentro de la popular división entre ciencias y letras o humanidades, se tiende a clasificar a la historia entre las disciplinas humanísticas junto con otras ciencias sociales (también denominadas ciencias humanas); o incluso se le llega a considerar como un puente entre ambos campos, al incorporar la metodología de éstas a aquéllas. La ambigüedad de esa división del conocimiento humano, y el cuestionamiento de su conveniencia, ha llevado al llamado debate de las dos culturas.
No todos los historiadores aceptan la identificación de la historia con una ciencia social, al considerarla una reducción en sus métodos y objetivos, comparables con los del arte si se basan en la imaginación (postura adoptada en mayor o menor medida por Hugh Trevor-Roper, John Lukacs, Donald Creighton, Gertrude Himmelfarb o Gerhard Ritter). Los partidarios de su condición científica son la mayor parte de los historiadores de la segunda mitad del siglo XX y del siglo XXI (incluyendo, de entre los muchos que han explicitado sus preocupaciones metodológicas, a Fernand Braudel, E. H. Carr, Fritz Fischer, Emmanuel Le Roy Ladurie, Hans-Ulrich Wehler, Bruce Trigger, Marc Bloch, Karl Dietrich Bracher, Peter Gay, Robert Fog Febvre, Lawrence Stone, E. P. Thompson, Eric Hobsbawm, Carlo Cipolla, Jaume Vicens Vives, Manuel Tuñón de Lara o Julio Caro Baroja). Buena parte de ellos, desde una perspectiva multidisciplinar (Braudel combinaba historia con geografía, Bracher con ciencia política, Fogel con economía, Gay con psicología, Trigger con arqueología), mientras los demás citados lo hacían a su vez con las anteriores y con otras, como la sociología y la antropología. Esto no quiere decir que entre ellos hayan alcanzado una posición común sobre las consecuencias metodológicas de la aspiración de la historia al rigor científico, ni mucho menos que propongan un determinismo que (al menos desde la revolución einsteniana de comienzos del siglo XX) no proponen ni las llamadas ciencias duras. Por su parte, los historiadores menos proclives a considerar científica su actividad tampoco defienden un relativismo estricto que imposibilitaría de forma total el conocimiento de la historia y su transmisión; y de hecho de un modo general aceptan y se someten a los mecanismos institucionales, académicos y de práctica científica existentes en historia y comparables a los de otras ciencias (ética de la investigación, publicación científica, revisión por pares, debate y consenso científico, etc.).
La utilización que hace la historia de otras disciplinas como instrumentos para obtener, procesar e interpretar datos del pasado permite hablar de ciencias auxiliares de la historia de metodología muy diferente, cuya subordinación o autonomía depende de los fines a los que estas mismas se aplique.
RELACION DE LA HISTORIA CON LAS CIENCIAS SOCIALES
Existen múltiples definiciones de la historia, pero casi todas coinciden en señalar que es el estudio de los acciones humanas reflejadas en el pasado. La historia, al igual que el resto de las disciplinas sociales , permiten al hombre obtener conocimiento sobre la realidad, conocimiento que le otorga una orientación permanente y segura de sus acciones en el mundo. La necesidad de dar una explicación a los fenómenos que se presentan en la realidad en que actúa el hombre, debido a las implicaciones que tienen para él, lo obligan a tratar de darles una explicación, de llenarlos de contenido lógico que les de una coherencia y permitan garantizar cierto control sobre ellos.
No hay conocimiento que no sea consecuencia directa de las dudas que surgen de la interacción del hombre con su medio. La historia y las ciencias sociales siguen ese mismo movimiento. Las ciencias sociales en su conjunto intentan interpretar los fenómenos generados a parir de la acción directa del hombre sobre su entorno y sus semejantes. La acción puede ocurrir tanto por omisión o acción, y repercute en la manera en que se configura la realidad social. Las ciencias sociales se encargan de estudiar de manera general a las acciones del hombre y sus consecuencias, intentándoles dar una explicación lógica y coherente, alejada de interpretaciones mágicas o de carácter
sobrenatural, ajenas de la propia
acción humana.
Se busca pues, con ambas (tanto la historia como las demás disciplinas sociales) establecer una orientación del hombre en su medio. Reducir el margen de incertidumbre en su accionar con el medio que le rodea. La necesidad de indagar en pasado surge de las necesidades que se imponen en la vida cotidiana. El conocimiento no es fruto del placer por conocer, sino el intento del hombre por resolver los problemas que lo aquejan en su vida cotidiana. Según Villoro,la necesidad de comprender el presente es la que impele a los hombres a indagar en el pasado para la búsqueda de las respuestas: él estudio de la historia parte del presente, el presente plantea las interrogantes que incitan a buscar en el pasado. La historia intenta dar razón de nuestro presente concreto.
Como podemos ver, el centro de análisis tanto de la historia como de las ciencias sociales es la acción humana. La diferencia, aparente, es que la historia se ocupa de hechos que sucedieron anteriormente, en el pasado, mientras que el resto de las disciplinas se ocupan del análisis de la realidad presente, aunque este análisis muchas veces debe hacer alusión al pasado. Carr lo señala tajantemente:
Se busca pues, con ambas (tanto la historia como las demás disciplinas sociales) establecer una orientación del hombre en su medio. Reducir el margen de incertidumbre en su accionar con el medio que le rodea. La necesidad de indagar en pasado surge de las necesidades que se imponen en la vida cotidiana. El conocimiento no es fruto del placer por conocer, sino el intento del hombre por resolver los problemas que lo aquejan en su vida cotidiana. Según Villoro,la necesidad de comprender el presente es la que impele a los hombres a indagar en el pasado para la búsqueda de las respuestas: él estudio de la historia parte del presente, el presente plantea las interrogantes que incitan a buscar en el pasado. La historia intenta dar razón de nuestro presente concreto.
Como podemos ver, el centro de análisis tanto de la historia como de las ciencias sociales es la acción humana. La diferencia, aparente, es que la historia se ocupa de hechos que sucedieron anteriormente, en el pasado, mientras que el resto de las disciplinas se ocupan del análisis de la realidad presente, aunque este análisis muchas veces debe hacer alusión al pasado. Carr lo señala tajantemente:
el mundo que lo rodea. El objeto
que se propone alcanzar la investigación es el mismo la comprensión y la
dominación de su ambiente por el hombre.
El presente ensayo considera tres puntos, tres posibilidades, sobre la función de la historia en las demás disciplinas de las ciencias sociales. No son las únicas sino las que pude descubrir. La primera se refiere a la función de la historia para mostrar la unidad de la realidad social a los científicos sociales; la segunda deriva directamente de la primera y es en cuanto la historia y su método como punto de partida para el análisis de la realidad social mediante la extrapolación a las ciencias sociales de sus técnicas de investigación y consideraciones acerca de la naturaleza de su objeto de estudio . La tercera y última posibilidad que exploro se refiere a la utilización de la historia como herramienta imprescindible del científico social.
La historia y su método; guía de acción para las ciencias sociales
El hombre, para el entendimiento y manipulación de su realidad, ha dividido en dos grandes sectores el cúmulo de conocimientos y métodos que derivan de la comprensión de su entorno. Aunque la división es artificial, ya que la realidad es única e indivisible, le permite al hombre facilitar el proceso de comprensión de la realidad. Así tenemos por un lado a las ciencias naturales, referentes al estudio de los fenómenos de la naturaleza , y las ciencias sociales enfocadas al estudio de los fenómenos derivados de la
El presente ensayo considera tres puntos, tres posibilidades, sobre la función de la historia en las demás disciplinas de las ciencias sociales. No son las únicas sino las que pude descubrir. La primera se refiere a la función de la historia para mostrar la unidad de la realidad social a los científicos sociales; la segunda deriva directamente de la primera y es en cuanto la historia y su método como punto de partida para el análisis de la realidad social mediante la extrapolación a las ciencias sociales de sus técnicas de investigación y consideraciones acerca de la naturaleza de su objeto de estudio . La tercera y última posibilidad que exploro se refiere a la utilización de la historia como herramienta imprescindible del científico social.
La historia y su método; guía de acción para las ciencias sociales
El hombre, para el entendimiento y manipulación de su realidad, ha dividido en dos grandes sectores el cúmulo de conocimientos y métodos que derivan de la comprensión de su entorno. Aunque la división es artificial, ya que la realidad es única e indivisible, le permite al hombre facilitar el proceso de comprensión de la realidad. Así tenemos por un lado a las ciencias naturales, referentes al estudio de los fenómenos de la naturaleza , y las ciencias sociales enfocadas al estudio de los fenómenos derivados de la
acción
humana.
La división no termina ahí, entre el mundo natural y el mundo social, sino que
más aun cada una de este gran grupo de ciencias se subdivide a su vez en
diversas disciplinas, como por ejemplo la economía, la sociológica, la
política, la historia, etc. para el caso de las ciencias sociales; mientras que
en las ciencias naturales encontramos a la botánica, la zoología, la biología,
etc. Esta división, como ya he mencionado., nace de la necesidad de aprehender
a una realidad sumamente compleja, para lo cual e hace una disección del objeto
de estudio. Aunque la realidad es una, siendo artificial la división entre el
mundo natural y el social.
Reflejo de esto lo podemos encontrar en disciplinas de reciente aparición que, para la explicación de los fenómenos que son su objeto de estudio, deben de partir de una explicación e investigación multidisciplinaria, esto es deben recurrir a los métodos y conocimientos aportados por oras disciplinas. Encontramos en este rubro por ejemplo a la ecología, la economía política, la geografía humana, la etnobiología, la econometría, etc.
Así, la necesidad de aprehender la realidad impele a los hombres a integrar los conocimientos y métodos de distintas disciplinas, aunque algunas veces los resultados no son tan exitosos como se esperaba. Esto ha venido sucediendo sólo recientemente, como producto de una renovación del pensamiento social luego de la crisis que sufrió en la primera mitad del siglo XX.
La visión de finales del XIX y principios del siglo XX acerca de la humanidad y su futuro condensada en las ciencias derrochaba un exceso esperanza, por no decir ingenuidad, sobre sus infinitas posibilidades. El camino hacia el progreso, de la mano de la ciencia , parecía estar libre de obstáculos. Esta visión se reflejaba en las interpretaciones que hacia el hombre sobre su pasado, presente y futuro. Se mostraba sólo un camino permanente y de tendencia ascendente desde el origen de la civilización, con los griegos y romanos, hasta aquellos días rumbo al progreso.
Los agoreros que predecían el colapso de la sociedad (Marx, Freud, etc.) parecían más locos de atar que verdaderos pensadores; aunque ellos basaban sus estudios en una representación de la realidad como totalidad. La turbulencia que señalaban estos teóricos y que reptaba debajo de la aparente estabilidad y tranquilidad de la sociedad no eran mas que meras fantasías. Por un lado la razón conducía el actuar de los hombres, y no el subconsciente, y por el otro la sociedad estaba exenta de cualquier turbulencia social, producto de la lucha de clases.
Sin embargo esta visión idílica de la sociedad se resquebrajaría brutalmente con sendas guerras Mundiales , que reducirían a la cuna de la civilización occidental a meras ruinas. El proyecto de la modernización, basado en la razón, mostraba grietas y se colapsaba al mismo tiempo que millones de judíos eran sacrificados.
La pérdida de la inocencia, luego de las guerras, obligó a replantear la forma en que el hombre pensaba su entorno. Nada parecía ya inmutable o intocable, la misma carencia de comprensión de la realidad que se tenía obligaba a la sociedad a replantear bajo nuevos esquemas los mecanismos por los cuales accedía a la interpretación de su realidad. Ni la física clásica estuvo exenta, Einstein derrumbó los principios sobre los cuales el hombre había considerado a la materia por mas de 500 años, afortunadamente no terminó en la hoguera.
La historia, otro pilar sobre el que se construía el futuro (aunque venida a menos por los avances en las ciencias duras), también enfrentó esta crítica generalizada en contra de los preceptos que la habían guiado durante toda su trayectoria. Más aún, al ser el ámbito dedicado por excelencia al estudio de la actividad humana (la sociología, la ciencia política y el resto de las disciplinas aún estaban en pañales) se le reprochó excesivamente el no haber advertido sobre las tempestades que se cernían sobre el hombre, fue incapaz de predecir las guerras.
Se presentó entonces una renovación general de la historia que implicó la refundación de las ideas acerca de la misma realidad social, la objetividad del conocimiento científico, la relación entre el sujeto cognoscente y el objeto de estudio, la historia como encadenamiento de las acciones humanas etc.
Se reconocía, de entrada que la realidad era única e indivisible. Se imponía la necesidad de ya no realizar mas estudios históricos fragmentarios en los cuales la mera recopilación de datos era más que suficiente. Se necesitaba de dar sentido a esos datos y para hacerlo se recurrió a un enfoque en el cual se empleaban los recursos de las nacientes ciencias sociales (economía y sociología) con el fin de darle sentido a los datos presentados.
El estudio mismo de la historia revelaba la unicidad de la realidad social al hacer imposible la explicación de los acontecimientos históricos sin recurrir a los factores económicos, políticos y sociales. Era imposible comprenderlos sin considerar antes las múltiples implicaciones del fenómeno. Esta necesidad surgió sólo cuando se intento interpretar la historia, de conocer el por que de las cosas olvidándose del simple conocer lo que realmente ocurrió. Al intentar establecer la explicación de los fenómenos, una explicación lógica y coherente basada en datos fríos y comprobables se hizo necesario esto.
Junto con esto se renovó la idea de la causación de los fenómenos sociales, de la comprensión de los fenómenos sociales como consecuencia directa d un proceso mucho más complejo del que forman parte. Los acontecimientos no se producían por generación espontánea sino que respondían a l evolución de procesos que podían identificarse no con mucha dificultad a partir del encadenamiento de circunstancias.
Se planteó el estudio de la historia como un estudio de causas, Carr establece
algunas condiciones para darle una explicación causal a los fenómenos, para
incorporarlos a un proceso social que los llene de sentido:
se le deben asignar varias causas al acontecimiento, se debe reconocer que es resultado de un conjunto heterogéneo de causas económicas, políticas, ideológicas y personales
se debe alejar la idea de que las acciones humanas no tienen causa y son producto del libre albedrío
se debe establecer una jerarquía causal que fije las relaciones entre una y otra debido a la multiplicidad de factores causales que hacen acto de presencia de acuerdo a su relevancia histórica
el azar sólo puede acelerar o retardar los acontecimientos pero no puede alterar de modo alguno su curso
se debe distinguir entre causas racionales y las accidentales; las causas racionales conducen al establecimiento de generalizaciones, mientras que las accidentales no pueden de ningún modo conducir a generalizaciones
No cabe duda que estos postulados para el manejo de las relaciones causales y la determinación de los acontecimientos dentro de los procesos sociales resultan de mucha utilidad para el análisis social también. La necesidad de comprender que los fenómenos no son de carácter extraordinario y único, represento un paso muy importante en el desarrollo del las investigaciones dela realidad social.
Otro de los puntos considerados en esta renovación fue el de la objetividad en la investigación. Se consideraba anteriormente que la objetividad en las ciencias sociales y la historia estaba dada por la ausencia de juicios de valor en el desarrollo de la investigación; la labor de científico social era la mera recopilación de datos sin intentar influir directamente en la determinación de su objeto de estudio.
Esto limitaba la actividad del investigador y desconocía la interrelación entre sujeto cognoscente y objeto de estudio. Se olvidaban que no podía un investigador abstraerse de la realidad social de la que formaba parte para poder estudiarla. De esta manera, reconociendo la interacción entre el objeto y el sujeto cognoscente se determinó que la objetividad no estaría ya determinada por la ausencia de juicios de valor, de interpretaciones del investigador, sino a partir de la distinción entre los datos reales e importantes y los datos no tan importantes.
Sin embargo, esta tendencia renovadora de la historia, condensada en los textos de Carr, Bloch, Braudel, etc. parece que acabó mal, que a fin de cuentas se desvirtuó su propósito inicial y no concluyó con la tarea renovadora del estudio de las ciencias sociales. Luego de comprender la unicidad del mundo social, el siguiente paso era el establecimiento de un método de estudio apropiado para su investigación, que estableciera conceptos y categorías para su estudio para que la división de la realidad social fomentada por aproximaciones fragmentarias concluyera.
Florescano nos señala el panorama de este movimiento a principios de la década de 1980, el primer paso fue criticar los logros alcanzados y el sentido mismo del movimiento. Esta crítica argüía:
la falta de una clasificación mínima de los supuestos teóricos y metodológicos para tal fin (... no construyeron en el proceso de reformulación) una plataforma epistemológica que uniera los fines de las ciencias sociales con los de la historia, de manera de crear una teoría del conocimiento dirigida a explicar las relaciones sociales de los hombres y las modalidades de sus cambios en el tiempo (.... lo que condujo a no) explicar con rigor las relaciones entre uno y otro de los múltiples "territorios" en los que penetraba. (El resultado fue que) los historiadores tengan hoy por objeto de estudio muchas unidades parciales de análisis, que en el análisis concreto se ordenan por yuxtaposición o agregación, sin que esta forma fragmentaria de recuperación de la realidad pueda dar cuenta de las relaciones causa efecto entre ellas ni explicar sus interacciones o el por que de sus transformaciones divergentes.
Pese a esto, considero que las lecciones aprendidas en este proceso experimental de reformulación del análisis de la realidad social debe de ser considerado en el debate epistemológico contemporáneo que involucra a las ciencias sociales.
Aunque hay que reconocer que muchos de los postulados enunciados por el nuevo
pensamiento histórico ya habían sido formulados con anterioridad por el materialismo
histórico y dialéctico. Lo novedoso, a mi parecer, es que la ciencia occidental
retomara los principios epistemológicos de este método científico social para
intentar renovar las ciencias sociales occidentales.
Ideas como la concreción del mundo real, sobre la realidad como única e indivisible, los procesos históricos, la interacción entre objeto y sujeto cognoscente, etc. Eran temas ya abordados con anterioridad por el materialismo histórico. Sólo la descomposición generalizada de la sociedad y la incapacidad de las ciencias occidentales por dales siquiera una explicación, no digamos una solución, obligó a replantear el corpus teórico. La historia fue la cabeza de playa para la renovación.
La historia era la ciencia dedicada al estudio del hombre más antigua y la que más mostraba sus limitaciones. Los problemas contemporáneos que afectan a las ciencias sociales, luego del aparente fin de las ideologías, reproduce la situación de principios del siglo XX. La solución quizás este en la revalorización del materialismo histórico como método para la comprensión de la realidad social.
La historia como herramienta en la investigación social
En este apartado se intenta ver la función de la historia y sus conocimientos como tema de la investigación social. Esta función se origina de la propia naturaleza de la realidad social. Se ve aquí a la historia como elemento central para la indagación científica, constituyéndose en investigación básica de las ciencias sociales.
Las demás disciplinas de las ciencias sociales se ocupan del estudio de las acciones humanas encadenadas que van constituyendo procesos sociales que perduran y se desarrollan a lo largo del tiempo. Se intenta pues explicar el desarrollo de estos procesos y su manifestación sensorial en el presente. Los fenómenos sociales que percibimos sensorialmente en la actualidad no son fenómenos aislados, sino que forman parte de procesos, de encadenamiento de acciones y voluntades humanas, por lo que para su cabal explicación es necesario referirse a la gestación y desarrollo de los procesos de loa que forman parte.
Por ejemplo, no se puede explicar el reinicio de una carrera armamentista entre la India y Pakistán solamente a partir del ascenso de un gobierno ultranacionalista en la India: más bien debemos referirnos a los orígenes mismos de estos países, a la separación de Pakistán de la recién independizada India. Como se ve, no basta con la percepción sensorial del presente para explicar un fenómeno, no debemos estudiar los fenómenos aislados sino enmarcarlos en procesos sociales mucho más complejos.
La primera aproximación, luego de la definición y delimitación de nuestro fenómeno a estudiar, consiste en buscar en el pasado, recurrir a la historia y sus conocimientos, para rastrear los orígenes del proceso en cuestión. Pero, como señala Carlos Pereyra, la investigación no debe concluir ahí:
Reflejo de esto lo podemos encontrar en disciplinas de reciente aparición que, para la explicación de los fenómenos que son su objeto de estudio, deben de partir de una explicación e investigación multidisciplinaria, esto es deben recurrir a los métodos y conocimientos aportados por oras disciplinas. Encontramos en este rubro por ejemplo a la ecología, la economía política, la geografía humana, la etnobiología, la econometría, etc.
Así, la necesidad de aprehender la realidad impele a los hombres a integrar los conocimientos y métodos de distintas disciplinas, aunque algunas veces los resultados no son tan exitosos como se esperaba. Esto ha venido sucediendo sólo recientemente, como producto de una renovación del pensamiento social luego de la crisis que sufrió en la primera mitad del siglo XX.
La visión de finales del XIX y principios del siglo XX acerca de la humanidad y su futuro condensada en las ciencias derrochaba un exceso esperanza, por no decir ingenuidad, sobre sus infinitas posibilidades. El camino hacia el progreso, de la mano de la ciencia , parecía estar libre de obstáculos. Esta visión se reflejaba en las interpretaciones que hacia el hombre sobre su pasado, presente y futuro. Se mostraba sólo un camino permanente y de tendencia ascendente desde el origen de la civilización, con los griegos y romanos, hasta aquellos días rumbo al progreso.
Los agoreros que predecían el colapso de la sociedad (Marx, Freud, etc.) parecían más locos de atar que verdaderos pensadores; aunque ellos basaban sus estudios en una representación de la realidad como totalidad. La turbulencia que señalaban estos teóricos y que reptaba debajo de la aparente estabilidad y tranquilidad de la sociedad no eran mas que meras fantasías. Por un lado la razón conducía el actuar de los hombres, y no el subconsciente, y por el otro la sociedad estaba exenta de cualquier turbulencia social, producto de la lucha de clases.
Sin embargo esta visión idílica de la sociedad se resquebrajaría brutalmente con sendas guerras Mundiales , que reducirían a la cuna de la civilización occidental a meras ruinas. El proyecto de la modernización, basado en la razón, mostraba grietas y se colapsaba al mismo tiempo que millones de judíos eran sacrificados.
La pérdida de la inocencia, luego de las guerras, obligó a replantear la forma en que el hombre pensaba su entorno. Nada parecía ya inmutable o intocable, la misma carencia de comprensión de la realidad que se tenía obligaba a la sociedad a replantear bajo nuevos esquemas los mecanismos por los cuales accedía a la interpretación de su realidad. Ni la física clásica estuvo exenta, Einstein derrumbó los principios sobre los cuales el hombre había considerado a la materia por mas de 500 años, afortunadamente no terminó en la hoguera.
La historia, otro pilar sobre el que se construía el futuro (aunque venida a menos por los avances en las ciencias duras), también enfrentó esta crítica generalizada en contra de los preceptos que la habían guiado durante toda su trayectoria. Más aún, al ser el ámbito dedicado por excelencia al estudio de la actividad humana (la sociología, la ciencia política y el resto de las disciplinas aún estaban en pañales) se le reprochó excesivamente el no haber advertido sobre las tempestades que se cernían sobre el hombre, fue incapaz de predecir las guerras.
Se presentó entonces una renovación general de la historia que implicó la refundación de las ideas acerca de la misma realidad social, la objetividad del conocimiento científico, la relación entre el sujeto cognoscente y el objeto de estudio, la historia como encadenamiento de las acciones humanas etc.
Se reconocía, de entrada que la realidad era única e indivisible. Se imponía la necesidad de ya no realizar mas estudios históricos fragmentarios en los cuales la mera recopilación de datos era más que suficiente. Se necesitaba de dar sentido a esos datos y para hacerlo se recurrió a un enfoque en el cual se empleaban los recursos de las nacientes ciencias sociales (economía y sociología) con el fin de darle sentido a los datos presentados.
El estudio mismo de la historia revelaba la unicidad de la realidad social al hacer imposible la explicación de los acontecimientos históricos sin recurrir a los factores económicos, políticos y sociales. Era imposible comprenderlos sin considerar antes las múltiples implicaciones del fenómeno. Esta necesidad surgió sólo cuando se intento interpretar la historia, de conocer el por que de las cosas olvidándose del simple conocer lo que realmente ocurrió. Al intentar establecer la explicación de los fenómenos, una explicación lógica y coherente basada en datos fríos y comprobables se hizo necesario esto.
Junto con esto se renovó la idea de la causación de los fenómenos sociales, de la comprensión de los fenómenos sociales como consecuencia directa d un proceso mucho más complejo del que forman parte. Los acontecimientos no se producían por generación espontánea sino que respondían a l evolución de procesos que podían identificarse no con mucha dificultad a partir del encadenamiento de circunstancias.
se le deben asignar varias causas al acontecimiento, se debe reconocer que es resultado de un conjunto heterogéneo de causas económicas, políticas, ideológicas y personales
se debe alejar la idea de que las acciones humanas no tienen causa y son producto del libre albedrío
se debe establecer una jerarquía causal que fije las relaciones entre una y otra debido a la multiplicidad de factores causales que hacen acto de presencia de acuerdo a su relevancia histórica
el azar sólo puede acelerar o retardar los acontecimientos pero no puede alterar de modo alguno su curso
se debe distinguir entre causas racionales y las accidentales; las causas racionales conducen al establecimiento de generalizaciones, mientras que las accidentales no pueden de ningún modo conducir a generalizaciones
No cabe duda que estos postulados para el manejo de las relaciones causales y la determinación de los acontecimientos dentro de los procesos sociales resultan de mucha utilidad para el análisis social también. La necesidad de comprender que los fenómenos no son de carácter extraordinario y único, represento un paso muy importante en el desarrollo del las investigaciones dela realidad social.
Otro de los puntos considerados en esta renovación fue el de la objetividad en la investigación. Se consideraba anteriormente que la objetividad en las ciencias sociales y la historia estaba dada por la ausencia de juicios de valor en el desarrollo de la investigación; la labor de científico social era la mera recopilación de datos sin intentar influir directamente en la determinación de su objeto de estudio.
Esto limitaba la actividad del investigador y desconocía la interrelación entre sujeto cognoscente y objeto de estudio. Se olvidaban que no podía un investigador abstraerse de la realidad social de la que formaba parte para poder estudiarla. De esta manera, reconociendo la interacción entre el objeto y el sujeto cognoscente se determinó que la objetividad no estaría ya determinada por la ausencia de juicios de valor, de interpretaciones del investigador, sino a partir de la distinción entre los datos reales e importantes y los datos no tan importantes.
Sin embargo, esta tendencia renovadora de la historia, condensada en los textos de Carr, Bloch, Braudel, etc. parece que acabó mal, que a fin de cuentas se desvirtuó su propósito inicial y no concluyó con la tarea renovadora del estudio de las ciencias sociales. Luego de comprender la unicidad del mundo social, el siguiente paso era el establecimiento de un método de estudio apropiado para su investigación, que estableciera conceptos y categorías para su estudio para que la división de la realidad social fomentada por aproximaciones fragmentarias concluyera.
Florescano nos señala el panorama de este movimiento a principios de la década de 1980, el primer paso fue criticar los logros alcanzados y el sentido mismo del movimiento. Esta crítica argüía:
la falta de una clasificación mínima de los supuestos teóricos y metodológicos para tal fin (... no construyeron en el proceso de reformulación) una plataforma epistemológica que uniera los fines de las ciencias sociales con los de la historia, de manera de crear una teoría del conocimiento dirigida a explicar las relaciones sociales de los hombres y las modalidades de sus cambios en el tiempo (.... lo que condujo a no) explicar con rigor las relaciones entre uno y otro de los múltiples "territorios" en los que penetraba. (El resultado fue que) los historiadores tengan hoy por objeto de estudio muchas unidades parciales de análisis, que en el análisis concreto se ordenan por yuxtaposición o agregación, sin que esta forma fragmentaria de recuperación de la realidad pueda dar cuenta de las relaciones causa efecto entre ellas ni explicar sus interacciones o el por que de sus transformaciones divergentes.
Pese a esto, considero que las lecciones aprendidas en este proceso experimental de reformulación del análisis de la realidad social debe de ser considerado en el debate epistemológico contemporáneo que involucra a las ciencias sociales.
Ideas como la concreción del mundo real, sobre la realidad como única e indivisible, los procesos históricos, la interacción entre objeto y sujeto cognoscente, etc. Eran temas ya abordados con anterioridad por el materialismo histórico. Sólo la descomposición generalizada de la sociedad y la incapacidad de las ciencias occidentales por dales siquiera una explicación, no digamos una solución, obligó a replantear el corpus teórico. La historia fue la cabeza de playa para la renovación.
La historia era la ciencia dedicada al estudio del hombre más antigua y la que más mostraba sus limitaciones. Los problemas contemporáneos que afectan a las ciencias sociales, luego del aparente fin de las ideologías, reproduce la situación de principios del siglo XX. La solución quizás este en la revalorización del materialismo histórico como método para la comprensión de la realidad social.
La historia como herramienta en la investigación social
En este apartado se intenta ver la función de la historia y sus conocimientos como tema de la investigación social. Esta función se origina de la propia naturaleza de la realidad social. Se ve aquí a la historia como elemento central para la indagación científica, constituyéndose en investigación básica de las ciencias sociales.
Las demás disciplinas de las ciencias sociales se ocupan del estudio de las acciones humanas encadenadas que van constituyendo procesos sociales que perduran y se desarrollan a lo largo del tiempo. Se intenta pues explicar el desarrollo de estos procesos y su manifestación sensorial en el presente. Los fenómenos sociales que percibimos sensorialmente en la actualidad no son fenómenos aislados, sino que forman parte de procesos, de encadenamiento de acciones y voluntades humanas, por lo que para su cabal explicación es necesario referirse a la gestación y desarrollo de los procesos de loa que forman parte.
Por ejemplo, no se puede explicar el reinicio de una carrera armamentista entre la India y Pakistán solamente a partir del ascenso de un gobierno ultranacionalista en la India: más bien debemos referirnos a los orígenes mismos de estos países, a la separación de Pakistán de la recién independizada India. Como se ve, no basta con la percepción sensorial del presente para explicar un fenómeno, no debemos estudiar los fenómenos aislados sino enmarcarlos en procesos sociales mucho más complejos.
La primera aproximación, luego de la definición y delimitación de nuestro fenómeno a estudiar, consiste en buscar en el pasado, recurrir a la historia y sus conocimientos, para rastrear los orígenes del proceso en cuestión. Pero, como señala Carlos Pereyra, la investigación no debe concluir ahí:
el conocimiento de las circunstancias a partir de las cuales se gesta una
coyuntura histórica es indispensable para captar la peculiaridad de esta
(aunque...) saber como algo llegó a ser no supone todavía reunir los elementos
suficientes para explicar su organización actual
No cabe duda sin embargo que es necesario un profundo conocimiento del desenvolvimiento a lo largo del tiempo del proceso del que forma parte el acontecimiento que queremos explicar. Debemos conocer como se desenvolvió para poderlo explicarlo aunque la mera descripción del proceso en sí a lo largo del tiempo no debe ser el resultado final de nuestra investigación.
Existe otro problema, el determinar en hasta que momento en el pasado se debe indagar en busca de las respuestas del presente, en que momento es cuando el proceso en cuestión muestra ya sus características básicas. El estudio retrospectivo deberá de realizarse de acuerdo a las propias necesidades y objetivos que se planteen en la investigación. Así, de acuerdo con la propia investigación se determinarán los lapsos históricos a los cuales se deberá hacer referencia.
De esta manera, por ejemplo, si alguien quiere conocer las razones por las cuales se da sepultura a los muertos en la actualidad (pregunta derivada quizá de un problema contemporáneo como lo es la sobrepoblación en los camposantos y en la búsqueda de su solución) no basta con indagar hasta el siglo XIX, donde se descubre que a los muertos también se les entierra y por lo tanto concluir que "por una añeja tradición los hombres son enterrados al morir". En este caso, para poder resolver satisfactoriamente la respuesta, pensando ya en actuar a partir del conocimiento obtenido, la búsqueda de la respuesta nos lleva a los orígenes mismos de la concepción sobre la muerte en el mundo occidental.
Los problemas al trabajar con el pasado en busca de la evolución temporal de los procesos sociales no se remiten a la determinación del rango histórico ni a la determinación de los acontecimientos. Se sitúan también en la manera de seleccionar los datos a analizar, en definir cuales son los acontecimientos históricos importantes para el desenvolvimiento del fenómeno y cuales no lo son. La relevancia o irrelevancia de los acontecimientos históricos estará determinada por la interpretación que les de el investigador de acuerdo a los objetivos y necesidades de su investigación. Un fenómeno será relevante en cuanto modifique, refuerce o elimine las tendencias generales del proceso estudiado.
El investigador deberá determinar cuales hechos son relevantes para la explicación del fenómeno. Pero no sólo deberá buscar los acontecimientos históricos que reafirmen sus postulados originales, sino que está obligado también a considerar los fenómenos que contravienen a las hipótesis de investigación, que no estén perfectamente de acuerdo con la interpretación original del problema. Esta última situación no deberá verse como un problema, ni como una deficiencia en el proceso de planeación y ejecución de la investigación sino como una oportunidad para el replanteamiento de la investigación a partir de la refutación de las primeras aproximaciones al tema en aras de mejores resultados, partiendo de un estudio más profundo del fenómeno.
A medida que el hombre vaya conociendo aún más sus objeto de estudio, aparecerán nuevas dudas, nuevas interrogantes ante las cuales se debe desarrollar la capacidad analítica del investigador para intentar resolverlas.
Otro elemento a considerar se refiere a las propias fuentes del análisis retrospectivo. La indagación histórica se dificulta debido a que el investigador no puede ya asimilar sensorialmente los fenómenos del pasado. No puede ver por si mismo lo que ocurrió en el pasado y la única forma que le permite aproximarse a él son las referencias hechas por otros hombres que si tuvieron la oportunidad de captar directamente el fenómeno en cuestión.
De esta manera el investigador que indaga en el pasado muchas veces tiene restringido su campo de acción , las referencias no son las que el quisiera sino las que sobrevivieron al paso del tiempo. Le ayudan a orientarse en este proceso documentos, restos arqueológicos o arquitectónicos etc. El problema consiste básicamente a la autenticidad y legitimidad de la información a partir de la cual se realizará el análisis retrospectivo. El problema principal estriba en la reconstrucción del pasado.
La reconstrucción del pasado se realiza de manera parcial y pragmática de acuerdo con los intereses de los hombres que deciden y gobiernan el momento en que se escribe y redacta la historia. El triunfador reinterpreta y redefine la historia de acuerdo a su propio proyecto de dominación. Así, el material de trabajo no constituyen recopilaciones que nos muestren lo que realmente sucedió sino lo que más convino a la élite; otras interpretaciones alternas y contradictorias no existen o no están disponibles.
De esta manera nuestra base empírica no son más que interpretaciones ad hoc de la realidad. No existe la certeza de que la información que nos llega del pasado en forma de documentos u obras monumentales sean en sí válidas, representen realmente la realidad en otros tiempos permitiendo un bosquejo de este pasado.
Nos movemos no en una base firme sino en un bloque nebulosos e impenetrable. La incertidumbre permanece y nos motiva a mantener una actitud crítica permanente, a no intentar establecer principios inmutables. Redescubrimos la relatividad y lo inacabado de nuestro conocimiento; de ahí se parte que la comprensión de la realidad nunca será un asunto concluiído.
Pero si la incapacidad de aprehender sensorialmente los fenómenos del pasado resulta un problema, la capacidad de ser contemporáneo a ellos impone también ciertas trabas. El problema que se presenta con los acontecimientos más recientes, más cercanos a nuestro presente, es que no percibimos a aún su importancia dentro de la evolución del proceso social que estamos estudiando. Se necesita para valorar realmente su importancia ver de que manera condiciona y determina la realidad futura.
Las consecuencias de nuestros propios actos, la mayoría de las veces, no se percibe en el mismo instante en que se realizan. Las fuerzas que se desencadenan a partir de ellos se revelan lentamente y no es posible percibir su verdadera magnitud sino hasta ver como ha transformado o reforzado las tendencias en el proceso social que se está estudiando. Es por eso que muchas veces es casi imposible registrar los acontecimientos del presente. Sólo a medida que el proceso continúa se podrán ver los resultados finales de la acción humana.
Las ciencias sociales se nutren en el desarrollo de su investigación de la información proporcionada por la historia. La historia es en si materia de análisis de las ciencias sociales. El estudio de la evolución de los procesos sociales, en aras de comprender sus representaciones fenomeicas, obliga al investigador a indagar en el pasado en búsqueda de la respuesta a las preguntas que se plantea en el presente.
La historia se convierte así en un elemento importante para la explicación de los fenómenos sociales, sin ella muchas interpretaciones serían imposibles. El problema principal que se plantea es la manera de utilizar ese acervo empírico que está disponible para el investigador.
Las maneras de utilizar esta información son varias, en el libro de el taller del historiador se nos muestran distintas aproximaciones a la historia; pero a pesar de esto se mantienen en todas ellas características comunes, elementales, que guían las distintas investigaciones. Los principios enarbolados en la reformulación metodológica de la historia se mantienen y sirven de guía no sólo para la investigación histórica sino también para la social.
No cabe duda sin embargo que es necesario un profundo conocimiento del desenvolvimiento a lo largo del tiempo del proceso del que forma parte el acontecimiento que queremos explicar. Debemos conocer como se desenvolvió para poderlo explicarlo aunque la mera descripción del proceso en sí a lo largo del tiempo no debe ser el resultado final de nuestra investigación.
Existe otro problema, el determinar en hasta que momento en el pasado se debe indagar en busca de las respuestas del presente, en que momento es cuando el proceso en cuestión muestra ya sus características básicas. El estudio retrospectivo deberá de realizarse de acuerdo a las propias necesidades y objetivos que se planteen en la investigación. Así, de acuerdo con la propia investigación se determinarán los lapsos históricos a los cuales se deberá hacer referencia.
De esta manera, por ejemplo, si alguien quiere conocer las razones por las cuales se da sepultura a los muertos en la actualidad (pregunta derivada quizá de un problema contemporáneo como lo es la sobrepoblación en los camposantos y en la búsqueda de su solución) no basta con indagar hasta el siglo XIX, donde se descubre que a los muertos también se les entierra y por lo tanto concluir que "por una añeja tradición los hombres son enterrados al morir". En este caso, para poder resolver satisfactoriamente la respuesta, pensando ya en actuar a partir del conocimiento obtenido, la búsqueda de la respuesta nos lleva a los orígenes mismos de la concepción sobre la muerte en el mundo occidental.
Los problemas al trabajar con el pasado en busca de la evolución temporal de los procesos sociales no se remiten a la determinación del rango histórico ni a la determinación de los acontecimientos. Se sitúan también en la manera de seleccionar los datos a analizar, en definir cuales son los acontecimientos históricos importantes para el desenvolvimiento del fenómeno y cuales no lo son. La relevancia o irrelevancia de los acontecimientos históricos estará determinada por la interpretación que les de el investigador de acuerdo a los objetivos y necesidades de su investigación. Un fenómeno será relevante en cuanto modifique, refuerce o elimine las tendencias generales del proceso estudiado.
El investigador deberá determinar cuales hechos son relevantes para la explicación del fenómeno. Pero no sólo deberá buscar los acontecimientos históricos que reafirmen sus postulados originales, sino que está obligado también a considerar los fenómenos que contravienen a las hipótesis de investigación, que no estén perfectamente de acuerdo con la interpretación original del problema. Esta última situación no deberá verse como un problema, ni como una deficiencia en el proceso de planeación y ejecución de la investigación sino como una oportunidad para el replanteamiento de la investigación a partir de la refutación de las primeras aproximaciones al tema en aras de mejores resultados, partiendo de un estudio más profundo del fenómeno.
A medida que el hombre vaya conociendo aún más sus objeto de estudio, aparecerán nuevas dudas, nuevas interrogantes ante las cuales se debe desarrollar la capacidad analítica del investigador para intentar resolverlas.
Otro elemento a considerar se refiere a las propias fuentes del análisis retrospectivo. La indagación histórica se dificulta debido a que el investigador no puede ya asimilar sensorialmente los fenómenos del pasado. No puede ver por si mismo lo que ocurrió en el pasado y la única forma que le permite aproximarse a él son las referencias hechas por otros hombres que si tuvieron la oportunidad de captar directamente el fenómeno en cuestión.
De esta manera el investigador que indaga en el pasado muchas veces tiene restringido su campo de acción , las referencias no son las que el quisiera sino las que sobrevivieron al paso del tiempo. Le ayudan a orientarse en este proceso documentos, restos arqueológicos o arquitectónicos etc. El problema consiste básicamente a la autenticidad y legitimidad de la información a partir de la cual se realizará el análisis retrospectivo. El problema principal estriba en la reconstrucción del pasado.
La reconstrucción del pasado se realiza de manera parcial y pragmática de acuerdo con los intereses de los hombres que deciden y gobiernan el momento en que se escribe y redacta la historia. El triunfador reinterpreta y redefine la historia de acuerdo a su propio proyecto de dominación. Así, el material de trabajo no constituyen recopilaciones que nos muestren lo que realmente sucedió sino lo que más convino a la élite; otras interpretaciones alternas y contradictorias no existen o no están disponibles.
De esta manera nuestra base empírica no son más que interpretaciones ad hoc de la realidad. No existe la certeza de que la información que nos llega del pasado en forma de documentos u obras monumentales sean en sí válidas, representen realmente la realidad en otros tiempos permitiendo un bosquejo de este pasado.
Nos movemos no en una base firme sino en un bloque nebulosos e impenetrable. La incertidumbre permanece y nos motiva a mantener una actitud crítica permanente, a no intentar establecer principios inmutables. Redescubrimos la relatividad y lo inacabado de nuestro conocimiento; de ahí se parte que la comprensión de la realidad nunca será un asunto concluiído.
Pero si la incapacidad de aprehender sensorialmente los fenómenos del pasado resulta un problema, la capacidad de ser contemporáneo a ellos impone también ciertas trabas. El problema que se presenta con los acontecimientos más recientes, más cercanos a nuestro presente, es que no percibimos a aún su importancia dentro de la evolución del proceso social que estamos estudiando. Se necesita para valorar realmente su importancia ver de que manera condiciona y determina la realidad futura.
Las consecuencias de nuestros propios actos, la mayoría de las veces, no se percibe en el mismo instante en que se realizan. Las fuerzas que se desencadenan a partir de ellos se revelan lentamente y no es posible percibir su verdadera magnitud sino hasta ver como ha transformado o reforzado las tendencias en el proceso social que se está estudiando. Es por eso que muchas veces es casi imposible registrar los acontecimientos del presente. Sólo a medida que el proceso continúa se podrán ver los resultados finales de la acción humana.
Las ciencias sociales se nutren en el desarrollo de su investigación de la información proporcionada por la historia. La historia es en si materia de análisis de las ciencias sociales. El estudio de la evolución de los procesos sociales, en aras de comprender sus representaciones fenomeicas, obliga al investigador a indagar en el pasado en búsqueda de la respuesta a las preguntas que se plantea en el presente.
La historia se convierte así en un elemento importante para la explicación de los fenómenos sociales, sin ella muchas interpretaciones serían imposibles. El problema principal que se plantea es la manera de utilizar ese acervo empírico que está disponible para el investigador.
Las maneras de utilizar esta información son varias, en el libro de el taller del historiador se nos muestran distintas aproximaciones a la historia; pero a pesar de esto se mantienen en todas ellas características comunes, elementales, que guían las distintas investigaciones. Los principios enarbolados en la reformulación metodológica de la historia se mantienen y sirven de guía no sólo para la investigación histórica sino también para la social.
El carácter científico de la Historia
LOs instintos primarios están relacionados con todas las especies, tanto animales como vegetales, pudiéndoseles denominar también mecanismos de autodefensa. En el ser humano se encuentran presentes y tienen muchísimo influjo en nuestras vidas y en la sociedad, aunque quizá no nos demos cuenta de ello.Podríamos ordenarlos en cuatro categorías; reacciones de supervivencia, instinto de procreación o sexual, búsqueda intelectual y colonización del territorio, e inclinación depredadora de los recursos naturales y frenesí destructor.
Estas agrupaciones encuentran su explicación general en el ámbito de la Biología. Mientras, en lo que concierne a nuestra propia especie, se comprenden con claridad desde la perspectiva antropológica. Si ambas se combinan permiten una visión más completa.
Los factores mencionados, aunque pertenezcan al conjunto, se manifiestan de modo diferente en cada grupo e individuo, incluido en el género. Es así por los componentes genéticos, que son fruto de la herencia cifrada en la memoria celular. De ello se deduce que la naturaleza física, anímica y sicológica de cualquier persona va estar condicionada por ellos.
Por lo tanto, los elementos tradicionales de la Historia no son suficientes para crear un modelo eficaz de interpretación, ni siquiera con la ayuda de las Ciencias Políticas, la Sociología o la Economía. Hace falta recurrir a otras disciplinas, que son principalmente la Biología, la Antropología y sobre todo la Genética.
Los instintos básicos, en su estado primario, podemos denominarlos inconsciencia. Su finalidad última es transformarse en consciencia, que reside potencialmente hasta en la última célula del cuerpo, no sólo en el cerebro. Estos mecanismos entran en relación con el tiempo, o reloj biológico que marca los ritmos de la evolución, tanto progresivos como involutivos. Asimismo, se ven muy influenciados por los condicionantes físicos del espacio y por el resto de organismos vivientes.
En consecuencia, la relación de los instintos con el ámbito espacio-temporal nos da la respuesta exacta del grado de evolución de determinada sociedad. A su vez, cualquier civilización puede comprenderse bajo cuatro parámetros; régimen político, coyuntura religiosa, medios de subsistencia, y fuentes energéticas.
Como resultado de este razonamiento, se podría asegurar que los fenómenos sociales son la manifestación externa de los instintos primarios colectivos, que a su vez son la suma de los individuales. En consecuencia, la verdadera explicación de la Historia no se encuentra en las formas de organización, al menos de forma exclusiva, sino que entran en juego otros componentes vitales.
A la hora de entender la consciencia evolutiva no hay mejor testimonio que el genoma. Es un verdadero registro gráfico, a nivel micro espacial, que contiene una información intrínseca casi ilimitada. Está compuesto de espirales que forman una estructura helicoidal, en la que se contienen los datos de la inteligencia molecular. Es un libro abierto para los científicos y muestra todos los pasos del ser humano desde nuestro pasado más remoto, así como las potencialidades por descubrir.
En síntesis, los componentes de las bases nitrogenadas; A, C, G, T, se repiten en una secuencia concreta, que define la composición de cada individuo, familia o grupo étnico. Al respecto cabe destacar las investigaciones de Spencer Wells sobre genética de poblaciones, en relación con los fenicios, su origen y la posterior herencia en los pueblos actuales mediterráneos.
El estudio está basado en el análisis del ADN presente en los restos óseos del tiempo de la colonización fenicia, así como en la observación del genoma en la sangre de miles de individuos de hoy en día. Sus resultados han llegado a hermanar a algunos musulmanes y cristianos del Líbano, antes en guerra, gracias a la conclusión científica de que ambos entroncan en el mismo origen.
El componente genético en absoluto es estático, sino que muda y evoluciona hacia su propio perfeccionamiento. Guarda siempre toda la información que resulta crucial para la supervivencia y el desarrollo de la especie. Entonces, ¿en función de qué elementos se producen las mutaciones?
Como ya se ha reseñado, están condicionadas por la relación con el ecosistema, donde el oportunismo encaminado a la adaptación es la clave. Pero sólo en nuestro caso los factores instintivos son capaces de crear variables aleatorias de diferentes estructuras sociales, al contrario que en las demás especies. En apariencia este fenómeno sucedería sin solución de continuidad.
Es así por nuestra especial capacidad intelectual o cognitiva, que da prioridad a las formas externas sin percibir la esencia de las mismas. Por el contrario la capacidad cognoscitiva, que reside en nuestro interior como potencialidad, cuando se activa permite el desarrollo de la consciencia individual.
Dado que lo colectivo es la suma de sus elementos, esto nos permitiría alcanzar niveles de organización por encima del lastre histórico de los instintos más negativos.